El totalitarismo acaba con la primavera: lectura
transdisciplinar de La insoportable levedad del ser
Totalitarianism
Ends with Spring: Transdisciplinary Reading of The Unbearable Lightness of
Being
Paula Nathalia Correal Torres[1]
Orcid: https://orcid.org/0000-0003-4114-0280
Recibido:
23-03-2022
Aceptado:
23-09-2022
Resumen:
Se
analiza el vínculo entre literatura y derecho a partir de la obra de Milan Kundera,
La insoportable levedad del ser. Se estudian los postulados del autor
sobre el totalitarismo y la Primavera de Praga a través de una mirada crítica
sobre el papel del arte frente a estos fenómenos y la pretensión de dominación
de las manifestaciones artísticas en estos contextos sociohistóricos. Asimismo,
se nutre la aproximación teórica con el contexto vivencial de Kundera y su
férrea oposición a la reducción política de todas las cuestiones del mundo
cotidiano y artístico. La defensa de la literatura como forma de expresión
libre y manifestación cultural permite desentrañar algunos rasgos identitarios
del autor y el eco de estos en su obra.
Palabras
clave: Totalitarismo, La insoportable levedad del ser, Kitsch, Primavera
de Praga.
Abstract:
The link between literature
and law is analyzed from the work of Milan Kundera, The Unbearable Lightness
of Being. The author’s postulates on totalitarianism and the Prague Spring
are studied through a critical look at the role of art in the face of these
phenomena and the claim of domination of artistic manifestations in these
socio-historical contexts. Likewise, it nourishes the theoretical approach with
the experiential context of Kundera and its strong opposition to the political
reduction of all the issues of the daily and artistic world. The defense of
literature as a form of free expression and cultural manifestation allows
unraveling some identity traits of the author and the echo of these in his
work.
Keywords: Totalitarianism, The
Unbearable Lightness of Being, Kitsch, Prague Spring.
Sumario:
Acercamiento preliminar. I- Kundera: del contexto al texto. II- Destino checo: El
kitsch, ocupación y embriaguez de odio. III- Consideraciones finales. IV- Bibliografía.
Acercamiento
preliminar
La
insoportable levedad del ser es una novela que logra
relatar la Primavera de Praga y la ocupación rusa en diferentes dimensiones y
perspectivas, atendiendo a las particularidades de los personajes creados por
Kundera. Personajes que como bien lo señala surgen “de una situación, una
frase, una metáfora en la que está depositada, como dentro de una nuez, una
posibilidad humana fundamental que el autor cree que nadie ha descubierto aún o
sobre la que nadie ha dicho aún nada esencial” (Kundera, 1984, p. 97). Esta
declaración conmina al lector a seguir los impulsos y circunstancias que llevan
a cada personaje por diversos caminos, para enfrentar la ocupación rusa y a su
vez entrever las posibilidades que el mismo autor imaginó para sí mismo.
La
Novela en cuestión, al ser una obra literaria, “es una obra de arte, por cuanto
se caracteriza por la maravilla del enigma y por su inquietante originalidad,
que son capaces de suspender las evidencias, alejar lo que es dado, disolver
las certezas y romper con las convenciones” (Karam y Magalhães, 2009,
p. 168). Esto se refleja en el texto en
cuestión y en las demás obras de Kundera a partir de cuestionamientos
religiosos, políticos, sociales e incluso de aquellas cuestiones propias del
deseo del ser humano. Estos cuestionamientos permiten pluralidad de acercamientos
a la obra e integraciones múltiples.
La
interpretación que surge en el presente escrito se enmarca en la relación
simbiótica[2] entre derecho y literatura.
A través de una mirada crítica que posibilita el cuestionamiento de fenómenos
como el totalitarismo y el papel del arte y la comunicación en la puesta en
marcha de la legalidad. Sin embargo, es necesario aclarar que la interpretación
que se presenta de la obra de Kundera responde a una de sus aristas y no a la totalidad
de sus posibles integraciones. Además, la obra cuenta con cierta cercanía
histórica que permite ampliar el significado del texto hacia los fenómenos de
la época e integrar nuevas formas de aproximación.
Frente
a la importancia de la cercanía histórica de la obra con la Primavera de Praga
y la ocupación rusa, es importante señalar que no se limita a un relato de
acontecimientos pasados, sino que expande la crítica a ciertos fenómenos más
allá de la temporalidad a la cual se refiere la trama. Se resalta en este punto
el carácter intemporal de las obras literarias, como indica Gadamer:
[…]
se puede preguntar incluso si la peculiar actualidad de la obra de arte no
consiste justamente en estar ilimitadamente abierta a nuevas integraciones.
