La
cara femenina de la policía en el giallo italiano
actual
The female face of police department in Italian
current police procedural
Mariadonata
Angela Tirone[1]
Resumen
Tras
un breve excursus histórico del giallo
italiano y el debut de la mujer como personaje principal, el enfoque de este
artículo se centra en los protagonistas femeninos miembros de las instituciones
policiales y en su caracterización a través de unos ejemplos clave. El objetivo
es ampliar los estudios del giallo italiano actual
como espejo social y romper con el estereotipo machista del género y de la
policía que ya no corresponde a la realidad.
Palabras
clave: policías italianas de ficción, rasgos de los
personajes, historia del giallo italiano, estreno de
los investigadores femeninos italianos.
Abstract
After a brief historical
excursus about Italian giallo and woman’s debut as
its main character, this essay focuses on female protagonists as members of
police institutions and their characterization through key samples. The purpose
consists in increasing the academic studies dealing with current Italian giallo as a social mirror and breaking out of the male
chauvinism bias of the genre and the police institution that is no longer
realistic.
Key Words: Fictional Italian policewomen, characters’ features,
history of Italian giallo, Italian female sleuths’
debut.
Recibido:
2020-05-23
Aceptado:
2020-09-30
Introducción
Recorriendo
las varias etapas de la historia del género policiaco, es fácilmente rastreable
la presencia de personajes muy heterogéneos entre los que han protagonizado sus
intrigas: del infalible detective genial al solitario investigador privado, del
amateur que investiga por afición al exponente de las fuerzas de policía
nacional. El estereotipo o la conciencia social suelen asociar el género
policiaco de forma natural a un protagonista masculino, mientras los personajes
femeninos han sido marginados, trivializados o ignorados hasta fechas muy
cercanas. Sin embargo, el panorama editorial devuelve una realidad muy
diferente, sobre todo en la época actual.
El género policiaco, como expresión,
espejo y crónica de lo real y de lo social, no puede prescindir de las mujeres quienes en este momento histórico, más que nunca, están
encontrando su espacio en el mundo, incluso en posiciones que en el pasado se
les prohibían como es el caso de las fuerzas armadas. No en vano, solo
incluyendo a las mujeres (tanto las escritoras reales como los personajes de
ficción) puede producirse un discurso relevante acerca de la novela policiaca
actual que, de otra forma, resultaría vacío.
2.
El giallo italiano: breve excursus
histórico
Mientras
1841 marcaba para el mundo el nacimiento de la novela negra y/o policiaca con
la publicación de The Murders in the Rue Morgue
de Edgar Allan Poe,[2]
en Italia no puede considerarse un género autóctono con una genealogía propia.
Alberto Savinio
consideraba que “il giallo
italiano è assurdo per ipotesi.
[...] Le nostre città tutt’altro che tentacolari e rinettate dal sole
non fanno quadro al giallo né può
fargli ambiente la nostra
brava borghesia” (Crovi,
2002, p. 9). No solo en la realidad había una falta de una infraestructura de
policía moderna, una carencia de una ideología jurídica y policiaca definida,
escasa confianza en las fuerzas de policía, así como a la omnipresente
devaluación del giallo como género literario,
entre otras cosas, que no le facilitaron su nacimiento y desarrollo. Sin embargo,
han de considerarse evocadoras las consideraciones de De
Angelis: “Dicono che da noi mancano i detectives, mancano i policemen e mancano i gangsters. Sarà, a ogni modo a me pare che
non manchino i delitti” (Crovi, 2002, p. 10). La historia del giallo
italiano le dio a De Angelis la razón, tanto que es
posible distinguir tres fases de desarrollo y sucesiva afirmación del género.
Dejando de un lado las traducciones de las
obras policíacas procedentes del extranjero, la primera fase (aproximadamente
entre 1850 y 1931), en un primer momento, ve a los escritores interesados en la
materia delictiva introducir elementos policiacos en las novelas por entregas.
Es el caso de los misteri,[3] novelas por entregas de
ambientación urbana y fuerte matriz social procedentes del modelo estrenado en Les
Mystères de Paris por Eugène Sue, traducido y
publicado en Italia entre 1943-44.
