Artículo
Encierro y Rebelión: dos
propuestas de educación literaria
Enclusure and Rebellion:
two teaching approaches for literary education
Claudia Gil de
la Piedra, * 0000-0001-6916-081X
*Universidad Nacional Autónoma de México. Maestra en literatura mexicana (UAM-A), estudiante del
doctorado en crítica y literatura latinoamericana en el CELA, UNAM. Profesora
de lengua extranjera en el Instituto Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de
México y en la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco. Correo
electrónico: dickens.1789@gmail.com
Resumen
Este trabajo plantea algunos desafíos
de la enseñanza literaria y la necesidad de reformular los procesos de
enseñanza-aprendizaje en esta disciplina, usando como ejemplo el libro Encierro y Rebelión: dos propuestas de
educación literaria, de Giselle Bahamondes. La obra comentada constituye una herramienta de formación para
los profesores de literatura que ilustra dos propuestas de secuencias
didácticas, tomando en cuenta la transmedialidad y el
contexto actual de los lectores jóvenes, desde un enfoque pedagógico. Este
ensayo tiene la intención de evidenciar y subrayar la importancia de la
pedagogía en la literatura, así como en los métodos de enseñanza-aprendizaje en
nuestra época actual.
Palabras clave: didáctica de la literatura,
enfoque pedagógico, enseñanza-aprendizaje, secuencia didáctica, transmedialidad.
Abstract
This paper
aims to display some of the challenges of literary teaching as well as the need
to reformulate the literatura teaching-learning
processes, using as an example the ideas stated in the book Encierro y Rebelión: dos propuestas
de educación literaria, by
Giselle Bahamaondes. The commented work comprises a training implement for literature teachers, which proposes two teaching approaches, considering transmedia and actual context of young readers, from a pedagogical approach. This paper aims to highlight the importance of pedagogy
for literature, as well as
for teaching-learning methods
in our present time.
Keywords: literary education, pedagogical approach, teaching-learning methods, teaching approach, transmedia
Recibido: 12-12-2022
Aceptado:
27-06-2023
Introducción
Resulta complicado plantear la
dificultad de la enseñanza literaria en nuestra actualidad debido a que la
lectura no es una actividad lúdica que se realice a menudo en nuestro país.
Según el INEGI, en México, “entre 2016 y 2023, el porcentaje de la población alfabeta lectora en el país ha decrecido 12.3% (pasó de
80.6% a 68.5% de este sector), pero durante el último año este descenso ha sido
el más pronunciado del último lustro”[1].
Por esta razón, resulta relevante analizar las estrategias de enseñanza en el
ámbito literario, así como las nuevas propuestas que buscan soluciones a las
principales problemáticas planteadas en el proceso de enseñanza-aprendizaje
literario.
El libro Encierro y rebelión: dos propuestas para la educación literaria (2022)
es una obra que presenta la complejidad de la creación literaria, así como sus
procesos de transmisión y recepción. Como parte de éstos últimos, la
enseñanza-aprendizaje de la literatura constituye uno de los principales
problemas planteados hoy en día para los docentes especializados en la materia.
La teórica chilena Giselle Bahamondes parte de la distancia existente entre la
lectura lúdica y la lectura obligada, planteando la dificultad de instaurar una
lectura lúdica en el ámbito académico para poder motivar a los alumnos y
promover el aprendizaje literario. El objetivo es favorecer un cambio de
perspectiva en la forma de enseñar literatura que estimule el gusto por la
lectura con la finalidad de lograr un aprendizaje significativo, útil en la
vida cotidiana y en la formación integral de los estudiantes. Para ello, la
autora presenta dos ejemplos de secuencias didácticas basadas en dos obras
clásicas de George Orwell, La rebelión en
la granja (1945) y Ana Frank, Diario
(1947).
