Un liderazgo efectivo: Winston
Churchill en la mirada de Anthony McCarten
An
effective leadership: Winston Churchill seen by Anthony McCarten.
Valeria Cortés Hernández[1]
Josefina Caballero Camacho[2]
Resumen
El
artículo analiza la novela de Anthony McCarten Las
horas más oscuras. Cómo Churchill salvó al mundo del abismo (2017), para
evaluarla como novela biográfica que logra difundir un determinado conocimiento
histórico; su trama narrativa y sus estrategias explicativas.
Palabras
clave: Biografía, refiguración,
ficción como herramienta explicativa, Winston Churchill, Conocimiento
histórico.
Abstract
The article analyzes Anthony McCarten’s
novel, Darkest hour. How Churchill saved the world from the abyss (2017)
to evaluate it as a biographycal novel that manages
to spread a certain historical knowledge; its
narrative plot and explanatory strategies.
Keywords: Biography, Refiguration, Fiction as an Explanatory Tool, Winston Churchil, Historical Knowledge.
Recibido:
2019-10-23
Aceptado:
2020-02-19
El historiador no ve el mundo
verdadero y lo copia, sino es un poeta, creador de ficciones capaces de
hacernos presente lo ausente.
Cirilo Flórez Miguel, Universidad de Salamanca.
Para
Paul Ricoeur, contar la historia de una vida es contar la historia de la acción
de un sujeto, que debe ser construida a partir del contexto cultural y temporal
de quien la narra. El historiador es un narrador cuyo primer acto es el acto
creador del campo histórico (Ricoeur, 2009, p. 24).
Paul
Ricoeur y Pierre Bourdieu, en las dos últimas décadas del siglo pasado,
plantearon la revaloración de la biografía como género histórico importante en
el quehacer historiográfico actual. Si bien, ha sido un género histórico de
presencia constante; los fundadores y defensores de la Escuela de los Annales hacia el segundo tercio del siglo pasado,
criticaron severamente este campo histórico por considerarlo demasiado
subjetivo, enfocado a protagonistas abordándolos como héroes metahumanos,
elaborados con discursos dramáticos y casi siempre carentes de suficientes
fuentes objetivas e imparciales. La biografía y autobiografía fueron
calificadas hasta cierto punto de forma despectiva como subgéneros del quehacer
histórico.
Sin
embargo, en los últimos treinta años se han planteado reflexiones filosóficas y
propuestas teóricas que han revalorado a la biografía como un género histórico[3], si bien híbrido, porque
innegablemente es tal vez el género que más ocupa la investigación propiamente
histórica así como la ficción para refigurar la vida de un personaje, sea héroe
o anti héroe; y no solo en textos escritos propiamente dichos, la versión
cinematográfica de biografías de personajes notables desde políticos hasta
intelectuales, científicos y actores, etc., ha sido un recurso narrativo y de
difusión muy popular en los últimos años.[4]
El
objetivo del presente artículo es analizar, a través de las propuestas teóricas
de narración histórica y ficción,[5] Las horas más oscuras. Cómo Churchill salvó al mundo del abismo, de
Anthony McCarten (2017): el relato literario en que
el autor revive la figura de Winston Spencer Churchill reconstruyendo uno de
los períodos más críticos del personaje en su papel como líder político de la
Gran Bretaña que abarca del 7 de mayo al 4 de junio de 1940.
La
hipótesis que ha guiado este trabajo es que, pese a
que se limita a un período muy reducido del tiempo vital del personaje y de
abordar su estudio a través de los discursos más significativos, se trata de
una biografía histórica; es un relato de no ficción resultado de una profunda
investigación y un trabajo exhaustivo que se centra en las horas más tensas en
las que el protagonista tuvo la enorme responsabilidad de decidir el destino de
Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. El autor logra la refiguración biográfica del personaje.
La
narración adopta el formato de una bitácora de guerra soportada en una amplia
documentación que lo mismo considera debates en el Parlamento, actas de las
reuniones del Gabinete de Guerra, cartas personales y testimonios
contemporáneos. Por otro lado, considerando que la novela fue tomada como guión de la película homónima, publicadas simultáneamente
en el mismo año, es notable cómo en el relato literario, el autor se limita a
narrar los hechos en sí, ordenando meticulosamente, como parte de guerra, los
eventos, acciones y decisiones del sujeto. Mientras que, en la película, el McCarten guionista se permite mayor manejo de la ficción
para fortalecer la lógica y congruencia de temores, titubeos y decisiones de
Churchill. La ficción funciona como una herramienta eficaz para ayudar a la
comprensión del espectador y, a diferencia de la novela, no se encuentra
debidamente documentada en el contexto y las circunstancias del momento
histórico que se aborda.
McCarten
no es un historiador profesional, pero su narrativa, híbrida entre la
reconstrucción histórica apoyada en anécdotas, hechos precisos y documentación
abundante y variada, logra plantear y difundir un conocimiento histórico
puntual y concreto acerca del hombre que, apoyado en su reconocida retórica,
logró eclipsar su propia “leyenda negra” para ganarse el liderazgo de los británicos
en una coyuntura histórica sin precedentes.
