DOI: www.doi/org/10.24275/uam/azc/dcsh/fh/2019v31n58/Laurent
Sección:
Artículo
La Malinche y la reina Abla Pokou: dos
mitologías creadoras
Lalékou Kouakou Laurent[1]
Resumen:
En
el proceso de construcción de la identidad cultural, las mitologías desempeñan
un papel importante. Es el caso de la Malinche en México y de la Reina Abla
Pokou en Costa de Marfil, dos figuras históricas que se presentan como instrumentos
de análisis y comprensión de su pueblo. Para resaltar su rol fundador, se investiga
el modo de creación de las dos sociedades, sacando a luz las semejanzas, sus significados y enseñanzas.
Palabras clave: Malinche, México, Reina Abla Pokou, Costa de Marfil, mitologías creadoras, construcción identitaria
Abstract:
In the process of building cultural identity, mythology play an important role. This is the case of Malinche in Mexico and Queen Abla Pokou in Ivory Coast, two historical figures that are presented as instruments of analysis and understanding of their people. To highlight its founding role, the mode of creation of the two societies is investigated, bringing to light the similarities, their meanings and teachings.
Keywords: Malinche, Mexico, Queen Abla Pokou, Côte d´Ivoire, creative mythology, identity construction
Recibido en 21/01/2019
Aceptado en 30/08/2019
Introducción:
Malintzin, Chingada, Doña Marina, Malinalli-Tenépal y Llorona, son otros nombres y apodos de la Malinche (Cypress, 1991 y Lanyon, 1999). El enraizamiento de esta mitología y su proyección en la cultura mexicana se observan en los textos históricos, socioculturales y en las producciones artísticas. Para un autor como Octavio Paz, es la madre del mestizo o del mestizaje, el símbolo por excelencia de la unión entre el pueblo español y el indígena (Paz, 1950, pp. 88-114).
Como la Malinche en México, la Reina Abla Pokou, Abraha Pokou o Aura Pokou es un personaje histórico que ha desempeñado un papel importante en la configuración de la identidad cultural del pueblo Baoulé en Costa de marfil y que ocupa un lugar central en su conciencia colectiva. Se le atribuye su éxodo, modo de sucesión y devoción de la propiedad, en una palabra la importancia del papel de la mujer en la sociedad baoulé (Ibitowa, 2014, p. 84 y N´dri, 2006, p. 2). Puesto que se aprecian afinidades, lo que en el presente artículo se plantea es un estudio comparativo en analogía de ambas figuras históricas y mitológicas. Este trabajo no pretende comparar dos realidades de dimensión nacional, sino de naturaleza.
La hipótesis del
análisis que se desarrolla aquí es que la Malinche y la Reina Abla Pokou, como mitologías
son códigos sociales que permiten comprender el pasado y explicar el presente
de los pueblos mexicano y baoulé. En este sentido, se presentan como un conjunto de relatos y
creencias, relativamente cohesionados, con los cuales se explican a sí mismos sus
orígenes respectivos y la razón de todo lo que les rodea. Es lo que conforma su cosmovisión o sistema de
creencias.
Sin embargo, a
la luz de las diferencias
espacio-temporales y culturales, ¿qué tienen en común las dos mitologías para ser comparables? ¿Por
qué se dice que son creadoras o fundadoras? Si al investigar la Malinche y la
Reina Abla Pokou, se descubre el simbolismo de los eventos que han
marcado estas sociedades, ¿qué valores se transmiten de una
generación a otra? El objetivo es relacionar los
eventos más significativos, descubrir su simbolismo y enseñanzas.
Para
este propósito, el texto se estructura en torno a tres
ejes: el primero trata del carácter fundacional de las dos mitologías, el
segundo, de su aspecto sacrificial y el tercero, de su dimensión creadora y su simbolismo.
1. La Malinche y Abla
Pokou como mitologías fundacionales
La mitología aquí es una puerta de
acceso a lo primigenio, un espejo a través del cual puede verse el surgimiento
de una sociedad. En México y Costa de marfil, la mitología de la Malinche y de la
Reina Abla Pokou desempeñan este papel. En México, la Malinche o Chingada representa
a los indígenas (débiles), en su oposición a los conquistadores españoles o chingones,
es decir los fuertes (Paz, 1950, p. 1971). Como la tierra mexicana, la Chingada
es fecundada a la fuerza por los españoles. La violencia de la conquista
recuerda la de la predicción mexica. Según los dioses, será la tierra de promisión
aquella en que se verá a un águila devorando una serpiente.