Este libro guía está dividido en tres
partes; la primera plantea las problemáticas que se presentan al abordar la
literatura en clase, el diseño pedagógico y las necesidades de vinculación
constante con el conocimiento previo y con los intereses y objetivos de los
estudiantes. La segunda parte se enfoca en las dificultades dentro del proceso
de enseñanza-aprendizaje por parte de los docentes al escoger, delimitar y
presentar las obras literarias ante los alumnos, así como en las posibles
estrategias para lograrlo. Por último, la tercera parte presenta dos ejemplos
de secuencias didácticas, ilustrando los argumentos precedentes, apelando a la
interdisciplinariedad y a la transmedialidad.
Encierro y Rebelión: dos propuestas de
educación literaria sugiere un proceso de aproximación
que pueda vincular los intereses de los estudiantes con las lecturas propuestas
por el profesor. Sin embargo, muchos docentes se preguntan ¿qué criterios son
válidos para escoger las obras? ¿Cómo pueden determinar si una obra literaria
puede aportar realmente a un ejercicio de lectura académica? ¿Es posible
mezclar el goce estético con el rigor académico? Bahamondes intenta responder a
estas interrogantes a través de una obra que pretende establecer objetivos
claros del proceso de enseñanza, vinculándolo con la nueva normalidad y la
influencia de la tecnología. La autora subraya la importancia de la capacidad
de análisis, el aprecio de los textos literarios, la estimulación de la
escritura creativa y la adquisición de hábitos lectores que impliquen un
aprendizaje significativo y que conduzcan a la reflexión constante de los
alumnos.
Somos conscientes de que, en la
actualidad, la lectura no es un pasatiempo muy común entre los jóvenes. No
obstante, un gran acierto de Bahamondes es la observación de las dificultades
que enfrentan alumnos y profesores para abordar la lectura en las aulas. Se ha
hablado de cómo la tecnología ha cambiado los procesos de aprendizaje, de cómo
la aceleración del tiempo histórico ha deshumanizado al individuo, pero es
también necesario señalar la brecha generacional entre alumnos y profesores, la
cual parece haber aumentado después de la pandemia. Esto supone una falta de
comunicación significativa entre docentes y alumnos que, según la autora,
conlleva a la escasa atención hacia las características actuales de los jóvenes
lectores.
La autora chilena profundiza en los
errores más frecuentes de los profesores, poniendo en relieve el estudio
historicista de la literatura, el cual implica el aprendizaje memorístico sin
llegar a la comprensión del texto leído y sin establecer relaciones
intertextuales o de otra índole. Esta situación puede ser fácilmente comparada
con la enseñanza de la literatura en México y otros países latinoamericanos. La
clase de literatura se convierte en una clase de historia que no encuentra
relación con el pasado, ni con el presente, ni con el futuro de los jóvenes
lectores, puesto que este enfoque se centra en la biografía del autor y en los
acontecimientos históricos, fechas y características del periodo, en vez de
profundizar en el mensaje del texto literario. Esto se debe a que el pasado presenta
una realidad ajena, sin conexión con la historia que conocen, en un contexto
diferente y lejano, por lo general, situado en países europeos. Este enfoque no
presenta relación ni continuidad con lo leído y, en consecuencia, no se espera
nada de una pieza vieja que es incapaz de aportar o de innovar en un mundo de
tecnología y cambio acelerado, donde la memoria se desvanece ante la velocidad
de la vida.
El objetivo de este trabajo es
presentar la relevancia y repercusión de la obra de Bahamondes y, al mismo
tiempo, analizar los elementos que pueden aportar al modelo de enseñanza
literaria en México a partir de esta propuesta. Para profundizar en dichos
elementos, es necesario resaltar la importancia de los nuevos medios de
comunicación y la manera de utilizarlos en un contexto pedagógico y en un
diálogo constante con disciplinas afines para poder enmarcar una obra literaria
en el contexto actual. Cabe señalar que el uso de nuevos formatos y plataformas
para trasladar la literatura al ciberespacio es esencial en nuestra actualidad
y, de este modo, repensar la literatura en función de los nuevos procesos de
enseñanza-aprendizaje.