Entre todos los escritores de este periodo
cabe destacar en particular a un autor, Francesco Mastriani,
cuya novela Il mio cadavere (1852) hoy en día se considera un verdadero proto-giallo psicológico que cuenta de la Nápoles de 1826,
profundizando hechos y personajes insignes e intrigantes presentados con un
congojoso ángulo noir. Sin embargo, quien más
se dedicó a la exploración de los delitos y vicios de la sociedad italiana de
aquel entonces en realidad fueron dos mujeres: Carolina Invernizio
y Matilde Serao, concluyen que las “novelas repletas
de asesinatos pasionales y conflictos escabrosos muchas veces ambientados en
los barrios más sórdidos de las grandes ciudades, ayudarán a extender la
afición al género tanto entre las clases más bajas como entre el público
femenino” (Romano Martín, 2012, p. 252).
Contemporáneamente al folletín de
influencia francesa, llegan a ser muy relevantes unas formas primordiales de
novela policiaca de autoría italiana (y seudónimos extranjeros) ambientadas en
el extranjero, directamente influenciados por la detective novel
británica y la dime novel norteamericana.
Este éxito se debe sobre todo a la
decisiva acción por parte de las editoriales que le dieron dignidad a un género
considerado indigno de estar a la altura de la gran literatura, dando espacio a
novelas extranjera de importación, traducidas y publicadas en revistas
especializadas o en recopilaciones editoriales. En particular hay que destacar
la colección I libri gialli
(1929) de la editorial Mondadori, cuya portada fue diseñada con unas llamativas
tapas de color amarillo (giallo, en italiano),
la que con el tiempo acaba dando nombre, por metonimia, a todo el género en su
connotación más genérica.
La segunda fase corresponde al régimen
fascista y a la Segunda Guerra Mundial, por lo que nos encontramos con un giallo influenciado y controlado por la censura que,
por una parte, favorece una tendencia nacionalista de inspiración simenoniana y el estreno de personajes del police procedural;[4] por otra, continúa
presente la matriz anglosajona de la detective novel que, sin embargo,
no consigue el favor de los lectores. También hay formas policiacas que tienen
como objetivo la propaganda del régimen. Pese a eso, el régimen fascista al
final acaba prohibiendo cualquier forma de narración policiaca, culpable por
poner en el escenario “la trasgressione […] delitti ed oscuri
traffici [inadeguati per dei] paesi dominati
dai proclamati autarchici e perbenisti” (Privitera, 2012, p. 193).
A la segunda fase le sigue un momento que
podría calificarse de transición (1945-1966). Con la caída del régimen, las
editoriales inundaron el mercado de narraciones extranjeras (sobre todo
anglosajonas y francesas), lo que dejó en la sombra a los autores italianos que
querían seguir dedicándose a lo policíaco.
Por fin, con la tercera fase se ve la
eclosión del género policiaco que puede dividirse en dos momentos: de 1966 a
1978 y desde 1979 hasta la época actual.
Durante el primer momento los escritores
redescubren el enigma y la investigación anglosajona clásica pero también hay
formas que divergen del canon conocidos como anti-policíacos.[5] Sin embargo, son el hard-boiled y el roman
policier francés, con una fuerte conexión con el
ambiente metropolitano o provincial, los modelos favoritos como puede
observarse en la producción narrativa del autor que se considera el verdadero
padre de la novela policíaca italiana, Giorgio Scerbanenco,
quien presenta al público una innovadora forma de hacer novela policíaca
italiana que, de acuerdo con Carloni:
squarcia
con violenza inaudita le fragili
ipocrisie del poliziesco
italiano e che spazza via d’un colpo
tutto il ciarpame che molti editori minori e minimi avevano gettato per anni senza scrupoli sul mercato per vellicare l’esterofilia del lettore italiano (Carloni, 1994).
En
otras palabras, gracias a Scerbanenco se sentarán las
bases sobre las que construirán sus obras los futuros giallisti
italianos.
El segundo momento empieza con un descanso
en la década de 1980 para dejar espacio, a partir de la década de 1990, a la
verdadera y autóctona producción del giallo
italiano que sigue manteniendo el filón estrenado durante la década de 1960 y
que culmina en la creación de activos grupos de autores alrededor de
determinadas capitales (el Gruppo 13 en
Bolonia, la Scuola dei
Duri en Milán y el Neonoir
en Roma, entre otros). Se trata de agrupaciones de autores cuyo propósito es
dar la voz al noir más amargo y feroz para dirigir
ataques críticos contra problemáticas sociales –como por ejemplo Tangentopoli[6] o, en general, el mundo
del hampa y/o las mafias– cada vez más a través de miembros de las fuerzas
policiales en lugar de detectives privados.
