DOI:
Francisco
de Paula de Arrangoiz. Avances de una biografía política y diplomática (1811-
¿1891?)
Francisco
de Paula de Arrangoiz. Advances in a political and diplomatic biography (1811- 1891?)
Raúl Figueroa Esquer[1]
Resumen:
El presente artículo representa un avance
de investigación de la elaboración de una biografía política y diplomática de
Francisco de Paula de Arrangoiz y Berzábal. Se exponen las motivaciones del
autor para escribirla, así como la metodología y las principales fuentes
primarias y secundarias utilizadas. Se realiza un resumen de la trayectoria
política del personaje y, finalmente, se incluyen unas reflexiones sobre su
trascendencia en la historia del México decimonónico.
Palabras
clave:
Arrangoiz, México siglo XIX. Relaciones México-Estados Unidos. Consulado de
México en Nueva Orleans. Conservadores y monarquistas mexicanos.
Abstract:
This
paper represents a preliminary investigation for a political and diplomatic
biography of Francisco de Paula de Arrangoiz y Berzábal. The motivation of the
author for writing are presented, as well as its methodology and the main
primary and secondary sources used. A summary of the career of the figure is
made, and, finally it includes reflections on its transcendence in the History
of Nineteenth Century Mexico.
Keywords:
Arrangoiz, Nineteenth Century Mexico. US Mexican Relations. Consulate of Mexico
in New Orleans. Mexican
Conservatives and monarchists.
Recibido:
2019-10-22
Aceptado:
2020-02-04
1.
Elección del personaje
histórico biografiado.
Sobre Francisco de Paula de Arrangoiz
y Berzábal no existe ninguna biografía completa. Esta afirmación que parecería
arbitraria, no lo es, ya que sobre el personaje existen únicamente pequeños
relatos y entradas biográficas en diccionarios que contienen multitud de
errores fácticos, lo que se puede observar desde el primer escrito sobre su
persona (Alamán, 1849, I, pp. 51-54). Dicha semblanza fue reproducida en el Apéndice al Diccionario
universal de historia y geografía de México escrito también por
Alamán (I, pp. 371-372). La sexta y última edición del Diccionario
Porrúa de Historia, biografía y geografía de México, también contiene
varias imprecisiones (1995, p. 227).
Sentado lo anterior, enumeraré
diversos análisis sobre los libros que escribió Arrangoiz, el valor de los
mismos es muy variable y se ocupan principalmente de su obra más conocida: México
desde 1808 hasta 1867. Los enlisto por orden cronológico.
La primera es una muy pobre reseña de
dicho libro, escrita por un miembro de la Real Academia Española de la
Historia, obra de un amateur (Pezuela, 1878). Noventa años más tarde, el
maestro Martín Quirarte, al prologar la segunda edición del libro citado, escribió
un texto muy decoroso. Considera que la principal actividad política fue su
desempeño como intervencionista mexicano. Hace una mención sucinta, con grandes
omisiones de sus actividades diplomáticas y consulares anteriores a la
intervención, concretándose a realizar un análisis historiográfico sobre su
obra (Quirarte, 1968). José Antonio Matesanz escribió un esclarecedor artículo
sobre la ideología conservadora de Arrangoiz. Su análisis es muy valioso, sin
embargo, nos encontramos nuevamente ante un producto de la lectura de la obra
citada (Matesánz, 1977). Leonor Correa Echegaray es autora de un artículo en
que analiza todos los libros que escribió Arrangoiz. Es un excelente estudio
historiográfico y exhaustivo de la producción de don Francisco de Paula (Correa
Echegaray, 1996). En ambos casos no se aportan nuevos datos biográficos. Finalmente,
existe también una endeble tesis de licenciatura (Granados Ambriz, 2007). Debido
a la falta de utilización de fuentes primarias, las que la autora afirma que fueron
consultadas, su empleo es sumamente superficial. Cómo se observa, todo lo
escrito sobre Arrangoiz gira en torno a sus libros; ningún autor se ocupa de
una biografía del personaje.
¿A qué se debe esto? En sus libros Arrangoiz
fue muy vehemente en su defensa del partido conservador. Cita a un autor
francés que anota lo siguiente:
Nuestros
apuntes hacen patente que ese partido se compone de todos los propietarios y
los hombres laboriosos; de todos los que, por medio del comercio, la industria
y las profesiones liberales, trabajan por el bienestar de país, sin dejar
peligrar sus intereses particulares; la parte más sana de la población, la
sola que tiene derecho a que se le llame pueblo y que como a tal se le respete
(Barreyrie, 1868, p. VI. Cursivas mías).
Continúa el propio Arrangoiz:
Nosotros
agregaremos que de toda la parte de la sociedad que en algo apreciaba su
historia, sus tradiciones gloriosas; de los indios que esperaban que el imperio
les volviera su antigua y paternal legislación, esa legislación que los
extranjeros y no pocos españoles que nada saben ni de su propio país ni de la
administración española en sus antiguas colonias, han calificado de bárbara […]
Los hijos y los descendientes de los que en 1821 llamaban al trono de México a
Fernando VII, son los que llevaron al trono a Maximiliano; fue el mismo
partido, el conservador, al cual ningún otro, en ningún país le ha llevado
ventaja en consecuencia y abnegación (Arrangoiz, 1869, pp. IV-V).
Fue, pues, un hombre conocido como
reaccionario y clerical, pero cabe realizar una importante precisión: en los
cargos públicos que desempeñó de 1841 a 1848 no exhibe para nada su ideología
conservadora, sino que se presenta como un funcionario al servicio de un Estado
mexicano en gestación. Y en toda la voluminosa correspondencia que he logrado
consultar, no se muestra como abiertamente conservador. Por ejemplo, acató
disposiciones del gobierno que prohibían el ingreso a México de miembros del
clero regular español, producto de la exclaustración decretada por Juan álvarez
de Mendizábal en España. Muchos de ellos pretendían establecerse en México,
solicitando pasaporte en Nueva Orleans, donde Arrangoiz fue cónsul entre 1841 y
1845. En general, en todos los asuntos relacionados con miembros del clero se
muestra sumamente imparcial.