Piense lo que piense el creador de una obra o, en su caso, el público de su
época, el auténtico ser de su obra es lo que ella misma alcanza a decir, y esto
sobrepasa por principio cualquier limitación histórica. En este sentido la obra
de arte posee un presente intemporal. Pero esto no significa que no plantee una
tarea de comprensión y que no se puede hallar en la obra su potencialidad
histórica (Gadamer, 1996, p. 5).
De
esta manera, el acercamiento que se realiza a La insoportable levedad del
ser” responde a la creación de conexiones entre las perspectivas que ofrece
esta pieza literaria y el andamiaje jurídico. Las manifestaciones artísticas,
especialmente las literarias se constituyen como formas de resistencia contra
los abusos del poder, del mismo derecho y las vulneraciones de las libertades
básicas de los individuos. Las obras literarias se convierten en espacios de
denuncia. Incluso desde la clandestinidad y la censura, cuestionan los
regímenes totalitarios y opresivos. Es el caso de Kundera que, a pesar de los
ataques en su contra, la prohibición de sus textos y la relegación hacia
trabajos alejados de la literatura, como otros tantos escritores y artistas,
continuó con la férrea defensa del arte en sus formas libres y emancipadas de
la política.
I-
Kundera: del contexto al texto
“...el
hombre tiene que defender su originalidad,
su individualismo, su razón, tiene que
defender la
riqueza
de la vida que cada vez se volverá más llana,
la política el pensamiento político,
ideológico allana
la
vida; es decir subordinar la literatura a un programa
político es la capitulación más grande que se
puede
imaginar.” Milan Kundera- 1980.
Al
crecer en un ambiente vanguardista y musical, influenciado principalmente por
su padre -un gran pianista- Milan Kundera incursionó en ambientes artísticos
desde la música (como pianista) y el cine (dictando clases en medio del
movimiento del nuevo realismo cinematográfico), hasta la escritura, iniciando
como poeta y desarrollándose como novelista.
La
marcada tendencia hacia el arte en sus diferentes formas hace que al escribir
sus novelas se incorporen elementos propios de otras manifestaciones
artísticas. El mismo autor en la entrevista, realizada por Soler Serrano en
1980, resalta el vínculo entre los principios de la música y su obra,
especialmente en lo referente a la escuela de la forma. En primer lugar,
relaciona el contraste de los tiempos y de los ritmos aplicados a la
temporalidad del capitulado en la novela, considerando imprescindible el cambio
del estilo de relato de la lentitud a la rapidez. El segundo aspecto que
relaciona es la necesidad de encontrar un motivo y completarlo con una especie
de contrapunto, para crear los acordes emotivos, es decir, “dosificar las
emociones o impresiones emotivas, esto es el eco de la música” (Kundera, 1980).
En
su acercamiento a la poesía y su posterior retiro del género, se observa la
posición de desencanto que ocasiona el estalinismo, en la poesía y la relación
con la virtud del ser humano. Este aspecto despierta en el autor un interés por
la antropología y los cuestionamientos respecto del ser humano, la virtud y el
entusiasmo que guían la forma de enfrentarse a la vida. A partir del trágico
caso del surrealista checo Závis Kalandra, condenado a la horca por supuesto
espionaje y la negativa de ayuda de parte de su colega y amigo francés Paul Éluard,
al considerarlo enemigo del pueblo, Kundera profundiza en la ambivalencia que
existe entre el entusiasmo poético y la crueldad. Ésta última sello del estalinismo,
considerado por el autor como cruel y lírico a la vez, que le produjo una
sensación de desprecio hacia la poesía.
La
obra de Milan Kundera refleja el concepto del autor sobre el arte de novelar,
en razón a que existe una correspondencia entre el espíritu irónico que observa
el mundo desde cierta distancia y a su vez logra verse a sí mismo. La ironía y
la risa atraviesan sus textos y reflejan el conflicto presente entre el sentido
del humor y el mundo de la política como escenario serio. El autor es reacio a
la literatura narcisista, pues considera que esta no tiene nada que expresar; sostiene
que la influencia de la literatura en la vida social debe seguir la máxima de
conservar su independencia, su total autonomía contra la tendencia de
politización que amenaza al mundo.
