El género fantástico como trasgresión: La
representación de la madre en el cuento “Conservas” de Samanta Schweblin
The Fantastic Genre as
a Trasgression: The Representation of the Mother in the Short Story “Conservas”
by Samanta Schweblin
Karina
Mashelin Reséndiz Perales[1]
Resumen:
El objetivo del
presente texto es analizar cómo se representa la joven futura madre
protagonista del cuento “Conservas” de la escritora argentina Samanta Schweblin, mediante la relación que este personaje tiene
con su embarazo y las posibilidades del género fantástico.
Palabras clave:
maternidad, fantástico, cuento, Schweblin.
Abstract:
This article proposes to analyse
the representation of the protagonist, a young mother-to-be of the short story
"Conservas" by the Argentine writer Samanta Schweblin through the
relationship that this character has with her pregnancy and the possibilities
of the fantasy genre.
Key words: Maternity, Fantasy, Short Story, Schweblin
Fecha de recepción: 22-10-2021
Fecha de aceptación: 2-03-2022
El discurso dominante en torno a la identidad femenina
proviene de la capacidad biológica de la mujer de gestar, lo anterior sentó las
bases para que el hombre fuera considerado superior y la mujer fuera “evocada
como un ser dependiente y subalterno” (Nash, 2006, p. 42) confinada al ámbito
de lo doméstico. Esta visión ha permitido que por mucho tiempo la maternidad
sea el cimiento sobre el cual se construye la idea de la feminidad; es decir,
que tanto la capacidad de embarazarse como el supuesto instinto maternal que
esto conlleva, permitió que características como la ternura, la dedicación y la
entrega se consideraran propias de la mujer y fueran contrapuestas con la
razón, la agresividad y el individualismo, atribuidos al género masculino
(Nash, 2006, p. 43).
La maternidad como tema se encuentra muy presente
dentro de la literatura escrita por mujeres; en las propuestas narrativas recientes,
las escritoras cuestionan y exponen otros aspectos de la maternidad que dejan
ver otras facetas de las mujeres más allá de los territorios de lo doméstico,
esta representación de la madre está presente en la obra de una de las
escritoras más destacadas dentro del panorama actual: Samanta Schweblin (1978). En el cuento “Conservas”, Schweblin propone otra visión de la maternidad y destaca
los inconvenientes que ésta representa para una joven mujer. A través de algunos
recursos propios de la literatura fantástica actual, que explicaré más adelante,
Schweblin abre una posibilidad a lo imposible para
resolver la conflictiva relación que tiene la protagonista con su embarazo.
Pájaros en la boca, los límites de lo fantástico
En 2009, Samanta Schweblin publica su segunda colección de relatos: Pájaros
en la boca. Este libro se compone de catorce cuentos y es la publicación
por la cual la escritora argentina comenzó a ser reconocida a nivel
internacional. Este libro es el que ha sido traducido a más idiomas —inglés,
francés, holandés, alemán, italiano, portugués, sueco y serbio— y el que cuenta
con más reediciones en español.
Los cuentos incluidos en Pájaros en la boca contienen
elementos que permiten ligar buena parte de éstos al género fantástico, quizá una
de las razones más evidentes sea la presencia de personajes que remiten a la
irrealidad, como una niña cuyo único alimento son pájaros vivos, un hombre con
cola de pez, personas con características físicas exageradas y una criatura
cuya forma no se encuentra descrita en la narración, pero que ataca de manera
salvaje a un hombre en la estepa. Además, en estos cuentos en particular
suceden fenómenos que no encuentran una explicación racional, como un proceso
de metamorfosis, desapariciones en circunstancias extrañas y un hombre que cava
con afán un pozo sin que se expliquen cuáles son los motivos que lo llevan a
hacerlo.