Será a partir de 1849, año de la
fundación del partido conservador por Lucas Alamán, en que Arrangoiz ya hace
una clara ostentación de profesar esa ideología.
Seguramente, como a muchos miembros
de su generación, le afectó gravemente la terrible amputación territorial que
sufrió México en 1848. Este cataclismo obligó a los miembros de la clase
política mexicana a un análisis y reflexión de por qué su país había llegado a
ese grado de postración. Así, cada facción llegó a sus propias conclusiones:
los conservadores atribuían el desastre al abandono de la tradición hispánica y
monárquica; en cambio, los liberales miraban a los Estados Unidos como
república modelo y acusaban al clero y al ejército de la derrota.
Hay otro suceso que lo convierte en
villano. Al realizar la última administración de Santa Anna la venta forzada
del territorio de La Mesilla en 1854, y recibir el pago correspondiente,
Arrangoiz, quien entonces se desempeñaba como Cónsul General en Nueva Orleans,
fue nombrado comisionado especial por el gobierno de Su Alteza Serenísima para
recibir los fondos de dicho pago. Él se adjudicó de los mismos el 1% y lo
justificó alegando que había actuado como particular y no como funcionario del
gobierno. Por esa acción fue destituido por el gobierno santanista.
Esto motivó a nuestro personaje a
publicar dos folletos en Nueva York; el primero de los cuales (Arrangoiz,
1855a) comprende una extensa correspondencia y, en una carta escrita a don
Antonio, en un lenguaje de complicidad, sugiere que fue el propio Santa Anna
quien le encomendó el cobro para beneficiarlo:
¿Como
cónsul habría faltado a mis deberes? Creo que no; la comisión era ajena de la
de cónsul, y el gobierno tampoco quería que la desempeñara como cónsul. Dejé,
por su orden, el consulado y los emolumentos que él producía, para venir, como
particular, a encargarme de una comisión de responsabilidad y remuneración
reconocida, cual es el cobro de la comisión correspondiente. ¿Cree usted que en
justicia puede negárseme? ¿Ha sido o no una comisión especial, de
responsabilidad inmensa, la que he desempeñado? Si así es ¿podrá negarse usted
a que cobre una comisión tan insignificante, cuando se considera lo grande de
la suma recibida y la importancia, como usted mismo me lo ha manifestado, que
en política tenía que no se perdiera un solo real? (Arrangoiz, 1855a, p. 72).
El segundo folleto, publicado días
más tarde, se centra en lo político y trata de demostrar que el gobierno de
Santa Anna no representa en absoluto al partido conservador (Arrangoiz, 1855b).
Este escrito no circuló en México debido a la estricta censura implementada por
el ministro de la Gobernación, Ignacio Aguilar y Marocho. No obstante, hubo
otra edición crítica con notas realizadas con muy fuertes e irónicos
comentarios por Melchor Ocampo en Brownsville (AHGE, AEMEUA, Leg. 46, Exp. 11,
ff. 27-28; Tamayo, 1964, II, p. 44).[2] Ocampo
es lapidario tanto con la conducta administrativa de Arrangoiz como contra el
gobierno de Santa Anna, y se mofa de la ruptura del grupo santanista
argumentando en tono chusco: "Peléense las comadres y se dirán sus verdades" (Arrangoiz,
18 de junio de 1855c). Esta edición tampoco circuló en México.
Arrangoiz marcha a Europa y por
consiguiente se deslinda del gobierno de Santa Anna. Ahora bien, también fue
condenado In absentia por los liberales integrantes del Congreso
Constituyente de 1856 por el cobro indebido de dicha comisión (Zarco, 1957).
Creo que el ser condenado por unos y por otros fue la razón por la cual don
Francisco jamás regresó a México. Tenía un juicio pendiente heredado de la
administración santanista, pero que fue refrendado por los liberales
triunfantes en 1856 y posteriormente en la República Restaurada. Benito Juárez
nunca incluyó a Arrangoiz en sus decretos de amnistía, ni le permitió volver a
México (Tamayo, 1969, XIV, p. 51).
2.
Fuentes y modalidades de investigación.
Al explicar grosso modo el
tipo de biografías que se suelen abordar tenemos el denominado “de líneas
interiores”, centrado en el individuo, normalmente se aplica a personajes que
marcaron una época, interesantes por lo que tuvieron de genios o porque sus
acciones cambiaron el rumbo de los acontecimientos. En este caso me decido por
el de "líneas exteriores".
En
otro lugar, como biografías externas podrían clasificarse los estudios
que toman al individuo como medio para acceder a la historia de una época o de
un aspecto de ella: un ambiente o grupo social, unas prácticas políticas o
económicas, o una cultura o subcultura determinada. En este caso el personaje
escogido, más que excepcional, ha de ser representativo en relación con el
fenómeno que se desea analizar, y da lo mismo si es un hombre corriente o un
miembro de la élite, siempre que su elección sea pertinente y útil para desentrañar
el problema planteado (Moreno Luzón, 1998, p. 22).
El personaje se muestra muy evasivo,
en sus libros, si bien escribe unas líneas sobre sus misiones diplomáticas,
omite otras, sobre todo la primera y más larga que tuvo en Nueva Orleans de
1841 a 1845. Oculta su edad y todo lo que tenga que ver con su vida privada.
