DOI: www.doi/org/10.24275/uam/azc/dcsh/fh/2019v31n58/Novoa
Sección:
Artículo
Modernización urbana y conflicto por el espacio en la Ciudad de México:
La aniquilación del paisaje comunitario-barrial en el pueblo de Xoco
Víctor Javier Novoa Gutierrez[1]
Resumen
En el pueblo
de Xoco existe un conflicto por el espacio urbano, que es evidente por la
transformación del paisaje. Más allá de su sentido estético, esta
transformación se plasma en las relaciones, significaciones y prácticas del
espacio. Con el fin de comprender y explicar este conflicto, se recurrió a una
metodología cualitativa en la que entrevistas, observación y análisis de
programas institucionales, fueron esenciales.
Palabras
clave: Urbanización; Xoco; Desarraigo; Paisaje;
Gentrificación;
Abstract
In the town
of Xoco there is a conflict over the urban space,
which is evident in the transformation the landscape has suffered that
overcomes the aesthetic sense and is reflected in the relationships, meanings
and practices of space. In order to understand and explain this conflict, a
qualitative methodology was used in which interviews, observation and analysis
of institutional programs were essential.
Key Words: Xoco, urbanization; gentrification; landscape
Aceptado
en 27/07/2019
Recibido
en 10/10/2019
La
tala de casi seis decenas de árboles en beneficio de un desarrollo inmobiliario
en mayo pasado en la zona centro-sur de la Ciudad de México causó, con justa
razón, indignación. Se presentaron desde quejas en redes sociales hasta
manifestaciones en las inmediaciones de la zona afectada. Todas ellas
sucedieron para demostrar el desprecio por la sinrazón de efectuar una acción
sin apego a la ley, cuya consecuencia fue la desaparición de una ínfima
arboleda en una ciudad que pierde constantemente zonas de reserva[2]
y, mientras tala árboles, siembra edificios. La especificidad del acto se vio
superada y visibilizó un fastidio hacia las dinámicas de la urbanización en
general. Aunque compartido por las personas que se unían para denunciar los
quehaceres de la empresa Fibra Uno, no es posible considerar ese fastidio igual
entre ellas. Para unos la tala de los árboles era un daño de carácter
ambiental vinculado a la voracidad de una empresa inmobiliaria y la
permisividad de las autoridades ante las constructoras en general, para otros,
los lugareños, era la última agresión en un conflicto que ya cumple una década.
Uno que enfrenta a pobladores del pueblo urbano de Xoco con inmobiliarias y
autoridades en el marco de un proyecto para transformar la zona. Estos últimos
lo entienden como crecimiento económico, «desarrollo» y «modernización» y los
primeros como encarecimiento de la vida y desarraigo. De esta manera lo que se
propone, desde una visión supuestamente técnica, como medio para un progreso
neutro y generalizado, realmente consiste en un ejercicio de violencia desde el
diseño del espacio urbano.
Michel
de Certeau decía que “todo relato es un relato de viaje, una práctica del
espacio”
Con
la finalidad de comprender y explicar el conflicto por el espacio en Xoco se
recurrió a herramientas metodológicas como entrevistas a lugareños, la
observación participante y al análisis de programas y planes de desarrollo
institucionales, así como también a la revisión del discurso de las empresas
inmobiliarias contenida en reportajes, sitios web de los desarrollos urbanos,
panfletos y folletos. La distinción entre la comprensión y explicación es
necesaria para abordar el acontecimiento social y resaltar la importancia de
los elementos ´subjetivos´ sin relegar a los objetivos. Lo anterior se alimenta
de las perspectivas epistemológicas compartidas por Weber (1973) y Dilthey
(1974 y 2000) en relación a la aproximación a la realidad y las funciones de
las ´ciencias del espíritu´ y las ´ciencias de la cultura´, respectivamente. En
este sentido, dirá Weber (1973) que las cosas se captan funcionalmente y las
conductas se comprenden.