Esto no quiere decir que es necesario
desplazar las lecturas clásicas, sino reformular la manera en la que éstas se
plantean a los lectores jóvenes. Por lo tanto, se analizan algunas perspectivas
en torno a la propuesta de Bahamondes para poder diseñar nuevos corpus para la
enseñanza literaria y para saber cómo abordarlos de un modo lúdico y actual.
I.
La necesidad de un nuevo modo de aprendizaje literario
En un mundo de velocidad, queda poco
tiempo para la contemplación y la reflexión. Aunado a esto, la concepción
lineal del tiempo supone un obstáculo para un cambio de perspectiva ya que,
desde un planteamiento evolutivo, lo “nuevo” supera a lo “viejo”, trazando un
esquema de desarrollo y progreso donde prevalece el “avance”. Desde este punto
de vista, los clásicos se vuelven “obsoletos” y pierden su conexión con la
realidad actual. Los textos literarios fundacionales se convierten en piezas de
museo, sacralizadas por la alta cultura y démodées para los nuevos
lectores.
Para visualizar nuevas metodologías
de enseñanza literaria, es necesario precisar el valor de la literatura, así
como los objetivos esperados del proceso de aprendizaje. Cabe señalar que el
valor literario no puede ser cuantificado ni evaluado al igual que otras
disciplinas, puesto que la literatura tiene como base la subjetividad y la
percepción del entorno, los cuales son relativos y varían en función del
tiempo, el espacio, pero sobretodo, de la visión del
lector. Bahamondes señala esta necesidad de replantear la importancia y la
utilidad de la literatura como un mecanismo de motivación de la lectura.
En el libro Encierro y Rebelión: dos propuestas de educación
literaria se pone en
evidencia el tratamiento utilitarista dado a la literatura como unidad de
aprendizaje, el cual bien podría extenderse a otras disciplinas del área de las
humanidades. La autora recalca la falta de aproximación didáctica y la sustitución
de ésta por la cuantificación de una disciplina cuyos resultados y expectativas
poco tienen que ver con un resultado numérico, pues el pensamiento crítico no
puede medirse como mercancía ni los hábitos lectores pueden calcularse
numéricamente. Estos objetivos se ven realizados en la formación integral de
los estudiantes, en su manera de percibir el mundo y en la manera de dialogar
con el entorno. Aunado a esto, es pertinente resaltar que, en un aprendizaje
literario, el goce estético es un elemento fundamental, pues éste no consiste
en memorizar un libro, sino en la construcción de un pensamiento crítico en
torno a la obra y, posteriormente, de la realidad vivida. El cuestionamiento de
la realidad, la comprensión del entorno y de la naturaleza humana, así como la
expansión de la imaginación para recrear múltiples posibilidades sobre un
problema, sea individual o colectivo, constituyen los indicadores de un
verdadero aprendizaje literario.
Asimismo, Bahamondes critica la
imposición de una interpretación única dentro de las aulas, pues afirma que la
lectura es un ejercicio individual, llevado a cabo desde distintas realidades y
“cada una supone una cosmovisión distinta” (Bahamondes, 2022, p. 31). Si bien,
la formación académica supone la construcción de una visión del mundo, es
necesario el reconocimiento de diferentes perspectivas para el enriquecimiento
social y cognitivo. Existen dos procesos importantes en el ejercicio literario:
la representación y la interpretación. Si bien, el primero está dado por la
obra, a partir del segundo es que el lector o aprendiente adquiere herramientas
para poder recrear y representarse su propia realidad y, en consecuencia,
comprenderla. En suma, la interpretación forma también parte del proceso de
representación.