Actualmente la geolocalización sigue llevando
a cabo un rol destacado junto con nuevas experimentaciones e hibridaciones (es
decir la inversión, combinación o desplazamiento de rasgos característicos de
varios géneros literarios) en las cuales introspección psicológica, realismo,
atención a lo social y crímenes feroces y horríficos están en la base de los
acontecimientos investigativos que involucran agencias y a protagonistas de
diferente tipo y género.
3.
El debut de la mujer detective italiana
Por
mucho que el número haya sido menor frente a la contraparte masculina –sobre
todo a causa de un sistema patriarcal que siempre ha sido aplastante en
Italia–, el estreno de las mujeres investigadoras no es reciente, pero sí ha
sido gradual.
El primer hincapié se debe a algunos
autores que intentaron introducir en sus propios relatos unos personajes
femeninos que, de alguna forma, se situaran independientemente del plot –ni víctimas ni victimarias– pero nunca en
roles primarios (por ejemplo, ser la novia/mujer del detective).
A principio del siglo XX es Carolina Invernizio quien introduce a la primera mujer
investigadora con Nina la poliziotta dilettante (1909), un cuento breve que tiene por
protagonista a Nina Palma, una obrera en una fábrica de bordados de Turín,
quien es acusada del asesinato de su amante. A causa de la falta de pruebas, un
mes después de su detención se encuentra en libertad y es en ese momento que
Nina comienza sus indagaciones para rescatar su nombre y demostrar su
inocencia.
Tras una pequeña pausa durante los años
del régimen fascista que, si por un lado limita y hasta interrumpe la
publicación de la novela policiaca, por otro “left women confronted with an ideologically
hostile barriage from Church and state alike. Fascism and Catholicism both allowed little space for
women outside their traditional domestic and reproductive roles” (Pistelli, 2006, p. 7). Por consiguiente, no solo
no tenemos casi ninguna expresión de giallo,
sino que para tener una presencia relevante de las mujeres en el policiaco
italiano habrá que esperar los años ochenta, después ampliar su curva de
desarrollo durante los noventa y crecer progresivamente hasta hoy en día.
Una mención especial se le debe al
personaje de Giorgio Scerbanenco, Livia Ussaro, que por mucho que vuelva a llevar a cabo la función
de acompañante del investigador protagonista (Duca
Lamberti) en Venus privada (1966), muchos críticos la consideran un
modelo más que novedoso y positivo por ser “carismátic[a]”
(Romano Martín, 2015, p. 271) y “moderna” (Guadagnini,
2010, p. 51) en la forma de aproximarse a cuestiones como la sexualidad
femenina y la prostitución.
A lo largo de las décadas que siguieron a
la de 1980, las mujeres han interpretado el papel de diferentes tipologías de
investigador: siguen siendo populares las viejas señoras investigadoras
aficionadas de clase burguesa, se multiplican las duras investigadoras privadas
hard-boiled, aparecen progresivamente las
exponentes de las fuerzas armadas del Estado, las que proceden del mundo
académico y forense, así como las detectives por casualidad –es decir,
profesionales de otros sectores (periodistas, profesoras, abogadas, juezas y
otras más improbables como amas de casa y monjas, entre otras)– que se ven
obligadas a investigar por las razones más dispares.
Eso, junto con otros factores, conlleva
que las narraciones se inscriban en los numerosos subgéneros del giallo y en formas híbridas: narraciones del
misterio (Renée Reggiani), gótico medieval (Laura Mancinelli), crímenes reales (Martina Vergani),
crimen lesbiano (Fiorella Cagnone), thriller
(Laura Grimaldi), narrativa de mafia (Silvana La Spina),
noir (Laura Grimaldi), giallo
histórico (Danila Comastri Montanari), etc.
En línea con la tendencia internacional,
además, la novela policiaca italiana actual en femenino atestigua los nuevos
cambios sociales frente a los estereotipos de género. De acuerdo con Villalonga
Fernández, uno de los motivos que han llevado a la necesidad de presentar una
visión femenina de novela policiaca es intentar mostrar “la irrupción femenina
(con un paralelismo cada vez mayor en la vida real) en papeles anteriormente
reservados a los hombres” (2016, p. 267).