Esta razón me llevó como biógrafo a realizar un meticuloso y muy largo proceso heurístico
en la localización, clasificación y análisis de fuentes primarias. Pude encontrar
su Fe de Bautismo localizada en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción,
en el puerto de Veracruz. Los repositorios consultados en México fueron el
Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el
Archivo Histórico Militar Mexicano de la Secretaría de la Defensa Nacional,
varios ramos del Archivo General de la Nación y el Archivo del Centro de
Estudios Históricos Carso; en Estados Unidos, National Archives en
College Park, Maryland y Manuscript Division de la Biblioteca del
Congreso, tanto para el estudio de sus misiones en la Unión Americana, como por
la localización del Archivo Privado del Emperador Maximiliano que contiene
fotocopias en muy buen estado de conservación en diferentes cajas; en España,
el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde se localiza su
expediente personal como cónsul de México en La Habana, ahora ubicado en el
Archivo Histórico Nacional; y en Gran Bretaña el archivo de la Public Record
Office. Hay otros archivos menores en cuanto que complementan o aportan
mayor información sobre Arrangoiz. Tengo programado un viaje a España y a
Francia, en donde buscaré su Acta de Defunción.
2. La
construcción de la trama de la Historia.
Como una biografía clásica se han
investigado datos personales relevantes de Arrangoiz. Ya se ha adelantado que
se trabajarán las líneas exteriores del biografiado, por lo que he determinado
estructurar la biografía en función de sus cargos políticos y diplomáticos en
orden cronológico. A continuación se ofrece un somero esquema de este futuro
libro, incluyendo los datos descubiertos a lo largo de varios años de
investigación.
Haré énfasis en la misión consular de
Arrangoiz en Nueva Orleans de 1841 a 1845, debido a que además de ser
desconocida y la primera que desempeñó, se trata del apartado en que más he
avanzado en dicha investigación.
Los datos biográficos que se
presentarán los he ido recopilado de fuentes primarias, algunos mencionados por
el propio Arrangoiz en su correspondencia como cónsul. Todas las referencias de
archivo son datos inéditos.
Su
nacimiento y formación.
Francisco de Paula José Ignacio Ramón
nació el 2 de abril de 1811 en el puerto de Veracruz (AGN, Genealogía. Rollo
42642, JQ, vol. 8: 1805-1813, Catedral de Veracruz, Bautismos de Españoles
Legítimos, f. 180 v.). Descendía de militares tanto por parte paterna, como
materna; su padre, José Agustín de Arrangoiz Enseña, español peninsular, fue
comandante del resguardo de Veracruz; su madre, María del Carmen Berzábal, era
hija de Diego Berzábal y Duarte, quien denunció la conspiración de Miguel
Hidalgo ante José Antonio Riaño, intendente de Guanajuato. Berzábal murió en la
defensa de la alhóndiga de Granaditas, con el grado de teniente de las fuerzas
realistas.
Por línea materna, Arrangoiz
pertenecía a la tercera generación de los Berzábal nacidos en la Nueva España:
su padre era español peninsular, por lo tanto, Arrangoiz fue un criollo
novohispano. Sobre su apariencia personal se cuenta con la descripción que de
él hace José Manuel Hidalgo en la que resalta su apostura (Hidalgo, 1960, pp.
150-151; 154).
Los padres de Arrangoiz fueron asesinados
por un contrabandista (Alamán, 1849, vol. I, pp. 372-374). Este es un dato
escueto. No se ha podido esclarecer quién fue el autor intelectual de dicho
atentado. Diego López de Goicoechea, español afincado en La Habana, padrino de
Arrangoiz, quedó como tutor y albacea de los bienes de José Agustín,
haciéndose, además cargo de la educación de Francisco de Paula. En efecto,
Arrangoiz fue enviado a estudiar a Inglaterra, después permaneció algunos años
en París y en Burdeos. Esta formación le permitió dominar tanto el inglés como
el francés; en el primero, según Hidalgo, poseía un manejo perfecto. Por otra
parte, todo parece indicar que recibió instrucción en material mercantil.
Don Francisco de Paula regresó a
México en 1831, previo permiso para pasar por la isla de Cuba, colonia
española. Al no estar firmada la paz entre México y España, era menester contar
con permiso del gobierno de México para transitar por dicho territorio. En Cuba
reclamó la herencia de sus padres a López de Goicoechea. Después pasó un corto
tiempo en Estados Unidos (AGN, MMPCS, vol. 30, Sección 2. Pasaportes, ff.
38-40).
Dos años más tarde, en marzo de 1832,
una vez en México, solicitó a la Cámara de Diputados que lo dispensaran de su
minoría de edad para tomar posesión de su herencia (AGN, Justicia. vol. 133,
Exp. 22, ff. 99-100.). No se sabe a ciencia cierta si la Cámara concedió o no
el permiso para el goce de sus bienes. Todo parece indicar que sí le fue
otorgado (Mateos, 1884).
Casó con Antonia Martín y Aguirre,
acontecimiento que, de cierta manera, ensanchó sus relaciones con los miembros
de la sociedad de su tiempo, ya que el padre de la mencionada dama era el
coronel realista Matías Martín y Aguirre (1767-1859). Este último era un minero
prominente, español peninsular, establecido en Real de Catorce y quien en 1811
se enroló en las tropas del general Félix María Calleja y mandó un famoso
escuadrón de caballería llamado "Fieles del Potosí". Posteriormente, en 1817,
el virrey Juan Ruiz de Apodaca lo nombró comandante general de la Provincia de
Valladolid (Montejano y Aguiñaga, 1975).
Producto del matrimonio
Arrangoiz-Martín y Aguirre nació un hijo, Alejandro J. Aguirre, quien, por
cierto, nunca usó el apellido de su padre. Por lo demás, dicha unión duró poco
tiempo, ya que en 1839 ambos cónyuges se separaron. ¡Misterios de la época!
Existía el más completo hermetismo en la vida privada, sobre todo de las
personas prominentes (Figueroa Esquer, 2011).
Administrador del Estanco del Tabaco del
puerto de Veracruz.
Todo parece indicar, según
declaración de Arrangoiz, que había ocupado el puesto de Administrador del
Estanco de Tabaco en el puerto de Veracruz. Puedo conjeturar que ocupaba dicho
cargo cuando fue nominado para cónsul de México en Nueva Orleans (AGN. MI.
LGRE, Caja 200, ff. 48-49).
Cónsul de México en Nueva
Orleans, 1841-1845.