Xoco
como Pueblo Urbano
Xoco
se encuentra en la zona centro-sur de la Ciudad de México. Ubicado actualmente
dentro de la alcaldía Benito Juárez, lo circundan las avenidas Universidad, Eje
8, Río Churubusco y Cuauhtémoc. La zona –desde hace casi dos décadas en un
constante proceso de redensificación y modernización– está localizada junto a
grandes vías de transporte. En ellas pululan centros comerciales, altos
edificios y agencias de autos, las cuales fungen como coto simbólico que
invisibiliza el paisaje, las relaciones y las prácticas de un barrio popular y,
en cierto sentido, tradicional.
Por
su historia y características, a Xoco se le denomina como pueblo urbano. Un
fenómeno espacial en el que las tajantes dicotomías de lo rural y lo urbano y
lo moderno y lo tradicional no pueden aplicarse: son fruto de procesos
históricos de sincretismo cultural e identidad colectiva ligados a un espacio
en particular. Su carácter sui generis,
no dicotómico, puede ser entendido de forma más clara si atendemos a la
explicación de los fundamentos de los tipos puros o ideales weberianos. Max
Weber
Todos cuentan con un claro origen prehispánico o colonial; están
construidos por grupos de familias que poseen una noción de territorio
originario y se nuclean alrededor de una o varias organizaciones comunitarias
que garantizan la continuidad de sus principales celebraciones.
Gomezcésar
Hernández (2011) ubica cuatro tipos de pueblos actualmente en la Ciudad de México:
los pueblos rurales o semi rurales, los pueblos urbanos con un pasado rural
reciente, pueblos urbanos con una vida comunitaria limitada y pueblos de otros
orígenes que se han asimilado a la organización de los pueblos originarios. Los
rurales y semi rurales mantienen una fuerte relación con formas de producción
agrícola y tienen un fuerte sentido comunitario vinculado a las tradiciones y
fiestas, así como a la organización de la producción. Como los rurales y semi
rurales, los pueblos urbanos con pasado rural reciente tienen fuertes vínculos
comunales vinculados a las tradiciones y fiestas; sin embargo, la relación con
lo agrícola se ha perdido, como también la articulación comunitaria que deriva
de ello. En los pueblos urbanos con vida comunitaria limitada, pese a mantener
festividades, los lazos comunitarios no son tan profundos como en los tipos
anteriores. Por último, los pueblos de otros orígenes, aunque sin el
antecedente prehispánico o colonial, reproducen formas de organización
colectiva comunitaria de los pueblos urbanos.
Xoco,
dentro de esta tipología, puede ser entendido como un pueblo urbano con un
pasado rural reciente. A diferencia de los pueblos de las alcaldías Tláhuac,
Milpa Alta o Xochimilco, que todavía mantienen dinámicas de producción
agrícola, Xoco dejó de tenerlas desde la segunda mitad del siglo pasado a
partir de la transformación del paisaje a su alrededor.
Para
entender la configuración de Xoco como pueblo urbano con pasado rural es
menester conocer un poco de su historia, la cual es extensa. Por vestigios
encontrados en la zona
Transformación
urbana
En
el siglo XX Xoco era una zona donde abundaban magueyes, pulquerías y un par de
fábricas de tabique
A
principios de la década de los sesenta se construyó sobre avenida Universidad,
en los terrenos de la ahora plaza comercial Centro Coyoacán, el autocinema del
Valle. A finales de la misma década, en 1969, se inauguró en el pueblo vecino
de Santa Cruz Atoyac la plaza comercial Plaza Universidad. Un par de años
después, al interior del pueblo, se construyó la sede de la Sociedad de Autores
y Compositores de México. La Cineteca Nacional se asentó en su ubicación actual
en 1984 y en 1989 se inauguró como plaza comercial Centro Coyoacán. Por estas
fechas, también se instalaría en el pueblo el Instituto Mexicano de la Radio.
Los
cambios mencionados implicaron una transformación notoria de la zona. En cierta
medida, integraron otro tipo de dinámicas al pueblo. La otrora comunidad
agrícola se veía ahora conviviendo con las relaciones de oficinas, grandes
centros comerciales y alguna que otra fábrica. Si bien, estas transformaciones
orientaron de manera distinta la relación de la comunidad con su espacio,
alejada de un pasado agrario y ya con fuertes componentes urbanos –tanto
estéticos como relacionales–, no implicaron conflictos por el espacio que sí se
dieron después del año 2009.
