Mirada crítica
Las relaciones asesor-asesorado en una tesis de posgrado: el
estado de la cuestión y la tarea del asesor de tesis
The advisor-advised
relationship in a postgraduate thesis: the state of the art and the task of the
thesis advisor
Alejandro Caamaño Tomás,* 0000-0002-0583-1650
Universidad Autónoma Metropolitana. Profesor
investigador del Departamento de Humanidades de la UAM Azcapotzalco. Licenciado
en Filología Clásica en la Universidad de Santiago de Compostela, España, y
doctor en Filología Hispánica en la Universidade da
Coruña, España. Sus líneas de investigación son educación, lectoescritura,
géneros discursivos y literatura medieval y renacentista femenina y de
matrimonio en España. Correo electrónico: janito98@hotmail.com
Resumen
El estado de la cuestión, también
conocido como estado del arte, podría considerarse como la puerta de
entrada a un trabajo de investigación. Y, aunque es verdad que la
elección de un tema de investigación debería tenerse más
propiamente como tal, la selección y evaluación de fuentes, así
como de los resultados acerca del tema planteado, que señalan el momento
inicial de la investigación en cuanto a dicho tema, tienen un valor
fundamental para el diseño ulterior del investigador y, por tanto, para la
trayectoria y el resultado final del trabajo.
Tal indagación no solo determina
los primeros pasos en la construcción del marco teórico-conceptual,
el cual delimitará las propuestas de análisis elegidas para la
investigación, sino que supondrá marcar los alcances y las
expectativas del investigador; pero, también, los límites de la
intervención del asesor de tesis en el trabajo del tesista.
Palabras
clave: tesis, género discursivo, estado de la cuestión
Abstract
The state of the question, also
known as the state of the art, could be considered as the gateway to a research
paper. And, although it is true that the choice of a research topic should be
taken more properly as such, the selection and evaluation of sources, as well
as the results on the topic raised, which indicate the initial moment of the
investigation regarding said topic, have a fundamental value for the subsequent
design of the researcher and, therefore, for the trajectory and the final result of the work.
Such inquiry not only determines
the first steps in the construction of the theoretical-conceptual framework,
which will delimit the analysis proposals chosen for the investigation, but it
will mean marking the scope and expectations of the researcher; but, also, the
limits of the thesis advisor's intervention in the thesis student's work.
Keywords: thesis, discursive genre, state of the art
Recibido:
13-09-2022
Aceptado:
23-04-2023
Introducción
La
tesis, como todos sabemos, es un género discursivo pensado para explicar un
proceso de investigación: un proceso que, en algunos casos, retoca, en otros ajusta,
pero también complementa o, incluso, modifica las informaciones adquiridas
hasta el momento en un campo del saber para que nuestra comprensión de los
fenómenos sea más completa.
Está
dirigida a medir la capacidad del estudiante para desarrollar un tema, al mismo
tiempo que sus habilidades investigadoras; esto es, evaluar su destreza para
plantear problemas y buscar las mejores soluciones, operar métodos, explorar
fuentes bibliográficas de manera sistemática. En definitiva, comprobar su
habilidad para discurrir sobre algún aspecto, más o menos extenso, de un
determinado campo del saber.
En
este camino, el alumno universitario pasa de ser un mero recolector de
información a un estudioso preparado para las actividades mencionadas. Esta
progresión es, en cierto modo, natural porque a medida que se va adquiriendo un
conocimiento en la materia y en las técnicas de investigación, el alumno podrá llegar
a mostrar un conocimiento propio y acreditado. Para esto, la premisa
fundamental es que el estudiante obtenga las competencias necesarias para
manejar el conocimiento de acuerdo con aquellas expectativas sociales del
género; porque no hay que olvidar que, como género discursivo que es, la tesis
responde no solo a una naturaleza inscrita en un ambiente de estudio, sino que
posee una esencia eminentemente social.
La
investigación debe contemplarse como un proceso dinámico en el que la búsqueda
y el cuestionamiento crítico de la información deben ser tenidos como dos de
los ejes centrales que apoyen, de manera categórica, el planteamiento de un
problema, la propuesta de investigación, la indagación y el contraste de las
pruebas obtenidas y la presentación de resultados. En definitiva, el proceso
del método científico.