Este
artículo se divide en cuatro apartados. El primero proporciona un acercamiento
teórico a la biografía como género histórico y a la pertinencia del uso de la
ficción como herramienta explicativa del discurso histórico; en el segundo
apartado se analiza el entramado de la novela para, en un tercer apartado,
centrar la mirada en los discursos que el autor consideró más significativos de
Winston Churchill, que le valieron la importancia de personaje histórico,
aunque polémico. Finalmente se incluyen los comentarios a manera de conclusión.
1. Algunas
reflexiones teóricas en torno al quehacer histórico para la refiguración
en la biografía.
Las crisis sociales, políticas e
incluso morales por las que atraviesa el mundo actual, han hecho resurgir el
liderazgo (por carisma, por la cercanía con las masas populares, por la
influencia política o moral) que lo han validado como conveniente, y esa
importancia renovada lleva a reflexionar sobre el papel de personalidades destacadas
actuales o de tiempos pasados.
Este renovado interés por la
biografía ha traído consigo la importancia de modernizar las estrategias
metodológicas para elaborarla, de tal modo que cumpla con las condiciones
necesarias e indispensables para que sea un instrumento que fomente y difunda
el conocimiento histórico, incorpore variedades temáticas e integre un análisis
de la historia individual o de estructuras a la realidad actual. José Luis
Gómez Navarro sugiere que el historiador interesado en el campo biográfico, integre metodologías multidisciplinarias en las
que tendría un papel importante la psicología, la sociología, la antropología y
la política; la diversidad de fuentes (Gómez, s.f., p. 12).
Es común encontrar la afirmación que
advierte que en el ámbito de la historia no nos encontramos nunca con un “mundo
verdadero” sino con la ausencia de un mundo que fue y ya no es, por lo tanto,
la tarea del historiador es hacer presente esa ausencia; tal cometido solo es
posible con la ayuda de la ficción. Esta afirmación es aún más cierta en el
caso de la elaboración de una biografía; sin embargo, no se trata de una
ficción desmedida o desatada. Entre las herramientas con las que cuenta el
historiador, se encuentra subrayar la empatía, su propia experiencia de vida y,
lo que llamaría Hans George Gadamer, su “horizonte de expectación”. Es
precisamente el lugar social y el presente del autor lo que determina en buena
medida la significación de los hechos históricos.
La particularidad del trabajo
histórico que aborda como objeto de estudio la vida de otro individuo,
plantea para el historiador el compromiso de dar significado a los actos que
considere más relevantes, y debe tener particular cuidado en dar coherencia,
pues de ello depende que el lector perciba en su narración esa realidad que
fue.
Patricia Montoya ofrece una síntesis
pertinente del concepto “historia de vida”, la define como “el conjunto de
acontecimientos de una existencia individual concebida como historia y como el
relato de una historia” (Montoya, en Ordoñez, 2010, p.199).
El historiador, gracias a la
consciencia de su propia experiencia, comprende que la vida de un individuo
está formada por una cadena de acontecimientos, la mayoría de ellos fortuitos,
a pesar de los proyectos de vida propios o programados por los padres o los
tutores, que cambian el rumbo de forma intempestiva o de forma paulatina. Según
Montoya:
Se puede afirmar que la vida es
discontinua, formada de elementos yuxtapuestos, sin razón alguna y donde cada quien es único y por lo tanto muy difícil de atrapar o
aprehender, además de que por lo general las cosas suceden de manera
imprevista, sin propósito alguno y de forma aleatoria. Sin embargo, aunque la
vida real es variable, el individuo alcanza metas y objetivos propuestos,
existen mecanismos sociales que no se pueden evitar fácilmente y que favorecen
que la vida individual se perciba como una unidad o una totalidad (Ordoñez,
2010, pp.199-200).
Es fundamental considerar el contexto
histórico como telón de fondo, sin el cual las decisiones, planes, accidentes y
logros perderían sentido. Por ello el historiador requerirá de fuentes que van
desde correspondencia particular, testimonios orales o escritos, diarios
personales propios del individuo o de sus contemporáneos; pero también de los
registros de los hechos políticos, económicos, culturales y sociales que
rodearon al personaje y determinaron su carácter, actitud, proyecto de vida y
virajes. Según Pierre Bordieu, “no se puede
comprender una trayectoria individual, más que logrando construir las etapas
sucesivas del campo en el que el sujeto se desenvuelve considerando el conjunto
de relaciones sucesivas que unen al biografiado con el conjunto de otros
individuos comprometidos en el mismo campo y enfrentados en el mismo espacio”
(Ordoñez, 2010, p. 201).
Por otro lado, José Luis Gómez señala
que, para lograr su cometido, el biógrafo debe tener ciertas características
que permitirán mayores alcances en el quehacer histórico de este campo: en
primer lugar, considera importante la elaboración de la vida del biografiado,
porque se parte de la idea no tanto de revalorar una vida individual, aislada;
ya que según Bernad Guenée,
citado por Gómez, “Solo a través de los hombres suceden las cosas. Y la
historia de una vida nos ayuda a comprender mejor lo frágil e inseguro que es
el destino de los hombres” (Ordoñez, 2010, p. 15).
El biógrafo debe tener “un cierto
conocimiento de sí mismo” porque cualquier biografía es en cierto sentido un
autoanálisis, por ello, Gómez advierte que el ejercicio biográfico no es tarea
conveniente para “jóvenes e inexpertos”. En tercer lugar, esta empresa,
requiere de una “inmersión” en el personaje, en su mundo y su época, porque es
la forma de comprender su actuación y sus opciones posibles; para después tomar
distancia y en un segundo plano interpretar y analizar su obra (Ordoñez, 2010, p.