Así,
se logra comprender incipientemente la intencionalidad del autor en cada una de
sus obras y su postura dentro del arte y fuera de la política: “hoy en día todo
el mundo está dispuesto a reducir todas las cuestiones a su esencia política y
a mí me parece una tontería” (Kundera, 1980). Precisamente la reducción
política, de toda acción artística o cotidiana del hombre, hizo que el autor
enfrentara la expulsión del partido comunista checo y de la universidad en la
cual se encontraba vinculado. Esto ocurrió por el discurso que pronunció en el Cuarto
Congreso de Escritores checos en mayo de 1967, dado que se consideraba
inspirador de la contrarrevolución. A pesar de que Kundera ha defendido su
discurso alejándolo de fines políticos y acercándolo a la defensa de la
cultura, las libertades elementales de la literatura contra la censura y la
presión ideológica, su defensa se convirtió en algo indeseable, peligroso y
especialmente contrarrevolucionario.
Su
condición de paria, posterior a su expulsión, lejos de quebrantar su espíritu
independiente, le permitió explorar trabajos de obrero y músico de jazz, lo
cual resultó una paradoja, ya que encontró otra forma de libertad, apartado de
las presiones. Es por toda aquella carga vivencial que se niega a ser
encasillado como disidente del régimen, rechazando toda manifestación
discursiva que comprometa políticamente su literatura. Cuando la ocupación le
obligó a vivir modestamente, al perder su trabajo y tener que enfrentar los
días difíciles junto a su esposa (por las emisiones clandestinas que ella
realizó y por las cuales fue expulsada de la televisión), su producción
literaria aumentó, con obras como La vida está en otra parte y El vals
del adiós, mostrando una lealtad inquebrantable hacia la literatura y la
defensa de la cultura.
El
autor destacó el papel de la cultura como herramienta de ubicación de las
pequeñas naciones en el mundo. En concordancia con este planteamiento,
relacionó la Primavera de Praga con la lucha contra una ideología extranjera
que oprimía al pueblo, un comunismo que les era extraño y la masacre cultural
que aconteció con la ocupación rusa. La transformación de su país que negó la
posibilidad de occidentalizar el socialismo y lo ubico en la cultura del Este,
hace que inicie un proceso de olvido cultural. Este olvido responde a labor de
[…]
centenares de científicos que empiezan a borrar la memoria del pueblo, es
decir, se empieza a eliminar la cultura, ya que es en la cultura donde se
guarda una continuidad histórica de un país o de un pueblo, la Primavera de Praga
pretendía salvaguardar esa identidad y cultura checa (Kundera, 1980).-
La
lucha del artista contra la censura que inició Stalin en 1926 con la consigna
“socialismo en un solo país”, que rechazó toda creación artística y cultural
que escapaba al realismo soviético, dio lugar al despliegue literario que, en
palabras de Carlos Fuentes, respondía a la “cuestión de nuestro tiempo [que]
posee una resonancia trágica, que se dirime en la esencia de nuestra libertad”
(Fuentes, 1979). Además, se puede extender lo dicho por Dominique Fernández, al
referirse a la novela La vida está en otra parte, a obras como la broma y
La insoportable levedad del ser, cuando afirma que el texto:
[…]
sin duda tiene como punto de partida la Primavera de Praga, pero cuyo canto
amargo y sarcástico se eleva como una lamentación corrosivamente viril sobre
todas las primaveras difuntas del mundo, sobre todo las revoluciones abortadas,
sobre la primavera parisiense de mayo de 1968 y también, más genéricamente,
sobre la primavera universal que inflama el ánimo de los jóvenes bajo el nombre
de fe, de fervor o de idealismo antes de perecer en los compromisos de la edad
adulta. (Fernández, 2011)
La
novela La broma se publicó en 1968, en plena Primavera de Praga,
sacudiendo y desgarrando las conciencias de los intelectuales marxistas de
occidente. La historia del estudiante universitario que fue condenado a
trabajos forzados en una mina, por una inocente broma realizada a su novia (ferviente
militante del Partido Comunista), refleja la realidad colonizadora en pequeñas
naciones como Checoslovaquia. De igual manera, hace que las injusticias que
presenció el autor en su cotidianidad sean llevadas a los textos con la ironía
que lo caracteriza.