En general, los personajes femeninos de los cuentos de
Schweblin se encuentran lejos de los estereotipos y se
enfocan desde una perspectiva que desafía los terrenos de la lógica; en ese
sentido, los personajes-madres salen de la imagen idealizada de la madre atenta
y sacrificada. En el relato “Conservas” una joven madre es protagonista y
narradora en primera persona, por lo que será únicamente a través de su voz y
su punto de vista que conoceremos su experiencia con la maternidad. Este análisis
del relato “Conservas” será divido en dos partes: en la primera exploraré
elementos tanto de la diégesis como de la voz narradora que nos permitirán
entender la importancia del procedimiento en el que se presenta la maternidad
en este cuento; en la segunda parte justificaré la pertenencia de este relato
dentro del género fantástico mediante el uso de conceptos propuestos por la
crítica literaria actual para clasificar un texto dentro de este género.
“Conservas”:
la relación problemática de la futura madre con el embarazo
El tema central de
“Conservas” es la maternidad: una joven mujer descubre que está embarazada de
una niña, pero el contexto que la rodea no es el más propicio para su llegada,
por lo que esta mujer buscará la manera de posponer su embarazo.
La narración de
este relato en primera persona muestra en perspectiva, y prospectiva, los
acontecimientos de la protagonista. La estrategia narrativa empleada resulta de
gran importancia pues, como señala Domínguez (2007, p. 96) en la literatura
argentina la representación de las madres se realizaba mayormente en textos
donde los hijos tenían la voz principal; mientras que en este cuento Schweblin le otorga una voz propia a la madre. Con esta
elección, esta madre en particular se definirá y se presentará ante el lector
sin la necesidad de que otras voces intervengan y brinda la oportunidad de
hacer una exploración mucho más cercana a la experiencia de este personaje en
relación con el embarazo, además, esa estrategia narrativa concuerda con la
nula posibilidad de transferencia de la experiencia de gestar un ser humano. Al
tener en el texto una sola voz narradora, existe también una sola focalización
en la cual sustentar la interpretación. Es a través de esta única focalización
que se puede inferir lo conflictivo que la llegada de un bebé representa en la
vida de la narradora. La relación entre la protagonista y su embarazo resulta
complicada, como se plantea desde el principio del cuento; a pesar de que
dentro del relato la narradora le designa un diminutivo que denota cierto
cariño por su futura hija —Teresita—, también deja claro que todo el contexto
que la rodea no es el apegado al estereotipo de lo que supuestamente debe ser
un embarazo:
Pasa
una semana, un mes y vamos haciéndonos a la idea de que Teresita se
adelantará a nuestros planes. Voy a tener que renunciar a la beca de
estudios porque dentro de unos meses ya no va a ser fácil seguir. Quizá no
por Teresita, sino por pura angustia, no puedo parar de comer y empiezo
a engordar (Schweblin, 2009, p. 15; subrayado mío).
La poco propicia y
sorpresiva llegada de Teresita implica el sacrificio por parte de la madre de
sus proyectos personales y profesionales; así, se vuelve de nuevo a los
procedimientos y enfoques contemporáneos para representar a la madre, herederos
de los cambios de la literatura del siglo XX; ahora las madres son representadas como sujetos que
desean desarrollarse en otros espacios y contextos fuera de lo doméstico, lo
que produce nuevas reflexiones sobre este conflicto y sus representaciones.
A través de la visión de esta joven madre, es que los
lectores sabemos que no sólo la narradora no está preparada para el
recibimiento de Teresita, la atmósfera familiar, en general, tampoco parece ser
la óptima para la llegada de la pequeña: “Mamá también se resigna, nos compra
algunos regalos y nos los entrega —la conozco bien— con algo de tristeza” (Schweblin, 2009, p. 16).