20).
José Luis Gómez señala una relación
dialéctica y permanente entre el personaje biografiado y el medio, señala que
esa relación determinará al menos tres modelos a reconocer en la forma de
refigurar al personaje. El primer modelo será el prometeico que subraya al
individuo y en la trama se asume que el personaje se enfrenta y se opone a su entorno;
en el segundo, el individuo se diluye en su contexto, de tal forma está tan
plenamente integrado que simboliza y representa el espíritu de la época;
finalmente el modelo de líder, en el que el personaje se define por retomar las
tendencias y movimientos en el contexto, para dirigirlas en una dirección
determinada dentro del proceso histórico (Ordoñez, 2010, p. 22).
Guardando todas las distancias del
caso, dado que Anthony McCarten no es propiamente un
historiador, sino un periodista y literato como se verá más adelante, podemos
reconocer en Las horas más oscuras,
una tendencia al primer tipo. McCarten logra lo que
Gómez definirá como “Biografía externa” porque traza al personaje desde sus
acciones públicas, “desde su obra y aportaciones originales” a su tiempo y su
contexto. Para el autor que aquí abordamos, no importa tanto la reconstrucción
del personaje desde su psicología, ni la influencia que en él hayan podido
tener otros individuos,[6] si bien hace un rápido y
breve esbozo de su infancia, la actitud hostil de su padre, también político, y
su formación académica; centra la construcción de Winston Churchill en su
capacidad oratoria, cuidadosamente cultivada en su juventud, como si el gusto
por la oratoria y la elaboración de los discursos entonces adquirida cobraran
real sentido en esas tres semanas a partir del 7 de mayo de 1940.
Los afanes biográficos de McCarten han dejado constancia de su capacidad de
inmersión, no solo en la refiguración de Winston
Churchill, sino también de Freddie Mercury y Jane Wilde Hawking y Stephen
Hawking, en sus correspondientes relatos literarios y versiones
cinematográficas. Demuestra que maneja con habilidad la investigación
histórica, la empatía y la reconstrucción de la historicidad que le ocupa,
también el adecuado y dosificado manejo de la ficción como herramienta
explicativa que permita llenar huecos (las fuentes, evidencias y testimonios
jamás logran llenar cada instante o coyuntura indispensables) para recrear
adecuadamente al sujeto, comprender la época, el ambiente, las sensaciones e
intenciones de los personajes, sus miedos y certezas, los resortes reales o
subjetivos que dispararon acciones o las frenaron.
La biografía es un género histórico
en el que la remodelación de la experiencia cotidiana adquiere significado a
través de la narración con su doble actividad de configuración y de refiguración para complementar los relatos históricos con
la ficción. Porque el biógrafo tiene la obligación no solo de comprender las
intenciones, acciones u omisiones del sujeto, su mayor responsabilidad es
acercar al lector a esa realidad que él comprende, para completar lo que Hans
George Gadamer llama “círculo hermenéutico” en el lector. Reconstruir a través
de la imaginación, refigurar a través de la ficción facilitará en el lector la
comprensión más completa del personaje y sus obras.
2. La
refiguración de un líder
Vale
la pena apuntar que, dado el renovado interés en torno a la biografía como
género histórico, su producción no ha sido una tarea exclusiva de
historiadores. En tiempos recientes, literatos, periodistas y cineastas han
abordado el género con notable éxito, en tanto que logran narrar el desarrollo
de la “historia de vida” de personajes notables.
En
el Seminario Permanente
Interinstitucional de Reflexiones historiográficas “Rosalía Velázquez”, en
sus ciclos 2019-2 y 2020-1 nos hemos abocado a la revisión de diversos
discursos narrativos biográficos que van desde la autobiografía: Erich Maria
Remarque, Sin novedad en el frente,
publicado por primera vez en 1929, novela con fuerte tono autobiográfico que
sin adornos literarios y en clave realista, narra las vivencias de un joven de
20 años en el frente alemán; Leonardo Padura, El hombre que amaba los perros, publicado en 2009 tras 20 años de
investigación, el periodista logra un relato novelado de la vida de Trotsky, en
el que abunda la descripción de la amplia gama de paisajes que son telón de
fondo en la azarosa vida del personaje y logra construir el perfil psicológico
del protagonista pero también de sus allegados y contemporáneos; en el caso que
aquí nos ocupa, Anthony McCarten, Las horas más oscuras. Cómo Churchill salvó
al mundo del abismo, publicado en forma de libro, pero también en versión
cinematográfica en 2017, un año después del sonado caso del Brexit británico.
¿Por
qué escribir una biografía de Winston Churchill en los tiempos actuales?