La
vida está en otra parte es la historia de un poeta entregado
completamente al régimen y a la poesía, que encuentra en la revolución la
muestra máxima de virilidad. Esta historia pone a la vista la el totalitarismo,
que resulta al tiempo infierno y paraíso. La imposibilidad de escindir al
individuo fundido en la historia para que reaccione a la crueldad de la
realidad, al socialismo con rostro humano (que no logra llegar a la praxis
cotidiana) y a la crueldad del régimen, demuestra que la idea de gozo que se
imprime desde la ideología se une a la psique del individuo y no lo abandona.
La
insoportable levedad del ser, novela publicada en
1984, se convirtió en una pieza central para comprender la experiencia personal
e histórica de Milan Kundera frente a la ocupación rusa en su natal
Checoslovaquia. La vida del autor y sed de defensa de la literatura, en su
forma más autónoma, hace de la obra una ventana al pasado y a su vez una
invitación a futuro para la defensa de la libertad artística en todas sus
formas.
El
autor consideró la ocupación rusa uno de los traumas de la vida de toda la
nación, pues desde que entró al país el primer tanque ruso se sintió
colectivamente el cambio hacia un acontecimiento fatal, que efectivamente
cambió el destino del país porque el trauma se produjo en el encuentro con algo
extraño y ajeno a la nación. El desplazamiento de Checoslovaquia de su esfera
natural hacia una cultura extraña y la amenaza a la identidad nacional cobra
vida dentro del texto. Especialmente cuando Teresa y Tomás desconocen el balneario
al cual fueron años atrás, antes de la ocupación, “Y así, de pronto, un
balneario checo se convirtió en una especie de pequeña Rusia imaginaria y
Teresa se encontró con que el pasado que había venido a buscar le había sido
confiscado” (Kundera, 1984, p. 73).
El
autor como testigo de la voluntad de libertad de su pueblo plasmó en sus
novelas diferentes formas de afrontar el totalitarismo y concluyó, desde su
papel de novelista que “la única forma en que un escritor, un novelista, un
pintor puede luchar contra el destino, que se aplasta sobre su país, es seguir
creando valores. Tiene que intentar hacer que estos valores sean
insustituibles” (Kundera, 1980).
II-
Destino checo: El kitsch, ocupación
y embriaguez de odio
“afloat,
it is all the same, stumblingly i write,
anyhow, not looking to see if there are
tracks,
not remembering the biting rain, that farewell
bracelets
will close over white wrists with a snap”
Natalya
Gorbanevskaya- 1977.
En
la carta navideña Destino checo, publicada por Kundera en 1968, se
destaca la importancia histórica y política que tuvo la Primavera de Praga,
como un intento de transformar el socialismo impuesto desde el exterior e
imprimir en este una nueva política checoslovaca. Se podría pensar en esta
manifestación de soberanía del pueblo checo, como una potencia destituyente,
capturada por el poder constituyente (Agamben, 2017, p. 476), en la medida
en que fue “neutralizada, de modo de asegurar que [...] no pueda dirigirse
contra el poder o el orden jurídico como tal” (Agamben, 2017, p. 486). No se
trató de una rebelión o revolución contra el poder establecido sino un medio
puro y no violento que buscó liberar las potencialidades del socialismo y
occidentalizarlas.
En
La insoportable levedad del ser se menciona el papel de Alexander
Dubček y las reacciones que su liderazgo despertó en los checos. Desde la
simpatía ante la posibilidad de obtener derechos y libertades adicionales
(libertad de expresión, de desplazamiento, de prensa), la descentralización
económica y democratización del país, hasta la decepción por su debilidad (“Le
echaban en cara el compromiso que él había tolerado, se sentían humillados por
su humillación y su debilidad les ofendía (Kundera, 1984, p. 34)”) y la
posterior comprensión de su condición y de las circunstancias que lo obligaron
a ceder.
La
ocupación de los soviéticos en la obra de Kundera se enmarca en diversas
manifestaciones de poder. La fuerza, para obtener la obediencia, se refleja en
la imposibilidad de Dubček de elegir cualquier otra opción frente a la
dominación rusa, es decir, es despojado de su capacidad de decisión y reducido
a la pasividad obediente (Lukes, 2007, p. 11).