Esta escena se refiere a Quetzalcóatl,
la serpiente emplumada, como síntesis de poderes contrarios. Quetzal significa en náhuatl ave, vuelo,
pluma y Coatl, serpiente. La
serpiente representa los ríos y el ave, las nubes. Quetzalcóatl es entonces la
unión de agua de lluvia con agua terrestre; pájaro serpiente, ave rapante; cielo
abajo y tierra arriba, en una palabra, la unión del cielo y de la tierra
(Esquivel, 2006, p. 93). La síntesis con la Malinche es el mestizaje. Los poderes
contrarios aquí son Quetzalcóatl y Cristo, Moctezuma y Cortés, lo indígena y lo
español. El símbolo de la unión de estas fuerzas opuestas es Martín Cortés Malintzin, primer mestizo del Estado.
Igual que la escena del águila devorando una serpiente que marca el punto de partida del imperio mexica y que sirve de base a su estructura. La Malinche es el origen de México, la mujer madre del mexicano. En primer lugar, ¿Quién es ella y por qué es una figura histórica y emblemática en México? La Malinche es una indígena de familia noble mexica, nacida a principios del siglo XVI. Después de la muerte de su padre, es vendida niña a comerciantes. Así, deja su región natal de Veracruz y se convierte en esclava de un líder militar en Tabasco. En esta tierra, ella aprende la lengua maya. Con motivo de una batalla perdida, es ofrecida a Cortés como un regalo de paz. Rápidamente, su talento lingüístico la convierte en intérprete, guía e informante de Cortés y más tarde, en su amante y confidente.
Debido a este papel, por un lado se cree que la Malinche facilitó la invasión de las tierras de la Nueva España con su ayuda lingüística y su conocimiento del territorio, por otro lado, que su papel diplomático, por el contrario, ha permitido salvar de la muerte a miles de indios. Esta mujer real está asociada con dos figuras ficticias: la Chingada y la Llorona. La Chingada, primera mexicana violada, se ha convertido en el referente simbólico de la traición para algunos y víctima para otros.
En cuanto a la Llorona, su relación con la Malinche debe buscarse en la maternidad del pueblo mexicano. Primero, porque es la progenitora de la raza mestiza, producto de un cruce forzado, que recuerda su rol ambiguo en la conquista de este mismo pueblo que no supo defender en un momento de la historia. Luego, porque la Malinche tuvo un hijo con el conquistador, y que lo tomó a su regreso a España. Se dice que quien se lamenta en las noches es la Malinche, dolida por el abandono de Cortés y la separación de su hijo. Así, la Malinche como Llorona se convierte en el símbolo de la maternidad triste, ofendida, humillada e incapaz de defender a su hijo.
En México, la visión cultural de la mujer y del hombre está inspirada en estas mitologías. Es lo mismo para los estereotipos, roles de género y las representaciones identitarias, hoy erigidos en normas sociales, familiares y morales. La Malinche, bajo sus diversos apodos y mitologías asociadas, ya sea considerada como una víctima o una traidora, es una de las llaves para entender la identidad mexicana.
En cuanto a Abla Pokou es una princesa del reino Ashanti. Ha conducido a los Assabou, actual Baoulé de Ghana a Costa de Marfil. En los años 1770, muere Oséi Tutu, fundador y rey de la confederación Ashanti. Después de su muerte, estallan guerras de sucesión que han provocado su éxodo. Perseguidos y agotados, Abla Pokou llega con su tribu a orillas del río Comoé. Èste se encuentra muy revuelto. Atrapados entre la amenaza de las olas del río y el enemigo que se acerca, Abla Pokou tiene que ofrecer a su único hijo al espíritu del agua para hacer posible el cruce.