La
ciudad global como posibilitador del conflicto
Vale
la pena preguntar, si ya se habían dado cambios drásticos en el diseño urbano
de Xoco ¿por qué es hasta el año 2009 que se convierte en un problema mayor
para el pueblo? La respuesta es multifactorial y puede entenderse mejor
analizando el contexto de la Ciudad de México en materia urbana. El año 2000
fue un hito para el diseño de la ciudad, pues, a nivel institucional se dio un
giro en la concepción que se tenía de lo urbano y comenzó la
institucionalización del modelo de lo que se conoce como ciudad global
Este
giro hizo que políticas como las de redensificación y reciclamiento urbano de
las delegaciones centrales[5]
adquirieran expresiones distintas ligadas a procesos de verticalización,
modernización y comercialización del espacio. En este marco contextual, en el
año 2005 se efectuó un cambio que afecta directamente a Xoco. Siendo que la
iglesia del pueblo es reconocida como un edificio con valor histórico, existe
un área de conservación patrimonial que, supuestamente, la protege y evita que
a sus alrededores se generen circunstancias que puedan dañarlos. En el Programa
de Desarrollo Urbano para la Delegación Benito Juárez
Los
cambios en la estructura espacial de Xoco fueron continuos desde la mitad del
siglo XX, pero no fue hasta que el proyecto Ciudad Progresiva –ahora conocido
como Mítikah, nombre del rascacielos y principal edificio del proyecto– que el
conflicto por el espacio fue evidente. Lo que en un principio los vecinos
creían una simple ampliación del estacionamiento del Centro Bancomer en la
lateral de Río Churubusco, a espaldas de la iglesia del pueblo, resultó ser la
vanguardia de un embate urbanizador que cambiaría radicalmente el paisaje y las
relaciones del lugar.
En
el plan maestro original del proyecto Ciudad Progresiva se contemplaba la
construcción de siete edificios: un hospital privado de 13 niveles, cinco
torres habitacionales con espacios comerciales –tres de las cuales estaban
disponibles únicamente para renta– que oscilan entre los 11 y 32 niveles y la
torre Mítikah que, con sus 60 pisos y más de 250
metros de altura, pretende ser de los edificios más altos de la Ciudad de
México
Al
proceso de urbanización de Xoco se le suman, además de Ciudad Progresiva, tres
edificios City Towers terminados –dos en avenida México-Coyoacán y el
otro en Eje 8–, agencias de autos, la plaza comercial Patio Universidad –que se
encuentra enfrente de otra plaza comercial– y, no menos importante, la
remodelación de la Cineteca Nacional. El contraste es evidente. A lo largo de
anchas avenidas aparecen grandes aparadores con autos nuevos, altos edificios
de lujo que fácilmente llegan a los 20 pisos, con fachadas de liso concreto y
amplias ventanas que dejan a la sombra, a veces literalmente, a las antiguas y
sencillas edificaciones que se asientan en las angostas y entreveradas calles
de un barrio popular.
El
conflicto por el espacio
La
llegada de estos proyectos no fue bien recibida por los antiguos lugareños,
especialmente Ciudad Progresiva y los City Towers. Lo que no es de
extrañarse, estas construcciones traen consigo molestias inmediatas como ruido,
polvo y sacudidas constantes derivadas de las excavaciones y el paso de
camiones, pero eran de mayor envergadura sus otras consecuencias de carácter
material y simbólico. Servicios e impuestos subieron exponencialmente, ahora
vivir en el barrio popular que han habitado durante generaciones costaba lo
mismo que vivir en una zona de lujo. Así mismo, las formas de consumo se
modifican dirigiéndose a la nueva población, cuya capacidad económica dista de
la de los originarios. La gentrificación llegó y con ella el peligro inminente
de la desarticulación de la vida comunitaria, del desarraigo y la negación del
espacio propio, un espacio histórico identitario.