Por lo tanto, la interpretación no
puede ser unánime ni dictada por un canon que representa un contexto y una comunidad desconectada
del conocimiento previo del alumno. Según la propuesta didáctica de Bahamondes,
“lo que hay detrás de cada experiencia define y perfila la forma cómo se
concibe y cómo se transmite la concepción y la recepción del hecho literario”
(p. 28). Según la autora, la valoración de la trayectoria de lectura y la
implicación de ésta en los espacios de socialización es fundamental para comprender
el hecho literario. Al respecto, es asimismo fundamental para los docentes
vincular la experiencia lectora de sus alumnos con la experiencia de vida, la
cual toma como base sus horizontes de experiencia para poder identificarse de
algún modo con los paradigmas de realidad presentados y, al mismo tiempo, dar
cabida a ampliar las expectativas de la lectura. De igual manera, es
imprescindible conectar la experiencia lectora de los estudiantes con la del
profesor, quien, en el aula, funge como mediador entre el plano real y el plano
de la ficción literaria.
Como señala Bahamondes, el canon “debe ser un objeto
dinámico de revisión permanente en el contexto socioeducativo y literario” (p.
20). No es posible obviar los cambios históricos y sociales que atravesamos en
cada época o periodo de tiempo. Esto no quiere decir que las obras literarias
se centren en los hechos históricos o, por el contrario, que sean objetos
desechables o que pasen de moda, sino que, en su carácter de bienes culturales,
es preciso encontrar la pertinencia y la relevancia que el mensaje contenido
puede expresar en un contexto determinado; es decir, buscar la compatibilidad
de la obra literaria y el contexto de quien lee para establecer un canal de
comunicación.
En ese sentido, Mabel Moraña reafirma
la importancia de los bienes simbólicos o culturales como herramienta esencial
para el manejo de información y la apropiación de saberes. Sin embargo, hace
hincapié en la sincronización entre la realidad y el ciberespacio y la
necesidad de este vínculo para comprender nuestro entorno. El imaginario
desempeña un papel esencial, pues permite abrir la perspectiva hacia otras
dimensiones y vincular lo que, aparentemente, era incompatible, “ligada ya
definitivamente a la virtualidad, que constituyera su antónimo hasta hace
algunas décadas, la noción de realidad designa ahora no sólo lo permanente y
exterior al sujeto, sino también lo imaginado y lo simbólico” (Moraña, p. 125).
Los problemas que Giselle Bahamondes
hace notar en su libro también pueden identificarse en el contexto de las aulas
mexicanas; con éstos me refiero concretamente a la distancia generacional entre
alumnos y profesores, a la falta de medios tecnológicos y de obras
contemporáneas, conocidas por los estudiantes. Para hacer frente a esta
problemática, es pertinente analizar la propuesta de Bahamondes, apelando a la
crítica literaria como herramienta para enlazar el contexto actual con la
tradición literaria.
II. Balance entre la
tradición y la innovación
La interrelación es una
acción clave para la enseñanza en la actualidad. En un mundo global, en el
marco tecnológico, es imposible pensar el aprendizaje aislado. Por esta razón,
no es posible incorporar criterios o metodologías artísticos o literarios sin
asociarlos con los temas de actualidad, los objetos de estudio de los
aprendientes, y con su contexto cotidiano. Para esto, es indispensable
relacionar el conocimiento construido con las problemáticas actuales de
relevancia internacional como la multiculturalidad, los feminismos, la
discriminación y la migración. Estas acciones implican la hibridación de
conceptos, de estrategias y metodologías, apelando a nuevos formatos y medios
tecnológicos.
En este caso, la autora de Encierro y Rebelión: dos propuestas de
educación literaria, apela a mecanismos de adaptación y traducción, así
como a la necesidad de que los profesores conozcan un vasto corpus de
literatura infantil y juvenil. Esto permite vincular la vivencia y, al mismo
tiempo, observar el texto literario desde una perspectiva más actual. Sin
embargo, una observación pertinente que destaca en el argumento es el riesgo de
imponer a través de la literatura sesgos moralizantes o idealizantes como, de
acuerdo con la autora, se dejaban ver a menudo en el siglo XIX.
