Historical Studies of the Press: Primary Source, Object of Investigation and Political Actor
Anderson Paul Gil Pérez[1]
Resumen
Los estudios históricos de la prensa
se han convertido en un campo de investigación que se ocupa de diferentes
procesos sociales del pasado. Los problemas de investigación van desde la
construcción de la cultura impresa hasta la formación de la opinión pública,
así como en diferentes subdisciplinas como la historia política, la sociología
histórica y la comunicación política. Este artículo presenta y discute las
posibilidades que ofrece la prensa como fuente de investigación, objeto de
estudio y actor político en la investigación histórica y social a partir de las
relaciones entre la prensa y el poder político. Se parte de una metodología de
revisión historiográfica y se concluye que la prensa es una fuente relevante en
la investigación histórica y social, que requiere fórmulas de contraste de
información primaria que le permitan superar sus propios límites.
Palabras
claves: estudios de prensa; investigación histórica; poder
político.
Abstract
Historical studies of the press have become a field of
research that is concerned with different social processes in the past.
Research problems range from the construction of print culture to the formation
of public opinion, as well as in different sub-disciplines such as political
history, historical sociology, and political communication. This article
presents and discusses the possibilities offered by the press as a source of
research, an object of study and as a political actor in historical and social
research based on the relations between the press and political power. It
starts from a methodology of historiographic review, and it is concluded that
the press continues to be a very relevant source in historical and social
research, but that it requires formulas for contrasting primary information
that allow it to overcome its own limits.
Key words: Press Studies; Historical Research; Political Power.
Recibido: 4-08-2021
Aceptado: 13-06-2022
Introducción[2]
Una
pregunta muy recurrente entre los historiadores tiene que ver con cuáles son
las posibilidades y limitaciones que ofrece la fuente hemerográfica. A nivel
historiográfico existen trabajos que permiten dilucidar que la prensa en
términos generales funciona como fuente para acercarse a los diferentes pasados
históricos. Muchos de estos trabajos coinciden en que es importante que el
historiador se acerque a los periódicos de una forma menos desprevenida y se
interese por indagar los elementos históricos, contextuales y materiales de la
fuente misma (Almuiña,
1989; Del Palacio, 2014; Hernández, 2017; Kircher, 2005; Sánchez y Gil, 2018).
De igual forma, algunos referentes historiográficos se
preguntan con pertinencia por la relación que establece el estudio de la prensa
con otros campos de investigación y enfoques teóricos: la opinión pública (Habermas, 1981), el poder político (Borrat, 1989), los sistemas de medios (Guerrero
y Márquez, 2014; Hallin & Mancini, 2008); las representaciones sociales y culturales (Chartier, 2009), la historia electoral (Gantús
& Salmerón, 2015; Posada Carbó, 2012; Rodríguez, 2021; Zapata, 2011); la socialización política de los discursos
civilizatorios (Acevedo & Correa, 2016), los problemas de violencia política, represión estatal,
dictaduras y golpes de estado (Borrelli,
2011; Calvo, 2018; Faure, 2017; Franco, 2002; Gamiño, 2011; Goldstein, 2017;
Iturralde, 2013; Sánchez y Gil, 2018), las dinámicas políticas de un territorio desde la
perspectiva de la prensa de otro (Calvo, 2017; Sevilla, 2005), y en general, la historia política, social y cultural.
En términos generales existe consenso de que la prensa es
una fuente primaria de investigación, pero se presentan diferencias en la forma
cómo se concibe su uso, bien sea como una fuente primaria de contraste o como
una fuente primaria exclusiva. E incluso existen inquietudes frente a qué tipo
de estudio se está realizando cuando se quiere comprender a profundidad la vida
material de un impreso: surgimiento, desarrollo, transformación o desaparición.
Y también cuestionamientos sobre los periódicos como productores de discurso
político y como actores que hacen parte de la dinámica política, que tienen un
rol más allá de lo informativo-noticioso.
Precisamente, este artículo profundiza en la idea de un
campo de estudios históricos de la prensa que se puede trabajar y
reflexionar desde una triple perspectiva del funcionamiento de la prensa en la
investigación histórica y social: la prensa como fuente primaria (el enfoque
más recurrente y tradicional), como objeto de investigación (cuando la historia
de la prensa y de los impresos es el interés central) y como actor político (más
allá de lo informativo, el diario o la revista con agencia en la esfera pública
y política) que pretende intervenir, influir y direccionar la dinámica
política, a partir de una serie de recursos que van desde el discurso político-periodístico
textual y gráfico hasta las autorrepresentaciones de los propios impresos como
voceros o agentes garantes de la opinión pública. Para esto se realiza una revisión
historiográfica de algunas de las principales referencias de los estudios de
prensa en Latinoamérica, con énfasis especial en la producción de México,
Colombia y Argentina, y con base en investigaciones previas que permiten
construir una visión interpretativa y metodológica de las implicaciones del
trabajo con la prensa, con énfasis en la historia política.
Se desarrolla un análisis en cuatro momentos. En el
primero se presenta el rápido desarrollo que han tenido los estudios históricos
de la prensa en las últimas tres décadas. En el segundo se desarrolla la
propuesta de entender los estudios de prensa en la perspectiva de tres
dimensiones: fuente de investigación, objeto de estudio y actor político. En el
tercero se presentan las posibilidades de relación entre historia y poder
político en el contexto de relaciones de medios donde la prensa hace parte de
un marco más amplio. Y en el cuarto se proponen algunas vías metodológicas para
contrastar la información de la prensa en función de la crítica de fuentes. Las
conclusiones señalan la relevancia de los estudios históricos de la prensa como
posibilidad de un sinnúmero de investigaciones que explícita o implícitamente
se ubican en las intersecciones entre poder político y medios, poder y
discurso, poder e imaginarios, opinión pública y socialización política, entre
muchas otras.
El
interés por los estudios de la prensa. Una preocupación todavía reciente
En
1992 un grupo de investigadores liderado por el profesor Jesús Timoteo Álvarez
Fernández constituyó la Asociación de
Historiadores de la Comunicación (AHC) en la Universidad Complutense de
Madrid. Tres años después, en octubre de 1995, se realizó en la Universidad Autónoma
de Barcelona el primer congreso de esta asociación con el título Metodologías para la historia de la
comunicación social. La décima versión de este congreso tuvo lugar en la
Universidad Santiago de Compostela con el título La revolución tecnológica de la comunicación en perspectiva: historia
de los medios digitales, los nuevos medios en la historia en septiembre de 2019 (AsHisCom.Org,
s. f.).
