Montero, Rosa.
(2013). Dictadoras. Las mujeres de los hombres más
despiadados de la historia. El libro del programa de televisión de Rosa Montero.
México: Lumen (Barcelona, Penguin Random House
Grupo Editorial, 2013).
María Eugenia Arias Gómez[1]
Orcid: https://orcid.org/0000-0001-8310-5630
Recibido: 14-09-2022
Aceptado: 4-12-2022
La reimpresión que aquí se reseña, es
una fuente histórica que incluye poco menos de 200 páginas y una buena
selección de fotos en blanco y negro. Está armada con una “Presentación” y cuatro
capítulos: 1) “Mil veces defraudadas. Las mujeres del zar rojo”; 2)
“Envenenadas. Las mujeres de Hitler”; 3) “Estrellas en el cielo raso. Las
mujeres del Duce” y 4) “´A Dios rogando y con el mazo dando´. Las mujeres de Franco”. En cada uno de ellos hay subapartados
que la autora intituló usando metáforas, nombres de las féminas que quienes trata
o frases breves que entresacó de sus líneas.
Rosa Montero Gayo, psicóloga y periodista
madrileña, ha escrito novelas, crónicas, cuentos, ensayos y, por varios,
ha sido reconocida, además premiada a nivel nacional e internacional. En “Un vertiginoso rodaje de montaña rusa”, como
denomina al texto inicial del libro, señala que: “Todo empezó cuando al productor de TV argentino
Eliseo Álvarez se le ocurrió hacer la serie Dictadoras”,
y agrega…
Hablar de algunos de los tiranos más conocidos
del siglo XX a través de la visión de sus esposas, amantes e hijas, y del lugar
que la mujer ocupaba en sus proyectos megalómanos, es poder ahondar en la
historia europea desde otra perspectiva y
ampliar la comprensión de las tragedias sociales por medio del análisis de las
tragedias domésticas. [Y] en efecto, hay una relación directa entre la pequeña
historia de la intimidad y la gran y devastadora historia de las dictaduras (Montero,
2018, p. 9).
Menciona que el rodaje duró mes y medio; que se realizó en diversos sitios
de Rusia, Alemania, España e Italia. Da crédito a Álvarez; a Carlos de Elía,
director periodístico de Artear, que
emitió los documentales en su canal Todo Noticias de Argentina; a Laura
Vera, productora ejecutiva; a Federico Merea,
camarista y Laura Casabé, camarista de apoyo. Montero
considera, además, que quienes han visto la serie, han apreciado “la belleza de
las imágenes, el rigor del montaje y la solidez de la producción” (2018, p. 12).
En relación con sus fuentes, la autora cita a
David Solar, Luis Reyes, Carlo Caranci, Paul Preston y Juan Carlos Losada; asimismo, a Tatiana Pigariova, Heike B. Görtemaker y Pasquale Chessa. Se basa en periódicos, monografías históricas,
biografías, cartas, fotografías y entrevistas que realizaron tanto ella, como
otros. Casi al final de la presentación, Rosa Montero destaca que el libro y la
serie fueron un producto colectivo, y confiesa que una de las cosas que le
gusta es: “hacer documentales, por contraposición a la soledad absoluta de la
escritura de una novela” (2018, p. 13).
Se valora la investigación de la autora que le
permitió informar sobre lo que sucedió durante la primera mitad del siglo XX en
los países antes mencionados. Montero ubicó a los cuatro tiranos y sus mujeres
en los escenarios donde las circunstancias históricas llevaron a cruentos
cambios y excesos políticos, cuando acontecieron las dos guerras mundiales —a efecto de un afán expansionista, de crisis
socioeconómicas, revoluciones y rebeliones internas, de mudanzas en los
gobiernos—. El repaso histórico del por qué se impusieron
los cuatro sistemas totalitarios, encabezados por los dictadores que analizó, dan
a Dictadoras […]. ese carácter de
fuente histórica. Todo lo anterior se agradece. Y, más aún, por haber
compartido, complementado, los rasgos conductuales de quienes examinó o
diagnosticó con su singular mirada profesional de psicóloga.
Lo más relevante en los tiranos es la megalomanía, que va de la mano con el
ansia de poder y que, claro, no son exclusivos de Stalin, Mussolini, Hitler y
Franco, sino de todo dictador, a quien se le venera y ama hasta el delirio. El
tratamiento biográfico de cada personaje hecho por Rosa Montero permite comprender a esos autócratas y
a sus féminas -como seres humanos-.
Con un lenguaje sencillo, la autora lleva a sus
lectores a través de ciertos lugares, los adentra en espacios interiores e
íntimos de los sujetos en cuestión. Y conforme ubica a los tiranos y sus
mujeres en su tiempo, los observa y destaca, además de su megalomanía, la
celotipia, la paranoia, los complejos de superioridad e inferioridad. La
respuesta de Montero a cómo se moldeó cada tirano desde su tierna edad, es
clave.
De acuerdo con ella, se considera que el abuso
de autoridad, de la fuerza física y emocional de los padres —la sevicia—, determina la estructura y la personalidad humanas. Si bien resultan
sugerentes los hallazgos de la autora española, quienes destacan como
“dictadoras” en el libro son realmente pocas. Sin duda, figura como tal Carmen
Polo de Franco.
Los detalles biográficos de los tiranos y
algunos de la retahíla de féminas que Montero trata aportan, sí, al
conocimiento histórico. Pero se reitera, lo que más enriquece al lector es esa
mirada psicológica que se cruza y penetra en las circunstancias, en el tiempo y
el espacio, que les tocó vivir a los personajes. Hay dos asuntos que aquí se
resaltan también: el hecho que Rosa nació
y creció en el franquismo. Además, la
visión -—con alcances de género—, que ella presenta sobre las mujeres sometidas
por el tirano y el sistema totalitario en sus respectivos países. Algo no
exclusivo de ayer, ni del espacio que analizó la escritora.
Resulta interesante que, al término de cada
capítulo, Montero invita implícita o explícitamente a sus lectores a
reflexionar en cómo han resurgido ideas, comportamientos; gente que quisiera
regresar al orden que otrora existió en su país; personas que caen en
prejuicios y van más allá de ellos, de los excesos racistas, clasistas, las
posiciones extremas ultraconservadoras o ultra radicales, siendo no pocos
jóvenes y adultos mayores los que así se manifiestan.
El libro, se insiste, es una fuente histórica
con un cruce sugestivo de miradas. La siguiente selección sintetiza cómo la
autora observó a los tiranos:
Todos los dictadores son igualmente
inadmisibles, pero si comparamos a los cuatro que estamos analizando, creo que
podemos advertir ciertas características peculiares en cada uno de ellos.
Mussolini era un violador, tanto de las mujeres, como metafóricamente, de las
masas; Hitler era un genocida personalmente pusilánime; Franco, un mediocre y
un beato, y Stalin, simplemente un asesino” (2018, p. 58).