Estudios históricos de la prensa. Fuente primaria, objeto de investigación y actor político

Historical Studies of the Press: Primary Source, Object of Investigation and Political Actor

Anderson Paul Gil Pérez[1]

 

Resumen

Los estudios históricos de la prensa se han convertido en un campo de investigación que se ocupa de diferentes procesos sociales del pasado. Los problemas de investigación van desde la construcción de la cultura impresa hasta la formación de la opinión pública, así como en diferentes subdisciplinas como la historia política, la sociología histórica y la comunicación política. Este artículo presenta y discute las posibilidades que ofrece la prensa como fuente de investigación, objeto de estudio y actor político en la investigación histórica y social a partir de las relaciones entre la prensa y el poder político. Se parte de una metodología de revisión historiográfica y se concluye que la prensa es una fuente relevante en la investigación histórica y social, que requiere fórmulas de contraste de información primaria que le permitan superar sus propios límites.

Palabras claves: estudios de prensa; investigación histórica; poder político.

Abstract

Historical studies of the press have become a field of research that is concerned with different social processes in the past. Research problems range from the construction of print culture to the formation of public opinion, as well as in different sub-disciplines such as political history, historical sociology, and political communication. This article presents and discusses the possibilities offered by the press as a source of research, an object of study and as a political actor in historical and social research based on the relations between the press and political power. It starts from a methodology of historiographic review, and it is concluded that the press continues to be a very relevant source in historical and social research, but that it requires formulas for contrasting primary information that allow it to overcome its own limits.

Key words: Press Studies; Historical Research; Political Power.

 

Recibido: 4-08-2021

Aceptado: 13-06-2022


 

 

Introducción[2]

 

Una pregunta muy recurrente entre los historiadores tiene que ver con cuáles son las posibilidades y limitaciones que ofrece la fuente hemerográfica. A nivel historiográfico existen trabajos que permiten dilucidar que la prensa en términos generales funciona como fuente para acercarse a los diferentes pasados históricos. Muchos de estos trabajos coinciden en que es importante que el historiador se acerque a los periódicos de una forma menos desprevenida y se interese por indagar los elementos históricos, contextuales y materiales de la fuente misma (Almuiña, 1989; Del Palacio, 2014; Hernández, 2017; Kircher, 2005; Sánchez y Gil, 2018).

De igual forma, algunos referentes historiográficos se preguntan con pertinencia por la relación que establece el estudio de la prensa con otros campos de investigación y enfoques teóricos: la opinión pública (Habermas, 1981), el poder político (Borrat, 1989), los sistemas de medios (Guerrero y Márquez, 2014; Hallin & Mancini, 2008); las representaciones sociales y culturales (Chartier, 2009), la historia electoral (Gantús & Salmerón, 2015; Posada Carbó, 2012; Rodríguez, 2021; Zapata, 2011); la socialización política de los discursos civilizatorios (Acevedo & Correa, 2016), los problemas de violencia política, represión estatal, dictaduras y golpes de estado (Borrelli, 2011; Calvo, 2018; Faure, 2017; Franco, 2002; Gamiño, 2011; Goldstein, 2017; Iturralde, 2013; Sánchez y Gil, 2018), las dinámicas políticas de un territorio desde la perspectiva de la prensa de otro (Calvo, 2017; Sevilla, 2005), y en general, la historia política, social y cultural.

En términos generales existe consenso de que la prensa es una fuente primaria de investigación, pero se presentan diferencias en la forma cómo se concibe su uso, bien sea como una fuente primaria de contraste o como una fuente primaria exclusiva. E incluso existen inquietudes frente a qué tipo de estudio se está realizando cuando se quiere comprender a profundidad la vida material de un impreso: surgimiento, desarrollo, transformación o desaparición. Y también cuestionamientos sobre los periódicos como productores de discurso político y como actores que hacen parte de la dinámica política, que tienen un rol más allá de lo informativo-noticioso.

Precisamente, este artículo profundiza en la idea de un campo de estudios históricos de la prensa que se puede trabajar y reflexionar desde una triple perspectiva del funcionamiento de la prensa en la investigación histórica y social: la prensa como fuente primaria (el enfoque más recurrente y tradicional), como objeto de investigación (cuando la historia de la prensa y de los impresos es el interés central) y como actor político (más allá de lo informativo, el diario o la revista con agencia en la esfera pública y política) que pretende intervenir, influir y direccionar la dinámica política, a partir de una serie de recursos que van desde el discurso político-periodístico textual y gráfico hasta las autorrepresentaciones de los propios impresos como voceros o agentes garantes de la opinión pública. Para esto se realiza una revisión historiográfica de algunas de las principales referencias de los estudios de prensa en Latinoamérica, con énfasis especial en la producción de México, Colombia y Argentina, y con base en investigaciones previas que permiten construir una visión interpretativa y metodológica de las implicaciones del trabajo con la prensa, con énfasis en la historia política.

Se desarrolla un análisis en cuatro momentos. En el primero se presenta el rápido desarrollo que han tenido los estudios históricos de la prensa en las últimas tres décadas. En el segundo se desarrolla la propuesta de entender los estudios de prensa en la perspectiva de tres dimensiones: fuente de investigación, objeto de estudio y actor político. En el tercero se presentan las posibilidades de relación entre historia y poder político en el contexto de relaciones de medios donde la prensa hace parte de un marco más amplio. Y en el cuarto se proponen algunas vías metodológicas para contrastar la información de la prensa en función de la crítica de fuentes. Las conclusiones señalan la relevancia de los estudios históricos de la prensa como posibilidad de un sinnúmero de investigaciones que explícita o implícitamente se ubican en las intersecciones entre poder político y medios, poder y discurso, poder e imaginarios, opinión pública y socialización política, entre muchas otras.

 

El interés por los estudios de la prensa. Una preocupación todavía reciente

En 1992 un grupo de investigadores liderado por el profesor Jesús Timoteo Álvarez Fernández constituyó la Asociación de Historiadores de la Comunicación (AHC) en la Universidad Complutense de Madrid. Tres años después, en octubre de 1995, se realizó en la Universidad Autónoma de Barcelona el primer congreso de esta asociación con el título Metodologías para la historia de la comunicación social. La décima versión de este congreso tuvo lugar en la Universidad Santiago de Compostela con el título La revolución tecnológica de la comunicación en perspectiva: historia de los medios digitales, los nuevos medios en la historia en septiembre de 2019 (AsHisCom.Org, s. f.).

Por otra parte, en septiembre de 1999 se reunieron en Guadalajara (México) investigadores de diferentes países en procura de discutir metodologías y teorías de un objeto de estudio: el periodismo iberoamericano. Dicha reunión fue una de las primeras en las que se congregaron investigadores para reflexionar sobre la prensa en distintos sentidos, hubo cabida para quienes la abordaban como objeto de estudio, como fuente de investigación, como formadora de opinión pública, etc. Este encuentro dejó para la posteridad tres obras coordinadas por Celia del Palacio Montiel (Del Palacio, 2000, 2006b, 2006a) en las que se revisan diferentes ópticas de lo que puede ser la prensa en la investigación social; así mismo, fue el germen de otras reuniones, publicaciones y de la constitución de Red de historiadores de la prensa en Iberoamérica que realizó el Encuentro Internacional de Historiadores de la Prensa en su undécima versión en el 2018 (Red de historiadores de la prensa, s. f.). Luego surgió la Red de Estudios sobre Prensa que coordina Celia del Palacio con el apoyo del Centro de Estudios de la Cultura y Comunicación de la Universidad Veracruzana y que tiene en sus registros 476 miembros de diferentes países latinoamericanos.(Del Palacio, s. f.)

Estas referencias históricas, más allá de señalar los esfuerzos por constituir las mencionadas redes en México y España, ponen de manifiesto la existencia de un campo de estudios históricos de la prensa. Reflejan que un grupo de investigadores de la historia, la sociología, la comunicación y otras disciplinas, han invertido más de tres décadas a las preguntas por el papel de la prensa en su relación con el pasado, con cuestiones sobre la historicidad de los diarios, periódicos y revistas, o que ven a los impresos como una fuente privilegiada para la investigación. El interés por los estudios históricos de la prensa sigue con plena vigencia, tanto así que en el año 2021 se realizó el taller Estrategias y métodos para la investigación en la prensa a través de los conceptos organizado por la Universidad de Tlaxcala y la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM, bajo la dirección de los investigadores Felipe Estrada Carreón, Laura Bonilla de León y María Elizabeth Jaime Espinosa. Así mismo, se proyecta la realización del XIII Encuentro Internacional de Historiadores de la Prensa y el Periodismo en Iberoamérica en abril de 2023 en Chiapas (México).

Si la existencia de algunas redes de investigación no fuera suficiente para establecer la existencia de un campo de investigación, se puede observar el crecimiento de revistas científicas que dan cuenta de los estudios históricos de la prensa porque tienen la relación impreso e historia como objeto principal, o porque siendo en general de historia y ciencias sociales dan cabida, con relativa frecuencia, a los estudios desde esta perspectiva. Destacan entre muchas: Historia y Comunicación Social de la Universidad Complutense de Madrid; Revista Internacional de Historia de la Comunicación (RIHC) de la Asociación de Historiadores de la Comunicación; Comunicación y Sociedad de la Universidad de Guadalajara; Culturales de la Universidad Autónoma de Baja California; Balajú. Revista de Cultura y Comunicación de la Universidad Veracruzana; Fuentes Humanística de la Universidad Autónoma Metropolitana (Azcapotzalco); Revista de Historia Regional y Local, Historelo de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín; Ciencia Nueva. Revista de Historia y Política de la Maestría en Historia de la Universidad Tecnológica de Pereira (Colombia), etc.

Las redes, los congresos y la producción científica reflejan la pertinencia e interés investigativo que produce el acercamiento a los pasados históricos a través de las páginas de los periódicos, diarios y revistas. Estos, a su vez, son objetos culturales que dan cuenta de otras épocas, ya que como lo afirma Hernández, “la evolución política y cultural de las sociedades modernas viene marcada, quiérase o no, por la actividad de los medios de comunicación en general, de los periódicos en particular” (Hernández, 2017, p. 475).

 

1.                  Prensa e historia desde tres enfoques: fuente primaria, objeto de investigación y actor político

La historiografía latinoamericana muestra un interés creciente por los medios de comunicación, y en particular por la prensa. Una revisión de los estudios realizados en países como México, Colombia, y en menor medida Argentina, permite conceptualizar tres grandes enfoques en el desarrollo investigativo de los estudios históricos de la prensa: el primero, la prensa como fuente de investigación, el segundo, la prensa como objeto de estudio, y el tercero, la prensa como actor político.

 

 La prensa para reconstruir el pasado, el periódico como fuente

Las fuentes históricas son los registros manuscritos, impresos y orales que permiten la comprensión interpretativa del pasado (Ramírez, 2010). El periódico entendido como fuente histórica es indispensable para conocer los hechos sociales, culturales y políticos de las épocas pasadas. Una fuente que irradia el pasado, pero que como advierte Celia del Palacio no es un reflejo directo del mismo. Es decir, el periódico cumple la función de representar unos fragmentos del pasado que pueden ser interpretados por el investigador. No obstante, no se puede considerar que el periódico y sus discursos noticiosos, informativos, editoriales y de opinión, sean un cristal para observar los procesos históricos.  

Así pues, la prensa ofrece una imagen difusa del pasado que se debe sumar a otras para construir una visión historiográfica. Se trata de una fuente para conocer procesos de historia social y cultural, pero sin duda es la “fuente documental del panorama político” porque sus discursos e influencia han fortalecido los lazos entre ciudadanos e instituciones (Acevedo y Villabona, 2020, p. 69).

El periódico como objeto cultural puede ser leído y disgregado en sus contenidos como una fuente histórica. En sus páginas se encuentran representaciones sociales que pueden ser analizadas para hallar el espíritu de una época. Celia Del Palacio propone tomar el periódico como representación [es] de la realidad, perspectiva pertinente más que por los contenidos por “las pistas de inapreciable valor” (Del Palacio, 2006a, p. 6), que se esconden tras la aparición o extinción de un impreso, en la comprensión de las características de sus colaboradores, en sus fuentes de financiación y en los lectores en los que influye.

La prensa es una fuente con la que se puede indagar por las mentalidades de una época (Cruz, 2000, p. 424). La prensa sirve para reconstruir hechos, descripciones o acontecimientos del pasado y permite el acercamiento a las ideologías, las lógicas, y el espíritu del pasado que interesa al investigador. El periódico como objeto historiográfico tiene una doble relación con el pasado y con el presente: es una fuente que habla por sí misma, que tiene una doble subjetividad “la intencionalidad de su editor así como la selección y la interpretación que el historiador hace del discurso”(Cruz, 2000, p. 429).

Como toda fuente de investigación histórica para su utilización se debe explorar, criticar y comprender en sus dimensiones constitutivas: a) ¿quién la hizo?, es decir, quiénes fueron sus editores y directores, quiénes escribieron en el periódico, cuáles son las características intelectuales de sus autores, participaron o no activamente en la política, pertenecieron a grupos sindicales, sociedades especiales o clubes de élites; y b) ¿cuál es el periodo de circulación?, esto es, un diario que circuló en un periodo coyuntural de violencia, transformación social o que ha tenido una duración prolongada entre épocas. Quiere decir que para tener validez historiográfica debe pasar por el cedazo de la crítica de fuentes y para ello se deben comprender los impresos como un producto cultural “integrado a un entorno situacional concreto" (Hernández, 2017, p. 466). Así pues, se trata de conocer los diarios a profundidad para reconocer el contexto vital en que fueron producidos.[3]

El investigador social que se acerca a la prensa y la toma como simple recipiente de información noticiosa puede fallar por ingenuo y se enfrenta a unos contenidos sin crítica, evita el esfuerzo de preguntarse ¿por qué el periódico publicó una u otra información y cómo lo hizo? Cruz explica que se trata de tener una inquietud creativa frente a la prensa, hacer preguntas frente a su trayecto vital empresarial: cómo y porqué surge, cuáles condiciones especiales llevaron a su creación, cuáles son los nuevos elementos que le ofreció a sus lectores, cómo se articularon los mensajes e intenciones entre empresarios, editores y periodistas, y cuáles fueron las orillas ideológicas que abanderó; etc. (Cruz, 2000, p. 432).

El conocimiento del periódico o revista como fuente se acompaña de su indagación e interpretación, pero cuidando los anacronismos conceptuales, como lo acota Cruz al advertir que los periódicos como elementos históricos y culturales no deberían ser cuestionados con conceptos actuales ni evaluarse bajo los parámetros modernos del periodismo (2000, p. 433). Cruz señala que esta distancia se obtiene cuando se deja de lado la visión del periódico como medio informativo y se le resignifica como medio hacia el pasado sino también como una representación del mismo: “el relato del periódico no sólo refiere un suceso, sino [que] es un suceso en sí mismo” (Cruz, 2000, p. 433).

Abordar la prensa como fuente también requiere claridad en los periodos a los que corresponde un diario. No es lo mismo el siglo XIX y los quehaceres políticos de las guerras civiles, una sociedad menos alfabetizada y más dada a la lectura en voz alta en las plazas públicas y en los cafés, que el siglo XX como periodo de masificación de los medios, de mayor acceso por parte de los públicos a los periódicos. E incluso para algunos temas los periódicos modernos ofrecen una mayor riqueza discursiva y flujo de ideologías tanto así que se puede considerar que abren la opción para hacer una historia social y cultural más incluyente, que atienda a otros actores sociales como las mujeres, los jóvenes, niños, y más recientemente, comunidades diversas en el sentido más amplio (Hernández, 2017, p. 471).

El periódico como una fuente histórica es fragmentado en sus partes y contenidos para entender diferentes sucesos del pasado. Puede ser una fuente primaria exclusiva o que acompaña otras, de ahí que sea común encontrar investigaciones que abordan un problema en un tiempo y que terminan con la afirmación “en la prensa”, “desde la prensa”, “en las revistas” o en un impreso con nombre propio, Excélsior, El Tiempo, El Sol de México, La Patria, El Diario, El Diario de Risaralda, etc. Es claro que se trata de estudios que se posicionan en la primera perspectiva, incluso aunque no haya una consciencia explicita en términos metodológicos de tal decisión. Así pues, la prensa como fuente histórica aporta al análisis de problemas actuales y relevantes de las ciencias sociales y humanas, por ejemplo, la opinión pública, el poder político, las identidades de género, la construcción de imágenes de la migración, y un largo etcétera.

 

3.1.            Historia del periódico e historia de la prensa. La prensa como objeto de estudio

Cuando se convierte la prensa en el objeto central de la investigación es cuando se hace historia de la prensa. Bien sea porque se quiere comprender las características de circulación de los impresos en una época, por ejemplo, los impresos durante las independencias iberoamericanas, o la prensa moderna en México durante el siglo XX, etc.,(Covo, 1993; Cruz, 2000; Musacchio, 2016; Ross, 1965; Ytuarte, 2000) o porque se desea reconstruir el periplo empresarial de un diario o revista desde su origen hasta su desaparición, un ejemplo reciente de esto podría ser el trabajo de Arno Burkholder (2016) sobre el diario Excélsior entre 1916 y 1976.

Al respecto, Celia Del Palacio subraya que en el análisis histórico de un periódico se puede tomar como punto de partida la relación emisor, mensaje y receptor. A partir de ello, explorar el contexto en que se origina el impreso, comprender quienes eran los editores y colaboradores, tener presente el papel de la legislación de prensa en un marco jurídico más amplio, analizar la empresa periodística en sus dinámicas de mercado, organización administrativa y financiera, el análisis formal de los periódicos, revisión de sus discursos, avanzar en la comprensión de la recepción por parte del público y conocer las características de los periodistas como su formación, las rutinas laborales y las fuente de información, etc. (Del Palacio, 2014, pp. 14-17).

La prensa como objeto de estudio incluye reconstruir el marco ideológico en el que se gestionaron los impresos. Esta tarea puede ser a veces la más complicada porque no siempre los diarios y revistas delimitan sus afinidades ideológicas (Hernández, 2017, p. 470). Surge un problema metodológico que se presenta con mayor ahínco en la prensa de la segunda mitad del siglo XX, porque los diarios y revistas se encubren con una falsa neutralidad, independencia, supuesto servicio a la patria y la ciudadanía, con lo que el investigador debe hallar esos conductos que comunican los diarios y sus periodistas con los gobiernos, partidos políticos, organizaciones sociales, etc., para establecer los intereses o condicionamientos que orientan las posiciones editoriales.

Analizar los diarios como empresas periodísticas es factible porque en esta dinámica empresarial se pueden encontrar las explicaciones de los procesos editoriales (Hernández, 2017, p. 473), pero también de los niveles de circulación, la posibilidad de contar con columnistas de renombre nacional e internacional, de uno u otro espectro político, y a la vez que proveerá información de las fuentes de financiamiento, en dos temas tan importantes como el origen de la pauta publicitaria y la forma cómo se adquiere el papel periódico. En la cobertura informativa de un periódico son tan importantes las condiciones intelectuales de sus periodistas como las directrices editoriales de sus dueños.

En consecuencia, los diarios como empresas periodísticas sitúan el problema de investigación en un ámbito más reciente, posiblemente todo el siglo XX, porque exploran una faceta relacionada con la venta de publicidad comercial y propaganda política (Acevedo y Correa, 2016, p. 296). Lo mismo que con los esfuerzos por atraer y mantener los suscriptores, en procura de lo cual los impresos van a mantener un recurrente esfuerzo por auto legitimarse frente a sus lectores como el medio adecuado para informarse o que responde y valora sus intereses ideológicos, políticos o culturales (Gil, 2018; Sánchez y Gil, 2018). Este ejercicio de autorrepresentarse los va a llevar a que trasciendan más allá de lo informativo, tomando posturas, evaluando las acciones de los actores sociales, valorándolas y criticándolas, etc.

 

3.2.Informar y participar. El periódico como actor político

La influencia de la prensa en la dinámica política y social no se desprende únicamente de la información que se publica a diario. Un factor adicional determina que dicha información cargada de intereses al ser puesta en circulación tiene el objetivo de influir en los marcos mentales (Van Dijk, 2004) que llevan a las personas a interpretar de una u otra forma su realidad, lo que le otorga la característica adicional de ser un actor político y social que se inmiscuye en la dinámica pública. François-Xavier Guerra señaló que el periódico debe ser considerado como un “lugar de debate, como medio de legitimación, como instancia crítica, como expresión de reivindicaciones, como [herramienta] de socialización de nuevas ideas o valores” (Guerra en Glave, 2003, p. 197), lo cual es posible porque el periódico de una época pasada, además de ser fuente primaria y objeto de investigación es un actor político y social. Guerra establece que el periódico tiene una “prolongación clientelar de algún personaje o facción política [o] la expresión de un grupo más o menos informal, reunido precisamente para expresarse a través del periódico”(Glave, 2003, p. 198).

El periódico como actor político (Borrat, 1989), actor del sistema político (Borrat, 1989b), actor social (Kircher, 2005), e incluso como vocero legitimador de la ciudadanía (Acevedo y Correa, 2016), resalta la capacidad de los impresos por influir en la pugna por la opinión pública como factores formales en su construcción (Habermas, 1981), legitima o cuestiona los procesos sociales y políticos ante los públicos-lectores (Van Horn Melton, 2009), una vez que se han elevado (autorrepresentado) moralmente como los líderes de opinión y como los gestores de la libertad de prensa.

Los diarios se asumen en el debate público como los poseedores de la verdad, porque informan y porque establecen un deber ser político y gubernamental. Cada editorial, columna, imagen, caricatura, etc., que es publicada tiene una intencionalidad que rebosa por mucho lo informativo y que pretende que una o varias posiciones trasciendan en la esfera pública.

En dicho sentido, Héctor Borrat en su conceptualización del periódico como un actor del sistema político propone tres niveles de involucramiento en los conflictos políticos. Nivel extra, el periódico apenas informa y hace las veces de observador externo y presuntamente neutral de los acontecimientos y los demás actores. Nivel inter, el periódico se asume como parte integral de un conflicto o asume el rol de intermediario entre las partes. Nivel intra, el periódico es un actor que se involucra en el conflicto interno incluso cuando supone conflicto con algunas de sus partes (entre dueños y periodistas) o entre pares (contra otros impresos) (Borrat, 1989, pp. 28-29).  

Dos características adicionales acompañan estos niveles de involucramiento, para los tres niveles el periódico excluye todos los conflictos que carezcan de interés periodístico, para los niveles inter e intra, el periódico excluye los conflictos que puestos en la circulación pública puedan perjudicar sus intereses políticos y/o empresariales. La forma como el periódico en tanto actor político se vincula con estos conflictos políticos puede ser “pública” o “privada”, en relación con la primera está la publicación periódica que se presenta en el día a día, en relación con la segunda está la producción de la actualidad periodística (la búsqueda de información, rastreo de fuentes, etc.) (Borrat, 1989, p. 29). En el proceso de actualización periodística, es decir, en la faceta privada del periódico como actor político, este establece parámetros de exclusión, inclusión y jerarquización. En tal sentido, el periódico narra, comenta y participa del conflicto político (Borrat, 1989, p. 31)[4].

A partir de allí los periódicos como actores políticos se mueven en el campo periodístico como en un escenario de competencia continua que está dada por la influencia y el control que se pueda o no ejercer en la opinión pública y en los lectores (Kircher, 2005, p. 122).

En la misma línea, Acevedo y Correa han estimado que la función bisagra que cumple el periódico connatural a su rol como actor político puede denominarse para ciertos contextos y épocas como de voceros civilizadores que reivindican constantemente la importancia de los impresos en la sociedad, se promocionan como “faros de verdad, justicia y control político” (2016, p. 297), que propugnan por modelos educativos y morales, y que establecen los límites de la libertad y la política responsable.

Asimismo, cabe señalar que Charry-Joya propone complejizar la noción de actor político para que ciertos dueños de medios de prensa o editorialistas, al momento de analizar su incidencia e influencia en la opinión pública, puedan ser problematizados desde la noción de empresarios cognitivos que caracteriza unos esfuerzos de movilización, validación de intereses y legitimación de competencias al momento de poner sobre la esfera de discusión problemas sociales, políticos, culturales (simbólicos), etc., que supondrán negociaciones (Charry, 2019, pp. 66-90).

Así pues, se propone entender que los periódicos en cuanto son actores políticos reivindican su papel como mediadores entre la sociedad civil y los gobiernos. A su vez, como traductores de lo social para el poder en favor de la ciudadanía y traductores de lo político para el pueblo en favor de los gobiernos. Al mismo tiempo, se encuentran inmersos en las dinámicas del sistema político y aunque su objetivo es influir en las voluntades, deseos e interpretaciones de lo social y político del público-lector, también se ven afectados por las condiciones políticas, económicas y sociales del contexto en que surgen, circulan, se transforman y, muchas veces, perecen o se integran a otros.

Los periódicos que pueden ser fuente de investigación histórica, objeto de estudio y actor político, conforman una triada de posibilidades investigativas en las cuales aunque el enfoque historiográfico es el predominante también estimula la confluencia de métodos y formas de problematizar a través de un diálogo con otras disciplinas, donde la prensa ya no sólo es el objeto sino que es parte de otros objetos más generales como las relaciones entre medios de comunicación y poder político o como la construcción de la opinión pública en distintos periodos.

Tabla 1. Resumen de la propuesta

Perspectiva

Descripción

Fuente primaria

La prensa se utilizar para encontrar en ella información que ayude a comprender cómo fue un proceso/acontecimiento histórico. Puede ser fuente principal o puede usarse en la etapa de crítica de fuentes. Implica la comprensión a profundidad del contexto político y social en el que fue producida la fuente.

Objeto de estudio

El periódico se convierte en el centro de la investigación, se persigue la comprensión de los ciclos vitales del impreso: origen, desarrollo y declive. Incluye las características de los cuerpos editoriales, conformación, proyectos intelectuales, obras publicadas, redes y sociabilidades.

Actor político

Los periódicos se asumen como sujetos políticos que tienen una línea editorial precisa que los lleva a buscar un tipo de influencias dentro de la sociedad en general y su público-lector en particular. Su labor es influir y no sólo informar, persuadir y no sólo exponer, legitimar o cuestionar y no sólo presentar los hechos. Como todo actor político el periódico vive de la imagen que construye ante su público y por ello son usuales, en sus propias páginas, referencias y autorrepresentaciones de equilibrio político y pluralismo ideológico.

Fuente 1. Elaboración propia con base en la historiografía.

 

4.      Prensa, poder político e historia

Hasta el momento se ha propuesto que los estudios históricos de la prensa tienen tres perspectivas desde las cuales pueden ser abordados. Es pertinente para dar continuidad a esta lógica, explorar en qué medida las conexiones entre la prensa, el poder político y la historiografía permiten un hilo de problematización profunda sobre el pasado[5].

Los Estados modernos buscan establecer algunas ideologías como relatos colectivos sobre el devenir histórico, social, político y cultural del Estado, la Nación y la Ciudadanía donde confluyen elementos como el patriotismo, los conflictos, las identidades, etc., pero que actúan como la puesta en marcha de una ideología que se vuelve hegemonía y que otorga victoria a un modelo de vida frente a otros. En este proceso ha sido fundamental la prensa política a veces como trinchera y a veces como tribuna desde la cual el Estado, a través del gobierno y sus funcionarios, ataca, defiende y legitima sus correlatos (Anderson, 2006; Weber, 2002). Así que la prensa en su relación con el poder político se inscribe en un marco de procesos más amplios donde toma relevancia el tipo de intercambio simbólico, cultural, político y económico entre los medios de comunicación en general y los gobiernos (Acevedo & Correa, 2016; Gil, 2019).

Silvia González señala que la prensa en tanto “caja de resonancia, testigo y participe” (González, 2006, p. 10) de una época, posibilita reconstruir las tensiones entre los medios y los gobiernos en términos de discurso político y tensiones ideológicas. Así pues, lo que se persigue es la comprensión del lugar que ocupan la prensa y el poder político en diferentes momentos históricos. También las estrategias de acción de ambas partes:, por el lado de los gobiernos con “crítica, censura y represión” (Gantús, 2009, p. 13) y por el lado de la prensa con una fuerte presión pública, los cuestionamientos a figuras del gobierno y a las políticas (Sánchez y Gil, 2018).

En las relaciones entre la prensa y poder político se pueden leer dinámicas de subvención económica y reglamentación legal que al tiempo dan una idea de los esfuerzos que escenifican los gobiernos por lograr legitimidad política (Gantús, 2009, p. 15);[6] y que permite preguntarse por la forma cómo se generan instrumentos jurídicos que buscan estandarizar la cobertura que hacen los periódicos y lograr que se anexen a las causas políticas, pero también profundizar en la forma y medios cómo los diarios son participes de estás lógicas de control desde lo político. Al final encuentran caminos específicos para negociar con el poder político prebendas y concesiones especiales a cambio de contribuir en mejor legitimidad ante el público-lector.

Ahora bien, una posibilidad para problematizar esta relación entre prensa y poder político es la que proponen Hallin y Mancini (2008) en cuanto a la relación entre sistemas de medios de comunicación y sistemas políticos, como una forma comparada que permite contrastar unas hipótesis básicas respecto del funcionamiento histórico y estructural de los medios y la política. Para Hallin y Mancini no se puede comprender los medios de prensa “sin tener un conocimiento de la naturaleza del Estado, del sistema de partidos políticos, de las relaciones existentes entre intereses económicos y políticos” (2008, p. 7).

En esa medida, su planteamiento coincide con lo que se llamaba en los puntos anteriores la comprensión profunda del contexto en que se originó, circuló y espiró la prensa, el periódico, etc., aunque Hallin y Mancini –claramente en diálogo entre comunicación y ciencia política– ponen un matiz más complejo porque procuran la comprensión de los diferentes subsistemas del sistema político. La piedra angular de su argumento es que, si bien todos estos elementos del sistema político son fundamentales para la comprensión de los medios de prensa, estos no siempre son "la variable dependiente" del "sistema de control social y político"[7].

Lo cual tiene mucho sentido en función de las propuestas que hablan más bien de interdependencia entre medios de prensa y medios de poder político, por ejemplo, y no exclusivamente de una sumisión de los medios al gobierno o viceversa. Dos aspectos resaltan de lo anterior: por un lado, la comprensión de la historicidad tanto de los sistemas políticos como de los sistemas de medios, es decir, su cambio en el tiempo, y por el otro lado, el profundo conocimiento de los elementos del contexto social y político en que se desarrollan los medios como requisito para tener una mejor interpretación al momento de cuestionar las líneas editoriales y los posicionamientos del diario y su público–escritor.

No obstante, que Hallin y Mancini proponen diferentes modelos de sistemas de medios y que fueron realizados con base en información de los países europeos, sus modelos sirven como puntos de partida para problematizar los propios modelos de relación entre sistemas de medios de prensa y sistemas políticos en América Latina y dentro de ella en las diferentes subregiones. Al respecto, sugieren considerar algunas especificidades:

Las instituciones de los medios de comunicación evolucionan a través del  tiempo y en cada momento de su evolución los acontecimientos y modelos institucionales heredados del pasado influyen en la dirección que toman (…) Cualquier juicio que emitamos sobre un sistema de medios de comunicación debe basarse en un conocimiento profundo de su contexto social, de aspectos como las divisiones existentes en la sociedad, el proceso político mediante el cual se resolvieron o no y las pautas que prevalecen de la creencia política (Hallin y Mancini, 2008, pp. 11-14).

 

También los modelos proponen unas rutas de trabajo, pero establecen una serie de elementos a tener en cuenta dentro del sistema político: la historia política, las situaciones de conflicto, la conformación de los gobiernos, la presentación de pluralismo, las formas de autoridad o los niveles de autoritarismo; y, dentro del sistema de medios: la industria de la prensa (estructura e historia), el paralelismo político, profesionalización del periodismo y el papel del Estado en la regulación jurídica y económica del sistema de medios de prensa(Hallin y Mancini, 2008, pp. 62-63). A partir de este enfoque, Guerrero y Márquez han caracterizado los sistemas de medios latinoamericanos como un hibrido al que denominan liberal-capturado:

(…) liberales en tanto que están técnicamente diseñados bajo el modelo de financiamiento privado y regido por el mercado, pero capturados porque, a diferencia del ideario liberal, no están regidos por el interés público, sino que tanto están supeditados a intereses políticos, económicos o gubernamentales en distintos grados. Nuestro argumento es que la captura se da predominantemente en dos frentes, 1) en la regulación y 2) en la función informativa de los medios. Y ocurre debido a dos condiciones: a la continuidad del clientelismo como forma de organización social, y al débil estado de derecho que garantice en cumplimiento de marcos legales (Guerrero y Márquez, 2014, p. 150).

 

Por consiguiente, la perspectiva del estudio de la prensa y el poder político, bien sea desde un enfoque historiográfico o uno que se apoye en los presupuestos de la comunicación y la ciencia política, persigue la comprensión de las dinámicas de imbricación entre actores comunicativos y actores políticos, perfila la indagación de sus intereses, bien sea una búsqueda estructural como cuando se habla de un sistema de medios de prensa, o bien sea particular como cuando se estudia el comportamiento de un diario, periódico o revista en función de un gobierno, un partido político u organización social.

 

5.      Elementos para una crítica de fuentes en el uso la prensa

Un aspecto que se ha reiterado en las líneas anteriores es que los diarios y revistas en cada momento histórico responden a intereses de variada índole, lo que les otorga una conexión con el contexto histórico, pero también imponen sobre el investigador la necesidad de efectuar un trabajo exhaustivo de crítica de fuentes. Especialmente el trabajo de los periódicos se hace complejo en la medida que el nivel de producción informativa es alto y por lo tanto puede haber variaciones argumentativas o en sus posiciones editoriales que a veces pasan inadvertidas para el historiador. No obstante, en aras de un planteamiento metodológico, recogido de la historiografía reciente, es importante señalar algunas vías para que los estudios históricos de la prensa avancen en un mayor contraste de información.

-Archivo administrativo de los diarios, periódicos y revistas. La consulta del archivo administrativo resulta fundamental para establecer en las tres perspectivas (fuente primaria, objeto de investigación y actor político) en qué medida los posicionamientos editoriales e informativos de un impreso se encontraron con relación a determinantes de tipo editorial (línea ideológica) o empresarial (mediados por aspectos como la pauta publicitaria o la vinculación de socios de distintas actividades económicas).

Con el archivo administrativo es posible hacer una identificación del periplo vital del impreso, las razones formales de su constitución, los grandes momentos tanto administrativos como económicos y periodísticos, la vinculación y desvinculación de personal periodístico, pero también de otras áreas que, aunque no aparecen en las páginas impresas se encuentran en el fondo de la orientación del diario o revista como la gestión económica, contratos por publicidad, y relaciones públicas. De igual forma, las actas administrativas permiten rastrear las comunicaciones entre las autoridades y el impreso para observar tensiones por la opinión pública.

En el archivo administrativo reposan, por ejemplo, las bases de datos de los suscriptores, lo que a la larga podría mostrar un perfil mucho más completo de quiénes fueron o son los principales lectores del periódico, pero también de los colaboradores y sus hojas de vida para entender en mayor medida quiénes escribieron en el impreso.

Sin embargo, como los asiduos investigadores de los estudios históricos de la prensa lo podrán saber, acceder al archivo administrativo de un periódico o revista es usualmente una tarea infructuosa porque en la mayoría de los casos son fondos privados en manos de la empresa periodística a la que no le interesa una revisión de su pasado, más allá de las celebraciones y efemérides, pero además cuando se trata de impresos que ya espiraron es común que sus archivos administrativos se hayan perdido en incendios e inundaciones. De ahí que resulte interesante encontrar otras herramientas tomadas de las páginas periodísticas mismas para entender con mayor contexto a los diarios, periódicos y revistas.

-Autorrepresentaciones periodísticas. Se trata de una figura muy reiterada en la construcción informativa de los diarios y revistas, a partir de la cual demuestran ante sus lectores que se asumen como actores políticos (y sociales) con capacidad e interés por participar en la opinión pública. En las autorrepresentaciones periodísticas es posible encontrar discursos acerca de la posibilidad y esfuerzo que hace la casa editorial para ofrecer una información objetiva, atender a la verdad, proponer miradas idóneas y especializadas. Son posiciones que usualmente llevan el nombre del propio periódico y que sirven para hablar directo y sin tapujos ante sus lectores, pronunciarse sobre distintos temas y, en especial, para legitimar su posición frente a los mismos.

Las autorrepresentaciones periodísticas una forma directa de considerarse participantes adecuados en las tensiones por la formación de la opinión pública. En algunos casos las autorrepresentaciones toman la forma de tribunas políticas, empresas periodísticas o voceros civilizadores (Acevedo y Correa, 2016, p. 297). En otros casos, las autorrepresentaciones están acompañadas de una continua exaltación de la empresa periodística a partir de informar acciones altruistas, participación de sus dueños y periodistas principales en campañas sociales, en cocteles con los más importantes políticos y empresarios, de vincular en forma reiterada a la organización periodística con el poder político (Gil, 2020, pp. 181-187), o bien de establecer los vínculos entre casa periodística, colaboradores y actividades públicas, cívicas, educativas, socialización entre élites, etc. (Correa, 2014).

Lo importante es que a falta de archivo administrativo es posible establecer los vínculos políticos, sociales y empresariales más fuertes del periódico, revista, o de la empresa periodística en general mediante una revisión crítica de las autorrepresentaciones periodísticas. Así mismo, se pueden encontrar posiciones más claras frente a los temas coyunturales que interesan a la opinión pública, pero también son una manera de identificar en qué ámbitos el diario se consideraba un actor político idóneo para intervenir en el debate público y en cuáles prefería posar exclusivamente de medio informativo.

-Público escritor. Resulta relevante establecer algunas cuestiones para la pregunta básica de quienes escriben en el diario. Es decir, quiénes son los autores que componen las voces autorizadas y especializadas en cada uno de los grandes temas que aborda el periódico (Sánchez, 2012, 2016, 2017; Van Horn Melton, 2009). Si bien es cierto que el archivo administrativo podría ofrecer información privilegiada al respecto porque contiene perfiles y hojas de vida, también lo son las propias páginas periodísticas que establecen un amplio panorama del público-escritor, dado que aparece en la firma de noticias, columnas de opinión, caricaturas, entre otras piezas informativas.

Identificar las características mínimas de estos autores del periódico posibilita comprender en qué medida su filiación ideológica puede estar en armonía con la posición editorial del impreso, o encontrar razones para establecer porqué abordan de una u otra manera determinado tema, problema y acontecimiento. En el mismo sentido, las nacionalidades de este público-escritor también ofrecen elementos interpretativos tanto sobre los fenómenos abordados como acerca de la empresa periodística, por ejemplo, su capacidad para vincular colaboradores de renombre internacional.

Lograr explicar unas mínimas características del público-escritor es fundamental si se asume la prensa como fuente, objeto y actor político, porque en cualquiera de las tres perspectivas es necesario –y aporta bastante– entender las ideologías e intereses que hay detrás de lo escrito. Una forma práctica de hacerlo es definir que un periódico puede tener distintos públicos escritores como diversos temas: un público escritor de los asuntos estatales, un público escritor del panorama político internacional, un público escritor del análisis económica, un público escritor de lo anticomunista si se piensa, por ejemplo, en la prensa mexicana de los años cincuenta a ochenta. Una vez establecido el tipo de público escritor que se quiere identificar, conviene definir su conformación entre periodistas internacionales, nacionales y regionales. Para después dar paso a una caracterización de sus periplos profesionales: en qué otros diarios trabajaron, cuáles fueron sus obras no periodísticas escritas, si participaron de algún gobierno en su desarrollo profesional, son activistas de alguna causa social, política, ambiental, etc.

-Intertextualidad entre diarios. Las pugnas y tensiones entre periódicos y diarios casi siempre se pueden rastrear a partir de relaciones intertextuales. Cuando se trata de investigaciones históricas será posible encontrar periódicos que se ubican en los diferentes espectros ideológicos y que a partir de allí elaboran sus representaciones y posiciones editoriales.[8] Será posible rastrear, en especial en los temas políticos, posiciones encontradas entre diarios liberales y conservadores, o de estos dos contra periódicos de izquierda. En términos de contraste de fuentes es necesario otorgar atención a estas confrontaciones discursivas porque permiten ampliar el panorama de los participantes en las tensiones por formar y liderar la opinión pública.

-Entrevistas con periodistas. Estas permiten corroborar las lógicas editoriales con relación a las prácticas comunicativas. De igual manera, analizar en qué medida los diarios cuando tienen un importante nivel de reconocimiento social, se convierten en promotores de otros espacios públicos, o si se quiere espacios de sociabilidades, por ejemplo, secciones juveniles de los partidos políticos, academias periodísticas para formación de nuevos cuadros, sociedades de mejoras públicas, clubes de élites, entre muchos otros espacios tanto públicos como privados que son exaltados en las páginas periodísticas y que dan cuenta de la vinculación de los diarios con otros sectores sociales.[9]

 

Conclusiones

Hasta aquí se han examinado tres aspectos que son centrales en los estudios históricos de la prensa. En primer lugar, la propuesta de comprender la prensa desde tres posibilidades de problematización como fuente, objeto y actor político para la investigación histórica-social. En segundo lugar, la invitación a recorrer caminos que exploren la relación entre prensa y poder político para la comprensión de los pasados historiográficos. Y en tercer lugar, la necesidad de utilizar herramientas metodológicas de contraste en los estudios históricos de la prensa, que deberían en un sentido ideal partir de las posibilidades del archivo administrativo, pero que también se pueden complementar con las autorrepresentaciones periodísticas, la caracterización del público-escritor y el análisis de las relaciones intertextuales entre diarios y revistas de similar o diferente posiciones ideológica y editorial.

Este artículo remite a una interconexión entre el oficio del historiador que persigue interpretar, reconstruir y problematizar los pasados con base en fuentes primarias y secundarias, y el esfuerzo aprehensivo y de síntesis que proponen las demás Ciencias Sociales y Humanas, entre ellas, la sociología histórica y la historia de la comunicación. Si el investigador del pasado cuando se acerca a la prensa se aleja de la comprensión meramente informativa (en términos de simple transmisión de mensajes) entonces podrá transitar hacia búsquedas más profundas, construyendo explicaciones más densas sobre lo que el periódico o la revista pueden representar frente a una época, una ideología o unos actores sociales.

Al respecto, Martínez y Laguna sostienen que una problematización cada vez mayor de la prensa como medio de comunicación que está sujeto a un marco temporal, social y político repercutirá en resultados menos descriptivos y más analíticos, que encuentren causas, procesos y resultados (Martínez y Laguna, 2013).

 

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[1] Universidad Autónoma de Sinaloa, andersonpaulgp@gmail.com

[2] El presente artículo deriva como resultado parcial de la tesis de doctorado (en desarrollo) titulada Prensa política y opinión pública: un análisis comparado del papel de la prensa en la represión estatal ejercida por los gobiernos en México (1968-1976) y Colombia (1971-1982). En el marco del Doctorado en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa, 2019-2022.

[3] Este punto es relevante cuando se encuentran investigaciones que asumen la prensa como fuente primaria y que consideran que todo lo que allí reposa es fiel reconstrucción de la realidad, pero que además no cuestionan qué tipo de periódico es, a que organización pertenece, quienes fueron sus editores, periodistas, columnistas, y qué tipo de lectores tenía en términos ideológicos o electorales (liberales, conservadores, clase media y obreros, etc.).

[4] Los periódicos al igual que los demás actores políticos necesitan construir una imagen de ellos mismos ante la opinión pública –ante su público–, una de las imágenes que los periódicos buscan fortalecer es la del equilibrio y pluralismo político (Borrat, 1989, p. 33).

[5] El poder político entendido en un sentido clásico con Weber como el que reside legítimamente en el Estado y que se ejerce a través del cuerpo de funcionarios (burocracia), pero también poder político en cuanto capacidades de acción jurídica, política y administrativa por la que pugnan los partidos políticos, organizaciones sociales y los medios de comunicación(Weber, 1991). Así mismo, el poder político considerado como ejercicio, pero como deseo. La dominación que ejerce el Estado que tiene el predominio por la violencia no es solo con base en razones materiales, afectivas o racionales, puesto que “todas las dominaciones procuraran despertar y fomentar la creencia en su legitimidad” (Weber, 2002, p. 170).

[6] Fausta Gantús explora de manera particular las caricaturas como estrategias de acción partidista que a través de los periódicos son puestas en escena pública o en el espacio público; la autora las refiere como una forma de participación en la vida colectiva que les otorga el carácter de actor político y que sitúa a la prensa en la disputa por la construcción de los imaginarios colectivos e incluso por la tensión de éstos con los símbolos del poder; y precisa que para poder aprovechar estas características en la investigación histórica y social es importante explicar los fines y las características de producción de la prensa misma (Gantús, 2009, p. 13).

[7] Hallin y Mancini proponen tres modelos, liberal, democrático-corporativo y pluralista-polarizado, que sirven como hipótesis generales de lo que podrían ser otros modelos de relación entre medios de prensa y sistema político, mismos que en términos generales explican de la siguiente manera “el modelo liberal se caracteriza por el relativo dominio de los mecanismos de mercado y de los medios de comunicación comerciales; en el modelo democrático-corporativo observamos una coexistencia histórica de los medios de comunicación comerciales con los medios dependientes de grupos sociales y políticos organizados, y un papel estatal legalmente limitado pero relativamente activo; y el modelo pluralista polarizado tiene como características principales la integración de los medios de comunicación en la política de partidos, un desarrollo histórico más débil de los medios de comunicación comerciales y un importante papel del Estado” (Hallin y Mancini, 2008, p. 10). Es pertinente acotar que los modelos propuestos por Hallin y Mancini fueron construidos con base en los datos empíricos de los países de Norte América y Europa regiones para las que establecieron una clasificación general, el modelo liberal sería propicio de Gran Bretaña, Irlanda y Norte América; el modelo democrático-corporativo del norte de Europa; y, el modelo pluralista-polarizado de la Europa mediterránea.

[8] Un ejemplo de esta intertextualidad que ambienta contradicciones periodísticas se puede encontrar en el proceso colombiano conocido como el Paro Cívico de 1977, que tuvo lugar el 14 de septiembre, y que supuso un momento cumbre en la movilización social de los diferentes sectores sociales, obreros y sindicales. Sin embargo, es posible identificar unas fuertes tensiones entre el diario El Tiempo y La República, el primero representante del liberalismo oficial, y el segundo del conservatismo. Mientras que El Tiempo fue reiterado en asegurar que el paro cívico había sido un fracaso, La República intentó mostrar algunas de las motivaciones de este. El Tiempo utilizó su página editorial para reprochar que La República estuviera incentivando el caos y desorden público, mientras La República hizo lo mismo para demostrar que dicho paro si había sido relevante y que El Tiempo simplemente se plegaba a los deseos e intereses del gobierno de turno. Un ejemplo similar se encuentra en las confrontaciones intertextuales entre La Patria de Manizales y el Diario de Risaralda de Pereira, durante el proceso de fragmentación regional del Viejo Caldas entre 1966 y 1967. En La Patria se publicaron constantes desplegados haciendo referencia a la improcedencia geográfica, económica y política de crear un nuevo departamento en Colombia, y en el Diario de Risaralda -impreso creado por los gestores del proyecto separatista- fue común encontrar respuestas directas a los pronunciamientos del periódico capitalino (Gil, 2019).

[9] En México, la organización Cadena García Valseca que contó con diarios por toda la República, fue reiterada en aprovechar sus páginas para promocionar la Academia Teórico Práctica de Periodismo a partir de 1949 y la vuelta ciclística de México en los años cincuenta. Un ejemplo de promoción de espacios públicos desde las páginas impresas que denotan vinculación con otros sectores sociales y políticos, en el interés por tener un mayor nivel de legitimación en la opinión pública (Gil, 2020, p. 175).