En una época de políticos jóvenes e inexpertos, es
cuando se extraña a figuras como Winston Spencer Churchill y surge la pregunta
¿Se necesitan hoy líderes como él para atender el laberinto del
Brexit, la lucha contra el yihadismo, la irrupción de los populismos o la
crisis de los refugiados? Aunque la producción literaria acerca
de la vida de Winston Churchill ha sido una constante en las publicaciones
británicas durante setenta años, el libro y la película Las horas más oscuras de Anthony McCarten,
aunque concebidos en el 2015, poco tiempo antes del referéndum de la Unión
Europea en 2016, podrían ser vistos como un reflejo y respaldo del estado de
ánimo Brexit con titulares en la prensa pro Brexit como “necesitamos del
espíritu de Churchill para que Brexit funcione”(Jack, 2019, s. p.) Estas
reacciones sugieren que Inglaterra se felicita por su pasado, un pasado
idealizado, desprovisto de hechos inconvenientes. Probablemente McCarten nunca tuvo la intención de que su evocación de un
pasado nacional sirviera para una movilización política o social en el
presente.
Anthony
McCarten es un novelista, dramaturgo, periodista, escritor de televisión y
cineasta, nacido en Nueva Zelanda en 1961 y que ha sido galardonado con dos
premios BAFTA por mejor película y guion adaptado por la Teoría del todo en 2014 y el premio Audie Award por la mejor
biografía en Las Horas más oscuras en
2019.
En el
libro, el autor rompe con una de las características de la biografía
tradicional, no se centra en la estructura de larga duración en la narración,
sino que describe un episodio específico de la vida de Winston Churchill, del 7
de mayo al 4 de junio de 1940, período crucial en la Historia de Reino Unido
durante la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia de esto, da la oportunidad
de resaltar el papel individual del Primer Ministro, permitiendo conocer a una
de las figuras históricas del pasado siglo, quién tuvo un papel protagónico
para que Inglaterra no claudicara ante Adolf Hitler durante la Segunda Guerra
Mundial.
McCarten enfatiza al político
que fue Winston Churchill, considerado por muchos el líder y
hombre de Estado más importante del siglo XX que llevó a la victoria a Reino
Unido a través de un liderazgo efectivo. Para él la derrota no era una opción,
tenía un firme espíritu de lucha, destacaba en la oratoria e hizo de la
política un arte. En el libro, conformado por una introducción, diez capítulos y un
epílogo nos expone el objetivo de estudiar los métodos de trabajo, las
cualidades del liderazgo, el pensamiento y los estados mentales de un hombre
que apostaba todo a las palabras, a la oratoria y a la persuasión en su intento
para cambiar el mundo.
El
relato está escrito como un parte de guerra, narrando día a día, cuando lo
amerita, en los momentos de mayor tensión, hora a hora; los sucesos que aborda
tuvieron lugar en el Parlamento y en el bunker del Gabinete de guerra, reconstruyendo
cómo Churchill va superando las expectativas de sus colaboradores y subalternos
que conocen de sobra los errores pasados del viejo aristócrata, a quien
eligieron como Primer Ministro no tanto como un reconocimiento, sino porque no encontraron
a otro mejor, con la intención de exhibir que sus ambiciones políticas
rebasaban por mucho sus capacidades reales como líder, una perspectiva que se
antoja como suicidio político de la clase inglesa, dadas las graves
circunstancias que enfrentaba el imperio británico en aquella coyuntura.
El
enfoque, nos permite ubicar el relato de McCarten
como una Biografía de tipo externo y con tendencia “prometeica”, según la
propuesta de Gómez que antes hemos descrito. Al autor neozelandés no parece
importarle ahondar en la psicología del personaje, en el impacto que en su
carácter pudo influir el trato duro y crítico de su padre y la frialdad e
indiferencia de su madre.
Para
McCarten, Churchill debe ser recordado como el “ave
fénix” que logra redefinirse en el ambiente hostil, poco solidario y crítico
del Parlamento británico y la escasa confianza que el mismo rey, Jorge VI, le
tenía porque obviamente estaba al tanto de los nada discretos errores de este
Primer Ministro elegido bajo circunstancias tan críticas.
Otros
historiadores, británicos y de otras latitudes, han centrado sus intereses en
abordar a Churchill como un personaje polémico, contradictorio; cuya
importancia histórica podría ponerse en discusión por tratarse de un “zángano
de la sociedad”.[7]
Pareciera que McCarten da por sabida esa parte del
pasado de su biografiado. Un pasado que no puede (ni debe) cambiarse. Sin
embargo, centra su atención en las circunstancias externas que rodean al
personaje, y en la capacidad oratoria que en esas circunstancias críticas y
hostiles cobra importancia.
Para
McCarten, los discursos de líderes como Lenin,
Hitler, Luther King y por supuesto Churchill, “tenían la facultad de evocar y
hacer formular los pensamientos no formulados de un pueblo, de galvanizar
emociones de los más dispares y de trasladarlas a un punto de pasión
compartida, capaz de hacer de lo impensable, una realidad” (McCarten,
2017, pp. 7-8).
Para el lector que no se encuentra
familiarizado con la historia británica, sobre todo las generaciones de
jóvenes, es importante conocer algunos datos que nos den una idea de quién fue
Winston Spencer Churchill.