Por
otro lado, la tesis tiene como finalidad expresar alguna pregunta de naturaleza
cuya respuesta tendrá propósitos eminentemente prácticos, por lo que el
conocimiento resultante de la investigación suele ser aplicado. Aunque se
podría decir que los trabajos de tesis, como nos dicen Cordero, Riera y
Villavicencio, tienen tres propósitos fundamentales:
a. Probar que el estudiante sabe trabajar e
investigar independientemente.
b. La
aplicación de conocimientos específicos de la disciplina cursada en un estudio,
investigación o proposición de una actividad, y adquiridos por el alumno.
c.
Confirmar que el estudiante domina las destrezas necesarias para comunicarse
efectivamente con la comunidad académica, científica e, incluso, laboral (Riera
y Villavicencio, 2015, p.198).
Y
es en este primer punto, en el trabajo y esfuerzo independiente del tesista, a
donde me gustaría dirigir la mirada en este artículo: en la faena que el
estudiante encara en el proceso investigador; pero, más específicamente, en
esos primeros momentos que, a mi parecer, constituyen la columna vertebral de
la investigación, y suponen la demostración de la experiencia y madurez del
tesista que redundarán en un producto final consistente. Y me refiero al
conocido como estado de la cuestión o del arte, pero no tanto desde el proceso
en sí, sino desde dos ángulos que, creo, deben ser tomados muy en cuenta, y son
los alcances y las expectativas en la elaboración del estado de la cuestión en
la relación que existe entre el tesista y su asesor, pues considero que es el
primero el que debe dar muestras de la madurez comentada, ya que la búsqueda y
valoración de información se convierten en un ejercicio básico del proceso de
exploración documental y, de manera preferente, tiene que ser responsabilidad
del mismo investigador.
Nociones sobre el estado de la cuestión
Para iniciar un proceso de
investigación, hay que tener en cuenta una serie de preguntas que son las que
orientarán al investigador acerca de lo que se ha dicho sobre el tema y cómo
este ha sido tratado; pero también le llevarán a las líneas investigadoras
utilizadas y, finalmente, a la manera en que estas han sido abordadas por los
distintos autores. Como explica de un modo claro González:
El
diseño de un proyecto de investigación supone conocimientos previos
sobre el estado de la cuestión [...] Por eso, la adecuada
información sobre los avances del quehacer científico, con respecto
al análisis e interpretación de un fenómeno o proceso
prefijado, es la base del cuestionamiento y planificación del respectivo
proceso investigativo (González,1986, p. 75).
En
efecto, en la reflexión sobre el tema elegido y la literatura sobre él
existente, el estado de la cuestión se erige como el proceso metodológico, a la
vez que teórico y epistemológico, que permite identificar varios enfoques, es
decir, las principales líneas de investigación utilizadas en las diversas
investigaciones y el contraste o la unificación de dichas corrientes de
pensamiento sobre el tema a partir de lo cual es posible abrir nuevas rutas para
la investigación.
Por
esta razón, el estado de la cuestión debe convertirse en un proceso meticuloso
que permita ir más allá de lo expuesto por otros investigadores, desde una visión
integral del campo de estudio elegido que, al mismo tiempo, habilita al tesista
para que pueda llegar a abarcar nuevos temas, pero también para que pueda
expresar, a la hora de plantear sus objetivos de investigación y su propuesta,
la tan deseada, y en muchos casos conflictiva, originalidad investigadora.
En cuanto a esto último, es necesario señalar
que la investigación, en buena parte de los casos, tampoco apunta propiamente a
un conocimiento que podríamos llamar “original”, ya que hay que reconocer que
es dificultoso llegar a definir qué es “original” y qué no lo es. A decir de Laverde-Rubio:
El
incremento del pensamiento (conocimiento), original, creativo, novedoso, es uno
de los objetivos fundamentales que se propone la investigación científica.