Cabe acotar que existen diversas
novelas decimonónicas que reflejan también los procesos educativos presentes en
su época. Algunos ejemplos se han considerado parte del Buildungsroman y destacan por
presentar una puesta en abismo del proceso formativo; es decir, el escritor que
intenta guiar a un lector dentro de una ficción que muestra a su vez, un
individuo en formación y los procesos que éste atraviesa para alcanzar una educación
integral, ética y cognitiva. Podemos citar entre éstas
Mujercitas (Louise May Alcott, 1869), Tom
Sawyer (Mark Twain, 1876) y Heidi
(Johanna Spyri, 1880). En estas novelas se observa la
representación de la escuela, su contexto y el tipo de educación existente en
este periodo, poniendo de relieve la actividad lectora y su relevancia social
en esa época.
En ese momento específico, las
novelas citadas reflejaban la educación y sus problemáticas, así como la
subjetividad de los jóvenes decimonónicos ante su formación de vida. Aprender a
leer era considerado elemental, aunque la lectura no significaba únicamente una
habilidad, sino la capacidad de adquirir, a través de ésta, nuevos
conocimientos en otras disciplinas. El conocimiento del griego y el latín, así
como de los clásicos, era esencial en la educación; sin embargo, estas
exigencias se extendieron al siglo XX sin conectarse con la nueva realidad y
los cambios socio-históricos producidos a lo largo del
nuevo siglo. En la actualidad, estas consideraciones sobre la educación
literaria no han cambiado con suficiente rapidez para poder adaptarse a nuevos
contextos.
Por supuesto, Bahamondes no prescinde
de las obras clásicas, ni considera la literatura juvenil en detrimento de
éstas, sino que propone buscar un equilibrio entre los clásicos, la literatura
juvenil y la literatura contemporánea, trazando así una secuencia entre un
pasado que evoca la tradición, un presente asociado con el disfrute y una
expectativa que permita ampliar las posibilidades de reflexión y de la
comprensión del entorno, pues con mucha precisión afirma que “el contacto con
las obras permite al lector una reflexión ética, la comprensión de su propia
cultura y la de otros, sus orígenes y también sus proyecciones” (p. 31).
Del mismo modo, la chilena muestra
ejemplos de secuencias didácticas que apelan a las nuevas tecnologías (TICs) y a nuevos formatos narrativos. Dichos formatos
permitirán a los profesores la profundización de una obra o un personaje, ya
que éstos pueden ser explorados desde diferentes representaciones (ej. Cómic,
cine, televisión, videojuego, etc.), y desde distintos enfoques. En ese
sentido, podemos observar nuevas propuestas de educación literaria desde un
enfoque transmedial.
El término “transmedialidad” fue introducido por primera vez en 1992,
por el académico Henry Jenkins. En su obra Textual Poachers:
Television Fans & Participatory
Culture, Jenkins definió la transmedialidad
como la capacidad de una historia o un personaje para trasladarse a través de
varios medios de comunicación. Si bien este término surgió en el
marco literario, ha sido usado ya en otras disciplinas, lo cual es una muestra
de la interacción disciplinaria en el modo de reformular la realidad. Julián
Woodside simplifica este término al señalar que
“transmedia alude a la práctica de contar
historias o comunicar conceptos de manera no lineal
utilizando varias plataformas mediáticas” (Woodside,
2021, p. 45); por ejemplo, un personaje de cómic que también aparece en
una película o un videojuego es transmedial, como los personajes de Avengers.
Sin embargo, Woodside también advierte que “si bien esto no es exclusivo
de los entornos digitales, su popularización tiene que ver con que dichas
herramientas han permitido crear contenidos de manera económica, además de
facilitar que el público acceda a ellos y “brinque” de uno a otro para
complementar su experiencia” (Woodside, 2021, p. 45).
Esta observación señala el cambio del entorno en relación con el ciberespacio y
la importancia de asociar las metodologías con los nuevos formatos.
Siguiendo esa noción, cabe hacer notar que observar un personaje u
obra desde una perspectiva transmedial no es la única
forma de plantear un análisis literario, sino que, actualmente, existen también
novelas transmediales, producto de la hibridación de
género, entendiendo la hibridación desde la noción formulada por Néstor García
Canclini “los procesos socio-culturales en los
que las estructuras o prácticas discretas, que existían en forma separada, se
combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas” (García, 2001,
p. 14).
