Nombrar a
los desconocidos. Espectadores de cine en la ciudad de Zacatecas, 1904-1931
Name the Strangers. Moviegoers in Zacatecas city,
1904-1931
María García Chávez[1]
Resumen:
En este
trabajo se abordan las derivas conceptuales en el estudio de los primeros
públicos de cine, en torno al caso particular del hecho cinematográfico en la
ciudad de Zacatecas, de 1904 a 1931. Se plantea una línea metodológica para el
estudio de estos, con base en los conceptos generales sobre los públicos
potenciales, espectadores posibles y los datos de los archivos locales. Por
medio de éstos, se han delimitado algunos perfiles de espectadores, para los
cuales se propone su estudio, en correspondencia con fuentes de información
cinematográfica que puedan complementarlos.
Palabras
clave: públicos potenciales, espectadores posibles, cine, espectáculos
públicos.
Abstract:
This work addresses the conceptual drifts in the study of
the first film audiences, around the particular case
of the cinematographic event in Zacatecas city, from 1904 to 1931. A
methodological line is proposed for the study of them, based on the general
concepts about potential audiences, possible viewers
and data from local archives. Through these, some profiles of viewers have been
defined, for which it is proposed to study, in correspondence with sources of
cinematographic information that can complement them.
Keywords: potential audiences, possible viewers, cinema,
public shows.
Recibido:
2021-03-01
Aceptado:
2021-06-18
Doctora
en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Su línea de investigación
versa sobre la historia cultural y la historia del cine, en particular, la
narrativa visual, la conformación de públicos y espectadores. Ha participado
como ponente en diversos Coloquios y Seminarios nacionales e internacionales,
en los que se han trabajado tópicos relacionados con la línea de investigación
señalada, además ha publicado un par de artículos en los que ahonda en la
historización de los públicos y diversas temáticas cinematográficas. Miembro de
RICiLa (Red de Investigadores sobre Cine
Latinoamericano).
Resulta
complejo dar cuenta de algún ejemplo dentro de la multitud de espectadores que
asistieron a funciones de cine en los
primeros años del cinematógrafo e incluso en décadas posteriores, debido a la
falta de registros por parte de las empresas, compañías o sujetos relacionados
con el cine. No obstante, hay una gama de trabajos que se han propuesto reconstruir la mirada del espectador desde
los significados de la asistencia al cine como práctica regular en el entramado
de la vida social, ya sea desde una perspectiva histórica o el estudio de
procesos contemporáneos.
Éstos han abordado el desarrollo de los espacios de
proyección, los patrones de exhibición y distribución, y la oferta fílmica; a
partir de métodos provenientes de la historia oral (en particular para décadas
posteriores a 1930), la búsqueda hemerográfica, el uso fuentes estadísticas vigentes
y, la elaboración de balances sobre el estudio de las audiencias. Entre ellos
podemos mencionar a Biltereyst, Maltby
y Meers (2011); Chong et al. (2016), Lozano et al.
(2016); Nieto Malpica et al. (2016); Hinojosa Córdova (2016); Rosas Mantecón
(2017); Morales Gaitán (2019).
Aún con este avance trascendente, los estudios sobre los
primeros públicos de cine, tanto en el campo teórico como empírico coinciden en
la necesidad de establecer métodos y reconocer fuentes que permitan reconstruir
el perfil de determinado espectador o grupo de espectadores, sobre todo en los
años iniciales. En particular para aquellos individuos que no tuvieron una
participación activa en otros círculos o medios culturales, por medio de los
cuales pueda rastrearse su relación con el cinematógrafo.
El presente trabajo está constituido con base en una
propuesta metodológica para la investigación de espectadores de cine durante
las primeras décadas del siglo XX, en correlación con el estudio de caso en la
ciudad de Zacatecas. Ésta consiste en la revisión de los registros de faltas e
incidencias en las listas de ingreso y los partes diarios de detenidos del
periodo señalado, a través de los cuales es posible extraer datos específicos sobre
los asistentes a las funciones y su desenvolvimiento dentro de los espacios de
exhibición.
De la totalidad a los casos concretos. Aproximación
teórica a los públicos potenciales
de cine
La investigación histórica
sobre la composición de los públicos de cine se ha constituido sobre una base
ininteligible de la cual se conocen características limitadas. Los primeros
públicos conformados por aquellos espectadores primerizos, ávidos por ver y
conocer lo ofrecido por el cinematógrafo, han sido vistos como conjuntos
unívocos con reacciones y tendencias homogéneas, en parte debido a la dificultad
de desentrañar su configuración más básica. En tal sentido, parece inviable el
conocimiento acerca de quiénes iban al cine en los últimos años del siglo XIX y
los primeros del XX, puesto que ya no podemos obtener información de primera
mano sobre los procesos espectatoriales.
Si bien,
la inquietud por comprender la estructura de las colectividades de espectadores
no es reciente, es preciso señalar que los trabajos pioneros en los que se indaga sobre la conformación de los públicos son estudios simultáneos al periodo de su investigación.
En ellos destaca la novedad en el uso de métodos estadísticos, la cual residió en la
preocupación por registrar datos concretos sobre la asistencia a la diversidad
de recintos de exhibición cinematográfica, y la instauración de instituciones
especializadas en dicho registro.[2]
En correspondencia con lo anterior, emerge Audience in the Movie Field de Paul F. Laszarsfeld, quien, a partir de la consideración del
análisis de la constitución de los públicos, como uno de los componentes esenciales
en la investigación en comunicaciones, realizó un estudio[3]
formulado en una tabulación cruzada, en el que incorpora preguntas relacionadas
con elementos como edad, educación, sexo, ingresos, características de
personalidad, comportamiento y rutina cotidiana.
Otra de
las obras que evidencia
el consumo y la recepción global del cinematógrafo es Públicos de cine,
de Jacques Durand, basada en el lugar que ocupa el cine en el mercado de la
oferta y la demanda, es decir, ¿quién lo consume y por qué? La obra está
planteada como una conjunción entre la descripción sociológica y la
estadística, esto es, la interpretación de los datos exactos o los números.
Entre los principales indicadores que se toman en cuenta, se pretenden analizar
los factores cualitativos que derivan o contribuyen a la obtención de números
representativos, a partir de los cuales, es posible reconstruir un esquema
específico sobre el consumo cinematográfico.
Al respecto, cabe mencionar que el escenario y el
tiempo en el que sitúa su estudio le permite hacer inferencias estadísticas
concretas o interpretaciones basadas en cuadros estadísticos con información
relevante y abundante. Sin embargo, existen contextos en los que la ausencia de
un número significativo de documentos (en particular en las décadas iniciales
del siglo XX), no permite siquiera realizar una base de datos a través de la
cual se lleve a cabo un análisis mayor.
De acuerdo con Durand, las preguntas de la historia social del cine,
“¿quién va al cine?, ¿cuáles son las preferencias de los espectadores?”,
también pueden responderse a través de la estadística puesto que en esta
herramienta encontramos la base medible sobre la cual se pueden construir
diversas explicaciones. De esas dos interrogantes fundamentales, se formulan
tres más: ¿por qué se va al cine?, ¿qué factores incitan a ir más o menos?, y,
¿qué factores incitan a ir a ver, preferiblemente, tal o cual película?
Es necesario tener en cuenta que las
respuestas no implican de manera necesaria el método estadístico y que se les
puede dar una interpretación sociológica, antropológica e histórica, esto es,
desde las ciencias sociales. El propio autor devela que el punto de partida
deriva de un cuestionamiento de tipo sociológico, el cual funciona como apertura
al análisis de los datos de demanda global y particular (esta última en
correlación con una película). En sentido inverso, señala que para conocer los
motivos que incitan a asistir al cine, es imprescindible considerar cuántas
veces se va y qué significa ir.
La importancia
sociológica del cine no puede ser puesta en duda, ya que es, a la vez, un
vehículo de información y un instrumento de distracción. Aunque el problema de
las distracciones haya sido raramente estudiado, ha jugado siempre un gran
papel en la vida social, y en nuestro siglo tiende a ocupar, cada vez, un
puesto más importante (Durand, 1962, p. 23).
Cuando la mirada se volvió
a los públicos, el registro de las características esenciales que conforman el
perfil de espectador y las pautas de consumo tomó determinada relevancia y se puso
atención en los registros de “las frecuentaciones cinematográficas, las
recaudaciones y las características de las películas proyectadas […] los gustos […] las costumbres […] y los factores cuantitativos
que actúan sobre la demanda” (Durand, 1962, p. 10).
En la observación de la asistencia cinematográfica resaltan dos
indicadores: los públicos y la frecuentación total. El público (en singular,
como vocablo) siempre ha sido considerado un concepto abstracto, un todo
indisoluble que está ahí, pero del cual se desconoce su composición esencial.
Es cierto que de acuerdo con la multiplicidad de objetos de estudio que pueden
ser abordados en relación con los públicos, hay ocasiones en las que éstos no
pueden mirarse desde una arista que, permita observar particularidades o el
sentido heterogéneo de su conformación y, en ese caso, se trata de grupos
generales que existen pero que no es posible describir al detalle de la
singularidad.
La concepción de los públicos puede definirse por el público potencial que
“comprende a todas las personas que vivan en un determinado país y que tengan
la posibilidad (habida cuenta edad, salud, tiempo y recursos) de ir al cine”
(Durand, 1962, p. 52); y por el público efectivo que es “el número efectivo de
personas que frecuentan efectivamente las salas de proyección […] y […] no incluirá a los que tan sólo van ocasionalmente
al cine […] Falta saber
dónde empieza la habitualidad” (Durand, 1962, p. 52), en correlación con el
contexto en el que se realizará el análisis.
Una de las interrogantes vertebrales en el estudio de los públicos es cómo
medir el gusto o los gustos, en primera instancia la respuesta parece
encontrarse en un elemento: la frecuentación cinematográfica. Aun así, es sólo
un componente que puede contribuir a dar cuenta de una realidad por demás
compleja y que debe estar sujeto a la capacidad económica, geográfica o
cultural para asistir a un recinto de exhibición. O como apunta Lazarsfeld
(1947, p. 161): “a veces hay implícita en la noción de audiencia un elemento de
intensidad, así como frecuencia o duración”.
Si consideramos que en el cine no es tan relevante conocer la dimensión total
de los públicos, es viable poner especial atención a factores concretos en
correlación con la estructura de los públicos y “las características alrededor
de las cuales construimos nuestros hábitos sociales [mismas] que nos permiten
identificarnos como miembros de estratos y grupos sociales y juegan gran parte
en el moldeado de nuestros gustos, preferencias y hábitos” (Lazarsfeld, 1947,
p. 163).
Aunque en el caso del hecho cinematográfico en la ciudad de Zacatecas, no
exista una base medible abundante, estas nociones contribuyen a la distinción
entre las posibilidades que encierran y se derivan del estudio de los
espectadores de cine, para los cuales hemos establecido dos categorías con base
en información fehaciente e implícita. La categorización atiende a los
espectadores concretos y los espectadores posibles, mientras que de los
primeros sabemos con certeza fueron espectadores de cine, de los segundos es
una posibilidad susceptible de ser confirmada.
Los espectadores posibles en la disyuntiva empírica
Si nos referimos a los públicos potenciales como aquellos
que constituyen la base intrínseca de quienes asistían al cine, esos que no
tienen un nombre o apellido concreto rastreable, pero que forman parte del
último eslabón que representa el cine como esquema comunicativo, sabemos que,
en el caso de las comunidades cinematográficas (García, 2020, p. 172) en la
ciudad de Zacatecas, encontramos una ausencia significativa de fuentes
empíricas que nos permitan reconstruir o bosquejar a tales grupos.
Una de
las metodologías más utilizadas para recrear y explicar los aspectos que forman
parte de la propuesta teórica de la historia de la vida cotidiana (Speckman, 2006, p. 18), es la identificación de sujetos a
partir de las faltas cometidas por los mismos, sobre todo aquellos insertos en
sectores sociales desfavorecidos. Con base en la revisión de los registros de
detenciones diarias que llevaba a cabo la Inspección General de Policía,[4]
hemos encontrado datos susceptibles de ser agrupados y estudiados como materia
prima para el reconocimiento de individuos que pudieron ser espectadores de
cine en la ciudad de Zacatecas, durante las primeras décadas del siglo XX.
La trascendencia de estos
registros radica en que nos permiten dar cuenta de perfiles de espectadores que
no pudieron ser identificados por medio de otras travesías metodológicas; de
esta manera podemos reconocer su incidencia directa o participación
activa en la vida cultural de la ciudad o en círculos culturales
relacionados de manera estrecha con el cine (García, 2020).
A saber, las incidencias o
infracciones al reglamento de espectáculos públicos eran una práctica
recurrente. Sin embargo, de 1898 a 1950 en la ciudad de Zacatecas sucede lo
siguiente: 1. Los registros diarios de arrestos engloban la mayoría de las
faltas y delitos en categorías amplias e implícitas, por ejemplo: escándalos,
es decir, no señalan el tipo de escándalo al que hacen alusión ni el lugar en
el que se realizó; 2. Conforme avanzan los años, las categorías se explicitan
más y existen ocasiones en las que se señalan más detalles del delito o
infracción cometida; 3. Aún con esa característica, sólo existen cuatro años
(1904, 1908, 1916, 1931) en los que los registros dan cuenta o mencionan el
lugar de los casos de incidencias relacionadas con las exhibiciones de cine.
Mientras
que en los periódicos son múltiples las notas en las que se relatan los desórdenes
dentro del Teatro Calderón[5]
durante el desarrollo de las funciones de cine; en las listas de detenidos e
ingresos, éstos se encuentran contenidos en las categorías señaladas arriba. No
obstante, en algunos periodos de registro se añade el lugar en el que se
cometió la falta o delito, o se anota de manera específica la falta cometida.
En 1904
encontramos la primera noticia, se trata de Francisca Antuna,
quien fue detenida por introducir vino al teatro. En tal año, sólo existía el
Teatro Calderón como recinto en el que se podían ofrecer funciones cinematográficas,
además de las puestas en escena, por lo cual, el dato puede referirse a uno de
ambos espectáculos. En los registros de las detenciones de mujeres, sólo se
colocaba el nombre, la falta y la fecha de la detención (misma que es retomada
como fecha de asistencia a funciones), si a ello le sumamos la ausencia de
fuentes complementarias que den cuenta con certeza que esta posible espectadora
estaba dentro de una función de cine y qué veía, es hasta donde podemos
reconstruir su perfil. Llama la atención que en años posteriores se venderán
bebidas alcohólicas en el interior del teatro.
Al igual que en 1904, en 1908
(segundo año en el que encontramos registros), el Teatro Calderón era el único
lugar en el que se llevaban a cabo exhibiciones de cine, aunque es evidente que
no en todos los casos de arresto registrados en los que se coloca teatro como
el lugar de la incidencia, se refieren a éstas; según señalamos, de manera
simultánea o en temporadas similares había obras teatrales u otras
presentaciones como zarzuela y opereta. Las faltas más frecuentes por las que
nuestros posibles espectadores eran detenidos en el año en cuestión, son: ebrio
escandaloso y riña de palabras y manos.
Además de los nombres, en los
registros de hombres detenidos durante 1908, se añade el oficio al que éstos se
dedicaban, este es un hecho trascendente si se pretende demostrar la pluralidad
de los asistentes al espectáculo cinematográfico. Sobre los nombres de los
posibles espectadores cabe puntualizar lo siguiente: 1. No podemos asegurar que
en todos los casos se trató de asistentes a funciones de cine, el utilizar el
término de teatro como lugar de detención también alude a otras presentaciones que
se realizaban en el interior del recinto (el Teatro Calderón); 2. La
imposibilidad además radica en la escasez de fuentes que permitan contrastar la
información (hacer la crítica de fuentes) para asegurar en primera instancia
que, en el día de la detención en el teatro se estaba exhibiendo alguna
película y, en un segundo momento ir más allá, por ejemplo, a través de un
programa de exhibiciones (del día concreto) para identificar qué película
estaban mirando.
Cuadro
1. Lista de posibles
espectadores de cine en la ciudad de Zacatecas, durante el año de 1908.
Nombre |
Oficio |
Fecha
de asistencia a cine y/o teatro |
Enrique
Gómez |
Carpintero |
7
de enero, 1908 |
Gerónimo
Martínez |
Comerciante |
14
de enero, 1908 |
Francisco Baltierra |
Zapatero |
16 de enero, 1908 |
José Sánchez |
Herrero |
19 de enero, 1908 |
Rosendo Contreras |
Jornalero |
20 de enero, 1908 |
Matías Martínez |
Panadero |
20 de enero, 1908 |
Moisés Quiroz |
Comerciante |
26 de enero, 1908 |
Sotero Ramírez |
Cocinero |
28 de enero, 1908 |
Francisco Hernández |
Carpintero |
31 de enero, 1908 |
Maximiano Rodríguez |
Jornalero |
3 de febrero, 1908 |
Isabel López |
Operario |
3 de febrero, 1908 |
Juan Flores |
Sastre |
9 de febrero, 1908 |
Mariano Rodríguez |
Jornalero |
9 de febrero, 1908 |
Inés Saucedo |
Cargador |
17 de febrero, 1908 |
Pánfilo Aguilar |
Operario |
24 de febrero, 1908 |
Calixto Sánchez |
Operario |
24 de febrero, 1908 |
Agustín Gutiérrez |
Operario |
1 de marzo, 1908 |
Felipe López |
Empresario particular |
2 de marzo, 1908 |
Nemecio Torres |
Cargador |
8 de marzo, 1908 |
Aniseto Villegas |
Jornalero |
8 de marzo, 1908 |
Bonifacio Moreno |
Panadero |
15 de marzo, 1908 |
Manuel Burnes |
Carpintero |
22 de marzo, 1908 |
Juan Contreras |
Herrero |
23 de marzo, 1908 |
Bernardino Hernández |
Albañil |
28 de marzo, 1908 |
Rito Hernández |
Fidellero |
30 de marzo, 1908 |
Ramón Torres |
Panadero |
6 de abril, 1908 |
Apolinar Tiscareño |
Jornalero |
10 de abril, 1908 |
Antonio de la Rosa |
Matancero |
15 de abril, 1908 |
Jesús Cabillo |
Cargador |
20 de abril, 1908 |
Margarito Quezada |
Aguador |
22 de abril, 1908 |
Librado Olivo |
Carpintero |
26 de abril, 1908 |
Otilio Sánchez |
Pintor |
26 de abril, 1908 |
Antonio Hernández |
Comerciante |
6 de mayo, 1908 |
Inés Saucedo |
Cargador |
8 de septiembre, 1908 |
Manuel Burnes |
Carpintero |
13 de septiembre, 1908 |
Julián Dávila |
Pintor |
14 de septiembre, 1908 |
El cuadro no sólo presenta una sucesión de nombres,
oficios y fechas, puede ser visto desde múltiples perspectivas:
Existen un par de años más en los que encontramos
registros a través de los cuales podemos identificar a posibles espectadores o
espectadores concretos (en los casos en los que la información y las fuentes
complementarias lo permiten). En 1916, los nombres se ubican en las listas de
detenciones y arrestos de mujeres, aunque es un dato único en todo el año, es significativo
por un motivo particular.
Las posibles espectadoras
fueron María Martínez y Cirila Escobedo, la falta de
ambas fue fumar en el interior del teatro, un 19 de marzo de 1916. La acción
cometida fue una violación directa al reglamento de espectáculos públicos, en
el que una de las prohibiciones era fumar dentro de los recintos, sin embargo,
nos enfrentamos una vez a la ambigüedad del lugar.
A saber,
en 1916 se exhibieron películas en dos recintos: el Cine Méndez Calderón y el
Teatro Calderón, pese a ello, no contamos con un documento adicional que empate
con la fecha de asistencia de ambas espectadoras. Si partimos del primer
resultado según el cual se trataba de una función de cine, el dato suceso
revela la asistencia en comunidad, ambas mujeres aparecen una tras otra en la
lista de faltas, con la misma causa, por lo cual podemos inferir que asistieron
juntas al espectáculo.
El caso de 1931 es similar al
de 1908, aunque en los registros de 1931 se añadieron algunas categorías que
nos permiten realizar una reconstrucción más cercana al proceso de asistencia
cinematográfica en la ciudad de Zacatecas. El “parte diario de detenidos por
diversas faltas al reglamento de policía” que llevaba a cabo la Inspección
General de Policía, integra noticias como:
1.
La hora
de detención, relacionada con los horarios más recurrentes para las funciones.
2.
La edad,
el estado civil y la creencia religiosa, que, de existir las referencias, nos
brindarían información sobre el consumo diferenciado y su posible vínculo o no
con estas características.
3.
El lugar
de nacimiento, a través del cual puede ejemplificarse la fluctuación de
espectadores.
4.
El grado
de alfabetización o analfabetización de los
asistentes, un rasgo relacionado con el tipo de películas a ver (para este año,
películas subtituladas o habladas en español).
5.
El
domicilio, el cual contribuye a trazar el recorrido hasta el recinto de
exhibición y el movimiento de los espectadores hacia la zona central de la
ciudad, en donde estos espacios se establecieron.
Cuadro
2. Lista de espectadores de cine
en la ciudad de Zacatecas, en el periodo junio-octubre de 1931.
Nombre |
Profesión |
Edad/Sexo |
Religión |
Sabe
leer y escribir |
Estado
civil |
Lugar
de nacimiento |
Domicilio |
Hora y
fecha de detención (asistencia) |
Falta |
Salvador Santoyo |
Sastre |
15/M |
Católico |
Sí |
Soltero |
Zacatecas |
Escalerilla |
5 PM/23 de junio 1931 |
Entró al teatro sin pagar |
Antonio Montes |
Nevero |
18/M |
Católico |
No |
Soltero |
Zacatecas |
Tres cruces 37 |
9:40 PM/26 de junio 1931 |
Riña en cine |
José González |
Chofer |
16/M |
Católico |
No |
Soltero |
Zacatecas |
Yanguas 28 |
9:40 PM/26 de junio 1931 |
Riña en cine |
Antonio Torres |
Sastre |
20/M |
Católico |
Sí |
Soltero |
Zacatecas |
Calderón 59 |
8:30 PM/30 de junio 1931 |
Fumar en el teatro |
Fernando Miranda |
Escolar |
10/M |
Católico |
Sí |
Niño |
Zacatecas |
Portillo 5 |
9 PM/2 de julio 1931 |
Juega en el teatro |
Manuel Ramírez |
No tiene |
16/M |
Católico |
Sí |
Soltero |
Aguascalientes |
C. Coloradas |
9:35 PM/3 de julio 1931 |
Juega en el teatro |
Adrián Briseño |
Carpintero |
15/M |
Católico |
Sí |
Soltero |
Lagos de Moreno |
C. Coloradas |
9:35 PM/3 de julio 1931 |
Juega en el teatro |
Fernando Miranda |
Escolar |
11/M |
Católico |
Sí |
Niño |
Zacatecas |
Portillo 7 |
9 PM/1 de septiembre 1931 |
Jugar en el teatro |
José Dávila |
Mozo |
13/M |
Católico |
Sí |
Niño |
Zacatecas |
Hidalgo 2 |
9 PM/1 de septiembre 1931 |
Jugar en el teatro |
Juan Ortega |
Escolar |
13/M |
Católico |
Sí |
Niño |
Zacatecas |
San Miguel 17 |
9 PM/1 de septiembre 1931 |
Jugar en el teatro |
Alberto Rubio |
Mensajero |
17/M |
Católico |
Sí |
Soltero |
Tlaltenango |
Galeana 55 |
10:05 PM/1 de septiembre
1931 |
Inmoral en teatro |
Ma. Jesús Chávez |
No tiene |
14/F |
Católico |
Sí |
Señorita |
Zacatecas |
Vecindad de Jovito |
10:05 PM/1 de septiembre
1931 |
Inmoral en teatro |
Luis Hernández |
Bolero |
15/M |
Católico |
Sí |
Soltero |
Santa Bárbara |
Av. Morelos 13 |
10 PM/2 de septiembre 1931 |
Jugar en teatro |
Guadalupe Márquez |
Mozo |
15/M |
Católico |
No |
Soltero |
Zacatecas |
Morelos 64 |
9:20 PM/2 de octubre 1931 |
Jugar en teatro |
Alejandro Gutiérrez |
Calero |
45/M |
Católico |
Sí |
Casado |
Zacatecas |
E. Calles 10 |
8 PM/9 de octubre 1931 |
Fumar en teatro |
Luciano Luna |
Jornalero |
35/M |
Católico |
Sí |
Casado |
Zacatecas |
P. Carretas |
10:40 PM/9 de octubre 1931 |
Entró ebrio a teatro |
Arculano Nava |
Agricultor |
36/M |
Católico |
Sí |
Casado |
Villa de Cos |
Charquillo |
9 PM/4 de diciembre 1931 |
Orinó en teatro |
Aún utilizamos el término posibles, puesto que, sólo en
dos casos se menciona de manera explícita el término cine, aunque por la hora y
las características de los datos, inferimos que en algunos casos en los que se
refiere al teatro en lugar de cine, también se trató de exhibiciones
cinematográficas. Sobre todo, si consideramos dos factores: el primero es que, para
ese año, el Teatro Calderón era el único recinto en el que se llevaban a cabo
las proyecciones; el segundo consiste en un documento que enlista la “relación
que manifiesta los depósitos habidos en […] la Inspección de Policía”[7]
del 9 de octubre de 1931, en el que aparece el cobro de 6.60 pesos a Jesús M.
Pérez[8]
por función de cine.
Respecto a este documento es
preciso apuntar algunas apreciaciones: en primera instancia refuerza la
consideración de Alejandro Gutiérrez y Luciano Luna como espectadores de cine,
debido a la correspondencia entre la fecha de su asistencia y la exhibición
realizada ese día; además nos permite tener certeza sobre el uso indistinto del
término teatro para referirse a las funciones cinematográficas, es decir, el
vocablo alude al lugar más que al espectáculo; por último, este es uno de los
tipos de documentos con los que es posible contrastar los datos obtenidos de
los registros de faltas e incidencias.
El cuadro no sólo muestra la
diversidad de espectadores que tuvo el cine en la localidad, sino da cuenta de
algunos patrones que la presente investigación tiene como objetivo demostrar.
Salvo el primer caso, de Salvador Santoyo, cuya hora de asistencia se ubica a
las 5 de la tarde, todas las demás se encuentran en un rango de horario, entre
las 8 y las 10:40 pm, por lo cual, podemos diferenciar entre los tipos de
representación. Aunque sabemos, que también hubo funciones de cine vespertinas,
lo habitual era que se llevaran a cabo por la noche.
Pese a que la información
sobre la categoría de edad no es determinante debido al tamaño de la muestra,
el grupo presenta una tendencia hacia los espectadores jóvenes, no de manera
estricta en correlación con las pautas de asistencia, sino con la propensión a
infringir los reglamentos de espectáculos públicos y/o de policía, hecho que sí
puede agruparse por medio del vínculo entre la edad y el tipo de falta. Los
espectadores más jóvenes (los niños) eran detenidos por jugar en el interior
del recinto; los adolescentes, por faltas a la moral o entrar sin pagar como en
el caso de Santoyo; los integrantes de mayor edad en este grupo de jóvenes
reñían mientras se realizaba la proyección. Por último, están los adultos
jóvenes entre 35 y 45 años, cuyas faltas están relacionadas con el consumo de
sustancias o la práctica de costumbres inaceptables en el interior del recinto.
La riña
entre Antonio Yantes y José González es el único caso manifiesto de
espectadores de cine. Pero además de poder otorgarles un nombre, destaca el
hecho de las interacciones que se daban dentro de los espacios de exhibición.
Suponemos, que los espectadores no iban juntos, y alguno de los dos realizó una
acción que motivó la pelea; son comunes las notas en las que se relata cómo los
espectadores de las zonas más alejadas al escenario arrojaban objetos hacia los
lugares de enfrente, o las rechiflas que tenían lugar cuando había una falla en
la proyección.
En el caso de Alberto Rubio y
Ma. Jesús Chávez, es evidente que asistieron juntos, al haber sido acusados de
una falta como: inmoralidad en el teatro, por ende, confirmamos que, ir al cine
(la práctica) era más un acto de comunidad que en solitario. Así lo demuestran
también los casos de los niños que jugaban en el interior, si bien en principio
parecen haber asistido juntos, el horario de las funciones sugiere que iban
acompañados por sus familias, hecho que da cuenta de grupos más amplios.
En el Cuadro
1, concerniente a 1908, ya advertíamos indicios de frecuencia personificada
en Manuel Burnes, un espectador asiduo. En el Cuadro
2 de 1931, esta condición está representada por Fernando Miranda, niño en
edad escolar, quien en el primer registro tiene 10 años, mientras que en el
segundo aparece con 11 (cumplió años en ese lapso). Además, el dato sobre el
número de su dirección cambia de 5 a 7, sin embargo, la información que
trasciende es la demostración de la recurrente asistencia de este espectador.
Respecto
a la relación entre agentes como la religión, o el grado de alfabetización y el
gusto diferenciado, no tenemos una cartelera fehaciente que muestre tal
vínculo, por lo que en este caso funcionan más como datos complementarios a la
reconstrucción de los perfiles de posibles espectadores. En cuanto al lugar de
origen, éste contribuye a fortalecer la hipótesis sobre la dificultad o la
falta de correspondencia entre rasgos sociodemográficos y la asistencia
efectiva, es decir, no todos los espectadores en la ciudad eran locales.
Sabemos
que los espacios en los que alguna vez se proyectó cine, ya fuesen
especializados, exclusivos o diversificados, se ubicaron en la zona central de
la ciudad, por lo que los domicilios de los espectadores enlistados pueden dar
cuenta de su transitar por la misma, el camino recorrido de manera cotidiana para
llegar a las funciones de cine.
Consideraciones finales
La búsqueda de espectadores a través de esta propuesta
metodológica funciona como el primer paso para una reconstrucción más completa
de sus perfiles. El otorgar un nombre y algunas características concretas como
la ocupación, la edad, la religión o la escolaridad (expresada en la
alfabetización) representa un avance en el proceso de desentrañar la
abstracción con la que suele estudiarse a los públicos de algún bien cultural.
En el
caso particular de los públicos y espectadores de cine en los primeros años (luego
de la llegada del cinematógrafo), ese ejercicio se ha vuelto más inextricable,
puesto que en la mayoría de los casos no se dispone de registros de asistencia
concretos. Éstos podrían brindar un panorama sobre las pautas de concurrencia,
las motivaciones y la frecuencia, desde un análisis histórico y estadístico.
Es
evidente que en los años iniciales no había una preocupación por conocer y
reconocer estos rasgos, por ende, los registros pueden limitarse al número de
entradas conforme a las cuales se pagaban determinados impuestos. Aún con lo anterior,
se han creado líneas metodológicas que han contribuido a un acercamiento cada
vez mayor al conocimiento de los espectadores y grupos de espectadores del
cine.
En esa dirección, este recurso
documental puede ser un método para la comprensión del hecho cinematográfico,
desde la mirada del espectador. De forma paralela, en el estudio histórico de
los espectadores de cine podemos considerar la conjunción de este tipo de
registros con otras fuentes documentales y hemerográficas.
En cada uno de los contextos
en los que la perspectiva metodológica presentada sea factible, existirá la
posibilidad de contrastar dicha información con otras fuentes, por ejemplo: las
carteleras exhibidas en las fechas de detención, los horarios y los días de
proyección de las películas y los recintos en los cuales se llevaron a cabo las
funciones.
Al menos
esos tres elementos son susceptibles de entablar un diálogo con las noticias de
los espectadores y espectadores posibles, recabadas a partir de los registros
de faltas e incidencias. En particular aquellos que muestran una amplia variedad
de datos que, en correlación con los documentos acerca del transcurrir
cinematográfico pueden otorgar la posibilidad de ver el cine frente, fuera y alrededor
de la pantalla.
Aunque los años en los que se
obtuvieron nombres son contados, las referencias hemerográficas y los preceptos
de los reglamentos son un indicio esencial al momento de idear la posibilidad
de encontrar referentes en este tipo de registros. Será menester realizar una
búsqueda exhaustiva de huellas, documentos y fuentes complementarias a los
mismos, en escenarios y periodos específicos para medir y corroborar hasta
dónde permite llegar esta vía metodológica en la acción de nombrar a los
desconocidos.
Fuentes
documentales
Archivo
Histórico Municipal de Zacatecas (AHMZ), Fondo Jefatura
Política, Serie Cárceles, 1858-1915.
AHMZ, Fondo
Ayuntamiento I, Serie Cárceles, 1916-1929.
AHMZ, Fondo
Ayuntamiento II, Serie Cárceles y Tribunales Menores, 1930-1984.
Bibliografía
Biltereyst, D., Maltby R. y Meers P. (2011). Explorations in New Cinema
History. Approaches and case studies. West Sussex: Wiley-Blackwell.
Durand, J. (1962). El
cine y su público. Madrid: Ediciones Rialp.
García
Chávez, M. (2020). Cine y comunidades cinematográficas en la ciudad de
Zacatecas, 1898-1950 (Tesis de Doctorado). Zacatecas: Universidad Autónoma
de Zacatecas.
Speckman
Guerra, E. (2006). De barrios y arrabales: entorno, cultura material y quehacer
cotidiano (Ciudad de México, 1890-1910). En Aurelio de los Reyes (coord.), Historia
de la vida cotidiana en México, Tomo V, II: Siglo XX: La imagen, ¿espejo de la
vida? (pp. 17-42). México: Fondo de Cultura Económica.
Hemerografía
Chong, B., Ornelas López, J. L., Solís López, J. A.,
Flores Ramírez, J. I. (2016). Las audiencias de cine en Torreón, Coahuila,
México, durante las décadas 1940-1960. Global Media Journal,
vol. 13, (25).
Hinojosa
Córdova, L. (2016). Cine, memoria y ciudad, El estudio de los públicos de cine
en las Ciencias Sociales. Opción, 32 (13).
Lazarsfeld, Paul F. (1947).
Audience Research in the Movie Field. The ANNALS of the American Academy of
Political and Social Science, vol. 254, (1), pp. 160–168.
Lozano,
J. C., Meers P. y Biltereyst, D. (2016). La experiencia social histórica de
asistencia al cine en Monterrey (Nuevo León, México) durante las décadas de
1930 a 1960. Palabra Clave, vol. 19, (3).
Nieto
Malpica J., Tello Iturbe A., Rosas Rodríguez M. E., Biltereyst D. (2016). Global
Media Journal, vol. 13, (25), pp. 159-171.
[1] Universidad Autónoma de Zacatecas, clionautadaliniana@hotmail.com
[2] Como el Centro Nacional de
Cinematografía fundado en 1946, con el objetivo de fomentar la industria
francesa.
[4] Archivo
Histórico Municipal de Zacatecas (AHMZ), Fondo Jefatura Política, Serie
Cárceles, 1858-1915. Fondo Ayuntamiento I, Serie Cárceles, 1916-1929. Fondo
Ayuntamiento II, Serie Cárceles y Tribunales Menores, 1930-1984.
[5] El Teatro Calderón fue uno de los
principales recintos de exhibición cinematográfica en la ciudad de Zacatecas,
desde 1898 hasta 1950 se mantuvo en activo, con algunos periodos de clausura,
cierre o intermitencia entre las proyecciones.
[6] En
correspondencia con Lazarsfeld (1947, p. 163): “Ir al cine es esencialmente una
actividad social […] y la gente […] prefiere ir en grupos”.
[7] AHMZ, Fondo Ayuntamiento II, Serie
Cárceles y Tribunales Menores, 9 de octubre de 1931.
[8] Jesús M. Pérez fue un prolífico
empresario cinematográfico local durante la década de 1930, tuvo a su cargo un
circuito cinematográfico que se extendía por los principales municipios del
estado.