Si el sexo de los bebés puede saberse a partir de las
veinte semanas de gestación (aproximadamente a partir del quinto mes de
embarazo), entonces: ¿cómo es posible que la narradora sepa desde principios
del embarazo que el bebé que espera es una niña?, ¿es acaso un guiño a la
supuesta intuición que llega a la par de la maternidad? Tomando en cuenta lo
anterior, parece que las mujeres son las que tienen un papel predominante
dentro de la narración, pues la intervención de los hombres, en este caso de
Manuel, el padre de Teresita, y el suegro de la protagonista, es mínima; la voz
atenuada de ellos contrasta con que el hecho de que casi todos los diálogos se
producen entre las mujeres: la protagonista, su madre y su suegra, ellas se han
adueñado de la palabra —incluso hablan con la nonata Teresita— mientras que los
hombres desempeñan un rol limitado y un tanto desconectado de lo que sucede
alrededor, como el padre de Teresita que se encarga de mantener las alacenas
llenas, pasa, de mala gana, tiempo junto a su esposa y calla.
Es justo en el tercer mes
cuando los cambios en el cuerpo de la protagonista se hacen más notorios, aparece la tristeza y la resignada
contemplación de las modificaciones que su cuerpo está experimentando: “El
tercer mes me siento más triste todavía. Cada vez que me levanto me miro al
espejo y me quedo así un rato. Mi cara, mis brazos, todo mi cuerpo, y por sobre
todo la panza, están cada vez más hinchados” (Schweblin,
2009, p. 16). A partir de este mes, la protagonista comienza a buscar alguna
posibilidad que le permita reordenar algunos acontecimientos de su vida para no
interrumpir los planes que tenía hasta el momento pero
sin perjudicar el desarrollo de Teresita:
Tengo
insomnio. Paso las noches despierta, en la cama. Miro el techo con las manos
sobre la pequeña Teresita. No puedo pensar en nada más. No puedo entender cómo
en un mundo en el que ocurren cosas que todavía me parecen maravillosas, como
alquilar un coche en un país y devolverlo en otro, descongelar del freezer un
pescado fresco que murió hace treinta días, o pagar las cuentas sin moverse de
casa, no pueda solucionar un asunto tan trivial como un pequeño cambio en la
organización de los hechos. Es que simplemente no me resigno (Schweblin, 2009, p. 17).
De la cita
anterior destaco dos aspectos: el primero es la comparación entre dos
actividades triviales, como descongelar un pescado y pagar las cuentas, con
reprogramar un embarazo una vez que se ha manifestado; en cuanto al segundo, a
propósito de la última frase, “Es que simplemente no me resigno”, ¿a qué no se
resigna la narradora? ¿A la inminente llegada de Teresita o al hecho de no
poder realizar ese “pequeño” cambio en el orden de los acontecimientos de su
vida? En este relato, es muy notorio que la maternidad se manifiesta como un
acontecimiento con connotaciones adversas que, una vez desarrollado, parecería
que las dos únicas opciones son tener o no tener a la niña que ya se encuentra
en proceso de gestación, pero ¿qué pasaría si hubiera una tercera opción?
Nuestra narradora jamás dice que no desea concebir a Teresita, sólo recalca que
no es el momento de hacerlo y en el cuento se explora esa tercera posibilidad:
la de posponer lo impostergable.
Finalmente, esta mujer encuentra un procedimiento que se
ajusta a sus
necesidades y al momento de canalizar la energía de su cuerpo en
revertir el embarazo, nuestra protagonista comienza a sentirse menos
desdichada:
Duermo
en la noche, ya no me siento tan deprimida […] Los días del último mes pasan
rápido. Manuel ya puede acercarse más y la verdad es que su compañía me hace
bien. Nos paramos frente al espejo y nos reímos. La sensación es todo lo
contrario a lo que se siente al emprender un viaje. No es alegría de partir,
sino la de quedarse. Es como si al mejor año de tu vida le agregaras un año
más, bajo las mismas condiciones. Es la
oportunidad de seguir continuando (Schweblin, 2009,
p. 23).