En
cuanto a la coerción, se puede concluir que permea todo el proceso de
dominación, con ejemplos en el texto como las constantes amenazas de privación
de la libertad, de condenas a muerte y degradación profesional. En específico
se refleja en el miedo constante que tenía la población checa de ser
descubiertos desobedeciendo al régimen, incluso en aspectos tan personales como
la religión. Al respecto, Kundera señala sobre la inasistencia a misa de la
mayoría de la población: “Los únicos que estaban sentados en los bancos eran
los viejos y las viejas, porque ésos no le temían al régimen. Sólo le temían a
la muerte” (Kundera, 1984, p. 50).
Un
aspecto de la fuerza que se logra percibir en la obra es la obediencia causada
por carencia de “conocimiento sobre la procedencia o la naturaleza exacta de lo
que se le pide” (Lukes, 2007, p. 11), es decir, la manipulación que alegaban
los líderes socialistas y su desconocimiento de la realidad del régimen.
Situación que despierta la inquietud sobre la exención de responsabilidad ante
la manipulación de quien sucumbe al poder. En la obra el autor refiere este
despertar de la manipulación afirmando:
Ccuando
los crímenes del país llamado Unión Soviética se hicieron demasiado
escandalosos, las personas de izquierdas se encontraron con dos posibilidades:
escupir sobre lo que hasta entonces había sido su vida o (con mayores o menores
titubeos) incluir la Unión Soviética entre los obstáculos de la Gran Marcha y
seguir andando. (Kundera, 1984, p. 114).
Asimismo,
la relación entre el control y la manipulación de los individuos se dio en
escenarios de control de pensamientos y deseos, al influir “en las necesidades
genuinas, modelándolas o determinándolas” (Kundera, 1984, p. 19). Es el caso de
Tomás ante la influencia del funcionario del ministerio, cuando intenta
convencerlo de firmar la retractación de su artículo sobre Edipo rey, al
pretender estar de su lado, insinuando velar por sus intereses y capacidades
como cirujano.
En
el espacio de la disciplina se coloca la situación descrita, puesto que por
este mecanismo de poder se llega a “controlar en el cuerpo social hasta los
elementos más tenues, y por éstos alcanzamos los átomos sociales mismos, es
decir los individuos” (Foucault, 1999, p. 143). La individualización del poder
en el caso del régimen soviético no obedece tanto a la intensificación del
rendimiento de los individuos, se dirige principalmente al control total, a la
vigilancia continua de opositores y a la eliminación de espacios de
resistencia.
En
el texto, se encuentran pluralidad de ejemplificaciones de situaciones de
control de esferas públicas y privadas, como la manifestación del sujeto calvo
hacia Teresa, la cual implica un control sobre los espacios laborales de la
población: “Usted no me va a decir a mí lo que tengo que hacer. Puede estar muy
contenta de que nosotros la dejemos seguir aquí detrás de esta barra.”
(Kundera, 1984, p. 72), o la prohibición de la congregación religiosa. De igual
manera, se destaca esa invasión en la vida de los individuos con la descripción
del poder del régimen realizada por el ex embajador de Viena. Esta descripción
concuerda con la versión del Estado de Lefort pues es una instancia “destinada
a tomar a su cargo todos los aspectos de la vida social, desde la producción
hasta la higiene o las recreaciones; poder tutelar, minucioso, reglamentarios,
decía también Tocqueville, que vela sobre los individuos desde la infancia
hasta la muerte” (Lefort, 1990, p. 192)
La
aceptación del orden imperante en el país llegó a consolidar acciones que
impidieran la coerción manifiesta, incluso ante la inactividad del poder, como
el caso de la autocensura de los medios de información y de los artistas. Si se
piensa en las pinturas ocultas de Sabina, se puede llegar a dos conclusiones,
la primera es que sucumbió a la autocensura al ocultar las pinturas prohibidas
por el régimen bajo pinturas permitidas y la segunda opción es que al mantener
una especie de engaño se configuraba una manifestación de resistencia al poder.
Los
márgenes de libertad de acción o incluso de inacción en un sistema totalitario
son ínfimos, pero “aun el esclavo encadenado es libre, pues siempre tiene la
elección entre la muerte y la obediencia […] el señor pierde el poder en el
momento en que el esclavo le niega toda obediencia” (Han, 2017, pp. 156-157).
Esta negación como espacio de resistencia al poder se refleja tanto en la
decisión de Tomás, quien niega la obediencia en la retractación y se decide por
la degradación laboral; como en la vida de Kundera, quien prefiere su condición
de paria antes que obedecer al régimen, encontrando ambos cierta forma de libertad.