Por otra parte, en
septiembre de 1999 se reunieron en Guadalajara (México) investigadores de
diferentes países en procura de discutir metodologías y teorías de un objeto de
estudio: el periodismo iberoamericano. Dicha reunión fue una de las primeras en
las que se congregaron investigadores para reflexionar sobre la prensa en
distintos sentidos, hubo cabida para quienes la abordaban como objeto de
estudio, como fuente de investigación, como formadora de opinión pública, etc.
Este encuentro dejó para la posteridad tres obras coordinadas por Celia del
Palacio Montiel (Del Palacio, 2000, 2006b, 2006a) en las que se
revisan diferentes ópticas de lo que puede ser la prensa en la investigación
social; así mismo, fue el germen de otras reuniones, publicaciones y de la
constitución de Red de historiadores de
la prensa en Iberoamérica que realizó el Encuentro Internacional de Historiadores de la Prensa en su undécima
versión en el 2018 (Red
de historiadores de la prensa, s. f.). Luego surgió la Red de Estudios sobre Prensa que
coordina Celia del Palacio con el apoyo del Centro de Estudios de la Cultura y
Comunicación de la Universidad Veracruzana y que tiene en sus registros 476
miembros de diferentes países latinoamericanos.(Del
Palacio, s. f.)
Estas referencias
históricas, más allá de señalar los esfuerzos por constituir las mencionadas
redes en México y España, ponen de manifiesto la existencia de un campo de
estudios históricos de la prensa.
Reflejan que un grupo de investigadores de la historia, la sociología, la
comunicación y otras disciplinas, han invertido más de tres décadas a las
preguntas por el papel de la prensa en su relación con el pasado, con
cuestiones sobre la historicidad de los diarios, periódicos y revistas, o que
ven a los impresos como una fuente privilegiada para la investigación. El
interés por los estudios históricos de la prensa sigue con plena vigencia,
tanto así que en el año 2021 se realizó el taller Estrategias y métodos para
la investigación en la prensa a través de los conceptos organizado por la Universidad
de Tlaxcala y la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM, bajo la
dirección de los investigadores Felipe Estrada Carreón, Laura Bonilla de León y
María Elizabeth Jaime Espinosa. Así mismo, se proyecta la realización del XIII
Encuentro Internacional de Historiadores de la Prensa y el Periodismo en
Iberoamérica en abril de 2023 en Chiapas (México).
Si la existencia
de algunas redes de investigación no fuera suficiente para establecer la
existencia de un campo de investigación, se puede observar el crecimiento de
revistas científicas que dan cuenta de los estudios históricos de la prensa
porque tienen la relación impreso e historia como objeto principal, o porque
siendo en general de historia y ciencias sociales dan cabida, con relativa
frecuencia, a los estudios desde esta perspectiva. Destacan entre muchas: Historia
y Comunicación Social de la Universidad Complutense de Madrid; Revista
Internacional de Historia de la Comunicación (RIHC) de la Asociación de
Historiadores de la Comunicación; Comunicación y Sociedad de la
Universidad de Guadalajara; Culturales de la Universidad Autónoma de
Baja California; Balajú. Revista de Cultura y Comunicación de la
Universidad Veracruzana; Fuentes Humanística de la Universidad Autónoma
Metropolitana (Azcapotzalco); Revista de Historia Regional y Local, Historelo de la Universidad Nacional de Colombia, sede
Medellín; Ciencia Nueva. Revista de Historia y Política de la Maestría
en Historia de la Universidad Tecnológica de Pereira (Colombia), etc.
Las redes, los
congresos y la producción científica reflejan la pertinencia e interés
investigativo que produce el acercamiento a los pasados históricos a través de
las páginas de los periódicos, diarios y revistas. Estos, a su vez, son objetos
culturales que dan cuenta de otras épocas, ya que como lo afirma Hernández, “la
evolución política y cultural de las sociedades modernas viene marcada,
quiérase o no, por la actividad de los medios de comunicación en general, de
los periódicos en particular” (Hernández,
2017, p. 475).
1.
Prensa
e historia desde tres enfoques: fuente primaria, objeto de investigación y
actor político
La historiografía latinoamericana muestra
un interés creciente por los medios de comunicación, y en particular por la
prensa. Una revisión de los estudios realizados en países como México, Colombia,
y en menor medida Argentina, permite conceptualizar tres
grandes enfoques en el desarrollo investigativo de los estudios históricos de
la prensa: el primero, la prensa como fuente de investigación, el segundo, la
prensa como objeto de estudio, y el tercero, la prensa como actor político.
La prensa para reconstruir el pasado, el
periódico como fuente
Las fuentes históricas son los
registros manuscritos, impresos y orales que permiten la comprensión
interpretativa del pasado (Ramírez,
2010).
El periódico entendido como fuente histórica es indispensable para conocer los
hechos sociales, culturales y políticos de las épocas pasadas. Una fuente que irradia
el pasado, pero que como advierte Celia del Palacio no es un reflejo directo del
mismo. Es decir, el periódico cumple la función de representar unos fragmentos
del pasado que pueden ser interpretados por el investigador. No obstante, no se
puede considerar que el periódico y sus discursos noticiosos, informativos,
editoriales y de opinión, sean un cristal para observar los procesos
históricos.
Así pues, la
prensa ofrece una imagen difusa del pasado que se debe sumar a otras para
construir una visión historiográfica. Se trata de una fuente para conocer
procesos de historia social y cultural, pero sin duda es la “fuente documental
del panorama político” porque sus discursos e influencia han fortalecido los
lazos entre ciudadanos e instituciones (Acevedo y Villabona, 2020, p. 69).
El periódico como
objeto cultural puede ser leído y disgregado en sus contenidos como una fuente
histórica. En sus páginas se encuentran representaciones sociales que pueden
ser analizadas para hallar el espíritu de una época. Celia Del Palacio propone
tomar el periódico como representación [es] de la realidad, perspectiva
pertinente más que por los contenidos por “las pistas de inapreciable valor” (Del Palacio, 2006a, p. 6), que se esconden
tras la aparición o extinción de un impreso, en la comprensión de las
características de sus colaboradores, en sus fuentes de financiación y en los
lectores en los que influye.