José
María Ortiz Monasterio, oficial mayor encargado del despacho del Ministerio de
Relaciones Exteriores, ofrece una justificación del nombramiento de un cónsul
propietario en Nueva Orleans en la persona de Francisco de Arrangoiz el 23 de
marzo de 1841:
La
proximidad del puerto de Nueva Orleans en los Estados Unidos con los
aventureros de Texas hace indispensable la residencia de un mexicano en dicho
puerto que, revestido con las facultades consulares, pueda llenar las
instrucciones que le dé el gobierno no sólo en los negocios de comercio que se
dirijan a la República, sino con respecto a otros puntos de la mayor
importancia, atendidas las circunstancias en que esas se encuentra
relativamente a Texas (AHGE, L-E-1795, f. 2).
Juan N. Almonte, ministro de la Guerra en ese año, fue
la influencia política determinante en su nombramiento, Nueva Orleans era uno
de los consulados más codiciados. Cabe resaltar que su nombramiento tuvo lugar
en los últimos meses de la segunda presidencia de Anastasio Bustamante, que en
septiembre abandonaría el poder, como resultado de la "Revuelta Triangular",
encabezada por los generales Santa Anna, Paredes y Valencia (Costeloe, 1988).
El caso es que desde un principio recibió las
instrucciones consulares propias de cualquiera que tuviese dicho nombramiento
por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores, pero además recibió otras
órdenes de naturaleza confidencial y muy meticulosas de Almonte, en las que le
instaba a actuar como informante de todo lo que acaecía en Texas y sostener
correspondencia continua con el general en jefe del Ejército del Norte, con el
fin de facilitar la ansiada reconquista del territorio rebelde (AHGE, L-E-1795,
ff. 19-23). Cuando Almonte fue nombrado ministro plenipotenciario de México en
Washington, a partir de noviembre de 1842 y hasta marzo de 1845, ambos
sostuvieron una intensa correspondencia. A continuación,
cito los principales subtemas de esta misión consular. De cada uno de ellos
realizo un esfuerzo de síntesis y serán tratados in extenso en mi libro
en preparación.
El
Consulado y su funcionamiento.
Arrangoiz tomó posesión del Consulado
de México en Nueva Orleans el 8 de septiembre de 1841, después de haber
obtenido el exequátur que lo facultaba para realizar sus funciones por
medio de los comisionados mexicanos en Washington: Pedro Fernández del Castillo
y Joaquín Velázquez de León (AHGE, L-E-1724, II, f. 52). El vicecónsul Salvador
Prats le entregó el inventario que a su vez había recibido de Francisco Pizarro
Martínez (AHGE. L-E-1795, ff. 36-37).
Se encontró con diversas carencias, tanto desde el punto de vista material (muebles
y enseres de la representación consular que se encontraban en muy mal estado)
como desde el punto de vista jurídico (inexistencia de copias de leyes y
decretos fundamentales para el manejo de su misión). Se dio a la tarea de
pugnar ante el Ministerio de Relaciones Exteriores para que ambos asuntos le
fueran resueltos. Después de muchas dificultades –la crónica escasez del erario
público y cierto descuido de las autoridades mexicanas– por fin obtuvo dichos
recursos. Sin embargo, los diferentes ministerios mexicanos le enviaron sólo las
leyes de 1838 a 1841, por lo que realizó una nueva solicitud para lograr el
envío de las leyes y decretos que fueron expedidos de 1821 a 1832. Al parecer, el
Consulado contaba sólo con la legislación de 1833 a 1837.
Ahora bien, con respecto a la correspondencia
con el Ministerio de Relaciones Exteriores, se encontró que la última
comunicación data del 11 de junio de 1841. Esto demuestra un abandono tanto del
Ministerio como del vicecónsul Prats. Arrangoiz se propuso cambiar esta
situación, pese a la paralización de las comunicaciones producto de la
"Revuelta Triangular" contra el gobierno de Anastasio Bustamante. Además, en los
primeros meses de su misión las comunicaciones fueron muy lentas, pues tenían
que pasar de Veracruz a La Habana antes de su arribo a Nueva Orleans. En 1842,
cuando los paquebotes ingleses empezaron a hacer escala en el citado puerto, se
agilizó bastante la comunicación con el Ministerio.
La
prensa de Nueva Orleans.
De acuerdo a las instrucciones de tipo
militar y político que le turnó Almonte como ministro de la Guerra, Arrangoiz
comprendió el nivel de importancia que tenía en la opinión pública la prensa de
la ciudad del Cuarto Creciente. Enumero los periódicos más importantes que se
publicaban de 1841 a 1845: The New
Orleans Bee (La Abeja) publicado tanto en inglés como en francés; The New Orleans Commercial Bulletin (El
Boletín); Crescent City; The Daily Picayune, fundado por Francis
Asbury y George Wilkins Kendall (este último fue prisionero en México, pues
formó parte de la Expedición de Santa Fe); Le
Courrier de la Louisiane (El Correo de la Luisiana), también publicado en
inglés y dirigido por Jerôme
Bayon.
Como se ve, era muy amplio el
espectro de prensa diaria que se publicaba en Nueva Orleans, sólo la superaba
en tal aspecto la ciudad de Nueva York en la década de 1840 (Fossier, 1957;
Reinders y Duffy, 1964). Arrangoiz a menudo se queja en su correspondencia que
los periódicos son mayoritariamente contrarios a México, con la sola excepción
de El Correo de la Luisiana. Don Francisco de Paula llegó a publicar
réplicas a las noticias que consideraba falsas en diarios que eran abiertamente
hostiles a su país.
Con el ánimo de tener su propio
órgano de prensa, Arrangoiz insistió a lo largo de toda su misión en la
necesidad de crear y financiar un periódico favorable a los intereses de México
y sugería que sería conveniente que se escribiese en francés. El gobierno
mexicano no pudo financiar este periódico, si bien optó por destinar fondos
para propiciar que los periódicos ya existentes publicaran notas favorables a
la República, especialmente en todo lo relacionado a Texas y Yucatán.