La
reducción de la libertad no solo se implementó por la fuerza y la violencia,
también se intentó por medio del desplazamiento cultural, es decir, la
formación de una nueva cultura nacional y homogénea. Se pretendió conseguir la
lealtad de la masa y por ese camino su dominio. Este aspecto aterroriza al
autor, en la medida en que su actuar refleja la sed de defensa de la cultura
checa y, en su obra, representa el miedo al dominio, a través de símbolos como
el terror que siente Teresa ante la homogenización de su cuerpo con el de otras
mujeres.
La
dominación por la costumbre se extrae del contexto del autor y se incorpora en
la obra, a partir de la estrategia rusa de la paciencia y la espera. Del juicio
de los disidentes cuya intención solo fue hacer respetar las leyes y la
constitución del país, se crea en el texto la persecución de los intelectuales
que deciden firmar la solicitud de liberación de los presos políticos. Este movimiento
de resistencia liderado por el redactor del semanario de la Unión de Escritores
contó con la lenta espera de los soviéticos, que buscaba acabar con todas las
resistencias activas del país y lograr una colonización total, como en efecto
se reflejó en la historia checa por un largo tiempo.
Las
diversas posturas de los personajes de la obra frente al fenómeno que vivieron
muestran que si bien los checos no tenían ese heroísmo romántico, que se
logra ver en Franz (suizo), si poseen “la sobriedad intelectual, el sentido del
humor y espíritu crítico con
el que esta nación se ve a sí misma” (Kundera, 1968, par.
10).
La
variación en los personajes, dependiendo de su carácter, devela la visión del
autor sobre el porvenir checo. Se atiende a la preservación cultural pese a la
migración y la muerte, como única forma de resistir la invasión y de finalmente
marcar el destino de la patria, su soberanía. El odio que embriaga a los
individuos se transforma, desde el inicio del texto hasta el final, pues cuando
inicia la ocupación los individuos protestan, se manifiestan, defienden sus
espacios de libertad, pero muta ante la realidad aplastante del régimen y la
violencia creciente hacia los detractores. Se transforma ese odio en pequeños
espacios de resistencia, en decisiones a la vista minúsculas pero cargadas de
sentido libertario, en autocensura, apariencias de resignación y degradación
laboral.
El
desenvolvimiento de la población checa, durante la ocupación, plantea el
cuestionamiento sobre la unión de los miembros de una nación. Se marca el
camino hacia el análisis de elementos como la cultura, el territorio, la música
y los grandes personajes, presentes en tiempos de independencia y soberanía
nacionales. No obstante, también lleva al territorio de la crisis, de la dominación,
en el cual entran en estudio elementos como la migración, la derrota y los
reproches mutuos.
Al hablar del
kitsch, como aquello que “elimina de su punto de vista todo lo que en la
existencia humana es esencialmente inaceptable” (Kundera, 1984, p. 109), surge
la vinculación que esboza el autor con el totalitarismo. Este fenómeno se
aborda a partir del arquetipo psicológico que lo conforma, en razón a la
fascinación antropológica que tiene el autor por la manera como estos regímenes
resultan atractivos para los individuos en el inicio y después los desilusionan
cuando la realidad sale a la luz.
El hecho de que
estos regímenes resulten sostenidos por la misma población da cuenta del poder
que ejercen en la psique de los individuos, puesto que “realizan una ilusión
muy humana, un sueño de la sociedad armoniosa en la que todo el mundo está
unido por la misma voluntad, en que no hay frontera entre la vida privada y la
vida pública” (Kundera, 1980).
El espejismo que
ofrece el régimen totalitario de un paraíso homogéneo en el que prima una
mismidad, genera una predisposición de los individuos
A todas las ideologías porque éstas
explican los hechos como simples ejemplos de leyes y eliminan las coincidencias
inventando una omnipotencia que lo abarca todo y de la que se cree que se halla
en la raíz de cualquier accidente. La propaganda totalitaria medra en esta
huida de la realidad a la ficción, de la coincidencia a la consistencia.
(Arendt, 1998, p. 287).
La información
dentro de este fenómeno totalitario es un recurso sumamente valioso, dada la
capacidad de usarse contra el régimen o en favor de este. La propaganda como
indica Arendt distorsionaba la realidad para ocultar del panorama internacional
la realidad checa y a la vez conseguir la dominación, al censurar toda
información que denote resistencia.