La prensa es una
fuente con la que se puede indagar por las mentalidades de una época (Cruz, 2000, p. 424). La prensa sirve
para reconstruir hechos, descripciones o acontecimientos del pasado y permite el
acercamiento a las ideologías, las lógicas, y el espíritu del pasado que
interesa al investigador. El periódico como objeto historiográfico tiene una doble
relación con el pasado y con el presente: es una fuente que habla por sí misma,
que tiene una doble subjetividad “la intencionalidad de su editor así como la
selección y la interpretación que el historiador hace del discurso”(Cruz, 2000, p. 429).
Como toda fuente
de investigación histórica para su utilización se debe explorar, criticar y
comprender en sus dimensiones constitutivas: a) ¿quién la hizo?, es decir, quiénes
fueron sus editores y directores, quiénes escribieron en el periódico, cuáles
son las características intelectuales de sus autores, participaron o no
activamente en la política, pertenecieron a grupos sindicales, sociedades
especiales o clubes de élites; y b) ¿cuál es el periodo de circulación?, esto
es, un diario que circuló en un periodo coyuntural de violencia, transformación
social o que ha tenido una duración prolongada entre épocas. Quiere decir que para
tener validez historiográfica debe pasar por el cedazo de la crítica de fuentes
y para ello se deben comprender los impresos como un producto cultural “integrado
a un entorno situacional concreto" (Hernández,
2017, p. 466). Así pues, se trata de conocer los diarios
a profundidad para reconocer el contexto vital en que fueron producidos.[3]
El investigador
social que se acerca a la prensa y la toma como simple recipiente de
información noticiosa puede fallar por ingenuo y se enfrenta a unos contenidos
sin crítica, evita el esfuerzo de preguntarse ¿por qué el periódico publicó una
u otra información y cómo lo hizo? Cruz explica que se trata de tener una
inquietud creativa frente a la prensa, hacer preguntas frente a su trayecto
vital empresarial: cómo y porqué surge, cuáles condiciones especiales llevaron
a su creación, cuáles son los nuevos elementos que le ofreció a sus lectores,
cómo se articularon los mensajes e intenciones entre empresarios, editores y
periodistas, y cuáles fueron las orillas ideológicas que abanderó; etc. (Cruz, 2000, p. 432).
El conocimiento
del periódico o revista como fuente se acompaña de su indagación e
interpretación, pero cuidando los anacronismos conceptuales, como lo acota Cruz
al advertir que los periódicos como elementos históricos y culturales no
deberían ser cuestionados con conceptos actuales ni evaluarse bajo los
parámetros modernos del periodismo (2000, p. 433). Cruz señala que
esta distancia se obtiene cuando se deja de lado la visión del periódico como
medio informativo y se le resignifica como medio hacia el pasado sino también
como una representación del mismo: “el relato del periódico no sólo refiere un
suceso, sino [que] es un suceso en sí mismo” (Cruz, 2000, p. 433).
Abordar la prensa
como fuente también requiere claridad en los periodos a los que corresponde un
diario. No es lo mismo el siglo XIX y los quehaceres políticos de las guerras
civiles, una sociedad menos alfabetizada y más dada a la lectura en voz alta en
las plazas públicas y en los cafés, que el siglo XX como periodo de
masificación de los medios, de mayor acceso por parte de los públicos a los
periódicos. E incluso para algunos temas los periódicos modernos ofrecen una
mayor riqueza discursiva y flujo de ideologías tanto así que se puede
considerar que abren la opción para hacer una historia social y cultural más
incluyente, que atienda a otros actores sociales como las mujeres, los jóvenes,
niños, y más recientemente, comunidades diversas en el sentido más amplio (Hernández,
2017, p. 471).
El periódico como
una fuente histórica es fragmentado en sus partes y contenidos para entender
diferentes sucesos del pasado. Puede ser una fuente primaria exclusiva o que
acompaña otras, de ahí que sea común encontrar investigaciones que abordan un
problema en un tiempo y que terminan con la afirmación “en la prensa”, “desde
la prensa”, “en las revistas” o en un impreso con nombre propio, Excélsior,
El Tiempo, El Sol de México, La Patria, El Diario, El Diario
de Risaralda, etc. Es claro que se trata de estudios que se posicionan en
la primera perspectiva, incluso aunque no haya una consciencia explicita en
términos metodológicos de tal decisión. Así pues, la prensa como fuente
histórica aporta al análisis de problemas actuales y relevantes de las ciencias
sociales y humanas, por ejemplo, la opinión pública, el poder político, las
identidades de género, la construcción de imágenes de la migración, y un largo
etcétera.
3.1.
Historia
del periódico e historia de la prensa. La prensa como objeto de estudio
Cuando se convierte la prensa en el
objeto central de la investigación es cuando se hace historia de la prensa. Bien
sea porque se quiere comprender las características de circulación de los
impresos en una época, por ejemplo, los impresos durante las independencias
iberoamericanas, o la prensa moderna en México durante el siglo XX, etc.,(Covo, 1993; Cruz, 2000; Musacchio, 2016; Ross, 1965;
Ytuarte, 2000) o porque se desea reconstruir el
periplo empresarial de un diario o revista desde su origen hasta su
desaparición, un ejemplo reciente de esto podría ser el trabajo de Arno Burkholder (2016) sobre el diario Excélsior entre 1916 y 1976.
Al respecto, Celia
Del Palacio subraya que en el análisis histórico de un periódico se puede tomar
como punto de partida la relación emisor, mensaje y receptor. A partir de ello,
explorar el contexto en que se origina el impreso, comprender quienes eran los
editores y colaboradores, tener presente el papel de la legislación de prensa
en un marco jurídico más amplio, analizar la empresa periodística en sus
dinámicas de mercado, organización administrativa y financiera, el análisis
formal de los periódicos, revisión de sus discursos, avanzar en la comprensión
de la recepción por parte del público y conocer las características de los
periodistas como su formación, las rutinas laborales y las fuente de
información, etc. (Del Palacio, 2014, pp. 14-17).
La prensa como
objeto de estudio incluye reconstruir el marco ideológico en el que se
gestionaron los impresos. Esta tarea puede ser a veces la más complicada porque
no siempre los diarios y revistas delimitan sus afinidades ideológicas (Hernández,
2017, p. 470). Surge un problema metodológico que
se presenta con mayor ahínco en la prensa de la segunda mitad del siglo XX,
porque los diarios y revistas se encubren con una falsa neutralidad,
independencia, supuesto servicio a la patria y la ciudadanía, con lo que el
investigador debe hallar esos conductos que comunican los diarios y sus
periodistas con los gobiernos, partidos políticos, organizaciones sociales, etc.,
para establecer los intereses o condicionamientos que orientan las posiciones
editoriales.
Analizar los
diarios como empresas periodísticas es factible porque en esta dinámica
empresarial se pueden encontrar las explicaciones de los procesos editoriales (Hernández,
2017, p. 473), pero también de los niveles de
circulación, la posibilidad de contar con columnistas de renombre nacional e
internacional, de uno u otro espectro político, y a la vez que proveerá
información de las fuentes de financiamiento, en dos temas tan importantes como
el origen de la pauta publicitaria y la forma cómo se adquiere el papel
periódico. En la cobertura informativa de un periódico son tan importantes las
condiciones intelectuales de sus periodistas como las directrices editoriales
de sus dueños.
En consecuencia, los
diarios como empresas periodísticas sitúan el problema de investigación en un
ámbito más reciente, posiblemente todo el siglo XX, porque exploran una faceta
relacionada con la venta de publicidad comercial y propaganda política (Acevedo y Correa, 2016, p. 296). Lo mismo que con
los esfuerzos por atraer y mantener los suscriptores, en procura de lo cual los
impresos van a mantener un recurrente esfuerzo por auto legitimarse frente a
sus lectores como el medio adecuado para informarse o que responde y valora sus
intereses ideológicos, políticos o culturales (Gil,
2018; Sánchez y Gil, 2018). Este ejercicio
de autorrepresentarse los va a llevar a que
trasciendan más allá de lo informativo, tomando posturas, evaluando las
acciones de los actores sociales, valorándolas y criticándolas, etc.
3.2.Informar
y participar. El periódico como actor político
La influencia de la prensa en la
dinámica política y social no se desprende únicamente de la información que se
publica a diario. Un factor adicional determina que dicha información cargada
de intereses al ser puesta en circulación tiene el objetivo de influir en los
marcos mentales (Van Dijk, 2004) que llevan a las
personas a interpretar de una u otra forma su realidad, lo que le otorga la
característica adicional de ser un actor político y social que se inmiscuye en
la dinámica pública. François-Xavier Guerra señaló que el periódico debe ser
considerado como un “lugar de debate, como medio de legitimación, como
instancia crítica, como expresión de reivindicaciones, como [herramienta] de
socialización de nuevas ideas o valores” (Guerra en Glave, 2003, p. 197), lo cual es
posible porque el periódico de una época pasada, además de ser fuente primaria
y objeto de investigación es un actor político y social. Guerra establece que
el periódico tiene una “prolongación clientelar de algún personaje o facción
política [o] la expresión de un grupo más o menos informal, reunido
precisamente para expresarse a través del periódico”(Glave, 2003, p. 198).
El periódico como
actor político (Borrat, 1989), actor del
sistema político (Borrat, 1989b), actor social (Kircher, 2005), e incluso como
vocero legitimador de la ciudadanía (Acevedo y Correa, 2016), resalta la
capacidad de los impresos por influir en la pugna por la opinión pública como
factores formales en su construcción (Habermas, 1981), legitima o
cuestiona los procesos sociales y políticos ante los públicos-lectores (Van Horn Melton, 2009), una vez que se
han elevado (autorrepresentado) moralmente como los
líderes de opinión y como los gestores de la libertad de prensa.
Los diarios se
asumen en el debate público como los poseedores de la verdad, porque informan y
porque establecen un deber ser político y gubernamental. Cada editorial,
columna, imagen, caricatura, etc., que es publicada tiene una intencionalidad
que rebosa por mucho lo informativo y que pretende que una o varias posiciones
trasciendan en la esfera pública.
En dicho sentido,
Héctor Borrat en su conceptualización del periódico
como un actor del sistema político propone tres niveles de involucramiento en
los conflictos políticos. Nivel extra, el
periódico apenas informa y hace las veces de observador externo y presuntamente
neutral de los acontecimientos y los demás actores. Nivel inter, el periódico
se asume como parte integral de un conflicto o asume el rol de intermediario
entre las partes. Nivel intra, el
periódico es un actor que se involucra en el conflicto interno incluso cuando
supone conflicto con algunas de sus partes (entre dueños y periodistas) o entre
pares (contra otros impresos) (Borrat, 1989, pp. 28-29).
Dos
características adicionales acompañan estos niveles de involucramiento, para
los tres niveles el periódico excluye todos los conflictos que carezcan de
interés periodístico, para los niveles inter
e intra, el periódico excluye los
conflictos que puestos en la circulación pública puedan perjudicar sus
intereses políticos y/o empresariales. La forma como el periódico en tanto
actor político se vincula con estos conflictos políticos puede ser “pública” o
“privada”, en relación con la primera está la publicación periódica que se
presenta en el día a día, en relación con la segunda está la producción de la
actualidad periodística (la búsqueda de información, rastreo de fuentes, etc.) (Borrat, 1989, p. 29). En el proceso de
actualización periodística, es decir, en la faceta privada del periódico como
actor político, este establece parámetros de exclusión, inclusión y jerarquización.
En tal sentido, el periódico narra, comenta y participa del conflicto político (Borrat, 1989, p. 31)[4].
A partir de allí
los periódicos como actores políticos se mueven en el campo periodístico como
en un escenario de competencia continua que está dada por la influencia y el
control que se pueda o no ejercer en la opinión pública y en los lectores (Kircher, 2005, p. 122).
En la misma línea,
Acevedo y Correa han estimado que la función bisagra que cumple el periódico
connatural a su rol como actor político puede denominarse para ciertos
contextos y épocas como de voceros
civilizadores que reivindican constantemente la importancia de los impresos
en la sociedad, se promocionan como “faros de verdad, justicia y control
político” (2016, p. 297), que propugnan
por modelos educativos y morales, y que establecen los límites de la libertad y
la política responsable.
Asimismo, cabe
señalar que Charry-Joya propone complejizar la noción de actor político para
que ciertos dueños de medios de prensa o editorialistas, al momento de analizar
su incidencia e influencia en la opinión pública, puedan ser problematizados
desde la noción de empresarios cognitivos que caracteriza unos esfuerzos
de movilización, validación de intereses y legitimación de competencias al
momento de poner sobre la esfera de discusión problemas sociales, políticos,
culturales (simbólicos), etc., que supondrán negociaciones (Charry, 2019, pp. 66-90).