Desde
un principio los lugareños se opusieron a la construcción de estos grandes
proyectos, primero por lo debidos canales instituciones que, invariablemente,
fallaban a favor de las empresas. Por este motivo, en junio de 2010 ocuparon, a
modo de protesta, la lateral de la avenida Río Churubusco. La respuesta de las
autoridades no demoró, al lugar arribaron decenas de granaderos que
violentamente replegaron a los manifestantes. La represión logró reencauzar la
inconformidad por las vías institucionales nuevamente.
Una
noche de enero de 2012 comenzaron a repicar las campanas de la pequeña iglesia
y, junto con ellas, cohetes retumbaban y hacían estruendos en el pequeño
pueblo. Unas grietas habían atravesado la iglesia y su patio, era necesario
informar a la gente de ello. Los reproches contra las autoridades comenzaron:
“¿Dónde están las autoridades?” El fervor de la molestia era evidente: “Si
mañana les quitamos sus láminas [las que rodeaban la construcción de Ciudad
Progresiva] luego luego están aquí”. El plan futuro sucumbió ante el estado de
ánimo colectivo y ganó la espontaneidad: “¿Para qué hasta mañana?”. No fue
mucho tiempo el necesario para desprenderlas. Sus predicciones fueron
correctas, las autoridades se presentaron, pero las estrechas calles y las
láminas fungieron como una barricada excelente.
El
ruido de las campanas y cohetes apabulló los ruidos de las construcciones que
habían dominado durante meses. El pequeño templo religioso logró imponerse
frente a las grúas y los nuevos y lujosos edificios; y el vínculo identitario
con el espacio logró una acción colectiva que detuvo a una urbanización
gentrificante y desarraigante. El paisaje del espacio comunitario y tradicional
logró opacar, por lo menos momentáneamente, el de la verticalización y
modernización urbana.
Por
las acciones de esa noche se logró una suspensión temporal de la obra. Sin
embargo, poco tiempo después, las autoridades competentes anunciaron que los
trabajos se reiniciarían, pues no veían que los daños fueran ocasionados por
Ciudad Progresiva, a pesar de la cercanía a la iglesia y las profundas
excavaciones que hacían en esos momentos.
Antagonismos
más allá de la conciliación
La
actitud de los involucrados en el conflicto era completamente disímil. Mientras
que el pueblo de Xoco adoptaba una postura beligerante frente a los agentes que
atentaban contra su espacio y forma de vida, las autoridades y las
inmobiliarias mostraban una actitud conciliadora. Cuenta O, vecino del
pueblo, que, en una de las reuniones entre vecinos e inmobiliarias, en los
puntos más álgidos del conflicto, el representante de la empresa llegó a
expresar: “No nos vean como sus enemigos, somos vecinos”
Es
imprescindible resaltar el carácter antagónico de la situación, pues ante la
pretensión conciliadora, la exaltación del conflicto por parte de los afectados
puede parecer una renuencia al cambio o ser catalogada como una aversión al
progreso
Por
otro lado, el espacio de contacto del pueblo es, esencialmente, la iglesia, el
centro simbólico y vinculante entre los que se reconocen como lugareños. Un
espacio vinculante que sobrepasa su fundamento religioso y se erige como
enclave comunitario; situación que es evidente cuando, rememorando la noche en
que la Iglesia se agrietó, O comenta: “no soy religioso, pero es mi
comunidad”
si el ser humano organiza su tiempo de acuerdo a un calendario es porque
en esta figura circular está marcada la sucesión que distingue el tiempo de la
rutina del tiempo en que, escenificándolo, se le hace un lugar a lo
extraordinario. Éste es el tiempo en que el ser humano reactualiza,
teatralizándola, su función extraordinaria de reunirse prioritariamente para
decidir sobre sí mismo, es el tiempo de la representación concentrada de lo
político.
Con
la anterior puede decirse que el funcionamiento del espacio de contacto del
pueblo, en tanto que enclave comunitario de identidad, no sólo reseña un
vínculo colectivo, sino que convierte ese vínculo en expectativa de
organización de la vida social relacionada con el espacio.