De ese sacrificio, viene el apelativo baoulé resultado de ba-ouli o ba-oulè que significan en la lengua del pueblo respectivamente el niño ha muerto o el nacimiento. Esta contradicción se refiere al papel no solo redentor sino también creador de la muerte. Aquí, la muerte se vuelve fuente de vida, ya que el pueblo assabou muere simbólicamente con el niño para renacer como nuevo pueblo, limpiado de todos los pecados, de todas las culpas del pasado. En este sentido, el fallecimiento del niño simboliza a la vez el fin de la civilización Ashanti-Assabou y el comienzo de la del pueblo baoulé.
Sobre todo, esta muerte tiene una función estructural. Cabe señalar que Abla Pokou, aunque era princesa, no se suponía que fuera reina en el reino Ashanti. Sin embargo, con el sacrificio de su hijo, pasa de princesa a reina. También, debido a este mismo papel desempeñado por Abla Pokou para la supervivencia el modo de sucesión del pueblo Ashanti-assabou, y de compartir la herencia serán matrilineales,
El sistema de devolución de propiedad y de poder en la sociedad baoulé se explica y justifica por este sacrificio. Hace de las mujeres el medio de transmisión de la herencia en la sociedad. Son los blaba o "hijos de las mujeres" quienes pueden reclamar la sucesión. La herencia se transmite de tío a sobrino uterino. Otra explicación es la garantía del linaje, además del sacrificio cumplido por Abla Pokou,. De hecho, en la sociedad Akan, en Ghana como en Costa de Marfil, solo se está seguro de la genealogía del hijo uterino.[2]
Este papel importante de la mujer también se observa en la esfera política. Los dos primeros gobernantes del pueblo baoulé son mujeres. La primera, la Reina Abla Pokou (1717-1730) dirigió el éxodo de los Assabou del Reino Ashanti (Ghana) a la actual Costa de Marfil. La segunda, Akwa Boni (1730- 1750), sobrina de Abla Pokou, es considerada, por sus conquistas y su administración, como la que organizó el Reino baoulé. Fue ella quien recibió la delegación enviada por Opokou Warè (1731-1741) para exigir el regreso de los baoulé al Reino Ashanti, actual Ghana.
En la sociedad baoulé, la mujer es sacralizada. Al igual que el rey, no habla en público porque es la garante de los valores sociales. Una de las prácticas que lo demuestran es el atôhn´vlê o el bautismo tradicional de la chica, rito de iniciación por el cual adquiere el estatus de mujer. Por lo general, se lleva a cabo a la edad de madurez, entre los 18 y los 25 años. En la sociedad baoulé, ser una mujer es una cualidad que corresponde a la vez a normas morfológicas, psicológicas, intelectuales y morales. La importancia de este rito cultural está ligada al valor social de la mujer.
Como mitologías fundacionales, La Malinche y la Reina Abla Pokou son dos modelos femeninos de liderazgo político y social.
2. Las perspectivas del sacrificio en ambos personajes
El concepto de sacrificio debe entenderse en dos sentidos. Primero, como un esfuerzo, una pena, una acción o un trabajo a que una persona se somete o que se impone a sí misma por conseguir o merecer algo. Luego, puede concebirse como una ofrenda a una divinidad o deidad en señal de homenaje o expiación, reconocimiento u obediencia, o para pedir un favor.
El sacrificio entonces se dirige a la dimensión oscura de la naturaleza humana que le impulsa a cometer actos de atrocidad y justificarlos por una causa superior. El ejemplo mexicano es la Malinche, vendida cuando era niña por su propia madre. Eso ocurre después de la muerte de su padre. ¿Cuál es la razón de tal exceso? La motivación de la madre se encuentra en el nombre de origen de la Malinche: Malinalli. En nahualt Malinalli significa hierba torcida y corresponde al decimosegundo signo del ciclo de 260 días, un día funesto en las creencias indígenas. La ilustración fue Malinalxoch, flor de Malinalli, hermana de Huitzilopochtli, que fue abandonada por los mexicas por practicar la brujería (Grillo, 2014, p. 16). Malinalli significa también hechicera, diosa de la mala suerte y de la reyerta de sangre (Fuentes, 1984, pp. 13-14)
Malinalli, nombre dado por los padres, es entonces premonitoria. Tendrá un fuerte impacto sobre el futuro. Lleva un desafortunado y mítico destino. La Malinche por este apelativo parece condenada al nacimiento. Quizá es vendida porque está acusada de la muerte de su padre o para para que su hermano del segundo matrimonio de su madre sea el único heredero después de la muerte del padre. Posteriormente es ofrecida como regalo de paz. En 1519, después de la batalla perdida en Tabasco, los mayas dan a Cortés y a sus soldados, esclavos y otros bienes materiales (Karttunen 1997, p. 301). En esta ocasión, Malinalli, mujer vendida y llevada de mano en mano es entregada a Hernán Cortés.