Así pues, se
propone entender que los periódicos en cuanto son actores políticos reivindican
su papel como mediadores entre la sociedad civil y los gobiernos. A su vez,
como traductores de lo social para el poder en favor de la ciudadanía y
traductores de lo político para el pueblo en favor de los gobiernos. Al mismo
tiempo, se encuentran inmersos en las dinámicas del sistema político y aunque su
objetivo es influir en las voluntades, deseos e interpretaciones de lo social y
político del público-lector, también se ven afectados por las condiciones
políticas, económicas y sociales del contexto en que surgen, circulan, se
transforman y, muchas veces, perecen o se integran a otros.
Los periódicos que
pueden ser fuente de investigación histórica, objeto de estudio y actor
político, conforman una triada de posibilidades investigativas en las cuales
aunque el enfoque historiográfico es el predominante también estimula la
confluencia de métodos y formas de problematizar a través de un diálogo con
otras disciplinas, donde la prensa ya no sólo es el objeto sino que es parte de
otros objetos más generales como las relaciones entre medios de comunicación y
poder político o como la construcción de la opinión pública en distintos
periodos.
Tabla
1. Resumen de la propuesta
Perspectiva |
Descripción |
Fuente
primaria |
La prensa se utilizar para
encontrar en ella información que ayude a comprender cómo fue un
proceso/acontecimiento histórico. Puede ser fuente principal o puede usarse
en la etapa de crítica de fuentes. Implica la comprensión a profundidad del
contexto político y social en el que fue producida la fuente. |
Objeto
de estudio |
El periódico se convierte en el centro de la
investigación, se persigue la comprensión de los ciclos vitales del impreso:
origen, desarrollo y declive. Incluye las características de los cuerpos
editoriales, conformación, proyectos intelectuales, obras publicadas, redes y
sociabilidades. |
Actor político |
Los periódicos
se asumen como sujetos políticos que tienen una línea editorial precisa que
los lleva a buscar un tipo de influencias dentro de la sociedad en general y
su público-lector en particular. Su labor es influir y no sólo informar,
persuadir y no sólo exponer, legitimar o cuestionar y no sólo presentar los
hechos. Como todo actor político el periódico vive de la imagen que construye
ante su público y por ello son usuales, en sus propias páginas, referencias y
autorrepresentaciones de equilibrio político y pluralismo ideológico. |
Fuente
1. Elaboración propia
con base en la historiografía.
4. Prensa, poder político e historia
Hasta el momento se ha propuesto que
los estudios históricos de la prensa tienen tres perspectivas desde las cuales
pueden ser abordados. Es pertinente para dar continuidad a esta lógica,
explorar en qué medida las conexiones entre la prensa, el poder político y la
historiografía permiten un hilo de problematización profunda sobre el pasado[5].
Los Estados
modernos buscan establecer algunas ideologías como relatos colectivos sobre el
devenir histórico, social, político y cultural del Estado, la Nación y la Ciudadanía
donde confluyen elementos como el patriotismo, los conflictos, las identidades,
etc., pero que actúan como la puesta en marcha de una ideología que se vuelve
hegemonía y que otorga victoria a un modelo de vida frente a otros. En este
proceso ha sido fundamental la prensa política a veces como trinchera y a veces
como tribuna desde la cual el Estado, a través del gobierno y sus funcionarios,
ataca, defiende y legitima sus correlatos (Anderson, 2006; Weber, 2002). Así que la
prensa en su relación con el poder político se inscribe en un marco de procesos
más amplios donde toma relevancia el tipo de intercambio simbólico, cultural,
político y económico entre los medios de comunicación en general y los
gobiernos (Acevedo & Correa, 2016; Gil, 2019).
Silvia González señala
que la prensa en tanto “caja de resonancia, testigo y participe” (González,
2006, p. 10) de una época, posibilita reconstruir
las tensiones entre los medios y los gobiernos en términos de discurso político
y tensiones ideológicas. Así pues, lo que se persigue es la comprensión del
lugar que ocupan la prensa y el poder político en diferentes momentos históricos.
También las estrategias de acción de ambas partes:, por el lado de los
gobiernos con “crítica, censura y represión” (Gantús,
2009, p. 13) y por el lado de la prensa con una
fuerte presión pública, los cuestionamientos a figuras del gobierno y a las
políticas (Sánchez
y Gil, 2018).
En las relaciones
entre la prensa y poder político se pueden leer dinámicas de subvención
económica y reglamentación legal que al tiempo dan una idea de los esfuerzos
que escenifican los gobiernos por lograr legitimidad política (Gantús,
2009, p. 15);[6]
y que permite preguntarse por la forma cómo se generan instrumentos jurídicos
que buscan estandarizar la cobertura que hacen los periódicos y lograr que se
anexen a las causas políticas, pero también profundizar en la forma y medios
cómo los diarios son participes de estás lógicas de control desde lo político. Al
final encuentran caminos específicos para negociar con el poder político
prebendas y concesiones especiales a cambio de contribuir en mejor legitimidad
ante el público-lector.
Ahora bien, una
posibilidad para problematizar esta relación entre prensa y poder político es
la que proponen Hallin y Mancini (2008) en cuanto a la
relación entre sistemas de medios de comunicación y sistemas políticos, como una
forma comparada que permite contrastar unas hipótesis básicas respecto del
funcionamiento histórico y estructural de los medios y la política. Para Hallin y Mancini no se puede comprender los medios de
prensa “sin tener un conocimiento de la naturaleza del Estado, del sistema de
partidos políticos, de las relaciones existentes entre intereses económicos y
políticos” (2008, p. 7).
En esa medida, su
planteamiento coincide con lo que se llamaba en los puntos anteriores la comprensión
profunda del contexto en que se originó, circuló y espiró la prensa, el
periódico, etc., aunque Hallin y Mancini –claramente
en diálogo entre comunicación y ciencia política– ponen un matiz más complejo
porque procuran la comprensión de los diferentes subsistemas del sistema
político. La piedra angular de su argumento es que, si bien todos estos
elementos del sistema político son fundamentales para la comprensión de los
medios de prensa, estos no siempre son "la variable dependiente" del
"sistema de control social y político"[7].