A través de la voz
de esta joven madre es que podemos darnos cuenta de las connotaciones negativas
que el embarazo representa para ella y como comienza a sentirse mejor al ver
que el embarazo comienza a revertirse para proporcionarle una oportunidad de
continuar con sus planes. La protagonista no se encuentra conforme con las opciones que tiene y
se da a la tarea de buscar una alternativa que no dañe a Teresita. Lo anterior
no implica que la protagonista niegue su maternidad, sólo desea que esta se
desarrolle en un contexto propicio. Incluso la palabra aborto como tal
no es mencionada ni una sola vez en el relato aunque
no deja de llamar la atención que justo sea en el tercer mes o doce semanas,
que es el tiempo permitido por las legislaciones de los países de América
Latina donde el aborto es legal, cuando la protagonista decide buscar
alternativas que se ajusten a lo que ella desea.
La parte medular de este relato es la reversión
de proceso de embarazo y la forma en que se lleva a cabo. La idea de poner
pausa al embarazo y los deseos de la protagonista de no dañar a Teresita se
dejan ver desde el título del relato pues una de las acepciones del verbo conservar
es “mantener vivo y sin daño a alguien”; además, el plural utilizado en el
título (conservas) remite al procedimiento de preparación y envasado
hermético de alimentos (también haciendo referencia a la cocina como lugar,
supuestamente, de lo femenino) con la finalidad de que los comestibles sean
preservados por más tiempo, que es lo que finalmente termina sucediendo con
Teresita.
En la búsqueda de alternativas para aplazar este
acontecimiento, la mujer se encuentra con el método peculiar del Dr. Weissman,
que consiste en ignorar paulatinamente la existencia de Teresita y en realizar
una serie de técnicas respiratorias denominadas “respiración consciente”:
La
respiración consciente es parte fundamental del tratamiento y es un método de
relajación y concentración innovador, descubierto y enseñado por el mismo
Weisman. En el jardín, sobre el césped, me centro en el contacto con el vientre
húmedo de la tierra. Comienzo inhalando una vez y exhalando dos veces.
Prolongo los tiempos hasta inspirar durante cinco segundos, y exhalar en ocho.
Tras varios días de ejercicios inhalo en diez y exhalo en quince, y entonces
paso al segundo nivel de respiración consciente y empiezo a sentir la dirección
de mis energías. Weisman dice que eso va a tomarme algo más de tiempo, pero
insiste en que el ejercicio está a mi alcance, en que tengo que seguir
trabajando. Hay un momento en el que es posible visualizar la velocidad a la
que la energía se circula en el cuerpo. Se siente como un cosquilleo suave que
comienza por lo general en los labios, en las manos y en los pies. Entonces uno
empieza a controlarlo: hay que aminorar el ritmo, lentamente. La meta es
detenerlo por completo para, poco a poco, retomar la circulación en sentido
contrario (Schweblin, 20019, pp. 20-21).
Después de varios
meses de practicar ejercicios de respiración, de ponerse en contacto con la
energía de la tierra —considerada como una gran madre por varias culturas— y de
una serie de violentas arcadas que remiten al parto, la protagonista escupe
dentro de un frasco de vidrio a su criatura que es poco menos que un feto:
Ahora
hace rato que siento náuseas. El estómago me arde y late cada vez más fuerte,
como si fuera a explotar. Tengo que avisarle a Manuel, pero trato de
incorporarme y no puedo, no me había dado cuenta de lo mareada que estaba […]
Tengo miedo. Temo que algo puede salir mal y lastimemos a Teresita […] Quizá
ella sepa lo que está pasando, quizá todo esto esté muy mal. Manuel entra a la
habitación y corre hasta mí. —Yo sólo quiero dejarlo para más adelante…—le
digo— no quiero que… Las arcadas se interrumpen y siento que algo se me atora
en la garganta. Cierro la boca y tomo a Manuel de la muñeca. Entonces siento
algo pequeño, del tamaño de una almendra. Lo acomodo sobre la lengua, es
frágil. Sé lo que tengo que hacer pero no puedo
hacerlo. Es una sensación inconfundible que guardaré hasta dentro de algunos
años. Miro a Manuel, que parece aceptar el tiempo que necesito. Ella nos
esperará, pienso. Ella estará bien: hasta el momento indicado. Entonces Manuel
me acerca el vaso de conservación, y al fin, suavemente, la escupo (Schweblin, 2009, pp. 25-27).