La Malinche, al lado de Cortés, pasa de esclava interprete a amante, confidente, guía, consejera e informante. Debido a esta relación con el conquistador, es considerada la que entrega los secretos del país, la traidora. Igualmente, es la chingada, la mujer violada que puede asociarse con la Conquista, una violación no solamente en el sentido histórico, sino también en la carne misma de las indias. La Malinche a lo largo de la historia ha sido sacrificada muchas veces.
Primero, es vendida por su propia madre temerosa por su propia vida tras la muerte de su marido y quien pensaba que su hija era maldita. Luego es ofrecida a Cortés como regalo de paz para impedir todo tipo de enfrentamiento con los españoles. Posteriormente, Cortés la utiliza como instrumento en su estrategia de conquista antes de casarla en 1524 con Juan Jaramillo, uno de sus compañeros durante la conquista. Finalmente, es sacrificada en el altar de la historia como un chivo expiatorio por todo el pueblo mexicano, sin tener en cuenta su condición previa de esclava. La Malinche representa en México a todos aquellos que en un momento u otro en la historia se han unido a los extranjeros contra México, sus valores y tradiciones.
Pese a todo lo que padeció Malinalli o la Malinche, la historia muestra su falta de resentimiento. Regresó a la tierra de origen donde encontró a su madre y a su hermanastro. También es ella quien, a través de su mediación o su papel diplomático como traductora o intérprete, ha evitado la muerte a miles de nativos. Su matrimonio, aunque informal, simbolizó la paz, una forma de alianza o de convivencia pacífica entre indígenas y españoles, materializada por el nacimiento del primer mestizo.
Al nivel de la princesa Abla Pokou, después de la muerte de Oséi Tutu, ella y su clan se han visto forzados al éxodo. Entonces tienen que renunciar en nombre de la paz a sus privilegios de princesa y ponerse en marcha hacia un futuro desconocido. Este acto constituye el primer sacrificio. Caminan por días sin parar en el bosque hasta llegar a las márgenes del río Comoé. Llegada al rio, Pokou se ve otra vez obligada a inmolar a su único hijo con el fin de aplacar a los dioses del agua. Esto representa el segundo acto de sacrificio. La grandeza de este segundo acto de sacrificio radica en su carácter inhabitual. En aquel tiempo era común sacrificar a seres humanos, en particular a esclavos. Lo desacostumbrado es el sacrificio de una persona libre.
Además de no ser esclavo es un niño y especialmente un niño de sangre real. El niño por su inocencia y la pureza de su alma es el sacrificio humano más alto que se puede hacer. Siendo de origen noble, este niño representaba también lo que el pueblo assabou consideraba más precioso. Es también un hijo único, un milagro de la edad avanzada de la princesa (Aïssi, 2006, p. 106). Era sexagenaria en el momento del éxodo hacia la actual Costa de Marfil. Por eso, en la tradición oral de Doma (Abron) se la llamaba abrewa (anciana) (Allou, 2003, p. 140). Sacrificar a su único hijo fue para esta princesa la decisión más difícil de tomar, algo similar a un autosacrificio. Aquí, la princesa no solo sacrifica una parte de sí misma, sino que se entrega por completo. La historia dice que después de este sacrificio, la princesa nunca fue la misma.
La mitología de la Malinche y de la Reina Abla Pokou se parecen en su dimensión sacrificial. En las dos mitologías, el sacrificio es la expresión de los miedos más profundos del hombre: los de la aniquilación de la raza. En México se temía una guerra cuyas consecuencias serían desastrosas. Moctezuma en un mensaje dirigido al rey Quiche describía a los españoles como hombres con armas mágicas que lo matarán y acabarán con su imperio (Wachtel, 1967, p. 568).