Así como en la realidad ninguna persona es
igual a otra, también las voces femeninas del giallo
italiano actual no pueden considerarse como una única y homogénea entidad, como
bien destaca Losada Soler: “No todas escriben desde la conciencia feminista, no
usan la misma matriz literaria, no se sitúan en la misma perspectiva social, y
tampoco los resultados obtenidos alcanzan el mismo nivel literario” (2015, pp. 10-11).
En general, se contraponen dos tendencias
frecuentes: de un lado, una visión más «dura» y fiel al modelo feminista anglosajón[7] de los 70, que tiene como
protagonistas a mujeres fuertes, emancipadas, cultas, socialmente vinculadas y
extremadamente realistas; de otro lado, se está haciendo sitio un tipo de
narración cercano al femikrimi escandinavo,
definido por mujeres muy femeninas cuyo contexto doméstico posee una
importancia casi superior a la intriga. En cualquier caso, parecen compartir
unos elementos recurrentes como la centralidad de las geolocalizaciones, de
hecho, la idiosincrasia de las ambientaciones es muy variada –de Milán a Bari,
de Turín a Matera, de Génova a Venecia y de Bolonia a Catania– y es posible
notar una fuerte connotación cultural y costumbrista en la construcción de las
investigadoras y en los ambientes en que viven y por el que se mueven. A ello
hay que añadir la atención hacia la introspección psicológica de las
protagonistas, (y no solo) el interés hacia lo social, las preocupaciones
humanistas, la estructura seriada y el hibridismo.
4.
La mujer detective en el giallo italiano
actual: las policías
Pese
al mosaico de subgéneros policiacos que componen el panorama del giallo internacional e italiano actual, el police procedural es la tendencia que quizás
esté recibiendo mayor atención y cuyo protagonista, “el funcionario público, se
ha erigido en el principal protagonista de la literatura negra europea”
(Sánchez Zapatero, 2014a, p. 14). A la luz de lo que se ha analizado en el epígrafe
anterior, nada impide la presencia femenina en las filas de las fuerzas armadas
nacionales: Polizia di Stato
y Arma dei Carabinieri, sobre todo.
Hijas de las corrientes policiacas
nacionales e internacionales del pasado y del presente, Adrienne
Gavin considera resumir la caracterización de la mujer investigadora actual en
“«cozy», «hard-boiled»,
«forensic» and «humanist»”
(2010, p. 258) a las que hay que añadir desde luego la influencia de corrientes
como el roman policier
francés y el actualísimo femikrimi
escandinavo.
Entre todos merece la pena detenerse en
los adjetivos hard-boiled y humanistas y en el
femikrimi. El primero se refiere a las
narraciones policiacas de los 70 que veían protagonista a mujeres duras de
pelar[8] y feministas que hoy parecen
ser uno de los modelos favoritos ya que van desarrollándose y actualizándose
según las exigencias y las actitudes que las mujeres van adquiriendo de acuerdo
con las posiciones sociales que van alcanzando en el tiempo. El segundo implica
un modelo que no es segundo al hard-boiled por
importancia porque deja espacio a cuestiones como la introspección psicológica
de las detectives y asuntos humanos y sociales de fuerte resonancia (por
ejemplo, las diferencias raciales y de clase social) y, sobre todo, las que se
refieren a cuestiones de género como la violencia doméstica, el aborto o el
abuso infantil. Con femikrimi, en cambio, hay
que pensar en un modelo de mujer a menudo extremadamente femenino en un tipo de
narración policiaca que deja mucho espacio al mundo privado de las mujeres, y
en particular del matrimonio, de la maternidad y todo lo que eso conlleva para
una mujer.
Yendo en lo específico de las policías
italianas actuales, éstas parecen presentar unos rasgos recurrentes – no
siempre universalmente compartidos – que, de acuerdo con Yolanda Romano Martín,
se individúan en:
La
intuición femenina, la agudeza, la sutileza psicológica, la cultura son sus
armas, pero también se nos presentan cargadas de fragilidad e inseguridad, con
fantasmas que les atormentan. No son viejas solteronas sin nada que hacer, son
mujeres de hoy […]. Personas preparadas e inteligentes que indagan como
profesión […]. Son mujeres en toda su dimensión que no esconden su lado
femenino, su sensibilidad, su sexualidad, su belleza y sus sentimientos. Es ahí
donde está seguramente la diferencia de la investigación en femenino: en la
importancia que tienen en sus vidas las relaciones amorosas [aunque en la
mayoría de los casos son sentimentalmente inestables] (2015, p. 278).