La investigadora
Rosemary Jackson afirma que más allá de los nuevos criterios que se han
establecido en los recientes textos críticos que intentan caracterizar a los
relatos fantásticos, la transgresión es un elemento que siempre ha existido y que tendrá que
estar presente para que un texto sea considerado dentro del género. La
insistencia en afirmar que “Conservas” presenta correspondencias con los
estudios de literatura fantástica no responde a un mero afán clasificatorio,
pues los diversos aspectos de este relato permiten que la visión que sugiere Schweblin acerca de la maternidad sea todavía más
transgresora.
En “Conservas”, la protagonista no asume un papel pasivo
y se da a la búsqueda de acciones para solucionar los conflictos que tiene con
su inevitable maternidad y encuentra la solución en un procedimiento imposible:
dar marcha atrás a un proceso de gestación sin que esto represente dañar a la
criatura. El acontecimiento fantástico que se presenta en el cuento de Schweblin remite a procedimientos existentes, como el
congelamiento de óvulos y embriones, pero ninguno de estos procesos corresponde
con exactitud con lo propuesto en el texto: el congelamiento de óvulos consiste
en refrigerar ovocitos sanos en un laboratorio con la finalidad de ser
fecundados en un futuro; y el congelamiento de embriones es una técnica
consiste en preservar óvulos ya fecundados para ser implantados en el útero en
otro momento. El proceso que se lleva a cabo en el relato no consiste en poner
en pausa alguna de las etapas de gestación, sino en revertir el desarrollo del
feto mediante un proceso que poco o nada tiene que ver con la medicina o la
ciencia como la conocemos, hasta que se convierta en algo menos que una mórula
y meterla dentro de un frasco de vidrio en un refrigerador casero.
Las teorías actuales de lo fantástico se han dedicado
a buscar en los cuentos más recientes elementos que permitan definir y
delimitar lo fantástico después del desarrollo que el género tuvo en Latinoamérica,
principalmente a partir de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. De acuerdo con
lo anterior, considero que el relato “Conservas” y otros de Pájaros en la
boca, se encuentran más próximos a la propuesta de lo fantástico de la
cuentística de Julio Cortázar, ya que tanto éste como Schweblin
proponen una relación híbrida, compleja y contradictoria entre la realidad y lo
irreal. En su estudio “Lo fantástico y sus fronteras en Julio Cortázar”, Joseph
Tyler define los cuentos del autor argentino de la siguiente manera: “Es un
espacio textual donde el mundo es otro por sus misterios, por sus insólitas
ocurrencias inspiradas por una extraordinaria imaginación. Lo extraordinario
sucede centrado allí mismo donde lo fantástico se cuela en el ámbito de lo real
a través del intersticio, es decir, por una ruptura” (Tyler, 2003, p. 261).
Tyler toma como ejemplo uno de los cuentos que más aparecen en las antologías
de relatos fantásticos: “Axolotl”, pues en este relato se narra la metamorfosis
de un ser humano a un ajolote; dicha transformación sólo es posible mediante
una fisura en el plano de lo real, y esa fisura, puntualiza Tyler, es el modus
operandi o la estrategia narrativa que definirá los textos de Cortázar que
se circunscriben en lo fantástico (Tyler, 2003, p. 263) y uno de los
procedimientos que también se encuentran dentro de la narrativa breve de
Samanta Schweblin, en los textos de ambos autores se
manifiesta la posibilidad de que suceda lo imposible y que esto conviva con los
códigos de la realidad.