Pero no es conveniente exagerar, por parte de los revisores y editores, en la
búsqueda de lo extraordinariamente original, pues la historia de la
ciencia nos muestra que las contribuciones geniales sólo se dan
escasamente. Por lo tanto, la aplicación de criterios muy exigen- tes
respecto a lo original dejaría a los editores con muy pocos trabajos
aceptados para su publicación. Por otra parte, la difusión de
trabajos con aportes considerados menores o controvertidos es indispensable
para el desarrollo de la ciencia (2010, pp. 608-609).
Cuántas
veces nos preguntamos si estamos contribuyendo a algo nuevo o si lo que
plasmamos en nuestro trabajo no es “más de lo mismo”. Sin embargo, lo que es
más lógico pensar es que un saber no es totalmente original, puesto que todo
conocimiento salido de una investigación está conectado con algo previo,
incluso planteamientos ya conocidos que sirven de base para nuevas
investigaciones.
Esta
cuestión de la originalidad, que atañe directamente al investigador -y que en
muchos casos lo afecta incluso psicológicamente por la presión de conseguir la
“ansiada novedad”- está también relacionada con otro aspecto determinante para
la investigación, que es la de la consecución de una voz autorial propia:
determinar quiénes somos cuando enunciamos, como autores, es un paso de enorme
importancia en la composición de textos académicos. Como nos recuerdan de nuevo
Cordero, Riera y Villavicencio: “Si el estudiante no se siente todavía un
investigador le será muy difícil hablar desde esa posición, y más difícil será
si no comprende que se encuentra ante una nueva situación comunicativa (2015,
p.203).
Todo
esto corresponde a lo que conocemos como el establecimiento del marco teórico
necesario para el análisis posterior del problema y de la preparación de las
condiciones del autor, de la autora, con respecto a los planteamientos
iniciales de la tesis. En sentido estricto, el estado del arte debe
considerarse integrado en ese marco teórico-conceptual, aunque a veces sean
partes incorporadas en diferentes capítulos en el trabajo de tesis.
Sin
embargo, el estado del arte se constituye, no solo como los primeros pasos
necesarios en los comienzos de un trabajo de investigación, sino que, en el
conjunto de este, la revisión de la literatura adquiere unas características
fundamentales:
1.-
en primer lugar, como ya se comentó más arriba, el conocimiento no se construye
tabula rasa, es decir, desde la nada,
sino a partir de lo que ya se ha investigado, de los resultados que se han
mostrado a la comunidad y ya se han discutido;
2.-
en segundo lugar, y teniendo en cuenta esto primero, a partir de la revisión
crítica se puede observar lo que todavía no se ha dicho sobre el tema, o se ha
dicho, pero de una manera incompleta o incluso errada, lo que da pie para
trabajar en esos yerros o lagunas;
3.-
igualmente, el investigador sabe qué es lo que debe investigar; qué aspectos
son útiles para ese campo del saber y qué servirá para sus futuras
investigaciones y las de sus colegas.
Con
toda lógica, todo esto conlleva un análisis profundo de la bibliografía
existente que acercará a los investigadores a los vacíos en la temática,
siempre y cuando esta revisión sea llevada a cabo mediante una búsqueda
organizada, una selección razonada y una organización metódica y coherente del
material recogido.
El estado de la cuestión: la relación asesor-tesista
Es
en este momento cuando surgen unas cuestiones que tocan tangencialmente la
relación entre asesor(a) y tesista y que tienen relación, precisamente, con
esta búsqueda, pues en la práctica hay confusión sobre lo que realmente debe
significar este acompañamiento investigador. Es decir, qué papel juega cada una
de las partes en esa relación que comienza: en muchos casos, ni el tutor ni el tesista
tienen claro cómo debería desarrollarse ese vínculo y, por tanto, sus figuraciones
al respecto podrían no coincidir; por otro lado, también es algo bastante común
que esos límites de cooperación no queden determinantemente definidos.
De
ahí las siguientes preguntas:
¿Cuánto
debe el asesor aportar en el trabajo de investigación y de qué manera hacerlo?,
es decir, ¿dónde está el límite de su intervención?; ¿debería inmiscuirse en el
contenido o únicamente centrarse en lo que compete a los aspectos lingüísticos del texto?; ¿qué expectativas sobre
la ayuda debe tener el alumno del tutor y cuáles deberían ser los alcances de
este en la asesoría tesística en cuanto a esos primeros pasos en el estado de
la cuestión?; pero también, ¿qué debe esperar el asesor de tesis del tesista en
esta fase inicial de la investigación? Porque es cierto que los estudiantes se
han forjado sus expectativas sobre el apoyo que esperan recibir del tutor aun
antes del momento de conocer quién les asesorará.