Un ejemplo de estas obras es La
dimensión desconocida, escrita por Nona Fernández y publicada en Chile en
2016. En ésta se aborda el testimonio del exmilitar Andrés Valenzuela, a partir
del cual, se revela una dolorosa parte histórica y social de las víctimas de la
dictadura chilena. Fernández se vale de diferentes medios para exponer los
sucesos traumáticos, por ejemplo: la serie televisiva homónima, canciones de la
década de 1980, como “Ghost Busters”, así
como de la intertextualidad con obras literarias como Cuento de Navidad (Dickens, 1843) y “El cuervo” (Poe, 1845).
Fernández establece una relación entre las obras decimonónicas y su propia
novela, al mismo tiempo que asocia la historia narrada con nuevos formatos de
medios de comunicación actuales.
II.
Las propuestas de un corpus actual
La actualización de un corpus no se
trata de representar todos los clásicos o de rehacerlos en nuestro contexto,
forzando el argumento, ya que esto da pie a anacronismos o a una mala
comprensión del texto. Este ejercicio se trata de observar de nuevo la
representación de la naturaleza humana dentro del texto y redescubrir la
repercusión de esta representación dentro de nuestra cotidianidad. No todos los
personajes literarios tienen correspondencias en otras historias o en otros
formatos; también se puede buscar la correspondencia entre un héroe pasado y
uno contemporáneo, analizado las características que los definen y cómo
funcionan en ambos contextos, buscando puntos de encuentro y digresión.
En la tercera y última parte de Encierro y Rebelión: dos propuestas de
educación literaria, la autora presenta el trabajo de un grupo de
profesores, quienes diseñaron dos secuencias didácticas en torno a la obra de
George Orwell, La rebelión en la granja
(1945) y El diario de Ana Frank
(1947), las cuales dan origen al nombre del libro, aludiendo al encierro de Ana
Frank y a la rebelión caricaturizada por Orwell y que pueden interpretarse como
parte del ejercicio literario: la lectura como hecho individual, llevada a cabo
en el encierro; y la rebelión, no necesariamente brusca, que alude al cambio
provocado por una reflexión profunda. Sin embargo, la propuesta no sólo alude a
la manera de abordar las obras, sino a la relación que se establece con los
procesos históricos que rodean a los estudiantes y a la forma cómo la literatura
representa una herramienta de comprensión del mundo.
La necesidad de reajustar la
metodología obedece a las transformaciones sociales y culturales, como
explica Mabel Moraña, “explorar procesos de innovación e hibridación
metodológica como síntoma de los desajustes y reacomodos del trabajo
intelectual en el contexto de la globalidad” (Moraña, 2014, p. 128). Asimismo,
Moraña habla de la interdisciplina como un saber unificado, mediante el cual,
podemos intuir que las nuevas generaciones de estudiantes podrán hacer frente a
las transformaciones mundiales.
Asimismo, habrá que hacer
notar la creciente importancia de las manifestaciones de la cultura popular que
se representan en los diferentes formatos tecnológicos, personajes transmediales, publicidad, etc. Si bien la cultura popular
no es una disciplina y dista mucho de serlo, las disciplinas especializadas
están transformándose e integrando nuevas referencias a partir de los formatos transmediales. Por lo tanto, no es posible obviar el
surgimiento de una nueva intelectualidad omnívora, abierta a nuevas
perspectivas y a nuevas metodologías de enseñanza-aprendizaje, que plantea una
nueva visión de la realidad actual.
Es preciso hacer notar que
la distancia entre la alta cultura y la cultura popular es cada vez más
estrecha. Richard Peterson había planteado a inicios del siglo XXI que se
observa “un deslizamiento en la política de los grupos de élite, desde aquella
intelectualidad esnob que desdeña toda la cultura baja, vulgar o popular de
masas (…) hacia la intelectualidad omnívora que consume un amplio espectro de
formas artísticas populares, así como cultas” (Peterson, 2013). De este modo,
se introducen nuevas formas de acercamiento a las artes, más puntualmente, hablando
de las artes narrativas (literatura, cine, etc.) que apelan también al folklor
y a la cultura popular, dando origen a nuevos formatos de representación.