A la Reina Abla Pokou le sucedió durante el éxodo algo terrible, tan terrible que la supervivencia del pueblo assabou se vio amenazada. De hecho, la Reina Abla Pokou logró conducir a sus agotados súbditos a las márgenes del río Comoé, que se encontraba entonces muy revuelto. Las olas infundieron miedo a los huidos, y el terror se acrecentaba a medida que se iba aproximando el enemigo (N´dri, 2006, p. 2). Esta cosa fue la amenaza del enemigo y la hostilidad del agua.
En las dos mitologías el sacrificio permite acercarse a lo sagrado, a lo mítico: sacrificar significa separar de sí mismo, separar del mundo profano, dar a Dios, a dioses o diosas. En América, los conquistadores por derrotar a los dioses indígenas, fueron considerados en la visión de los vencidos como dioses. Con la muerte de los dioses indígenas nacen otros con reglas propias de devoción. Ya que los dioses españoles son adorados con oraciones y ofrendas, el sacrificio humano está prohibido. A través de las ofrendas, los indios querían entonces actuar sobre las fuerzas espirituales y obtener la clemencia de los conquistadores.
De hecho, los conquistadores al llegar al Nuevo Mundo con nuevas creencias, un nuevo Dios y una nueva fe, prohibieron todas las prácticas contrarias. Los dioses indios que exigen la sangre del mundo para existir son reemplazados por el de los españoles que es entregado en cada comunión para la salvación de toda la humanidad (Esquivel, 2006, p.69). Este contexto explica porque las civilizaciones americanas no recurrieron al sacrificio humano pese a ser común. En África, era diferente. En el momento del éxodo, las prácticas ocultas continuaron vigentes. Al dar a su propio hijo a los dioses del agua, los Ashanti Assabou querían obtener el milagroso tránsito del rio Comoé para evitar ser aniquilados por el enemigo.
Las mitologías de la Malinche y de la Reina Abla Pokou introducen en sus espacios respectivos una ruptura en el concepto de sacrificio. Al nivel de la Malinche, la ofrenda cristiana sustituye al sacrificio humano del mundo indígena de antes. En el caso de Abla pokou, aunque el sacrificio humano permanece, hay una innovación: ahora incluso un noble puede ser sacrificado. Aunque en ambos casos los dos personajes renuncian a sí mismos, como si estuvieran investidos
con una misión suprema, hay una diferencia entre el tipo y el grado de sacrificio.
La Malinche es víctima y sacrificada, y Abla Pokou, la sacrificadora. En el mito de Abla pokou, el sacrificio incluye el sacrificio humano mientras que en la Malinche, se hace todo lo posible para evitarlo. Sin embargo, a nivel de las dos mitologías, algo se ofrece a lo trascendente, con la esperanza de que se cumpla un deseo. Este acto que convoca lo profano y lo sagrado es creador.
3. El concepto de creación en las dos mitologías y su simbolismo
Al nivel de la mitología de la Malinche, la idea de creación se analiza primero como el hecho de Establecer, fundar, introducir por vez primera algo; hacerlo nacer o darle vida y luego como Hacer, por elección o nombramiento, a alguien lo que antes no era (Diccionario de la Lengua Española, 2014, p. 659)
En este primer caso, el acto de apertura es el bautismo. Con la administración de este sacramento a la Malinche es creada Doña Marina. De ese modo, nace a una nueva vida, con un nuevo nombre, una nueva espiritualidad, cultura y civilización. En este sentido, el bautismo de la Malinche fue un símbolo. Significa que los conquistadores se han adueñado de la Malinche y de su pueblo. También es la muestra del cumplimiento de la obra providencial que consiste en imponer otra lengua, otra religión y otra cultura, borra a las realidades anteriores (Grillo, 2011, p. 15).
El segundo acto de creación es el nacimiento de Martin Cortés Malintzin. Es el símbolo de la paz porque pone fin al período violento, a la conquista, funde una nueva raza y concilia lo indígena y lo español (Olsson 2007, p. 24 y González Hernández 2002, p. 162). Martín Cortés, primer mestizo mexicano, es el resultado de una violación transformada en una relación amorosa y salvadora, ya que la Malinche adueñándose de Cortés, pasa de esclava a mujer libre y a Doña.
A través de este mestizaje la Malinche o Doña Marina, la mediadora, se convierte en la conciliadora, en quien da a luz a la historia mexicana, en la fecundidad y la continuidad histórica. Si es posible que la Malinche tenga la culpa de la pérdida del imperio mexica, la compensa por su papel en la creación de una nueva raza, de modo que la destrucción se convierte en un acto creador.
Otro elemento en relación con la creatividad en la mitología de la Malinche es el hecho de llamarla con muchos nombres: Doña María, Malinalli, Malintzin, la Malinche, la Chingada, la Llorona, etc. Cada apelativo se refiere a una interpretación de la mitología. De ahí su ambivalencia como símbolo nacional: a veces traidora de la patria, otras veces madre simbólica de los mexicanos y paradigma del mestizaje.
En la mitología de la Reina Abla Pokou, el motivo del exilio es evitar una guerra fratricida. Durante su huida, es obligada a sacrificar a su hijo para lograr la salvación de su pueblo. El carácter creador y fundador de esta mitología aparece en diferentes niveles. En primer lugar, la Reina Abla Pokou sacrifica al ser más precioso de su vida en vez de tomar arbitrariamente al hijo de otra mujer.
¿Cuántos políticos están dispuestos a dar una parte de sí mismos, a renunciar a algunas de sus prerrogativas para preservar la paz o promover el desarrollo de sus naciones? El espíritu de sacrificio y auto sacrificio hicieron famosa a la Reina Abla Pokou. Así, es objeto de "uso público" en el debate político marfileño. A modo de ejemplo, en la década de 1960, el presidente HouphouËt-Boigny habló de este sacrificio para invitar a los baoulé-ayaou a sacrificar sus tierras y cultivos por la presa de Kossou en el río Bandama (Viti, 2009, p. 879, Ibitowa, 2014, pp. 83-84).
Después, está la inmolación del niño, generalmente objeto de cuidado y amor de los padres, símbolo de la esperanza, del futuro y de la continuidad de la raza. Este sacrificio marca la muerte simbólica del pueblo de origen. Se convierte en la nada. Pierde su nombre y su cultura. Nace de nuevo con otro patronímico, otra cultura y estratificación social. Lo inhabitual aquí es el holocausto de una persona que no sea esclava. Por primera vez se requiere la ofrenda de un noble. Con un sacrificio de ese tipo, Abla Pokou y su clan son nombrados con otras palabras.
Se llaman baoulé o wawolé. Wa significa en la lengua de este pueblo notable y wolé, noble de nacimiento (Allou, 2003, p. 138). La inmolación del hijo de la Reina la convierte en la madre de todos los baoulé. Si por la madre, el baoulé es noble, lo es también por el infante sacrificado.
Las mitologías de la Malinche y de la Reina Abla Pokou son sobre todo mitologías creadoras de significado. En este sentido, no solo consisten en estructurar sino también reestructurar el imaginario.
Conclusión:
Este estudio ha permitido analizar y comprender el papel desempeñado por la Malinche y la Reina Abla Pokou en la configuración de las identidades mexicanas y Baoulé. Estas dos figuras históricas, por el sacrificio hecho por su pueblo y sus acciones a favor de la paz, fueron proyectadas como mitologías fundacionales o creadoras de los pueblos respectivos. La Malinche, regalo de paz, amante de Cortés y madre del primer mestizo es hoy considerada como la madre simbólica de todos los mexicanos. Como la Malinche, la Reina Abla Pokou es la madre de todos los baoulé y un personaje clave para la comprensión de esta sociedad. La existencia de las dos mitologías refleja el deseo de estos pueblos por recuperar la memoria para una auténtica conciencia histórica. Se trata para ellos no solo de decir la mitología para encarnarlo sino también reconocer las historias recíprocas para dominar el pasado y pensar en el futuro. Como mitologías simbolizan a la vez laruptura y la continuidad de la raza a través del acto de bautismo y de mestizaje. Además del papel fundador, lo que caracteriza a la Malinche y a la Reina Abla Pokou es el sacrificio o auto-renunciación por la paz, la reconciliación y el bienestar de su pueblo.
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