También se pueden mencionar de paso
algunos periódicos texanos que enviaba el cónsul y, como favorable a la causa
de México, el semanario neoyorkino Noticioso
de Ambos Mundos, dirigido por Francisco del Hoyo y publicado en español.
Todo este material, si bien en
ocasiones refuerza el contenido de los despachos de Arrangoiz, en muchas otras
sirve como elemento de análisis de la opinión pública, independientemente de lo
que afirma o calla el cónsul.
Comercio.
Una buena parte de sus comunicaciones
versan sobre asuntos del tráfico comercial entre Nueva Orleans y los puertos
mexicanos, seguramente debido a su formación en materia mercantil y los
emolumentos que le aportaban. Abarcan una enorme variedad de asuntos:
infracciones al arancel, contrabando, barcos yucatecos que navegaban con
bandera mexicana, varias controversias con el administrador (Collector)
de la aduana de Nueva Orleans, quien no respetaba las reglas del Consulado
Mexicano con anuencia de las autoridades federales de los Estados Unidos.
Asimismo, son dignos de mención los avisos del cónsul referentes a los brotes
de enfermedades epidémicas en el puerto de Nuevo Orleans y de otros de la Unión
Americana y Texas, para evitar su propagación en los puertos mexicanos.
Dado
el momento histórico que se vive en el Golfo de México, marcado por la revuelta
federalista en Tabasco y la separación de Yucatán que comprendía los puertos de
Campeche, los despachos de Arrangoiz nos ofrecen una clara conexión entre el
tema comercial y el político de los territorios mencionados (Wells, 1960; Careaga
Viliesid, 2000). Por ejemplo, la apertura al comercio extranjero del puerto de
San Juan Bautista de Tabasco por el decreto de Antonio López de Santa Anna del
3 de noviembre de 1841, al haber regresado Tabasco "a la unidad nacional",
permitió el libre comercio con este puerto, mientras que hasta que Yucatán se
reintegró a México quedó prohibido formalmente.
Por otra parte, no debemos olvidar
que Yucatán y Texas tuvieron una alianza formal que Careaga Viliesid (2000)
divide en dos partes: desde febrero de 1841 hasta diciembre del mismo año y de
enero a abril de 1842, que concluyó con las desavenencias entre el comodoro Edwin
Ward Moore y Samuel Houston en junio de 1843. En estas dos fases fue
fundamental el papel que desarrolló el comodoro Moore como aliado de los
yucatecos y reticente al poder de Houston, actuando como un corsario al
servicio de los separatistas del Sureste.
Eventos todos de los cuales el cónsul
hizo un seguimiento puntual e incluso se atrevió a realizar pronósticos como lo
afirma Wells.
Incursiones
mexicanas y texanas por la frontera en disputa.
Se trata de una serie de expediciones
entre 1841 y 1843 que derivaron en enfrentamientos abiertos entre México y la
República de Texas. El primero no se resignaba a la pérdida de la provincia
rebelde, mientras que la segunda pretendía no sólo preservar su independencia
sino realizar una política expansionista en varias direcciones hacia provincias
mexicanas y hostilizar su comercio. Nance (1964) se refiere a esto como "ataque
y contraataque" entre Texas y México. Su lectura es un verdadero suplicio para
un historiador mexicano, pues es patente su racismo, machismo y anti-mexicanismo.
Más mesurado resulta la lectura de Haynes (1990), sin duda un abordamiento más
sereno y equilibrado de tan complejo problema.
La primera expedición abordada por
los despachos de Arrangoiz fue la Expedición Texana de Santa Fe, que tuvo lugar
de junio a octubre de 1841, cuando los expedicionarios fueron completamente
derrotados por el gobernador de Manuel Armijo, gobernador de Nuevo México. Si
recordamos que Arrangoiz tomó posesión del consulado el 8 de septiembre, le
tocó el fin de dicha expedición encubierta como una "excursión científica". En
cambio, el vicecónsul Salvador Prats se vio envuelto en una controversia, pues
el periodista Kendall, del que ya he hablado, argumentaba que Prats le había
otorgado pasaporte.
De lo que sí se ocupa extensamente
Arrangoiz es de la suerte de los prisioneros texanos y norteamericanos que
fueron conducidos primero a la ciudad de México y posteriormente a Perote, y de
todas las resonancias que tuvo el asunto en la prensa neorleanesa. Cabe
mencionar que varios historiadores han explicado la generosidad de Santa Anna
para dichos invasores del territorio mexicano. William Fowler la atribuye a los
buenos oficios interpuestos por doña Inés García, la esposa del presidente
(Fowler, 2007).
Al año siguiente, marzo de 1842, desde
Tamaulipas partió la expedición del general Rafael Vázquez, así como la haría
la de Adrián Woll en septiembre. Ambas expediciones capturaron temporalmente
San Antonio de Béjar, aunque sin poder mantenerla por mucho tiempo.
Por parte de los texanos está la
expedición de Mier, comandada por Alexander Somervell en noviembre de 1842, que
tomó Laredo el 8 de diciembre. Días más tarde se separan 300 expedicionarios,
que a las órdenes del capitán William Fisher atacaron la ciudad de Mier el 25
de diciembre, resultando en una resonante victoria mexicana y más prisioneros
texanos llevados a México. Según Sam Haynes, "la batalla de Mier fue el choque
más fuerte entre fuerzas mexicanas y angloamericanas entre la batalla de San Jacinto
y la Guerra entre México y Estados Unidos".
La expedición de Jacob Snively fue la
última organizada desde Texas en contra de México y consistió fundamentalmente
en pequeñas incursiones para perjudicar el comercio neomexicano, duró de abril
a agosto de 1843. Como se puede deducir, estas acciones militares constituyeron
un conflicto fronterizo que quedó en tablas. No en vano Houston proclamó en
junio de 1843 un armisticio con México. De todo lo anterior dio cuenta nuestro
cónsul, especialmente en la correspondencia reservada y cruzada que sostenía
con el Comandante General del Ejército del Norte.