Mercedes
Rollingson (s.f.) e Icíar Ochoa (2017) narran que provenía
de una familia aristócrata británica. Nació el 30 de noviembre de 1874 en el
Palacio de Blenheim, Oxfordshire, Inglaterra. Era
descendiente de los duques de Marlborough, casa de la
realeza británica creada en 1702. Churchill provenía de una línea de destacados
políticos y militares. Su padre, Lord Randolph Churchill, miembro del Partido
Conservador había sido miembro del Parlamento, al igual que su abuelo John
Spencer Churchill. Durante los primeros años de su vida fue educado por una tutora y estuvo al cuidado de una nana llamada
Elizabeth Anne Everest. La mayor parte de su infancia la pasó en internados escolares en donde se
forjó una personalidad independiente y rebelde (Rueda, 2008, p. 51). Sus reportes escolares del S. George's School de 1884 aseguran
que su conducta en el aula era mala, que mentía constantemente a los profesores
y se metía en problemas. Sobresalió, en cambio, en Historia, Geografía y
dibujo. Durante toda su vida se interesó por la pintura y realizó obras de
excelente calidad. Además, destacó en literatura con obras como La Segunda Guerra Mundial, que consta
de seis volúmenes, en donde da una versión de primera mano de sus experiencias
de la guerra. Obtuvo en 1953 el premio Nobel de literatura por
sus memorias. Churchill era muy carismático y tenía un gran sentido del humor (Rollingson, s.f. s. p.)
Según
Alberto Rojas (Rojas. 2019, s. p.) combatió en cinco guerras, en cuatro
continentes diferentes, demostrando un valor fuera de lo común. Como teniente coronel que era, fue el primero en
salir de las trincheras durante la Primera Guerra Mundial para conducir las
operaciones, en vez de quedarse en la seguridad del cuartel, que es lo que
hacían todos los demás. Estuvo más de treinta ocasiones, si no es que más, en
tierra de nadie, en medio del fuego cruzado. No estaba obligado a ello, pero
eso fue su liderazgo, el no pedirles a sus hombres hacer nada que él mismo no
estuviera dispuesto a hacer. Por su coraje moral durante años denunció el auge
de los fascismos y la pacificación con la Alemania de Hitler como una táctica
equivocada, tuvo que soportar insultos por belicista, al borde de casi perder su
escaño, fue objeto de escarnio en la prensa y sufrió abucheos por su postura
ante el peligro del nazismo, pero jamás cambió su mensaje central,
aún sin tener un argumento lógico para defender su punto de vista (Rojas, 2019,
s. p)
Churchill estaba lejos de ser perfecto. De hecho, durante su trayectoria
política cometió graves errores.
Muchos años se opuso al sufragismo, hundió la economía al llevar la libra al
patrón oro, fue educado en la Inglaterra victoriana en la que
predominaba aún la idea de la superioridad de la raza blanca y tomó una
terrible decisión al promover el desembarco en Galípoli en la Primera Guerra
Mundial, que dio como resultado la pérdida de miles de vidas (Rojas, 2019, s. p.)
Pero dentro de todas esas cosas negativas, tuvo el mérito de ser el único
en oponerse con determinación a Hitler, mereciendo sólo por eso un lugar en la
historia.
El
relato de McCarten, pasa revista rápida y brevemente
sobre la infancia, el entorno familiar y académico de Churchill, casi como para
cubrir un requisito sin mayor importancia que la anecdótica. Las descripciones
de escenarios, y personajes tampoco parecen importar al autor, no ahonda
demasiado en ello y se centra en resaltar el papel individual del Primer
Ministro.
Se
apresura a centrarse en los tres discursos más significativos, que, según este
autor, dieron el giro intempestivo al personaje y le valieron su pase a la
memoria colectiva británica y del mundo occidental, y el adjetivo “salvador del
mundo” al liderar los destinos del imperio británico frente a la amenaza
constante que significó Alemania, encabezada por el líder del Tercer Reich, Adolf
Hitler, durante la Segunda Guerra Mundial.
En
el siguiente párrafo, el autor enuncia el hilo conductor en torno al cual
tramará la refiguración de Churchill, el contexto, en
este caso extremadamente crítico, como causalidad:
Lo que me sorprendía como algo
verdaderamente notable en Churchill era que había escrito tres de esos cuatro
discursos (durante el paréntesis temporal de tres semanas que aborda en esta
biografía). Para él, mayo de 1940 fue un momento único de inspirada
grandilocuencia. Y lo hizo él solito. ¿Qué tuvo aquel momento que lo llevó a
alcanzar tales cotas? ¿Qué presiones políticas y personales lo llevaron, por
tres veces en tan pocos días, a convertir el carbón en unos diamantes de
semejante valor?” (McCarten, 2017, p. 8).
El
relato que trama el autor va dando respuesta a esas preguntas, la película pone
esa reconstrucción en las imágenes: el Parlamento, el Bunker británico, la
actitud crítica, desconfiada y ácida de sus colegas. Su propia personalidad
déspota y arrogante. Según palabras del propio autor, su objetivo es:
(…) estudiar los métodos de trabajo,
las cualidades de liderazgo, el pensamiento y los estados de mente de un hombre
en aquellos días críticos; de un hombre que en el
fondo de su alma, más bien poética, creía que las palabras importaban, que
contaban, y eran capaces de actuar para cambiar el mundo” (McCarten,
2017, p. 8).
En
otras palabras: la construcción biográfica se realiza a partir de las acciones
y obras del personaje.
El
biógrafo está en libertad de elegir los aspectos vitales que desea subrayar. De
esta libertad se desprenden los géneros temáticos de las biografías: política,
intelectual, etc. En Las horas más
oscuras, esa elección se centra en plantear y subrayar los argumentos
políticos (los discursos y sus efectos) por los que Sir Winston Spencer
Churchill es considerado el líder británico por excelencia.