Lo
que un asesor debe esperar del desempeño de un tesista y, por supuesto, hablo a
título personal, pero creo, por mi experiencia, que podría hacerse extensivo a
la comunidad de asesores, es lo siguiente:
-
Si el investigador debe probar que sabe
trabajar e investigar independientemente, la independencia en la elección
inicial del tema, de la finalidad de la investigación y de la propuesta o
propuestas acerca del asunto elegido deben comenzar desde el mismo estudiante. Esto
aclara lo que Cordero, Riera y Villavicencio decían acerca de que uno de los
aspectos característicos del trabajo de tesis es la comprobación de la
independencia del tesista en la investigación.
-
De ahí que estos procesos señalados, que parten
de la búsqueda y evaluación de fuentes, de la captación de información fiable
que comienza y completa el ciclo del estado del arte deben ser responsabilidad
única y exclusiva del investigador; lo que no quiere decir que las consultas a
su asesor no se produzcan: la etapa de discusión en las reuniones de tesis tiene
que, a mi parecer, producirse desde búsquedas razonadas y sustentadas por
parámetros de análisis basados en los conocimientos metodológicos que el
asesorado tiene que traer ya en su bagaje investigador en estos momentos de las
investigaciones de posgrado. Aunque es bien cierto que el apoyo con una mejor o
más adecuada metodología por parte del asesor será, en la mayoría de las
ocasiones, de gran ayuda para enfrentar dilemas en cuanto al tratamiento de la
información.
De
lo anteriormente expuesto se derivan consecuencias que traerán un beneficio
indudable al investigador:
- Primeramente,
el acopio de información veraz y eficaz para el trabajo no solo aportará la
base informativa adecuada, sino también un paso metodológico que impulsará la
confianza en sus posibilidades de elección y selección de los materiales más
adecuados; lo cual, por otro lado, reforzará positivamente la creación de la
persona autorial que debe verse reflejada a lo largo de su tesis y que
asegurará de modo firme ese paso ya comentado del estatus de estudiante al de investigador.
- En
segundo lugar, la recuperación independiente de la información contribuirá a
que el investigador pueda asumir de manera razonada una postura y que siente
las bases del punto de vista crítico tanto para la elección de las mejores
informaciones como para la utilización de las mismas con fines argumentativos.
- Si
bien es cierto que la búsqueda de información al comienzo de un trabajo de
investigación puede generar incertidumbre en el tesista, además de que conlleva
una pérdida considerable de tiempo, no es menos cierto que puede proveerle de
una muy necesaria técnica de organización del material que, a la larga, será
imprescindible para el manejo de la información, de modo especial, cuando
llegue la hora de analizar el problema.
- De
igual forma, la actuación autónoma del tesista le permitirá seleccionar el tema
con mayor precisión, ver su viabilidad y posibilidades de desarrollo.
- Asimismo,
la indagación del estado de la cuestión podría hacerle “visualizar en el
terreno práctico cómo se manifiesta el tema-problema; esto implica, por
consiguiente, una aproximación a la realidad social que enfrenta la persona
investigadora” (Yolanda Pérez Carrillo, 2020, p.10), sin mediaciones ni
interpretaciones que podrían interferir en dicha observación, incluidas las del
asesor o asesora.
- Por
último, como ya se ha comentado, un análisis exhaustivo de reflexión crítica
facilitaría la identificación de posibles vacíos temáticos a partir de los
cuales surgirán sus líneas de investigación. Dicho análisis debe ser minucioso,
sistemático y organizado para poder valorar los distintos aportes sobre la
materia con el fin de separar lo relevante de lo superfluo.
Desde
luego que el aporte de la experiencia de un asesor puede allanar el camino a la
consecución de algunos de estos beneficios. No obstante, creo que el esfuerzo
debe partir, si no completamente, casi por entero del tesista.