Atento como estaba a los movimientos
militares de los texanos, Arrangoiz también dio cuenta en varios despachos de
todos los aventureros provenientes de los estados del Sur de la Unión Americana
(a veces llamados “Voluntarios” y “Cazadores de lobos”), con el fin de
participar en el conflicto con México. Su suerte fue muy variada e incluso
llegaron a causar estragos en la misma Texas debido al desastroso estado
financiero de la República, que no les aseguraba la remuneración que se les
había prometido. Muchos regresaron a sus lugares de origen.
Otro tipo de aventureros eran los que
partían de San Luis Missouri con el pretexto de dirigirse a Oregón, cuando en
realidad lo hacían a California. Arrangoiz propuso en varias ocasiones que
hubiese un cónsul o agente comercial en Independence, Missouri, no sólo con el
propósito de informar sobre la marcha de dichos aventureros, sino también
asegurar la protección de los comerciantes mexicanos de Nuevo México en el
camino de Santa Fe que culminaba en San Luis Missouri. Por otra parte,
pretendía disminuir el contrabando norteamericano procedente desde Nueva York que
era introducido a Nuevo México. Postuló como candidato a ocupar dicho puesto a
Antonio Niel, pero a pesar del apoyo de Almonte fueron inútiles sus gestiones
ante el Ministerio de Relaciones de México.
Espionaje.
Dentro de sus limitaciones económicas,
Arrangoiz también organizó una modesta red de espías en el Sur de Estados
Unidos, incluso en la propia Texas, para lo cual también necesitaba fondos que
no siempre le fueron otorgados. Fiel a la faceta confidencial de su misión, el
cónsul procuró no depender únicamente de dichos espías, sino que se ayudó de la
prensa y especialmente de la información que todo aquel particular le
proporcionara, como los pasajeros de los buques llegados al puerto. De esta
manera, por ejemplo, mantuvo al tanto al Ministerio de la "diplomacia informal"
que en ocasiones llevaron a cabo los texanos con el general Mariano Arista,
encuentro desautorizado por el gobierno central, así como de las diferentes
gestiones del general James Hamilton para conseguir los reconocimientos
europeos de la independencia de Texas y el fracaso de obtener un empréstito en
el Viejo continente para dicha república.
Asimismo, siempre tuvo en la mira
cualquier expresión favorable al expansionismo norteamericano y en general a
todo individuo que llegara a Nueva Orleans cuyo perfil fuera de interés
político, incluyendo mexicanos. De esta manera dio cuenta de los ires y venires
de personajes como Valentín Gómez Farías, Francisco de Sentmanat, Martín Peraza
y José Antonio Navarro, entre otros.
Protección
de connacionales de color en Nueva Orleans.
Como parte de su labor como cónsul,
Arrangoiz atendió a los diversos individuos que invocaban su protección de las
autoridades de Nueva Orleans, los asuntos eran muy variados. Destaca el apoyo
que brindó a los ciudadanos mexicanos, mulatos perseguidos por la Ley de la
Luisiana sobre Negros y Mulatos Libres, vigente en 1842, que decretaba el
encarcelamiento de todas aquellas personas de color libres que permanecieran en
el estado más de sesenta días. Así ocurrió con los casos del marinero Pedro Amalio
y del soldado José de la Cruz Corro, prisionero este último de la batalla de
San Jacinto. En ambos casos Arrangoiz logró su liberación y el Consulado les
libró pasaporte y el costo de su traslado a puerto mexicano.
La anexión de Texas a los Estados
Unidos.
Arrangoiz informó meticulosamente sobre todo el
proceso de la anexión de Texas a los Estados Unidos, tanto en su primer intento
en 1844, como en el de 1845 en que se consumó. Juan Nepomuceno Almonte, quien
fungía como ministro de México en Washington, se retiró en protesta por la
anexión decretada por el Congreso. Arrangoiz permaneció, de marzo a agosto del
mismo año, actuando como único representante de México en la Unión Americana
(AHGE, L-E-1073 y 1074).
Cargos que desempeñó de 1845 a 1854.
Al regresar a México, en agosto de
1845, se ocupó brevemente como miembro de la Comisión de Reformas del Arancel,
presidida por Alamán. Al año siguiente fue nombrado por el gobierno de Mariano
Paredes cónsul de México en La Habana, donde residió de marzo a agosto del
mismo año. Caída la administración Paredes fue exonerado. Se retira de la
política por dos años.
En 1848 es comisionado por Herrera
para negociar con James Buchanan, secretario de Estado en Washington, la
permanencia en México de 5,000 soldados norteamericanos para hacer frente a las
sublevaciones indígenas, especialmente la de Yucatán. No tiene éxito, pues se
requería la autorización del Senado norteamericano (Bosch, 1957). Fue ministro
de Hacienda de marzo a julio de 1849, gestión que ha sido objeto de
controversia (Robertson, 1849). Fue postulado como ministro plenipotenciario de
México en París, pero el Senado mexicano consideró inoportuno el nombramiento.
Formó parte ese mismo año del Ayuntamiento de la Ciudad de México, presidido
por Alamán, con el cargo de regidor por tres meses. Como diputado propietario
por San Luis Potosí, de 1850 a 1851, hizo propuestas de hacer navegable el río
Pánuco de Ciudad Valles a Tampico y la construcción de un camino de San Luis
Potosí a Ciudad Valles, pero ninguna prosperó (AGN, Justicia, vol. 428, ff.
360-361; Archivo Carso. María Aguilar. Fondo XIX, Carpeta 2-4, Leg. 135).
Fue comisionado en 1851 por el
Ministerio de Hacienda para la entrega de $680,000 que restaban de la
indemnización del Tratado de Guadalupe Hidalgo (AHGE, L-E-1795, ff. 117, 120).
Dado que en su desempeño de esta comisión actuó con propiedad y honradez, tal
vez le valió que después le fuese encomendado el cobro de los fondos de La
Mesilla. Regresa a la actividad consular en 1852, como Cónsul General de México
en Nueva York, nombrado por José Fernando Ramírez durante la administración de
Mariano Arista. En noviembre de 1853 convence a las autoridades del Ministerio
de Relaciones de trasladar el Consulado General a Nueva Orleans (AHGE, Exp. 29-15-58,
ff. 1-16).