Uno de los elementos que se conserva desde los
primeros planteamientos de la caracterización de lo fantástico es la vacilación
que debe de existir en torno al hecho anormal, pero las nuevas teorías insisten
que esta vacilación supera los límites del texto para llegar al lector:
[…]
lo fantástico se caracteriza por proponer un conflicto entre nuestra idea de lo
real y lo imposible. Y lo esencial para que dicho conflicto genere un efecto
fantástico no es la vacilación o la incertidumbre sobre la que muchos teóricos
(desde el ensayo de Todorov) siguen insistiendo, sino la inexplicabilidad
del fenómeno y dicha inexplicabilidad no se determina
exclusivamente en el ámbito intratextual sino que
involucra a propio lector. Porque la narrativa fantástica –conviene insistir en
ello– mantiene desde sus orígenes un constante debate con lo real extratexual: su objetivo primordial ha sido reflexionar
sobre la realidad y sus límites, sobre nuestro conocimiento de esta y sobre la
validez de las herramientas que hemos desarrollado para comprenderla y
representarla (Roas, 2011. p. 31).
En el caso del
mundo textual del relato “Conservas”, es posible que esta mujer pueda poner
pausa a su embarazo; el lector, por otro lado, se enfrenta ante
algo que es imposible de acuerdo con la realidad fuera del texto; en términos
sencillos, no es posible pausar el desarrollo de un embarazo en el mundo real,
y es en este juego entre lo textual y lo extratextual donde se produce lo
fantástico. El crítico español David Roas lo explica de la siguiente manera:
[…]
los motivos que componen el universo de lo fantástico son expresiones que, ante
todo, buscan trasgredir esa razón homogeneizadora que organiza nuestra
percepción del mundo y de nosotros mismos. Porque el relato fantástico
sustituye la familiaridad por lo extraño, nos sitúa inicialmente en un mundo cotidiano,
normal (el nuestro), que inmediatamente es asaltado por un fenómeno imposible
–y como tal, incomprensible–, que subvierte los códigos –las certezas– que
hemos diseñado para percibir y comprender la realidad (Roas, 2011, pp. 14-15).
Para Campra, dentro de la literatura, lo fantástico es la
construcción de un mundo con sus propias leyes, y en el texto se crea una
interacción entre las convenciones literarias y sociales teniendo a la
trasgresión como un eje fundamental para su funcionamiento (Arán, 2004, p. 21).
En ese sentido, y siguiendo la lectura de la creación de mundos posibles dentro
del espacio escritural, Pampa Arán concuerda con la definición de Rosalba Campra, quien afirma que el género fantástico es “el
escándalo de la razón” pues: “la existencia de fronteras se afirma y se niega
simultáneamente tanto a nivel semántico como enunciativo, y las condiciones en
las cuales la transgresión tiene lugar se configuran para el lector como nuevos
desafíos” (Arán, 2004, p. 11). Claro que, para que haya un choque entre el
mundo propuesto dentro del relato fantástico y la concepción de la realidad del
lector, es necesario que el mundo escritural construido por aquél mantenga
similitudes con su contexto; de este modo, puede manifestarse el choque entre
fantasía y realidad: “Lo fantástico evoca lo terrible, pero en un contexto
social determinado” (Arán, 2004, p. 13); tomando en cuenta lo anterior, no es
casualidad que el procedimiento de reversión del embarazo que se presenta en el
cuento de Schweblin remita a algunos procedimientos
médicos existentes.
También es necesario hacer énfasis en que la salida
que encuentra la protagonista es un intermedio entre lo posible y lo imposible.
Sea cual sea el adjetivo que se le quiera dar a este procedimiento, por el
nivel de ambigüedad del cuento, es indudable que éste no se ajusta a los
parámetros de realidad del lector ni a alguna disciplina médica o científica.