Ahora
bien, antes de proseguir, es menester efectuar un par de aclaraciones para
entender el antagonismo al que se hace referencia. En primer lugar, queda
recalcar que, si bien, todos los espacios tienen lógicas propias que encauzan
prácticas, sentidos y significaciones, como deja ver de Certeau
Reflexiones finales
La
incompatibilidad para compartir un espacio no se da por la presencia de una
otredad, la incompatibilidad se da cuando la presencia de dicha otredad
conlleva elementos normativos y reguladores de la vida social que atentan
contra la permanencia de los originarios. Elementos normativos que no tienen
que ser explícitos, como la situación de clase que, sin que exista una
regulación mentada, norma, a partir del costo de vida, quiénes pueden habitar
el espacio. Esto es, mientras que la presencia de otro implique la expulsión de
los originarios, la coexistencia de formas distintas de organizar la vida
alrededor del espacio se vuelve inviable.
Por
lo anterior, se entiende la disonancia en cómo los actores involucrados en el
conflicto ven al otro. La postura del pueblo es clara, la transformación que
está sufriendo la zona implica la llegada de una otredad que practica y
significa el espacio de tal forma que la continuidad de las significaciones y
prácticas propias sobre el espacio se ven amenazadas. No tiene que ver con
aceptar a lo distinto, tiene que ver con relaciones de poder. El discurso
conciliador omite esas relaciones y apela a una igualdad inexistente en donde
el origen del conflicto se encuentra, supuestamente, en la actitud hacia el
otro. Cuando en realidad, la conciliación oculta dinámicas excluyentes, que
desarticulan vínculos comunitarios, fomentan el desarraigo y tienden a reducir
el espacio de un barrio tradicional y popular a una mera imagen que no puede
ser practicada y solamente fungiría como contraste entre el pasado ya
inexistente y el presente que lo doblegó. Al parecer la visión de Benjamin
Bibliografía
Bauman, Z., (1998). La globalización. Consecuencias
humanas. México: FCE.
Benjamin, W., (2008). Tesis
sobre la historia y otros fragmentos. Ciudad de México: Ítaca - UACM.
CONACULTA-PACMYC-D.B.J. (2004). San
Sebastián Xoco. Tradición y modernidad.. Ciudad de México: CONACULTA PACMYC
Delegación Benito Juárez.
de Certeau, M. (1996). La
invención de lo cotidiano. Volumen 1. Artes de hacer. México: ITESO-UIA.
Dilthey, W. (1974). Teoría de
las concepciones del mundo. Madrid: Ediciones de la Revista de Occidente.
Dilthey, W. (2000). Dos
escritos sobre hermeneútica. Madrid: Ediciones Istmo.
Echeverría, B., (2013). Modelos
elementales de la oposición campo-ciudad. Anotaciones a partir de una lectura
de Braudel y Marx.. México: Ítaca.
Giddens, A., (1997). Vivir en
una sociedad postradicional. En: Modernización reflexiva. Política,
tradición y estética en el orden social moderno. España: Alianza Editorial.
Gobierno del Distrito Federal,
Secretaría de Educación del Distrito Federal, Consejo de la Crónica de la
Ciudad de México (2007). Ciudad de México. Crónica de sus delegaciones. Ciudad
de México: Gobierno del Distrito Federal, Secretaría de Educación del Distrito
Federal, Consejo de la Crónica de la Ciudad de México.
Gomezcésar Hernández, I. (2011).
"Pueblos y la Ciudad de México". En Lucía Álvarez Enríquez (coord.), Pueblos
urbanos. Identidad, ciudadanía y territorio en la ciudad de México. (pp.
V-XVI) Ciudad de Mexico: UNAM-CEIICH, Miguel Ángel Porrua.
Lafaye, J., (2001). "De
sangre 'limpia' y 'castas de mezcla'". En VVAA Espejos distantes. Los
rostros mexicanos del siglo XVIII.( pp. 109-164) México: Clío-Espejo
de Obsidiana.
Novoa Gutiérrez, V. J., (2016). EL
CONFLICTO ENTRE LO TRADICIONAL Y LO MODERNO EN UN PUEBLO URBANO DE LA CIUDAD DE
MÉXICO: LA DISPUTA POR EL ESPACIO EN XOCO. Tesis de licenciatura.. Ciudad
de México: UNAM.
Novoa Gutiérrez, V. J., (2018). La
creación de la Ciudad de México como ciudad global: mecanismos de poder y
planificación urbana. Tesis de Maestría. Ciudad de México: Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México.
Weber, M. (1973). Ensayos
sobre metodología sociológica. Buenos Aires: Amorrortu.
Hemerografía
AGN, Archivo General de la
Nación (1792). Fojas:21; alcance y contenido: Pueblo de Santa Cruz. Pueblo
de Xoco. Hacienda del Mayorazgo. Hacienda de Xotepingo. Hacienda de Coapa.
AGN, Archivo General de la Nación (1918)
Título: TSJDF Folio: 270536.
GDF, Gobierno del Distrito
Federal. (2005). Programa Delegacional de Desarrollo Urbano para la
Delegación del Distrito Federal en Benito Juárez. Distrito Federal: GDF.
Presidencia de la República
(1996). Ley de Desarrollo Urbano del Distrito Federal. Distrito Federal:
s.n.
SEDUVI (2009). Dictamen de
impacto urbano Av. Universidad N° 1200 y Calle Mayorazgo N° 130, Of. No.
101/2079; DGAU. 09/DEIU/052/2009. Ciudad de México: s.n.
Ramos, A. (2012, 10 de junio). Perfilan Ciudad
Peatonal; Periódico Reforma, Ciudad.
Retana Olvera, A., (2012). Nuevo
urbanismo y desarrollo inteligente. CIUDADES, enero-marzo, Issue 93.
Sassen, S. (2005). The global
city: introducing a concept, The Brown Journal of World Affairs, winter/spring.
2 vol. XI
Cibergrafía
SEDUVI s.f. Norma de Ordenación 7. [En línea]
Available at: http://www.data.seduvi.cdmx.gob.mx/portal/index.php/que-hacemos/planeacion-urbana/normas-generales-de-ordenacion/alturas-de-edificacion-y-restricciones-en-la-colindancia-posterior-del-predio
[Último acceso: 22 07 2019].
[1] Universidad
Nacional Autónoma de México, ymsocio@hotmail.com
[2] Aseveración efectuada
contrastando los datos del Programa General de Desarrollo del Distrito Federal
2013-2018 y el Programa General de Desarrollo Urbano del Distrito Federal 2003.
[3] Los resultados del censo se
dividían en dos, en un lado se especificaba los datos de españoles, mestizos y
castizos y por el otro de los pardos. Al no aparecer ninguna persona catalogada
como mestiza o castiza en los resultados del conteo es probable que se
englobaran bajo la categoría de “españoles”.
[4] El término pardo fue utilizado
para señalar a aquellos grupos que se consideraban sangre ´manchada´ en la
Nueva España. Eran concebidos de esta manera aquellas castas que, en su linaje,
hubiera sangre esclava. Mulatos, moriscos, lobos, cambujos, entre otros
entrarían en este rubro
[5] Este tipo de políticas ya se
encontraban institucionalizadas desde 1996 con la Ley de Desarrollo Urbano
[6] Estos datos son del dictamen
de impacto urbano del proyecto original que promovía la empresa inmobiliaria
Ideurban. En 2015, después de varios meses de suspensión, el proyecto fue
vendido a la empresa Fibra Uno. Si bien, los elementos fundamentales del
proyecto se mantienen se ha planteado cambios como integrar al proyecto,
renovándola, a la plaza comercial Centro Coyoacán y la antigua cede del Centro
Bancomer.
[7] Se entiende como equipamiento,
la “zonificación en la que se incluyen áreas e inmuebles públicos o privados
que prestan un servicio a la población en materia de educación, salud, cultura,
abasto, recreación, servicios urbanos y administración”
[8] Cabe mencionar que escoger
estos elementos no implica negar la importancia de las expresiones materiales
del antagonismo – la disimilitud en las formas y capacidades de consumo – sino
prestar atención a esos otros elementos antagónicos que no son tan evidentes.