Al año siguiente, ya con Santa Anna
en su última administración, tiene un fuerte desencuentro con un grupo de
exiliados mexicanos encabezados por Benito Juárez, Melchor Ocampo y José María
Mata, acusados por el gobierno de Su Alteza Serenísima de preparar una
expedición filibustera. Ocampo se encargó de reclamarle personalmente dicha
difamación y publicó todos los documentos que los exoneraban en la prensa de
Nueva Orleans (Ocampo y otros, 1854). Sobre este incidente no he podido
localizar documentación que recoja la versión de Arrangoiz.
Ya me he ocupado de la controvertida
comisión como agente especial en el cobro de los fondos por la indemnización de
venta de La Mesilla los Estados Unidos y que le valió la destitución de la
administración santanista.
Intervencionista mexicano.
En 1856 se va a Europa y a partir de
1861 empieza a participar en el proyecto de la intervención francesa en México.
En ese año es presentado ante Napoleón III por su amigo José Manuel Hidalgo
(Hidalgo, 1960). Hidalgo le explica que, si bien el gobierno de Isabel II de
España hubiese deseado un candidato español para el trono de México, la
candidatura del archiduque Maximiliano de Habsburgo se debía a que Napoleón III
lo concebía como una forma de reconciliación con Austria, con la que Francia
recientemente había estado en guerra en la primera fase de la unificación
italiana. Asimismo, le explica que el partido conservador es en el fondo de
origen español y que el archiduque tendría en cuenta esto. Aquí Hidalgo cometió
un error grave pues Maximiliano, nada más llegar a México, dio muestra de su
hispanofobia.
José María Gutiérrez de Estrada
recomendó por su parte a Arrangoiz ante Maximiliano, presentándolo como un
experto en cuestiones hacendarias mexicanas. El archiduque quedó convencido de
la capacidad de erario del país que pretendía gobernar por las descripciones de
Arrangoiz e incluso lo encomendó que expusiese lo anterior a Napoleón (Tamayo,
1966, vol. VII y vol. VIII).
El 30 de septiembre de 1863,
Arrangoiz sostiene la segunda entrevista con Maximiliano, a quien también
acompañó en varios viajes. Primero van a Bélgica y Londres, donde don Francisco
se entrevista con Palmerston, quien le dejó claro dos asuntos: que Gran Bretaña
estaría feliz de que mejorasen las finanzas mexicanas para cubrir la cuantiosa
deuda británica y que el nuevo gobierno imperial garantizase la libertad de
cultos para sus súbditos que residían en México. En cambio, no se involucraría
en ningún cambio político. En una palabra, Palmerston no se comprometió con el
establecimiento del imperio.
En lo referente a la desamortización
y después nacionalización de los bienes eclesiásticos llevada a cabo por Juárez
y los liberales, Arrangoiz le presentó a Maximiliano una "Exposición" en la que
afirmaba que la nacionalización juarista significaba un absoluto despojo a la
Iglesia e indirectamente al pueblo mexicano (Tamayo, 1966, VIII; Arrangoiz,
1968).
La tercera entrevista tiene lugar el
6 de enero de 1864, Maximiliano quería que Arrangoiz lo acompañara a Viena "a
arreglar sus intereses y asuntos particulares y de familia"; y también porque
"probablemente se le harían preguntas sobre las cosas de México, a algunas de
las cuales no sabría contestar, y quería tener a su lado un mexicano que
hablara el francés para que lo sacara de apuros y a quien pudiera presentar a
su hermano el emperador para que impusiera bien a su majestad de las cuestiones
mexicanas" (Arrangoiz, 1968, p. 572). Estando en Viena tiene lugar el estallido
de la guerra de los ducados (Prusia y Austria contra Dinamarca) por lo que
salieron tropas de la capital imperial. Don Francisco relata que:
Estando
viéndolas formadas en la Plaza del Palacio Imperial me preguntó Su Alteza qué
opinaba de aquella guerra: le dije que no veía qué ventajas podría traerle a
Austria. ¡Ventajas! contestó Su Alteza; es una tontería lo que hace
este Gobierno. Tendrá pronto guerra con Prusia y sabe Dios cuáles serán las
consecuencias para Austria (Arrangoiz, 1968, p. 573).
Después de la tormentosa renuncia de Maximiliano
a sus derechos eventuales al trono de Austria, tiene lugar la aceptación de la
Corona de México, el 10 de abril de 1864 en Miramar. Arrangoiz no forma parte
de la Diputación Mexicana, pero asiste como observador. Ese mismo día le es
conferida la representación del Imperio ante Bruselas y posteriormente ante
Londres, en agosto de 1864. Aquí sí se encontró con varias dificultades, pues
el gobierno de Lord Russell exigía algunas condiciones para el pleno
reconocimiento británico. Por fin en las postrimerías de 1864, Arrangoiz fue
recibido como ministro plenipotenciario en Londres.
El 13 de abril de 1865 Arrangoiz
presentó su renuncia a Maximiliano por medio de una carta. Se trata de un
documento que, si bien guarda las elementales formas diplomáticas, no oculta
una crítica muy dura a la política del austriaco. Esgrime varios aspectos entre
los que destacan tres actos del emperador, la alabanza a los insurgentes del 16
de septiembre de 1864, la carta contra el papa de Pedro Escudero y Echánove,
ministro de Justicia, y la protesta de Maximiliano contra la renuncia a los
derechos eventuales que había hecho al trono de Austria. Pero sobre todo critica
la política anticlerical de Maximiliano (Tamayo, vol. IX, 1969). En otra parte
llega a llamar al emperador como "Juárez coronado". Este acto presenta a don
Francisco de Paula como el primero de los intervencionistas mexicanos que en
forma ostensible se separó de la marcha del Imperio.