Las secuencias didácticas presentadas
en el libro apelan a los sentidos; es decir, a otros lenguajes como el visual y
el auditivo, valiéndose de videos, fotografías e imágenes. De este modo, los
proyectos de enseñanza adquieren un carácter de transmedialidad,
conectándose con diferentes medios de comunicación enlazados con un objetivo
común, que hacen referencia a una narrativa común.
Otra característica de las secuencias didácticas es su enfoque
interdisciplinario. Bahamondes explica la necesidad de evocar el conocimiento
previo y de poner en relación el hecho literario con la vida real y, al mismo
tiempo, con el conocimiento paralelo, el conocimiento del medio, histórico y
ético. La comprensión no puede basarse en un hecho aislado, sino en el conjunto
de relaciones que dan forma a un modo de pensar determinado. La
interdisciplinariedad[2]
permite enlazar el conocimiento literario con otras disciplinas para ampliar la
comprensión y la reflexión, piezas indispensables para el desarrollo del
pensamiento crítico.
Asimismo, la discusión favorece el diálogo y el intercambio de
ideas para la construcción de una inteligencia colectiva, entendiendo esta idea
según la noción de Henry Jenkins ““None
of us can know everything; each of us knows
something; and we can put the pieces
together if we pool our resources and
combine our skills[3]” (2006, p. 4). Por lo
tanto, el proceso de aprendizaje literario no funciona únicamente como una
transmisión de saberes, sino de una retroalimentación constante entre el
enseñante, el aprendiente y el objeto de estudio, tomando en cuenta que las
obras literarias constituyen un objeto dinámico que aporta conocimiento per se, sin necesidad de un mediador.
Como señala Giselle Bahamondes,
elaborar una secuencia didáctica es un proceso de aprendizaje en sí mismo, útil
tanto para el estudiante como para el profesor, quien es, a su vez, el eterno
aprendiente, obligado a actualizar la enseñanza en función de su realidad. Los
ejemplos presentados en este libro invitan a los docentes a experimentar el
diseño pedagógico desde una perspectiva local, basándose en sus experiencias y
en su trayectoria como lectores; invitan a explorar la literatura recién salida
de las editoriales jóvenes y a especular sobre los nuevos clásicos, a dinamizar
su experiencia docente y a crear un vínculo de empatía con los nuevos lectores.
Habrá que recordar y tener presente
que un profesor de literatura no es simplemente un mediador, tarea ya bastante
grande, sino que puede convertirse en un traductor, un adaptador, un editor, un
director de teatro, un buen comunicador y un mago del lenguaje cuya magia puede
cambiar el rumbo de los personajes de su salón de clases. La figura del maestro
y mentor ha sido crucial desde la Antigüedad clásica; podemos evocar a
Aristóteles y Séneca, mentores de grandes emperadores; a Rabelais, Erasmo y
Montaigne en el Renacimiento, y así pensar en otras épocas donde los procesos
de aprendizaje han sido esenciales para la construcción de un intercambio
social. Por esta razón, no debemos perder de vista la importancia de la
formación de profesores, así como el diálogo constante de los procesos de
enseñanza-aprendizaje, sobre todo, en una época de cambio como la nuestra.
La literatura es un arte que permite
articular el aprendizaje con la producción de nuevos discursos y las
metodologías de enseñanza y aprendizaje. Si bien, la pedagogía literaria no ha
sido muy visible en los escenarios académicos, es necesario replantear las
formas de transmitir la literatura y de la relevancia y las múltiples
aportaciones de ésta en nuestra vida diaria.