Con
este relato, el autor neozelandés pretende a quienes critican a Churchill como
un líder lleno de incertidumbres ante la necesaria actitud contundente en la toma
de decisiones. En su mirada e interpretación, “Lejos de empequeñecerlo, su
indecisión y capacidad de poner al mal tiempo buena cara con el fin de mantener
alta la moral, mientras pensaba en otras soluciones, lo engrandecen” (McCarten, 2017, p. 11).
En
un análisis minucioso de los tres discursos más importantes del Primer
Ministro, que interesaron al autor, encuentra y subraya que
Eran lecciones aprendidas de los
oradores griegos y latinos en general, y de Cicerón en particular: primero
suscitando la simpatía del público por su país, por él mismo, por sus aliados,
por su causa, y luego elaborando un llamamiento emocional directo -lo que los
oradores latinos llaman epílogos[8]-
destinado a no dejar ni un solo corazón indiferente, ni un solo ojo sin
lágrimas (McCarten, 2017, p. 11).
Las
palabras pronunciadas en esos discursos afianzaron a Churchill en el gobierno
británico, “cambió el estado de ánimo político y reforzó la voluntad nerviosa
de un pueblo vacilante, obligándolos a emprender un camino incierto que -al
final y contra todo pronóstico, y con todos los sacrificios vaticinados por
Winston (y unos pocos más)- desembocó en una victoria total” (McCarten, 2017, p. 12).
Ante
la aparente incapacidad de liderazgo de los últimos ministros que han encabezado
el gobierno desde hace tres años, David Cameron (2010-2016), Teresa May
(2016-2019) y Boris Johnson (2019- ), todos del partido Conservador, no han
logrado destacar como líderes ante la coyuntura del Brexit. Ese es el
“horizonte de expectación” de nuestro autor, desde donde se propone rescatar la
figura del Churchill, miembro del Partido Laborista, para denunciar la ausencia
de un liderazgo efectivo.
3. Los
discursos.
El
primer discurso sobre el que McCarten llama la
atención, es el que el Primer Ministro pronunció al obtener el cargo, 13 de
mayo a las 14:54 hrs., duró apenas siete minutos, y
según palabras del autor es “considerado hoy día como uno de los mejores jamás
pronunciados por un político”. Dirigido al Parlamento británico, convocando a
unir fuerzas y formar un gobierno en esa coyuntura de crisis y planteando su
política:
¿Cuál
es nuestra política? Yo les digo: hacer la guerra por mar, por tierra y por
aire, con toda nuestra potencia y con toda la fuerza que Dios pueda darnos;
hacer la guerra contra una tiranía monstruosa, nunca superada en el oscuro y
lamentable catálogo de crímenes de la humanidad. Esa es nuestra política. Se
preguntarán ustedes ¿Cuáles son nuestros objetivos? Puedo responderles con una
sola palabra: victoria, victoria a toda costa; victoria pese a todo el terror;
victoria por largo y duro que sea el camino; porque sin victoria no hay
supervivencia. Quede una cosa clara; no habrá supervivencia para el imperio
británico, no habrá supervivencia para todo aquello que el imperio británico ha
defendido; no habrá supervivencia para ese anhelo y ese impulso que llevan a la
humanidad a seguir adelante en pos de su objetivo.
Pero yo asumo mi responsabilidad con ánimo y esperanza. Estoy seguro que no se tolerará que nuestra causa fracase. En este
momento me siento autorizado a reclamar la ayuda de todas las personas y a
decir: “Venga pues, vamos juntos, adelante con nuestras fuerzas unidas” (McCarten, 2017, p. 137).
Al
parecer Churchill se mostró decepcionado al no obtener la respuesta entusiasta
de apoyo y cohesión que esperaba, pese al enorme trabajo que había puesto en
él, no solo plasmando las ideas, sino ensayando el manejo de voz y actitudes. McCarten analiza este discurso con lupa, al grado de que en
la página 143, incluye un esquema que refleja el ritmo de la retórica y el tono
en que fue leído.
El
segundo discurso importante fue el leído para la radio británica, el 19 de mayo
de 1940, se dirigió a toda la ciudadanía. La descripción de las circunstancias
en las que fue leído frente al micrófono en una sala para transmisión de radio,
raya en lo teatral. McCarten señala una anécdota,
citada por su biógrafo William Manchester: para evitar un gesto que el ministro
acostumbraba a hacer mientras hablaba para las cámaras, girando la cabeza de
izquierda a derecha, y que dado el lugar y la falta de auditorio presente este
gesto no tendría sentido, de modo que “Tyrone Guthrie, se colocó detrás de él
agarrándolo fuerte de las orejas mientras hablaba sentado ante un escritorio en
una pequeña habitación” (McCarten, 2017, pp.
168-169).