Arrangoiz no recibe respuesta de su
renuncia ni de Maximiliano, ni de José Fernando Ramírez.
El único testimonio con el que se
cuenta es una escueta nota en el expediente de Arrangoiz, en el cual el
ministro dimitente le informa desde París a Ramírez: “Cumpliendo con las
órdenes de S.M. el emperador entregué los archivos de las legaciones al señor
marqués de Corio y le presenté a los señores ministros de Negocios Extranjeros
de Bélgica, Inglaterra y los Países Bajos. Remito a vuestra excelencia mis cuentas”
(AHGE, L-E-1795, f. 429).
De paso por la capital francesa,
Arrangoiz arreció sus críticas a la administración imperial, insistiendo en los
mismos puntos. Dichas críticas llegaron a oídos de John Bigelow, ministro de
Estados Unidos en aquella ciudad, quien dio cuenta de ello a Seward, el
secretario de Estado de la Unión Americana (NAW, M-34, vol. 61).
Un año más tarde, Arrangoiz,
desesperado y resentido por no haber recibido una respuesta a su renuncia,
decide publicar la carta de su dimisión en El Espíritu Público,
periódico de Madrid, el 21 de octubre de 1866. Esto dará lugar a una polémica
con Ignacio Aguilar y Marocho, ministro de Maximiliano en la capital española.
Con esto termina la carrera política y diplomática de Arrangoiz. Nunca más
volverá a México.
4.
Conceptualización del individuo en la historia.
Después de este recorrido biográfico
surge la pregunta, ¿es posible considerar a Arrangoiz como un actor secundario
en la historia del México decimonónico? El biógrafo no pretende realizar una
apología de él, sino situarse dentro de una fría empatía. Sin ser un personaje
de primera línea, los cargos administrativos y diplomáticos que tuvo lo sitúan
como parte de la élite política, si bien no fue trascendental en el devenir
histórico de nuestro país, considero que el estudio de este tipo de individuos
y sobre todo su actuación política y diplomática ayuda a desbrozar capítulos
opacos, poco o superficialmente estudiados del acontecer nacional e
internacional.
Desde luego, siguiendo a Costeloe,
Arrangoiz llena todos los requisitos para ser considerado un "hombre de bien": «Estos
no pertenecían ni a la aristocracia ni al proletariado, sino a la incipiente
"clase media"» (Costeloe, 2000, pp. 34-35). Para definir a esta clase social,
Costeloe utiliza las siguientes variables: ingresos, origen étnico, educación
formal, ser un creyente católico, tener relaciones para acceder a cargos
públicos en algunos casos y, finalmente, poseer temor a lo que llamaban
"disolución social". Arrangoiz cumple satisfactoriamente con todas ellas.
Es también de resaltar que, por dicha
extracción social, en los cargos que desempeñó, como cónsul de México en Nueva
Orleans de 1841 a 1845, y en el Consulado General, primero en Nueva York de 1852
a 1853 y otra vez en Nueva Orleans de 1853 a 1854, entrelazó sus intereses
particulares con los del Estado mexicano, como expuse en el caso de La Mesilla.
Cabe afirmar que nunca ocultó esta
intención, aunque en general fue un hombre en extremo discreto, hay ocasiones
en que queda lo anterior de manifiesto. Al exponer la situación de las
legaciones y los consulados de México en 1849, escribe:
Los
sueldos y los gastos de las cinco legaciones que tenía la República importaban
54,000 pesos, y sólo 17,000 los de los cónsules, pues la mayor parte de éstos y
todos los vicecónsules, no tenían más que los emolumentos, que también quedaban
a beneficio de los cónsules pagados. Así había consulados como los de
Liverpool, Hamburgo y Nueva Orleans, que producían a los que los desempeñaban
seis y siete mil pesos anuales (Arrangoiz, 1968, p. 403).
Hay que señalar que en el caso de don
Francisco de Paula no sólo disfrutaba de los emolumentos para los que el cargo
de cónsul lo facultaba por la ley, sino que además recibía un salario nada
despreciable del gobierno: 3,000 pesos anuales.
Ahora bien, a lo largo de su servicio
al Estado mexicano colaboró con las distintas facetas de la fracción
conservadora: bustamantista y santanista; la moderada: Herrera; la pro-monárquica:
Paredes; la moderada nuevamente con Herrera y Arista; luego con la última
administración de Santa Anna (si bien Arrangoiz al ser exonerado rompió con la
misma); y, finalmente como promotor del segundo imperio, del que por motivos
ideológicos se separó de forma contundente debido al anticlericalismo y
antihispanismo de Maximiliano. Si bien es seguro que nunca colaboraría con los
liberales radicales, sus cambiantes afiliaciones políticas, que más bien pueden
ser interpretadas como adaptación al ejecutivo en turno, muestran las
características contradicciones de la clase política mexicana del siglo XIX,
tradicionalmente entendidas desde la dicotomía liberales-conservadores. La
elaboración de una biografía sobre una figura como Arrangoiz puede aportar a
una mejor comprensión de dicha élite.
Finalizo con las palabras de Bernard
Crick: "La labor de escribir una biografía implica una prolongada y extraña
mezcla de afecto y distancia crítica, de compromiso y reserva" (González, 2015,
p. 515).
Archivos
AHGE: Archivo Histórico Genaro Estrada de
la Secretaría de Relaciones Exteriores. Varios legajos y el ramo AEMEUA:
Archivo de la Embajada de México en Estados Unidos
AGN: Archivo General de la Nación. Ramos:
Genealogía; Justicia; México Independiente-Libros de Gobernación y Relaciones
Exteriores; Movimientos Marítimos, Pasaportes y Cartas de Seguridad.
Archivo Carso. Centro de Estudios de
Historia de México. María Aguilar. Fondo XIX.
NAW: National Archives, Washington D.C.
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[1] Instituto Tecnológico
Autónomo de México (itam), figueroa@itam.mx
[2] Véase el significado de las
siglas de los archivos y ramos consultados al final de este artículo.