Conclusiones
Para concluir, podemos afirmar que el
quehacer literario se ha transformado en función de las nuevas tecnologías y
los nuevos medios de comunicación, ya que éstos constituyen nuevas maneras de
narrar y representar historias. Estos nuevos formatos, como los videojuegos,
las cinemáticas, películas y series permiten una experiencia narrativa distinta
donde se multiplican las posibilidades de interpretación y se estrecha la
relación entre la realidad y la ficción.
Como ejemplo de esta afirmación,
hemos analizado la obra didáctica Encierro
y Rebelión: dos propuestas de educación literaria, la cual constituye una
guía para los docentes que día con día se enfrentan con el desafío que plantea
la enseñanza literaria en un mundo tecnológico. Los nuevos retos exigen la
adaptación del lenguaje y de los mecanismos de diálogo entre enseñantes y
aprendientes. Sin embargo, este libro constituye una valiosa aportación a la
práctica docente como un intento de motivar a los profesores a no perder de
vista el objetivo de sus esfuerzos, ya que no es la literatura en sí misma lo
que debemos transmitir, sino todo el goce y el conocimiento que podemos
encontrar en torno a ésta.
Bahamondes presenta ejemplos de la
literatura universal y los relaciona con los procesos socio-históricos
que han tenido lugar en Chile. Este enfoque nos permite observar la forma de
enlazar la ficción literaria con la vida cotidiana y, de este modo, poder
comprenderla desde otra perspectiva. Cabe señalar que unos de los principales
objetivos, tanto de la obra mencionada como de este ensayo, es subrayar la
importancia de la literatura como objeto de estudio en las aulas, pues de lo
contrario, será imposible motivar a los estudiantes a la lectura. Asimismo, el
libro analizado expone desafíos de enseñanza y propone soluciones que pueden
trasladarse a nuestro contexto educativo mexicano.
El lenguaje es inherente al ser
humano, en consecuencia, la literatura significa un modo de comunicar,
cuestionar, representar, reformular y contextualizar la naturaleza humana y
todo aquello que la rodea. El balance entre la tradición literaria y las nuevas
narrativas es esencial para un estudio completo de esta disciplina, así como la
relación del contenido textual con la percepción del mundo de los lectores. La
literatura forma parte de lo cotidiano, en tanto que representación de la
realidad; por lo tanto, el enfoque pedagógico es indispensable en los estudios
literarios académicos. De este modo, se desarrolla el diseño educativo y se
forman profesores comprometidos con el quehacer literario.
En suma, es necesario hacer énfasis
en los problemas que se han mencionado respecto a la enseñanza de la literatura
y en la búsqueda de soluciones, como la actualización de formatos narrativos,
la inclusión de la literatura juvenil y popular en el corpus propuesto y en
diálogo constante entre enseñantes y aprendientes para una retroalimentación
encaminada a un mutuo aprendizaje. No debe olvidarse que, precisamente la
literatura representa un cambio de perspectiva, un nuevo horizonte de
expectativa y una visión más compleja del mundo.
Bibliografía
Bahamondes, Giselle. (2022). Encierro y Rebelión: dos propuestas de
educación literaria. Ediciones UCM. Universidad Católica del Maule.
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González Casanova, Pablo. (2004). Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política. Madrid:
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Consultado 20/03/2022.
[1] Según las fuentes INEGI citadas en El economista. Recuperado de: https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/A-la-baja-la-poblacion-lectora-en-Mexico-Inegi-20230420-0132.html (20 de abril, 2023).
[2] Conviene especificar la noción de interdisciplina que se plantea en este trabajo. De acuerdo con Pablo González Casanova, la interdisciplina implica “articular las distintas especialidades del saber para ver qué escapa al saber hegemónico que sea significativo cuando se quiere conocer algo” (González, 2017, p. 3). Esto quiere decir que la interdisciplina permite profundizar el conocimiento de una manera significativa en un contexto de mutua colaboración, para la búsqueda de un bien u objetivo común.
[3] Ninguno
de nosotros puede saberlo todo; cada uno de nosotros sabe algo; y podemos armar
las piezas si juntamos nuestros recursos y combinamos nuestras habilidades. La
traducción es mía.