Este
puede dividirse en tres partes, en la primera hace una descripción general de
lo que está ocurriendo en el continente y de la actuación del ejército francés;
en la segunda señala que pese a haber pasado por diferencias y tensiones, el
gobierno se ha unificado y cohesionado en torno al objetivo de “hacer la guerra
y obtener la victoria, y no rendirse nunca a la esclavitud y la vergüenza, sean
cuales sean los costos y el dolor que ello acarree” (McCarten,
201, p. 172). En la última parte,
declara que en esa coyuntura Gran Bretaña y Francia (su capacidad de lucha y su
determinación), son la esperanza de “estados destrozados y pueblos apaleados –
los checos, los polacos, los noruegos, los daneses, los holandeses, los
belgas-, sobre los cuales se ha abatido la larga noche de la barbarie, que no
ilumina ni una sola estrella de esperanza, a menos que venzamos, como debemos
vencer. Y vamos a vencer” (McCarten, 2017, p. 173).
Sus últimas palabras son un llamado a la lucha, a la valentía en defensa de la
nación: “Es preferible morir combatiendo que contemplar las calamidades de
nuestra nación y nuestro santuario. En todo caso, hágase la voluntad de Dios”.
La
reacción de los británicos fue “mayoritariamente positiva”, así lo testimonian
algunos personajes cercanos al Primer Ministro en sus diarios personales y en
los mensajes que le hicieron llegar de forma inmediata. Al parecer “el ave
fénix” comenzaba a renacer, borrando de la memoria colectiva anteriores errores
y redefiniéndose como un líder sin precedentes.
El
último discurso significativo que cita McCarten, al
parecer “no está documentado oficialmente por ningún secretario, pero el Diario
de Hugh Dalton, ministro laborista de Economía de Guerra, contiene un relato
verdaderamente vívido de sus palabras”:
Entre
el 27 y 28 de mayo, las tensiones entre Churchill y sus opositores más fuertes
y aguerridos: Lord Halifax y Neville Chamberlain, ambos consejeros del gobierno
de Churchill, habían llegado a su punto más alto. El gobierno belga había
pactado un armisticio con Alemania en el que literalmente cedía la soberanía
nacional y accedía a la invasión sin ninguna oposición (McCarten,
2017, p. 228), por otro lado, aunque se había llegado a la conclusión de que un
acercamiento con Italia, solicitando la mediación de Benito Mussolini, no
traería ningún beneficio a los interese británicos tanto Halifax como
Chamberlain se mostraban reacios a renunciar a ese recurso para evitar el
enfrentamiento. Churchill se oponía a más negociaciones, la gravísima situación
de Francia le hacía ver que esa vía significaría ceder la soberanía nacional.
Por otro lado, el Gabinete tampoco confiaba en el Primer Ministro, sospechaban
que en su apasionamiento abandonaba todo sentido racional y lógico. El apoyo
del Gabinete era fundamental para “dejar de nadar entre dos aguas” y tomar la
decisión definitiva de enfrentar al ejército alemán. De modo que decidió
asegurarse la confianza del Gabinete y al parecer, en el corto trayecto de diez
minutos a pie, improvisó el que sería el mejor de sus discursos.
En
el relato, McCarten advierte que no hay testimonio
del camino que siguió Churchill para ir a su despacho en la Cámara de los
comunes, e imagina que al hallarse a una distancia de diez minutos a pie y
teniendo en cuenta el gran trabajo mental, cabe pensar que fue andando,
extrañamente vestido como siempre con sus trajes eduardianos
-Chaleco negro y reloj de bolsillo con cadena de oro-, con su puro Longfellow
en los labios, golpeando el suelo con el bastón, con uno de sus innumerables
sombreros en la cabeza (…). Un líder vive y muere gracias a esos momentos (McCarten, 2017, p. 35).
El
relato logra recrear con tal viveza la escena que el lector no tiene menos que
acompañar a Churchill en esa caminata y oír los engranes de su mente,
construyendo aquel discurso.
La
versión cinematográfica va a más: el guionista hace que Churchill súbitamente
decida bajar de su auto y aborde el metro para un viaje de una estación;
dialogue con los pasajeros y ahí consulte a todos: hombres, mujeres y niños,
sobre si rendirse o no ante Alemania. La respuesta contundente que obtiene es:
NO. ¿Winston Spencer Churchill viajando en metro? ¿Él que requería de chofer
para movilizarse exclusivamente en auto sea cual fuera la distancia? ¿Consultando
a los pasajeros, cuando su fama de arrogante y soberbio queda más que clara
gracias a todos sus biógrafos?
Una vez frente a los miembros del Gabinete
planteó la difícil coyuntura en que las decisiones del gobierno belga, la
derrota inminente de Francia y la dudosa ayuda de Mussolini, ponía a Gran
Bretaña frente al ejército alemán. En resumen, el enfrentamiento era inevitable
y habría que preparase para la defensa de la soberanía y el honor: “Por
consiguiente (dijo), seguiremos adelante y lucharemos hasta el final, aquí o
donde sea, y si tiene que acabarse la larga historia de esta isla nuestra, que
acabe sólo cuando cada uno de nosotros haya caído por tierra y esté ahogándose
en su propia sangre” (McCarten, 2017, p. 238). La
respuesta de apoyo no se hizo esperar, tal respuesta aseguraba su permanencia
en el puesto de Primer Ministro, la derrota de Halifax y Chamberlain, y la
puesta en marcha para preparase moral y militarmente. Según McCarten
“no hay documento alguno que demuestre que ninguno de estos dos hombres
volviera a suscitar la cuestión de una paz negociada entre Londres y Berlín” (McCarten, 2017, p. 240).