Lo cual tiene
mucho sentido en función de las propuestas que hablan más bien de
interdependencia entre medios de prensa y medios de poder político, por
ejemplo, y no exclusivamente de una sumisión de los medios al gobierno o
viceversa. Dos aspectos resaltan de lo anterior: por un lado, la comprensión de
la historicidad tanto de los sistemas políticos como de los sistemas de medios,
es decir, su cambio en el tiempo, y por el otro lado, el profundo conocimiento
de los elementos del contexto social y político en que se desarrollan los
medios como requisito para tener una mejor interpretación al momento de
cuestionar las líneas editoriales y los posicionamientos del diario y su
público–escritor.
No obstante, que Hallin y Mancini proponen diferentes modelos de sistemas de
medios y que fueron realizados con base en información de los países europeos, sus
modelos sirven como puntos de partida para problematizar los propios modelos de
relación entre sistemas de medios de prensa y sistemas políticos en América
Latina y dentro de ella en las diferentes subregiones. Al respecto, sugieren
considerar algunas especificidades:
Las
instituciones de los medios de comunicación evolucionan a través del tiempo y en cada momento de su evolución los
acontecimientos y modelos institucionales heredados del pasado influyen en la
dirección que toman (…) Cualquier juicio que emitamos sobre un sistema de
medios de comunicación debe basarse en un conocimiento profundo de su contexto
social, de aspectos como las divisiones existentes en la sociedad, el proceso
político mediante el cual se resolvieron o no y las pautas que prevalecen de la
creencia política (Hallin y Mancini, 2008, pp. 11-14).
También los modelos proponen unas
rutas de trabajo, pero establecen una serie de elementos a tener en cuenta
dentro del sistema político: la historia política, las situaciones de
conflicto, la conformación de los gobiernos, la presentación de pluralismo, las
formas de autoridad o los niveles de autoritarismo; y, dentro del sistema de
medios: la industria de la prensa (estructura e historia), el paralelismo
político, profesionalización del periodismo y el papel del Estado en la
regulación jurídica y económica del sistema de medios de prensa(Hallin y Mancini, 2008, pp. 62-63). A partir de este
enfoque, Guerrero y Márquez han caracterizado los sistemas de medios
latinoamericanos como un hibrido al que denominan liberal-capturado:
(…)
liberales en tanto que están técnicamente diseñados bajo el modelo de
financiamiento privado y regido por el mercado, pero capturados porque, a
diferencia del ideario liberal, no están regidos por el interés público, sino
que tanto están supeditados a intereses políticos, económicos o gubernamentales
en distintos grados. Nuestro argumento es que la captura se da
predominantemente en dos frentes, 1) en la regulación y 2) en la función
informativa de los medios. Y ocurre debido a dos condiciones: a la continuidad
del clientelismo como forma de organización social, y al débil estado de
derecho que garantice en cumplimiento de marcos legales (Guerrero y Márquez, 2014, p. 150).
Por consiguiente, la perspectiva del
estudio de la prensa y el poder político, bien sea desde un enfoque
historiográfico o uno que se apoye en los presupuestos de la comunicación y la
ciencia política, persigue la comprensión de las dinámicas de imbricación entre
actores comunicativos y actores políticos, perfila la indagación de sus
intereses, bien sea una búsqueda estructural como cuando se habla de un sistema
de medios de prensa, o bien sea particular como cuando se estudia el
comportamiento de un diario, periódico o revista en función de un gobierno, un
partido político u organización social.
5. Elementos
para una crítica de fuentes en el uso la prensa
Un aspecto que se ha reiterado en las
líneas anteriores es que los diarios y revistas en cada momento histórico
responden a intereses de variada índole, lo que les otorga una conexión con el
contexto histórico, pero también imponen sobre el investigador la necesidad de
efectuar un trabajo exhaustivo de crítica de fuentes. Especialmente el trabajo
de los periódicos se hace complejo en la medida que el nivel de producción
informativa es alto y por lo tanto puede haber variaciones argumentativas o en
sus posiciones editoriales que a veces pasan inadvertidas para el historiador.
No obstante, en aras de un planteamiento metodológico, recogido de la
historiografía reciente, es importante señalar algunas vías para que los
estudios históricos de la prensa avancen en un mayor contraste de información.
-Archivo
administrativo de los diarios, periódicos y revistas. La consulta del
archivo administrativo resulta fundamental para establecer en las tres
perspectivas (fuente primaria, objeto de investigación y actor político) en qué
medida los posicionamientos editoriales e informativos de un impreso se
encontraron con relación a determinantes de tipo editorial (línea ideológica) o
empresarial (mediados por aspectos como la pauta publicitaria o la vinculación
de socios de distintas actividades económicas).
Con el archivo
administrativo es posible hacer una identificación del periplo vital del
impreso, las razones formales de su constitución, los grandes momentos tanto
administrativos como económicos y periodísticos, la vinculación y
desvinculación de personal periodístico, pero también de otras áreas que,
aunque no aparecen en las páginas impresas se encuentran en el fondo de la
orientación del diario o revista como la gestión económica, contratos por
publicidad, y relaciones públicas. De igual forma, las actas administrativas
permiten rastrear las comunicaciones entre las autoridades y el impreso para
observar tensiones por la opinión pública.
En el archivo
administrativo reposan, por ejemplo, las bases de datos de los suscriptores, lo
que a la larga podría mostrar un perfil mucho más completo de quiénes fueron o
son los principales lectores del periódico, pero también de los colaboradores y
sus hojas de vida para entender en mayor medida quiénes escribieron en el
impreso.
Sin embargo, como
los asiduos investigadores de los estudios históricos de la prensa lo podrán
saber, acceder al archivo administrativo de un periódico o revista es
usualmente una tarea infructuosa porque en la mayoría de los casos son fondos
privados en manos de la empresa periodística a la que no le interesa una
revisión de su pasado, más allá de las celebraciones y efemérides, pero además
cuando se trata de impresos que ya espiraron es común que sus archivos
administrativos se hayan perdido en incendios e inundaciones. De ahí que
resulte interesante encontrar otras herramientas tomadas de las páginas
periodísticas mismas para entender con mayor contexto a los diarios, periódicos
y revistas.
-Autorrepresentaciones
periodísticas. Se trata de una figura muy reiterada en la construcción
informativa de los diarios y revistas, a partir de la cual demuestran ante sus
lectores que se asumen como actores políticos (y sociales) con capacidad e
interés por participar en la opinión pública. En las autorrepresentaciones
periodísticas es posible encontrar discursos acerca de la posibilidad y
esfuerzo que hace la casa editorial para ofrecer una información objetiva,
atender a la verdad, proponer miradas idóneas y especializadas. Son posiciones que
usualmente llevan el nombre del propio periódico y que sirven para hablar
directo y sin tapujos ante sus lectores, pronunciarse sobre distintos temas y,
en especial, para legitimar su posición frente a los mismos.
Las
autorrepresentaciones periodísticas una forma directa de considerarse
participantes adecuados en las tensiones por la formación de la opinión pública.
En algunos casos las autorrepresentaciones toman la forma de tribunas
políticas, empresas periodísticas o voceros civilizadores (Acevedo y Correa, 2016, p. 297). En otros casos,
las autorrepresentaciones están acompañadas de una continua exaltación de la
empresa periodística a partir de informar acciones altruistas, participación de
sus dueños y periodistas principales en campañas sociales, en cocteles con los
más importantes políticos y empresarios, de vincular en forma reiterada a la
organización periodística con el poder político (Gil, 2020, pp. 181-187), o bien de
establecer los vínculos entre casa periodística, colaboradores y actividades
públicas, cívicas, educativas, socialización entre élites, etc. (Correa, 2014).
Lo importante es que
a falta de archivo administrativo es posible establecer los vínculos políticos,
sociales y empresariales más fuertes del periódico, revista, o de la empresa
periodística en general mediante una revisión crítica de las
autorrepresentaciones periodísticas. Así mismo, se pueden encontrar posiciones
más claras frente a los temas coyunturales que interesan a la opinión pública,
pero también son una manera de identificar en qué ámbitos el diario se
consideraba un actor político idóneo para intervenir en el debate público y en
cuáles prefería posar exclusivamente de medio informativo.
-Público escritor. Resulta
relevante establecer algunas cuestiones para la pregunta básica de quienes
escriben en el diario. Es decir, quiénes son los autores que componen las voces
autorizadas y especializadas en cada uno de los grandes temas que aborda el
periódico (Sánchez,
2012, 2016, 2017; Van Horn Melton, 2009). Si bien es
cierto que el archivo administrativo podría ofrecer información privilegiada al
respecto porque contiene perfiles y hojas de vida, también lo son las propias
páginas periodísticas que establecen un amplio panorama del público-escritor,
dado que aparece en la firma de noticias, columnas de opinión, caricaturas,
entre otras piezas informativas.
Identificar las
características mínimas de estos autores del periódico posibilita comprender en
qué medida su filiación ideológica puede estar en armonía con la posición
editorial del impreso, o encontrar razones para establecer porqué abordan de
una u otra manera determinado tema, problema y acontecimiento. En el mismo
sentido, las nacionalidades de este público-escritor también ofrecen elementos
interpretativos tanto sobre los fenómenos abordados como acerca de la empresa
periodística, por ejemplo, su capacidad para vincular colaboradores de renombre
internacional.
Lograr explicar
unas mínimas características del público-escritor es fundamental si se asume la
prensa como fuente, objeto y actor político, porque en cualquiera de las tres
perspectivas es necesario –y aporta bastante– entender las ideologías e
intereses que hay detrás de lo escrito. Una forma práctica de hacerlo es
definir que un periódico puede tener distintos públicos escritores como
diversos temas: un público escritor de los asuntos estatales, un público
escritor del panorama político internacional, un público escritor del análisis
económica, un público escritor de lo anticomunista si se piensa, por ejemplo,
en la prensa mexicana de los años cincuenta a ochenta. Una vez establecido el
tipo de público escritor que se quiere identificar, conviene definir su
conformación entre periodistas internacionales, nacionales y regionales. Para
después dar paso a una caracterización de sus periplos profesionales: en qué
otros diarios trabajaron, cuáles fueron sus obras no periodísticas escritas, si
participaron de algún gobierno en su desarrollo profesional, son activistas de
alguna causa social, política, ambiental, etc.
-Intertextualidad
entre diarios. Las pugnas y tensiones entre periódicos y
diarios casi siempre se pueden rastrear a partir de relaciones intertextuales.
Cuando se trata de investigaciones históricas será posible encontrar periódicos
que se ubican en los diferentes espectros ideológicos y que a partir de allí
elaboran sus representaciones y posiciones editoriales.[8]
Será posible rastrear, en especial en los temas políticos, posiciones
encontradas entre diarios liberales y conservadores, o de estos dos contra
periódicos de izquierda. En términos de contraste de fuentes es necesario
otorgar atención a estas confrontaciones discursivas porque permiten ampliar el
panorama de los participantes en las tensiones por formar y liderar la opinión
pública.
-Entrevistas
con periodistas. Estas permiten corroborar las lógicas
editoriales con relación a las prácticas comunicativas. De igual manera,
analizar en qué medida los diarios cuando tienen un importante nivel de
reconocimiento social, se convierten en promotores de otros espacios públicos,
o si se quiere espacios de sociabilidades, por ejemplo, secciones juveniles de
los partidos políticos, academias periodísticas para formación de nuevos
cuadros, sociedades de mejoras públicas, clubes de élites, entre muchos otros
espacios tanto públicos como privados que son exaltados en las páginas
periodísticas y que dan cuenta de la vinculación de los diarios con otros
sectores sociales.[9]
Conclusiones
Hasta aquí se han examinado tres
aspectos que son centrales en los estudios históricos de la prensa. En primer lugar, la propuesta de
comprender la prensa desde tres posibilidades de problematización como fuente,
objeto y actor político para la investigación histórica-social. En segundo lugar,
la invitación a recorrer caminos que exploren la relación entre prensa y poder
político para la comprensión de los pasados historiográficos. Y en tercer lugar, la necesidad de utilizar herramientas
metodológicas de contraste en los estudios históricos de la prensa, que
deberían en un sentido ideal partir de las posibilidades del archivo
administrativo, pero que también se pueden complementar con las
autorrepresentaciones periodísticas, la caracterización del público-escritor y
el análisis de las relaciones intertextuales entre diarios y revistas de
similar o diferente posiciones ideológica y editorial.
Este artículo
remite a una interconexión entre el oficio del historiador que persigue
interpretar, reconstruir y problematizar los pasados con base en fuentes
primarias y secundarias, y el esfuerzo aprehensivo y de síntesis que proponen
las demás Ciencias Sociales y Humanas, entre ellas, la sociología histórica y
la historia de la comunicación. Si el investigador del pasado cuando se acerca
a la prensa se aleja de la comprensión meramente informativa (en términos de
simple transmisión de mensajes) entonces podrá transitar hacia búsquedas más
profundas, construyendo explicaciones más densas sobre lo que el periódico o la
revista pueden representar frente a una época, una ideología o unos actores
sociales.
Al respecto, Martínez
y Laguna sostienen que una problematización cada vez mayor de la prensa como
medio de comunicación que está sujeto a un marco temporal, social y político
repercutirá en resultados menos descriptivos y más analíticos, que encuentren
causas, procesos y resultados (Martínez
y Laguna, 2013).
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[1] Universidad Autónoma de Sinaloa, andersonpaulgp@gmail.com
[2] El presente artículo deriva como
resultado parcial de la tesis de doctorado (en desarrollo) titulada Prensa
política y opinión pública: un análisis comparado del papel de la prensa en la
represión estatal ejercida por los gobiernos en México (1968-1976) y Colombia
(1971-1982). En el marco del Doctorado en Ciencias Sociales de la Facultad de
Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa,
2019-2022.
[3] Este punto es relevante cuando se
encuentran investigaciones que asumen la prensa como fuente primaria y que
consideran que todo lo que allí reposa es fiel reconstrucción de la realidad,
pero que además no cuestionan qué tipo de periódico es, a que organización
pertenece, quienes fueron sus editores, periodistas, columnistas, y qué tipo de
lectores tenía en términos ideológicos o electorales (liberales, conservadores,
clase media y obreros, etc.).
[4] Los periódicos al igual que los demás
actores políticos necesitan construir una imagen de ellos mismos ante la
opinión pública –ante su público–, una de las imágenes que los periódicos
buscan fortalecer es la del equilibrio y pluralismo político (Borrat,
1989, p. 33).
[5] El poder político
entendido en un sentido clásico con Weber como el que reside legítimamente en
el Estado y que se ejerce a través del cuerpo de funcionarios (burocracia),
pero también poder político en cuanto capacidades de acción jurídica, política
y administrativa por la que pugnan los partidos políticos, organizaciones
sociales y los medios de comunicación(Weber, 1991). Así mismo, el poder político considerado como ejercicio,
pero como deseo. La dominación que ejerce el Estado que tiene el predominio por
la violencia no es solo con base en razones materiales, afectivas o racionales,
puesto que “todas las dominaciones procuraran despertar y fomentar la creencia
en su legitimidad” (Weber, 2002, p. 170).
[6] Fausta Gantús explora de manera
particular las caricaturas como estrategias de acción partidista que a través
de los periódicos son puestas en escena pública o en el espacio público; la
autora las refiere como una forma de participación en la vida colectiva que les
otorga el carácter de actor político y que sitúa a la prensa en la disputa por
la construcción de los imaginarios colectivos e incluso por la tensión de éstos
con los símbolos del poder; y precisa que para poder aprovechar estas
características en la investigación histórica y social es importante explicar
los fines y las características de producción de la prensa misma (Gantús, 2009,
p. 13).
[7] Hallin y Mancini proponen tres modelos,
liberal, democrático-corporativo y pluralista-polarizado, que sirven como
hipótesis generales de lo que podrían ser otros modelos de relación entre
medios de prensa y sistema político, mismos que en términos generales explican
de la siguiente manera “el modelo liberal se caracteriza por el relativo
dominio de los mecanismos de mercado y de los medios de comunicación
comerciales; en el modelo democrático-corporativo observamos una coexistencia
histórica de los medios de comunicación comerciales con los medios dependientes
de grupos sociales y políticos organizados, y un papel estatal legalmente
limitado pero relativamente activo; y el modelo pluralista polarizado tiene
como características principales la integración de los medios de comunicación
en la política de partidos, un desarrollo histórico más débil de los medios de
comunicación comerciales y un importante papel del Estado” (Hallin y Mancini,
2008, p. 10). Es pertinente acotar que los modelos propuestos por Hallin y
Mancini fueron construidos con base en los datos empíricos de los países de
Norte América y Europa regiones para las que establecieron una clasificación
general, el modelo liberal sería propicio de Gran Bretaña, Irlanda y Norte
América; el modelo democrático-corporativo del norte de Europa; y, el modelo
pluralista-polarizado de la Europa mediterránea.
[8] Un ejemplo de esta intertextualidad que
ambienta contradicciones periodísticas se puede encontrar en el proceso
colombiano conocido como el Paro Cívico de 1977, que tuvo lugar el 14 de
septiembre, y que supuso un momento cumbre en la movilización social de los
diferentes sectores sociales, obreros y sindicales. Sin embargo, es posible
identificar unas fuertes tensiones entre el diario El Tiempo y La
República, el primero representante del liberalismo oficial, y el segundo
del conservatismo. Mientras que El Tiempo fue reiterado en asegurar que
el paro cívico había sido un fracaso, La República intentó mostrar
algunas de las motivaciones de este. El Tiempo utilizó su página
editorial para reprochar que La República estuviera incentivando el caos
y desorden público, mientras La República hizo lo mismo para demostrar
que dicho paro si había sido relevante y que El Tiempo simplemente se
plegaba a los deseos e intereses del gobierno de turno. Un ejemplo similar se
encuentra en las confrontaciones intertextuales entre La Patria de
Manizales y el Diario de Risaralda de Pereira, durante el proceso de
fragmentación regional del Viejo Caldas entre 1966 y 1967. En La Patria
se publicaron constantes desplegados haciendo referencia a la improcedencia
geográfica, económica y política de crear un nuevo departamento en Colombia, y
en el Diario de Risaralda -impreso creado por los gestores del proyecto
separatista- fue común encontrar respuestas directas a los pronunciamientos del
periódico capitalino (Gil, 2019).
[9] En México, la organización Cadena
García Valseca que contó con diarios por toda la República, fue reiterada en
aprovechar sus páginas para promocionar la Academia Teórico Práctica de
Periodismo a partir de 1949 y la vuelta ciclística de México en los años cincuenta.
Un ejemplo de promoción de espacios públicos desde las páginas impresas que
denotan vinculación con otros sectores sociales y políticos, en el interés por
tener un mayor nivel de legitimación en la opinión pública (Gil, 2020, p. 175).