El rol de los
medios de información es central, en la medida en que Kundera no solo pretende
la defensa de la libertad de expresión y de prensa, sino que resalta en el
texto la trascendencia de contar con información real e independiente del
régimen.
En palabras de
Byung- Chul Han,
Los
medios pueden ser confiscados por acciones de la estrategia del poder, pero
también pueden repercutir sobre el orden de poder, desestabilizándolo.
Precisamente por este motivo el poder totalitario trata de ocupar los espacios
mediales. Y no cabe pensar la formación de una opinión pública separada del desarrollo
de los medios de información. (Han, 2017, p. 123).
La influencia que
tiene una emisión televisiva, radial o un medio impreso puede llegar a romper
el atrio formado alrededor del poder, acercando al régimen a la opinión pública
(Han, 2017, pp. 121 -122) y dotando a la resistencia de herramientas
importantes para continuar con los procesos políticos, además de obtener
visibilidad internacional. Este último aspecto, fungió en el texto como
motivación de Teresa para vender a medios internacionales las fotografías de la
ocupación y las manifestaciones de resistencia del pueblo checo. Sin embargo,
Teresa subestimó el alcance del régimen y su capacidad de usar a su favor una
de las pocas herramientas de resistencia, la información.
Como
comentario final de la condición de dominación, se encuentra la discriminación
producida por el reacondicionamiento de los indicadores de certeza: indicadores
de la división social. Lefort afirma que esta “implica a la vez la afirmación
del reconocimiento mutuo de los semejantes y el sometimiento, a los
detentadores del poder, de los que están desprovistos de él” (Lefort, 1990, p.
191). El reconocimiento de la condición de dominados se refleja en el texto de
Kundera a partir de la experiencia de Teresa, en su temor de ser exhibida por
su encuentro sexual con el supuesto ingeniero, reduciéndola a una posición de
inferioridad frente al poder omnipresente del régimen. O en el caso de Tomás,
el intento de dominación a través de la identidad y el reconocimiento no deseado,
puesto que al ensalzar sus dotes como médico pretendían incluirlo entre los
simpatizantes del régimen.
III-
Consideraciones finales
La lectura de las obras de Milan Kundera en
una aproximación transdisciplinar que vincula la literatura con algunos
aspectos del Derecho, como el análisis del totalitarismo, la legalidad de las
ocupaciones, la dominación y la pérdida de soberanía de los Estados, permite observar
y describir el rol del arte como forma clara de resistencia al poder. Los
elementos identitarios y contextuales del autor aportan al análisis diversas
perspectivas que ubican al artista como objetivo de dominación primario en el
caso de los regímenes totalitarios, pues sus manifestaciones artísticas logran
desestabilizar la pretendida homogenización de las conciencias y la identidad
de los individuos dominados.
La
insoportable levedad del ser como centro del análisis,
complementado por otras obras de Kundera, se erige como ejemplificador de las
diversas visiones que acompañan al recuento histórico de la ocupación rusa y de
las formas de resistencia del pueblo checoslovaco. La obra literaria funge como
faro que aporta luz ante el olvido de estos fenómenos socio-jurídicos y permite
el recuento de la historia desde una perspectiva artística y disruptiva desde
la visión del autor para potencializar el papel del arte como resistencia al
poder y como último resquicio de libertad, tanto para el autor como para el
lector.
La
descripción de las diversas formas de censura y autocensura resalta la
importancia de defender el arte y sus diferentes manifestaciones desde el
terreno jurídico, para establecer una esfera de protección de las libertades
básicas de los individuos en contextos de dominación ideológica. Pero también
permite la reflexión desde elementos como la sátira, la risa y el drama de
fenómenos contra derecho que son avalados por el poder (económico- militar) y
que deben ser observados bajo el crisol de la justicia y el respeto por la
libertad de los individuos.
El
arte como frontera de respeto hacia la identidad de los individuos y algunas
colectividades debe ser infranqueable, ante prohibiciones pretendidamente
jurídicas con bases de dominación ideológico-cultural que buscan permear todos
los aspectos de la vida pública y privada. El rol del arte como resistencia al
poder y como potencialidad performativa, en contextos de dominación, debe
encontrarse salvaguardado de la desviación de lo jurídico o de la corrupción
del derecho ante fenómenos como el totalitarismo, que pretende acabar con las
primaveras del arte.
IV-
Bibliografía.
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uso de los cuerpos. Homo sacer, IV, 2, traducción de Rodrigo Molina-
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