El Dr. Weissman es un personaje particular del que no
se puede inferir si es un médico o una especie de curandero o chamán. El
apellido del doctor: Weissman tiene similitudes en su escritura con el idioma
alemán, las dos posibles traducciones serían: hombre blanco (weiß mann) u
hombre sabio (weise mann).
Desde el nombre, Schweblin ya juega con la
posibilidad de poder plantear un discurso que se encuentre entre los límites de
lo científico y lo alternativo pues resulta común que en el lenguaje coloquial
a los médicos se les denomine como “hombres de blanco”; mientras que “hombre
sabio” remite a las personas encargadas de curar enfermedades en poblaciones
pequeñas y que pertenecen por lo general al ámbito rural. La presencia de seres
parecidos a brujos es recurrente en la escritura de Schweblin;
conviene destacar la relación que existe entre el Dr. Weissman con la “mujer de
la casa verde”, un personaje de la nouvelle Distancia
de rescate (Almadía, 2014). En ese último texto, la protagonista –quien
también es madre– sólo puede salvar a su hija de una aparente intoxicación con
la intervención de una mujer misteriosa que remite a la figura de la bruja.
Carla, amiga de la protagonista, le recomienda a Amanda llevar a su pequeña
hija Nina con esa mujer y menciona: “Ahí vamos a veces los que vivimos acá,
porque sabemos que esos médicos que llaman desde la salita llegan varias horas
después, y no saben ni pueden hacer nada de nada. Si es grave vamos a lo de ‘la
mujer de la casa verde’” (Schweblin, 2014, p. 24). Al
igual que en “Conservas”, lo que no se puede arreglar o a lo que no ha dado
solución la medicina con sus métodos científicos, es atendido por otros
procesos, como la canalización de la energía de las personas para “curarlos”:
–No
es una adivina, ella siempre lo aclara, pero puede ver la energía de la gente,
puede leerla.
–¿Cómo
que puede “leerla”?
–Puede
saber si alguien está enfermo y en qué parte del cuerpo está esa energía
negativa. Cura el dolor de cabeza, las náuseas, las úlceras de la piel y los
vómitos con sangre. Si llegan a tiempo, detiene los abortos espontáneos.
–¿Hay tantos abortos espontáneos?
–Dice
que todo es energía.
–Mi
abuela siempre lo decía.
–Lo
que hace ella es detectarla, detenerla si negativa, movilizarla si es positiva.
Acá en el pueblo la consultan mucho, y a veces viene gente de afuera. Los hijos
viven en la casa de atrás. Son siete hijos, todos varones. Se ocupan de ella y
de todo lo que ella necesite, pero dicen que nunca entran a la casa (Schweblin, 2014, p. 24).
Si, como mencioné
en párrafos anteriores, el choque entre lo que el lector considera real y lo
que sucede dentro del texto es un elemento propicio para que se produzca lo
fantástico, el procedimiento utilizado para la reversión del embarazo podría
también ser un recurso que remita a este género, pues éste se encuentra en los
límites de lo científico. Siguiendo con las ideas de Pampa Arán: “enfatizar la
oposición con el mundo conocido e incorpora anomalías y excesos que toma de
otros discursos sobre el comportamiento humano provenientes de los sistemas
filosóficos, religiosos, morales y científicos, especialmente” (Arán, 1999, p.
27). En ese sentido considero que el empleo de un personaje que se encuentra
entre lo científico y lo alternativo, al igual que el procedimiento de “control
de la energía” que se lleva a cabo para la reversión del embarazo, es un
elemento textual que justifica la inscripción de este relato dentro de lo
fantástico.
Es así que Schweblin
se apoya en la estrategia narrativa y los recursos de la literatura fantástica
para ofrecer una visión de la maternidad donde es la propia madre que narra sus
conflictos y los resuelve mediante un proceso que deja al lector en las
fronteras difusas de una realidad que, al menos en el texto, se expande para
alcanzar lo imposible.
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