Con este
propósito, no es infrecuente
que sean mujeres divorciadas o bien solteras, “as
well as facilitating the detectives need for independence, the single status
also shows a resistance to society’s demand that women abandon their own goals
in favor of supporting the goals of a man” (Reddy,1988, p. 104). Sin
embargo, incluso en estos casos, nada impide que tengan relaciones, tanto
románticas como solamente sexuales.
En general, hay que considerar a las
policías italianas como una multiplicidad de voces que se expresan desde y a
través de posiciones diversificadas y hasta contradictorias, cuyo único
denominador común es su propio género, pero, al mismo tiempo, resultan
interesantísimas porque hablan de sus circunstancias personales y culturas
particulares que las llevan a tener una perspectiva más o menos involucrada
socialmente. La razón ha de hallarse en lo que Gavin considera ser “not simply a professional
interest, but a devastatingly personal concern”
(2010, p. 269).
No en vano, estos tipos de relatos en la
mayoría de los casos ofrecen una perspectiva ginocéntrica,
narrada en primera persona, donde la mujer no solo está en el centro de todo,
sino que “reveal[s] women’s
experiences in the face of patriarchal systems of both
crime and justice” (Gavin, 2010, p. 265). Se trata de
una lucha que tiene su base de raíz: “Para la novela policíaca que tiene a una
mujer como protagonista parece obligado recalcar el hecho de que, en tanto que
mujeres, las policías se enfrentan a ciertos obstáculos inexistentes para sus colegas,
e incluso para sus subordinados, masculinos” (Culver, 2012, p. 94). Los
obstáculos de que habla Melissa Culver pueden fácilmente individuarse en
prejuicios y discriminaciones sexistas que obligan a estas mujeres policías a
afanarse el doble para que se les reconozcan competentes en su trabajo.
La misma atención para lo social también
ha de hallarse en las temáticas enfrentadas a veces presentadas de forma
ferozmente crítica, otras como una invitación a tomar conciencia de ellas y a
reflexionar. Estos temas pueden inscribirse en la fórmula policial –corrupción
y decadencia en los ambientes urbanos de la sociedad moderna, violación, trata
de personas, prostitución, pornografía infantil, entre otros–, o bien ser temas
de alto interés mediático y/o elevado índice de preocupación social –
inmigración y marginalización de las clases sociales pobres, falsas apariencias
de las clases acomodadas, peso de los medios de comunicación, cultos y
religiones de todo tipo, mendicidad, homosexualidad, dependencias, locura,
soledad, entre otros –. En todo caso, se suele dejar bastante espacio al mundo
privado de las protagonistas y a las temáticas relacionadas con el ámbito
doméstico como “issues surrounding
motherhood, and violence against women. […] (Gavin, 2010,
p. 267).
Estas consideraciones llevan
necesariamente a pensar que estas mujeres-policías, entonces, provoquen y
animen unos debates feministas en las novelas (o series) que protagonizan, pero
no es del todo correcto. A pesar de que sea el propósito primario de algunas de
ellas, en la mayoría de los casos el lector se encuentra más bien delante de la
representación de unas identidades de género a menudo ambivalentes y
contradictorias (de forma más o menos consciente) según las circunstancias
(profesionales y privadas) en que se sitúan. El fin es desde luego atribuirle
mayor visibilidad a la mujer –que es una persona ante
todo– frente a la posición que ocupan en la sociedad contemporánea y las
dificultades que eso conlleva. Eso no significa desestimar la lucha de género,
sino comentarlo e invitar a la reflexión sin que esto altere uno de los ejes
fundamentales del police procedural: la
idealización de la policía como protector de los valores de la sociedad.
Entre los ejemplos más contemporáneos de
la cara femenina del giallo italiano se ha de
citar al menos a doce personajes que están escribiendo la historia del police procedural italiano de la época
actual.
Grazia
Negro de Carlo Lucarelli la cual, a partir de Almost Blue (1997), pasa de ser personaje
secundario a protagonista en el papel de inspectora jefe de la sección de
asuntos de mafias de la Squadra mobile de
Bolonia. Soltera y atormentada por un deseo conflictivo de maternidad, empezará
una relación (problemática) solo en un segundo momento. Negro parece salir directamente
de las filas del hard-boiled norteamericano:
pese a su aspecto frágil, la inspectora demostrará ser una mujer extremadamente
determinada e intuitiva.
El comisario jefe de Annamaria
Fassio, Erica Franzoni, es
protagonista de una larga serie[9] en que investiga tramas
espinosas de la actualidad italiana por la ciudad de Génova con el compañero,
el subinspector Antonio Maffina, mientras se asiste a
una cierta tensión sexual entre ellos.
La inspectora de la policía de Milán,
Maria Dolores Vergani es la protagonista de la serie
–Happy hour
(2005), Dalla parte del torto (2007), Femmina de luxe (2008), Io
ti perdono (2009), Ti voglio credere (2010), Dritto
al cuore (2013) – de Elisabetta
Bucciarelli. Soltera, muy femenina, fuerte y frágil a
la vez, Vergani explora los recovecos oscuros de una
sociedad esclava de las apariencias, mientras se enfrenta a los lados más
atormentados de su propia psique.
Maria Laura Gangemi
es comisario de la policía de Catania. Nacida de la pluma de Silvana La Spina, es una mujer extremadamente fascinante y fuerte
mientras se enfrenta con la parte más cerrada y oscura de la sociedad siciliana
– mafia, omertà y violencia de género –, en
contraposición a la fragilidad con la que hace frente a una situación familiar
difícil y a un marido violento. Hasta este momento es protagonista de una trilogia: Uno sbirro femmina (2007), La bambina
pericolosa (2008) y Un cadavere
eccellente (2011).
Brunella Diddi da vida a Sandra Ricci, encantadora y responsable
investigadora de la comisaría Scala en el barrio Trastevere
de Roma. Criada por una tía ex-feminista, Sandra es
una policía inteligente, irónica e impetuosa. Tras el divorcio, vive sola con
su gata Kalì y de momento es protagonista de La sentenza di Sibilla (2007) y
otras novelas (Un quarto a mezzanotte
y L’ultima cinquina, entre otras)
que se han publicado online a la manera de novela por entregas del siglo XIX.
Barbara Gillo es
la inspectora de policía nacida de la pluma de Rosa Mogliasso
estrenada en L’assassino lascia qualcosa (2009). Es
una siciliana que vive en Turín, ciudad que servirá de fondo a sus historias –L’amore si nutre di amore
(2011), La felicità è un muscolo
involontario (2012) y Chi bacia e chi viene baciato (2014)–
contadas a través de un lenguaje con muchos matices y registros.
La comisaria Lolita Lobosco
de Gabriella Genisi es una
mujer muy femenina y sexy que se hace respetar en su trabajo y lucha contra la
criminalidad por las calles de Bari “sin renunciar al gusto por la belleza [y]
la cocina como una verdadera mujer del Sur” (Romano Martín, 2015, pp. 274-275).
Costumbrismo camilleriano e ironía hacen de
padrones en la escritura de la serie que se compone de La circonferenza delle arance (2010) Giallo
ciliegia (2011), Uva noir
(2012), Gioco pericoloso
(2014), Spaghetti all’assassina (2015), Mare
nero (2016), Dopo tanta nebbia
(2017). A Genisi, además, se le debe la creación muy
reciente de otra investigadora, la maresciallo de los
carabinieri Chicca Lopez,
protagonista de Pizzica amara (2019).
Es una chica joven, lesbiana (emparejada), amante de las motos. Es rebelde,
testaruda y descarada que lucha contra el mundo de hombres de la caserma y siente que tiene que demostrar
constantemente su valor mientras se enfrenta con las supersticiones del
Salento.
Giuseppe Pederiali
con su Camilla Cagliostri[10], inspectora de la policía
de Módena y actualísima mujer guapa, orgullosa, inteligente, irónica y privada
de escrúpulos en las investigaciones que se le encargan y que se mueve por el
territorio brumoso de la llanura padana donde nada es como aparenta.
En última instancia se citan a las
actualísimas Silvestra Sorbera
con su comisaria de policía Livia Solari (Il commissario Livia, 2009; I
fiori rubati, 2016; Castelli
di sabbia, 2018) y Cristina Cassar
Scalia con su vicequestore
Giovanna Guarrasi (Sabbia
nera, 2018; La logica
della lampara, 2019) quienes exploran el velo
social de una Sicilia que sigue teniendo dificultades en superar los prejuicios
de género mientras luchan consigo mismas y los tormentos interiores de un
pasado difícil.
5.
Conclusiones
Está
claro que los ejemplos que se han producido no representan un elenco
exhaustivo, pero es posible concluir con seguridad que las policías del giallo italiano están contribuyendo a normalizar un
empleo que sigue considerándose poco común para una mujer o, en general, la
relación entre mujeres y crímenes que hasta hace pocas décadas parecía ser algo
completamente incompatible.
Asimismo, no solo les dan importancia a
las mujeres, sino que permiten enterarse no solo de las múltiples perspectivas
a través de las cuales las mujeres policías observan y se enfrentan al mundo,
criminal y normal, sino también de las dificultades personales o sociales que
proceden de ello sin que esto mine los fundamentos del giallo
como género y, al contrario, lo enriquecen.
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[1] Universidad de Salamanca,
md.tirone@gmail.com
[2] Considerado por la crítica
especializada el fundador del género policiaco.
[3] I misteri
di Roma contemporanea de B. Del Vecchio (1952-53), I misteri di Palermo (1852) de Benedetto Naselli,
o I misteri di Livorno (1853) de Cesare Monteverde, I
misteri di Firenze. Scene moderne de A. Panzani (1854), Storie segrete delle famiglie reali: O misteri della vita intima dei Borboni de G. La Cecilia (1857), I misteri
di Firenze de C. Lorenzini (1857), I misteri di
Milano de A. Sauli (1857-59), I misteri
di Genova. Cronache contemporanee de A.G. Barrili
(1867-70), I misteri di Napoli (1869) de Mastriani e I misteri di Torino de
A. Colombi (1871-72).
[4] La denominación police procedural (o novela de procedimiento policiaco), se
refiere a un tipo de giallo que ve protagonista
necesariamente a un exponente de las fuerzas policiales estatales y que aplica
rigurosamente los protocolos estándares de policía para investigar un crimen:
inventario de las pruebas, la emisión de ordenes de registro, la realización de
la autopsia o los análisis por parte del núcleo científico, informático, etc.
[5] Se trata de novelas que presentan
la distorsión de la fórmula detectivesca sin rechazarla ni negarla. El escritor
más emblemático es Leonardo Sciascia y más tarde se
le añade a Umberto Eco Umberto Eco (con El nombre de la rosa, de 1980).
[6] A pesar del período de estabilidad
y bienestar en todos los ámbitos que Italia vive durante laos
90, un escándalo – Mani Pulite
– rompió con la bonanza del momento. Varios exponentes del PSI (Partito
socialista italiano) fueron detenidos por aceptar sobornos. A partir de ese
momento muchos otros políticos y partidos se vieron involucrados en lo que se
conoce como Tangentopoli, una operación que desveló
una profunda red de corrupción y de relación con negocios sucios y mafias.
[7] Para una mayor profundización, se
aconseja la lectura integral de Gavin, A. (2010).
[8] Procedentes de la corriente tough norteamericana nacida en los años 40 caracterizada
por una visión realista y pesimista del escenario urbano y social a través de
la perspectiva de un cínico, solitario y duro de pelar detective privado.
[9] Tesi di
laurea (1999), I delitti della
casa rossa (2001), Biglietto
di sola andata (2002), Una città
in gabbia (2003), Povera Butterfly (2004), Maria Morgana (2005), Una vita in
prestito (2007), Shangai (2009), Di rabbia e morte (2011), Terra bruciata (2012), Controcorrente
(2013), L’oro di Sarah (2014), La morte
e l’oblio (2016) y Donne da uccidere
(2018).
[10] La serie de la que es protagonista
se compone de Camilla nella nebbia
(2003), Camilla e i vizi apparenti
(2004), Camilla e il Grande Fratello
(2005), Giallo in città:
Camilla e il gioco del delitto, Perché i cinesi non muoiono (2005, en colaboración con Roberto Barbolini) y Camilla e il rubacuori (2010).