A
manera de conclusión
¿Puede
considerase este relato, que solo aborda unos cuantos días de la vida de
Winston Churchill, como una biografía propiamente dicha? ¿El relato, tramado
como amalgama que considera hechos históricos, escenas imaginarias, apoyo
concreto y puntual en un variado abanico de fuentes históricas, logra generar
conocimiento histórico en torno a la vida de Winston Churchill (1874- 1965),
que ocupó el puesto de Primer Ministro durante la Segunda Guerra Mundial
(1940-1945)?
Como
se advirtió en la primera parte del presente trabajo, las nuevas formas de
hacer historia han flexibilizado no sólo el interés por los personajes por biografiar,
sino también las técnicas de abordaje, manejo de información y trama del relato
histórico. No cabe duda de que es la Biografía un género histórico en el que
ficción y realidad se amalgaman para recrear los hechos y los escenarios, y
refigurar personajes para facilitar la comprensión de su historia de vida, pero
también de la particularidad de esa vida individual.
Es
claro que Churchill no puede ser abordado como un individuo a través del cual
pueda calibrarse el pensamiento político de su época. Pero la historia política
de Gran Bretaña y de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, sin considerar
su presencia como gobernante y su importancia como líder político, dejaría un
enorme hueco difícil de llenar.
La
propuesta de Anthony McCarten viene a completar la
producción historiográfica que el estudio sobre Winston Churchill ha producido
a lo largo de décadas. Al centrar su mirada en los acontecimientos y sobre todo
las decisiones y palabras que le valieron un lugar en la historia política
universal, hacen sin duda de este texto una biografía en el más amplio sentido
de la palabra, en la modalidad de novela histórica.
La
construcción del conocimiento histórico requiere de altas dosis de empatía, de
puentes subjetivos que permitan la comprensión de la toma de decisiones que
desatarán lo hechos o las omisiones que irán marcando el proceso de la
historia. El historiador debe recrear la realidad que fue, el biógrafo requiere
de una amplia compenetración del personaje al grado de poder explicar acciones y
omisiones que aparentemente no cuenten con efectivo respaldo de fuentes. McCarten muestra el conocimiento amplio y profundo del
personaje, conoce bien las biografías que se han generado, la autobiografía,
las referencias directas sobre Churchill, sabe manejarlo, incluirlo y
dosificarlo, sin perder el interés en las palabras y las ideas que dieron a su
personaje el pase directo al salón de la historia. Novela y película promueven
el conocimiento histórico, en un lector crítico y atento al conocimiento histórico,
ese conocimiento se ve reforzado, complementado; en un lector curioso, sin el
respaldo de un acercamiento previo a la historia de la Segunda Guerra o a la
biografía del personaje, lo alienta a profundizar y puntualizar. En todo caso, Las
horas más oscuras es una invitación al conocimiento histórico sobre este
polémico personaje.
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L. y McCarten, A. Urbanski, C. (Productores),Wright, J. (Director) (2017). Darkest hour. Estados Unidos. Working Title Films.
[1] Universidad
Nacional Autónoma de México, vcortes65@hotmail.com.
[2] Universidad Nacional Autónoma de
México.
[3] Ejemplos de esto: Burke (Editor).
(2001) y Hernández (2004).
[4] Oliver Dahan, La môme (La vida en rosa: Édith Piaf), Guion de Isabelle Sobelman y
Oliver Dahan, Francia, 2007; James Marsh, The
theory of everythimg La teoría del todo), Guion de Anthony McArten, EE.UU.-
Inglaterra, 2014; Joe Wrigth, Darkest
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Bryan Singer y Dexter Fletcher, Bohemian
Rapsody, Guion de Anthony McArten, EE.UU., 2018
[5] Según Elena Hernández (2004) “A lo
largo de los últimos veinte años, la historia ha tendido a la reintroducción
del sujeto individual y a la
preocupación de los enfoques micro”
(las cursivas en el original). Este interés parte de la Escuela Francesa, que
retomó nuevos enfoques sobre el concepto de lo político; los ejemplos de Michel
Foucault y Anthony Giddens, según Hernández, fueron retomados para hacer del
quehacer biográfico, una tarea multidisciplinar en la que “se ven involucradas
disciplinas como el psicoanálisis o un conjunto de técnicas retrospectivas
aplicadas sobre fuentes orales”, además de considerar una amplia gama de
fuentes que se habían ignorado para biografiar a personajes sobresalientes. Los
franceses que más aportaciones brindaron a las modificaciones introducidas a la
Historia Política, siempre según Hernández, son: F. Bédarida, R. Rémond, J.P.
Rioux, J.F. Sirinelli, P. Nora, M,Agulhom, S. Berstein o P. Milza. (p. 435)
[6] J.L. Gómez (2005) llama “modelo
biográfico interno cuando al personaje se le construye desde dentro” a partir
de una cuidadosa construcción del carácter y la personalidad del sujeto, con la
psicología y el psicoanálisis como herramientas básicas. (p. 19).
[7] “El zángano de la sociedad”, así
titula McCarten el segundo capítulo de su obra, en el que en 41 páginas pasa
lista al pasado social y político de Churchill, antes de ser nombrado primer
ministro (McCarten, pp. 37-78).
[8] Las cursivas en el original.