¿Qué debe esperar el tesista del asesor y qué debe esperar
el segundo del primero?
Considero,
como ya se comentó, que el asesor debe contribuir esencialmente al crecimiento
de la independencia del investigador(a) a través del compromiso en su trabajo: de
la asesoría metodológica; del estímulo en que profundice individuamente sus
búsquedas de información; de que analice adecuadamente los elementos que le
llevarán a apartar el material más apropiado mediante su experiencia en la
selección y evaluación de fuentes en esos primeros instantes de la
investigación, ya que debe hacerle comprender al alumno que de eso dependerá el
orden en sus lecturas, la coherente plasmación de sus ideas y de sus
comentarios en su borrador —es, en definitiva, trasladar de modo eficaz sus
habilidades de la lectura crítica de las fuentes a su trabajo de
investigación—; pero este análisis, al mismo tiempo, supondrá la señalización
del camino correcto para las futuras elecciones del material que vaya surgiendo
—es relativamente fácil que en el proceso continuo de lectura de la información
el tesista se distraiga y elija caminos erróneos, distintos al tema y objetivos
de su investigación, lo cual representará un sobresfuerzo y una pérdida de
tiempo—. Incluso, si se tercia, de ese apoyo moral y del empuje anímico que los
investigadores necesitamos, en ocasiones, llegados a un punto en que factores
externos a la investigación pueden afectarla.
También
el asesor debe aportarle seguridad, confianza en sí mismo, a que vea la
importancia y aporte de su investigación en su campo disciplinar; debe animarle
a tomar iniciativas en sus propuestas y ayudarle a ver la viabilidad de las
mismas. Y esto se puede lograr a través del contacto continuo y de la creación
de un clima de confianza en la relación asesor-asesorado(a), a veces, hay que
decir, difícil de conseguir.
¿Y
en cuanto a las expectativas del asesor con respecto al tesista? Si bien se
podría también agregar un catálogo bastante extenso, creo que, básicamente,
debe prevalecer el entusiasmo en la dinámica investigadora y el compromiso en
el trabajo y entrega de resultados. Porque sí, la entrega de resultados es una
consecuencia del esfuerzo investigador, pero igualmente una necesidad que el asesor
debe valorar y estos deben ser, en su caso, corregidos o encauzados. Recordemos
que la presentación final de resultados no solo es una exigencia lógica del
posgrado al que ha accedido, sino que también es una de las razones de ser de
los trabajos de investigación.
Los
alcances de la investigación, por consiguiente, tendrían una consecución
exitosa en función tanto de la relación del asesor/asesora con el
investigador/investigadora como de la implicación de ambos, pero,
fundamentalmente, del esfuerzo individual del investigador(a) en esos momentos
iniciales de la tesis.
Digamos
que el miedo o la ignorancia de lo que se debe consultar y analizar no deben
impedir esa obligación de la búsqueda, pues las primeras valoraciones del
material obtenido deben pasar, forzosamente, por el filtro del investigador. Es
ahí donde nace, como ya se expuso, el comienzo del trabajo, pero también la
fortaleza que le acompañará en las etapas sucesivas de su tesis y en futuros
proyectos.
Bibliografía
González González,
J. (1986). El proceso investigativo. San José, Costa Rica:
Editorial Alma Máter.
Hemerografía
Cordero
G., Riera G., y Villavicencio M. (2015). Los géneros académicos en la
universidad: la tesis como la escritura de la investigación. Revista Pucara, (26), 193-220.
Recuperado de https://publicaciones.ucuenca.edu.ec/ojs/index.php/pucara/article/download/2601/1673/7469
Laverde-Rubio, E. (2010). El concepto de
“original”. Revista Colombiana de Psiquiatría, Asociación Colombiana de
Psiquiatría, 39, (3), 601-609. Recuperado de
https://www.redalyc.org/pdf/806/80619187011.pdf
Pérez
Carrillo, Y. (2020). ¿Qué es el estado de la cuestión en un proceso de
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Sociología de la Universidad Nacional, Costa Rica) Repertorio americano, Segunda Nueva Época, (30) 1-24. Recuperado de
https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/repertorio/article/download/15500/21702
* Profesor investigador del Departamento
de Humanidades, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco.