Artículo
Lectura en
voz alta en la educación a distancia universitaria en tiempos de la pandemia
Reading aloud in Distance University Education during Pandemic Emergency
Enrique Aguilar Resillas,* 0000-0002-5314-4062
* Universidad
Nacional Autónoma de México. Doctor en Literatura y crítica literaria
por la UNAM. Premio Nacional de Ensayo Susana Sanjuan 1997. Autor de Sin
permiso (1996), México, Oceano, Elías Nandino:
una vida no/velada (2000) México, Oceano. Prólogo
A troche y moche o la sabiduría del acomodo, en Gustavo Sainz, A troche y
moche (2008) México, Minimalia, Biblioteca
Gustavo Sainz. Correo electrónico: arikito@yahoo.com
Resumen:
Para impartir a distancia Lectura y escritura I y II, en la UAM
Azcapotzalco, utilizamos en las videoconferencias Google Meet;
para mensajes Whatsapp y el correo
electrónico. Para contenidos de apoyo, youtube.com. Fue esencial
explicar las bases de la “pausa fonética” para una mejor lectura en voz alta,
la lectura individual, y la redacción. Una vez explicados esos principios los
alumnos los vieron y oyeron en la voz de varios escritores, y luego los
pusieron en práctica.
Palabras clave: Lectura en voz alta, pausa fonética, educación,
habilidades lectoras.
Abstract:
This paper aims to explore
the experience teaching the “phonetic pause” during the courses Lectura y escritura I y II, in
UAM Azcapotzalco, Mexico. It was essential to explain the basics of the
“phonetic pause” for better reading aloud, individual reading, and writing.
Once these principles were explained, the students saw and heard them in the
voices of various writers, and then put them into practice, all of those
through videoconference.
Keywords: Aloud lecture, Phonetic
Pause, Education, Reading Skills.
Recibido: 02-02-21
Aceptado: 02-11-21
Introducción
Aquí primero se describe el formato de las clases de la Unidad de
Enseñanza Aprendizaje (UEA) Lectura y escritura II, la cual fue impartida con
el método a distancia, en este caso, en el invierno del 2020, en la etapa
crítica de la pandemia ocasionada por el virus SARS-Cov-2. En seguida se presenta el ensayo “Una mina de oro: las normas fundamentales
de la lectura en voz alta, a partir de la “pausa fonética” con el cual se impartió,
en dicho curso universitario, la teoría de la lectura en voz alta a los alumnos
que cursaron esa UEA conmigo en la UAM Azcapotzalco.
Descripción del curso
Para impartir, a distancia, la materia de Lectura y escritura II en el
trimestre 20-I, en la UAM Azcapotzalco, como medios de comunicación con mis
alumnos se utilizaron las herramientas digitales WhatsApp, Google Meet y el correo electrónico. En el primer mecanismo se
formó un grupo en el cual se dio de alta a todos los integrantes de la lista, y
ese mecanismo sirvió para enviarles a los estudiantes textos en PDF, más
las claves para unirse a las videoconferencias, en las cuales se utilizó Google
Meet. El correo electrónico sirvió para que cada
alumno enviara sus tareas, sobre las cuales se les regresaban
comentarios a cada uno respecto de esos trabajos por el mismo medio. La
evaluación se basó tanto en la asistencia a las videoconferencias, como en la
entrega de trabajos en los que tenían que demostrar el conocimiento adquirido y
un dominio a nivel universitario de los cuatro ejes de la UEA: lectura
individual, lectura en voz alta, redacción y metodología de la investigación.
Con la finalidad de que practicaran la lectura en voz alta se utilizó el libro Yo no vengo a decir un discurso de
Gabriel García Márquez que es una antología de textos que el Nobel colombiano
leyó en público, desde sus tiempos de preparatoria hasta la recepción de su
premio mundial en Estocolmo. A fin de que el grupo conociera las bases de la
lectura en voz alta se les envió a los alumnos el ensayo “Una mina de oro: las
normas fundamentales de la lectura en voz alta, a partir de la “pausa fonética”
por WhatsApp, y luego ese texto fue analizado en dos sesiones de
videoconferencia. Después, en otras videoconferencias el grupo escuchó las
lecturas de sus textos por parte de los escritores Juan Rulfo, Gustavo Sainz,
Augusto Monterroso y Carlos Fuentes, a través de los videos que de estos
escritores hay en Youtube, esto para que
dichas lecturas les sirvieran como ejemplos de la adecuada práctica de la lectura
en voz alta. Los textos que en los videos leían los propios autores también se
les enviaron en PDF a los alumnos por medio del grupo de WhatsApp con la
indicación de que los leyeran en silencio mientras escuchaban la lectura del
autor para que captaran el ritmo y la entonación de los textos, y cómo
coincidía su lectura en voz alta con el texto escrito en cuanto a la puntuación
y las reglas de ritmo y tono indicadas por las reglas de la de la pausa
fonética. En cada sesión de clase a distancia, también, cada alumno leyó en voz
alta un fragmento de un discurso del libro de García Márquez con la indicación
de que al realizar esta actividad pusieran en práctica la teoría de la pausa
fonética y siguieran el ejemplo de lo autores cuya lectura ya habían escuchado.
Al final, los alumnos tenían que enviar un texto breve alusivo al tema del
discurso leído, respecto del cual hacían además una pequeña investigación para
encontrar datos con los cuales contextualizar dicha lectura. En suma, la
lectura en voz alta fue la base para que los alumnos aumentaran su dominio
tanto de la investigación como de la comprensión y redacción de textos, y la lectura
en sí.
Se puede afirmar que a la mayoría de los
alumnos los conmovió el conocimiento de las reglas de la “pausa fonética”, base
de la mejor lectura en voz alta. Para mí, como autor del ensayo, me dejó muy
satisfecho el comprobar la utilidad de los planteamientos teóricos en la práctica
concreta con los alumnos, entre los cuales varios descubrieron o valoraron
mejor a los narradores y sus textos, al conocer sus creaciones y apreciar en su
propia voz su correcta lectura.
El ensayo
Una mina de oro: las normas fundamentales de la lectura en voz alta, a
partir de la “pausa fonética”
Los signos de puntuación en español se suelen enseñar como señales de
tránsito, indicaciones para tomar aire, o barreras para impedir la libre
circulación de las ideas: “cuando veas en un texto una coma te tienes que
detener. Si lo que aparece escrito es un punto y coma, te debes parar con mayor
razón. En el caso del punto y seguido debes detenerte aún más”. Este es el
modelo de indicaciones que aparecen en aulas y manuales para aprender a
utilizar esos señalamientos, que en lugar de signos de escritura parecen de
circulación.
Por tratarse de una forma diferente de enfocar el uso de la puntuación
es que me llamó la atención un breve apunte, de sólo media página, que aparece en
el Curso de Redacción de Gonzalo Martin Vivaldi (Vivaldi, 1977, p. 27)
porque ahí, después de describir los usos principales de la coma, el punto y
coma, el punto, los dos puntos y los puntos suspensivos en las dos primeras
lecciones dedicadas al tema de la “Puntuación”, don Gonzalo abre una sección en
su texto que sólo se destaca por el empleo de las mayúsculas en su título: “La
puntuación y las pausas”. En seguida Vivaldi pone una aclaración: “Como
complemento de las reglas de puntuación expuestas [en los capítulos anteriores],
damos a continuación las normas que al respecto expone Manuel Seco en su Diccionario
de dudas de la lengua española (Seco, 1986, pp. 518-521), normas éstas basadas
en la pausa fonética, es decir en la entonación de la frase”.
En seguida Vivaldi coloca en su libro un texto que vale leer con máxima
atención. Es un listado donde están escritos con cursivas los nombres de los
signos de puntuación arriba mencionados, pero aquí seguidos de una definición: Punto: “Se emplea al final de la oración
para indicar que lo que precede forma un sentido completo. Señala una pausa, y entonación
descendente en la última palabra
pronunciada […]”
Estas últimas negritas y cursivas son mías porque en ellas residen los
fundamentos de la lectura en voz alta correcta, cuyos elementos esenciales son el ritmo y la entonación, implícitos a
su vez en “la pausa fonética” descrita de manera escueta en el párrafo
inmediato anterior, pero sin ninguna explicación mayor por parte de Vivaldi.
En el entrelazado de estas nociones, su comprensión y los resultados de
su aplicación en la lectura en voz alta es en donde está su gran valor que,
digo, es el de una “mina de oro”, lo cual, como más adelante aquí se verá, no
es una exageración.
La definición del Punto en el listado
arriba mencionado incluye también la del punto
final: “indica una pausa más larga, ya que ha terminado de
exponerse una idea completa (o un aspecto importante de una idea) y lo que
sigue va a constituir una exposición aparte”.
De manera implícita ahí se pueden asumir dos nociones relevantes: que la
pausa asociada al punto y seguido será
más corta que la del punto y aparte
y el punto final, y a su vez que la
entonación de las palabras ubicadas antes de estos puntos también será
descendente.
En seguida aparece la definición en cuanto a pausa y entonación, o tono,
de la palabra puesta antes de la Coma:
“Señala una pausa en el interior de
una oración, pausa que obedece a una
necesidad lógica de ésta y que puede indicar entonación [de la palabra inmediata anterior a este signo de
puntuación] ascendente o descendente
según las circunstancias.”
De la misma forma que la descripción anterior, ésta requiere una lectura
interpretativa para concluir que la pausa asociada a la coma será más corta que la de los puntos. La entonación indicada
en esta descripción “ascendente o descendente según las circunstancias” no
ayuda a decidir qué hacer a la hora de estar leyendo en voz alta y encontrarse
con una coma. Con el fin de destacar la diferencia
de entonación entre las palabras que anteceden a la coma y los puntos: seguido,
aparte y final yo aconsejo darle a las palabras
que anteceden a las comas un tono
ascendente.
La descripción siguiente en la lista del maestro Vivaldi es la del Punto y coma: “Señala una pausa [no dice de qué extensión] y un descenso en la entonación [de las
palabras que lo acompañan], los cuales no suponen, como [en] el punto, el fin
de la oración completa, sino un mero descanso que separa dos de sus miembros”.
Aquí se puede deducir que la pausa asociada al punto y coma será un poco más
larga que la de la coma, pero de
menor extensión que la de los puntos.
Luego viene la definición de los Dos
puntos: “Señalan pausa precedida de
un descenso en el tono [de la palabra inmediata anterior], pero, a
diferencia del punto, denotan que no se termina con ello la enunciación del
pensamiento completo”.
Para redondear esta imprecisa descripción del maestro Seco, que luego
retomó don Vivaldi, se pueden concluir también dos cosas: que la extensión de
la pausa de los dos puntos será menor
a la de los demás puntos, pero que el
tono descendente de la palabra que lo acompaña será menos profundo.
Por último, aparece la definición, sólo en cuanto al tipo de pausa, de
los Puntos suspensivos: “Señalan una
pausa inesperada [tampoco se menciona de qué extensión] o la conclusión vaga,
voluntariamente imperfecta, de una frase.”
En el ejercicio de interpretación respectivo, se puede concluir que aquí
la pausa debe ser de mayor extensión que la de los puntos, y con el tono descendente; o que los puntos suspensivos
implican una pausa más corta, pero también con tono descendente; es decir, pausa tajante y corta, de acuerdo con
una expresión inesperada, o pausa larga para
una expresión irónica o que implique duda.
En la repartición de los respectivos reconocimientos por describir estos
elementos fundamentales para la adecuada lectura en voz alta, hay que decir que
el logro de don Manuel Seco es indicar en su diccionario estas pausas y entonaciones,
aunque sea de un modo impreciso o incompleto, como ya se puede ver.
El mérito de Vivaldi, por su lado, es retomar estas definiciones de la
“pausa fonética”, aunque sin darles del todo la explicación que requieren para
“la entonación de la frase”, y también para establecer de modo implícito el
ritmo y el tono de la lectura, y por lo tanto el carácter y la velocidad del
texto según su puntuación.
Todo lo anterior, insisto, es indispensable para una lectura en voz alta
más precisa, comprensible y hasta agradable, porque si se analizan y practican
las pausas fonéticas como aquí se indican, la propia lectura en voz alta mejora
sin ninguna duda, en cuanto a su comprensión, entonación y audición, todo
junto. Por esto es que su conocimiento, práctica y
dominio son tan valiosos.
En relación con lo dicho hasta aquí en cuanto al ritmo y la entonación
asociados con la puntuación en todo texto escrito, hay que indicar también que
la puntuación sirve para tomar aire como bien lo saben tanto los autores como
los correctores, y también se puede deducir que a una
extensión más larga de las pausas relacionadas con cada signo de puntuación,
mayor será también la cantidad de aire que se aspire para continuar la lectura
(Vid infra: Corrección de Textos, 17/03/21).
Hay que enfatizar
El tema de la "pausa fonética", descrita por Vivaldi, para la
lectura en voz alta es vital, porque ahí indica que, a cada signo de
puntuación, en la lectura en voz alta o en silencio, corresponde una pausa de
distinta extensión. Esto a su vez impone un ritmo y una velocidad específica al
texto en sí, a su lectura y a la respiración del lector. Aquí cabe plantear de
entrada también que el ritmo de un texto, a partir de su puntuación, puede ser por
principio lento, semi lento y rápido, aunque puede haber más variantes.
Las pausas asociadas a cada signo de puntuación se pueden ejemplificar colocando
al lado de cada signo de puntuación una raya de diferente extensión, para que
así se visualicen las diferentes extensiones que le corresponden a las citadas
pausas relacionadas con cada uno de dichos signos.
Coma,_
punto y coma ;__ dos puntos :___
punto y seguido .____ punto y
aparte._____ punto final.______ puntos suspensivos…__ …______
Asimismo, aquí es preciso comentar que estas pausas son de fracciones de
segundo, dependiendo del carácter del texto, y por lo tanto de su puntuación,
ritmo y entonación.
Una recomendación frecuente entre redactores y escritores es la de leer
en voz alta los textos para así detectar fallas en la puntuación. Esto se logra
mejor si se toma en cuenta y respeta la longitud de las pausas asociadas a cada
uno de los signos de puntuación, arriba indicadas.
Un reto de carácter
En la lección 1 de su manual, “La puntuación: las reglas y el
temperamento” (Vivaldi, 1977, p. 18), don Gonzalo Martín se pregunta y le pregunta
al lector: “¿En realidad, hay reglas para la puntuación? Porque (…) éste pone
´punto´ donde aquél escribe ´coma´ y ése ´punto y coma´ […]”
Y en seguida da su respuesta: “A pesar de que la puntuación sea materia
un tanto elástica, conviene tener en cuenta las susodichas reglas [de
puntuación] y adaptarlas luego a nuestro temperamento”.
Lo anterior da pie para que uno practique su interpretación, porque no
sólo se trataría de adaptar las reglas de puntuación al temperamento de quien
escribe, sino también al temperamento del texto, a su carácter. Cabe recordar
aquí que no es lo mismo un ensayo de matemáticas, un sermón religioso, un
planteamiento psicoanalítico o una tarea escolar: cada uno tiene por su tema un
ritmo y un tono diferente, de acuerdo con la materia que trate, y según su
puntuación que en él decida emplear su autor.
Y aquí es donde aparece otra vez la utilidad de la pausa fonética porque el carácter del texto, producto de su tema, ritmo
y tono, se puede establecer justo por medio de la puntuación.
Por ejemplo: si se quiere obtener un texto enfático. Categórico. Contundente.
Entonces lo mejor es utilizar oraciones cortas. Y frases breves. Párrafos
también breves. Es decir, textos escritos con base en comas y puntos frecuentes.
Como éste.
Por lo contrario, si de lo que se trata es de conseguir un texto con un
carácter más pausado, o un ritmo lento; digamos, explicativo, y puede que hasta,
si se quiere, un tanto lánguido, lo preferible es utilizar oraciones largas, en
las que haya frases incidentales, o varias oraciones subordinadas; con comas,
puntos y comas. Y puntos y seguido. Como de algún modo lo trata de ejemplificar
este mismo párrafo.
Lo anterior, el empleo de la diferente puntuación, si se hace en el
texto de manera adecuada, a la hora de leerlo en voz alta, respetando las
pausas fonéticas propias de la diferente puntuación, dará por resultado una
entonación y un ritmo diferentes. Es decir, que cada texto “sonará”, se “oirá”,
con un ritmo, tono y énfasis distintos. Tendrá su propio carácter, puesto en él
a partir de la velocidad que le indique su puntuación, y de la entonación
asociada a ella. Y del ritmo de la respiración que la puntuación indique, no
hay que olvidarlo.
El texto como partitura
La “pausa fonética” apreciada como hasta aquí se ha indicado, convierte
a todo texto escrito en una partitura de la cual se puede obtener una lectura
agradable, eufónica. Esto siempre y cuando los signos de puntuación, primero, y
su entonación y ritmo estén bien colocados, y entonados, tanto en el modo
impreso como en su versión oral.
Lo anterior se conecta, por ejemplo, con la escritura poética, y a su
vez con la lectura de poemas. Esta afirmación puede parecer sorprendente,
arriesgada, pero no lo es. Una sintética y rotunda definición de poesía del
poeta Efraín Bartolomé sirve de apoyo: “cien por ciento de sentido, y cien por
ciento de sonido”.[1]
Para lograr tan alta meta el conocimiento y dominio de la pausa fonética son
básicos.
Una objeción que se le podría hacer a lo antes expuesto es la de que en
muchos poemas no se utiliza la puntuación, y por lo tanto no habría forma de
aplicar en sus versos los principios de la pausa fonética. Pero aquí cabe
recordar que, a falta de signos de puntuación, lo que todo poema requiere es la
indicación de las pausas necesarias entre las palabras y los propios versos, lo
cual se puede hacer, y se hace, por medio de la colocación de espacios visibles
entre los versos, los cuales vienen a sustituir a los signos de puntuación.
En el terreno de la poesía, a lo anterior el poeta le debe agregar un
amplio conocimiento de figuras retóricas, acentos, métricas, rimas internas y
externas, si es el caso o el propio gusto, y todo el caudal de recursos
sintácticos y léxicos de que disponga y quiera emplear. Pero no podrá
prescindir del ritmo y el tono, y por lo tanto de la puntuación implícita o
explícita.
En la visión del texto como “partitura” que implica una cierta
musicalidad, hasta llegar al extremo del texto poético arriba aludido, con
todas sus características y gratas consecuencias, se puede introducir un
elemento también importante y que es el del lector-intérprete.
Para leer de manera adecuada un ensayo científico, una ponencia
legislativa, el capítulo de una novela, un cuento para niños, un discurso
académico o un trabajo escolar se requiere dominar las reglas de la pausa fonética arriba mencionadas. Para
ello, como siempre en lo importante de esta vida, se necesita estudio de la
teoría, que en este caso no es larga. También se requiere práctica, que en este
caso que aquí nos ocupa sí debe ser constante. ¿A qué se debe lo anterior? A
que en general la lectura se nos ha enseñado como el desciframiento de sílabas,
primero, y en seguida de las palabras formadas con esas sílabas. Esto va
acompañado, por una parte elemental, del deletreo, y
después de la unión de las palabras, tanto a nivel mental como oral, en cuanto
al manejo de las letras, sílabas y palabras se refiere.
Por el lado de los signos de puntuación lo que se enseña es que “hay que
respetarlos”, insisto, como si fueran señales de tránsito. Y el símil es
correcto porque se indica que en cada signo “uno se tiene que detener”, y que
no hacerlo está mal. En el mejor de los casos, se dice que “no hay que leer de
corrido”, en silencio y en privado, o en voz alta y en público, “porque eso
está mal”. No hacer una lectura “atropellada”, dicen, para más señas. Y con eso
lo echan a uno al mundo, y que Dios te ampare.
Con esas nociones tan rudimentarias es como la mayor parte de la
humanidad va, sí, atropellando textos al por mayor, y aquí sin ton ni son. Todo
lo cual no sería tan grave si no pasara de una agresión para la fonética, pero
lo malo de esto no se queda ahí, sino que la mala lectura implica a su vez la
incomprensión e inclusive la ignorancia de lo leído. Es decir, quedarse al
margen del conocimiento. Estar condenado al atraso y la ignorancia. Así de
grave y trágico.
¿Quién dijo que todo está perdido?
El valor tan alto que tiene el conocimiento, práctica y dominio de las
reglas de la pausa fonética se debe a que su resultado, una mejor lectura en
voz alta, lleva a quien la practica a un tipo de lectura más comprensible, pero
también más reflexiva.
Quien se interesa porque su lectura en voz alta se oiga bien, también se
interesa por comprender lo que está diciendo. En suma, se convierte en un mejor
intérprete tanto de sus propios textos como de los escritos por los demás. Al
valorar la entonación de las palabras, también tiende a valorar su contenido,
su significado.
El silencio como respuesta
Cuando en la ventana de Google se busca “pausa fonética”, entre
comillas para ubicar dichos términos de forma exacta, el resultado que emite
esa máquina maravillosa es de 576 menciones. Esto es por completo mínimo,
comparado con la importancia de esta noción que aquí estoy argumentando. Lo
mismo indican los comentarios de mis colegas profesores universitarios, y los
de varios especialistas entre los cuales he comentado o ya les di a conocer
versiones preliminares de este ensayo. También me lo han dicho las reacciones
de mis alumnos entre quienes ya he difundido estas reglas, junto con su
práctica. Otro problema asociado a las pocas menciones que tiene este tema es
el de que algunas referencias se hacen tomando en cuenta sólo el significado
literal de ambos términos y entendiéndolo como “carencia de sonido” (La gran
ortografía blog, 2016) o “intervalo de silencio” (Conde, Antonio; M. Macías,
Balbino, 2021) que es justo lo contrario de lo aquí se explica con base en las
escasas, aunque importantes, indicaciones de Seco y Vivaldi. Por
desgracia estos especialistas, cuando se refieren a la pausa fonética, tanto en
su manual, como en su diccionario, no indican sus fuentes, ni le dan la
relevancia que tiene, a lo cual puede deberse la reducida difusión que a esta
noción se le ha dado.
Intermedio biográfico
Al reflexionar sobre la razón de mi interés sobre este tema, recordé que
alrededor de mis 20 años conocí y tomé clases en la UNAM con el novelista
Gustavo Sainz, quien como profesor era por completo encantador, en el preciso
sentido del adjetivo.
A sus alumnos nos mantenía, ahora sí que en vilo las dos horas que
duraban sus clases de Literatura y sociedad. Una razón de nuestro arrobamiento
era tanto la exposición de su conocimiento enciclopédico sobre autores y
libros, más sus referencias sobre cine, pintura y artes en general. Pero
también mediante la lectura que nos regalaba de cuentos y capítulos de novelas,
ajenas y propias, pese a que su voz no era la de un locutor, sino un tanto
nasal, y vaya que el profesor tenía una gran apéndice
respiratoria y por ello su dicción era bastante peculiar. Pero todo eso no
importaba cuando él se ponía a leer porque, con el tiempo y el análisis lo
entendí con plenitud, desde la perspectiva de las reglas de la pausa fonética su lectura era impecable.
Y como dice el dicho que “de ver dan ganas”, al observar en aquellos
grandes salones de la antigua Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM cómo
maese Sainz hacía virtud de sus carencias, porque guapo no era, ni tampoco,
como digo, tenía una voz de inmediato atractiva, ni una presencia ídem, aunque
sí era alto, pero un poco caído de hombros, sin embargo, cuando daba
referencias y explicaciones, primero, pero más cuando se ponía a leer, a todas
las alumnas las tenía embelesadas. Entonces uno captaba que leer, en general, y
leer bien en voz alta, tenía sus ventajas…
Esa enseñanza y ejemplo de mi profesor nunca los perdí ni olvidé, y en
lo posible traté de ponerlos en práctica. De mi relación, como alumno, primero,
y después como colaborador, discípulo y amigo con Gustavo Sainz que duró 35
años, la mejor recomendación que le recuerdo para leer bien fue la de “para
eso, gordito, hay que fijarse bien cómo leen los buenos lectores. Arreola,
Rulfo, Fuentes, Garibay, y en lo posible hay que imitarlos…”
Grandes ejemplos, buenos y no tanto…
En esto de combinar, y sacarle provecho a las características y
cualidades de la escritura, la lectura y en particular de la lectura en voz
alta, se puede afirmar que hay escritores que a la par que han sido grandes
estilistas por escrito, también han sido destacados lectores en voz alta.
Juan Rulfo y Juan José Arreola son casos paradigmáticos, como bien lo
dijo mi maestro y amigo Sainz.
Por fortuna, el autor de El llano
en llamas grabó, o le grabaron leyendo varios de sus magistrales cuentos, y
esas lecturas, precisas en cuanto a lo que la pausa fonética se refiere, aún se pueden disfrutar por medio de Youtube.
Lo mismo sucede con El autor de Confabulario de quien hay incluso en internet un video en el
que él lee de manera sensacional un poema de Jorge Luis Borges, ante el propio genio
argentino, para más placer de quienes podemos seguir viendo ese gran espectáculo
por el medio audiovisual mencionado.
Otros narradores y poetas que también son buenos lectores son José
Agustín, Jaime Sabines, Alejandro Aura y José Emilio Pacheco. A ellos se les
puede escuchar leyendo fragmentos de sus novelas o cuentos y poemas en la
plataforma “descargacultura” de la UNAM.
Un poeta que por escrito es espléndido, sobre todo en cuanto a los
versos amorosos, es Pablo Neruda, pero al oírlos en su propia voz uno sale
corriendo a mejor escucharlos en la versión oral de Jaime Sabines.
Otro narrador y poeta al que le falla la lectura en voz alta es a
Fernando del Paso: su error es que todas las pausas fonéticas de todos los
signos las entona en forma ascendente. En la lectura que Borges hace de sus
poemas también predomina la entonación ascendente, aunque en su caso la aplica
con mesura.
Regreso desde las alturas
En la actualidad se menciona una y otra vez el auge del analfabetismo
funcional. Eso indica que abundan quienes sólo son capaces de unir palabras, si
no es que casi sólo deletrearlas, por escrito y de manera oral. Se menciona eso
asociado con una grave y masiva falta de comprensión lectora.
Tomando como base lo que aquí se ha dicho de la pausa fonética, por un lado, y por el otro, a partir de la propia
experiencia educativa, más la observación de los métodos utilizados para
“alfabetizar”, en principio, y después para mejorar la expresión escrita y oral
de los estudiantes, que en su mayoría llegan hasta las universidades con graves
carencias expresivas, considero que una mayor difusión de las reglas de la pausa fonética desde la escuela
primaria, hasta la educación universitaria puede contribuir al abatimiento de
los graves rezagos educativos.
Lo anterior se puede afirmar si se considera que la lectura en voz alta
es el resultado y reflejo inmediato de la lectura en silencio. Y si la gente
lee mal en silencio, lee peor en voz alta.
Hasta ahora el uso de los signos de puntuación se explica y enseña,
insisto, indicando que dichos signos se deben emplear como “separadores” de
partes de la frase o de la oración. O para delimitar la extensión de fragmentos
o párrafos. Es decir, como “topes”, como barreras. Pero no se enseña que estos
signos, con las entonaciones y pausas que implican, sirven para darle un ritmo,
tono y carácter a los textos.
Tampoco se explica que las palabras tienen una determinada tonalidad, no
sólo por su estructura y de acuerdo con la sílaba tónica que tengan, sino
también, como ya se dijo arriba, por la colocación que tengan respecto de los
signos de puntuación. De hecho, a la sílaba tónica se le define como la que
tiene “una mayor fuerza de voz”, pero no se dice que es la que a su vez tiene
“un tono más alto”. Esto puede parecer un detalle menor, pero no lo es.
En cuanto a la lectura, al hablar de tonos, por el mismo camino se llega
a la “musicalidad”. Y aquí llegamos a la “pechuga del pollo”: hay que enseñar
que el dominar el conocimiento y aplicación de la pausa fonética, y de paso, ya que se acaba de mencionar, de la entonación
de las palabras a partir de la sílaba tónica, y por lo tanto de las reglas de
acentuación, sirve para mejorar la comprensión de los textos. Son legión
quienes no conocen ni aplican la acentuación diacrítica, por ejemplo, tanto a
la hora de escribir, como cuando dichos acentos son leídos en voz alta.
A manera de conclusión tentativa, enfatizo, lo que cabe mencionar es que
el conocimiento y aplicación de las reglas de la pausa fonética sirve tanto para una mejor comprensión de los
textos, como para que éstos “suenen” mejor. Es decir, por medio de estos
recursos, en el caso de su versión oral, sirven para expresar, si se es el
orador, o para escuchar, en el caso del oyente, un texto más elegante, bello,
comprensible y fluido.
Otra posible conclusión de este apunte sobre la pausa fonética es la de que, desde la propia experiencia, leer en
voz alta siguiendo el conocimiento de su ritmo y tono, es más claro, preciso y
hasta divertido, tanto para quien lee como para quien escucha la lectura.
Bibliografía
Vivaldi, G. M. (1977). Curso de
redacción. Teoría y práctica de la composición y del estilo. Madrid: Paraninfo.
Seco, M. (1986). Diccionario de
dudas y dificultades de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe.
Garrido, F. (s/f). Cómo leer
(mejor) en voz alta. Guía para contagiar la afición a leer. México: Fundación Mexicana para el
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La gran ortografía blog (2016). H, muda y presente. Recuperado de
https://lagranortografia.com/2016/02/29/muda-y-presente-letra-h/
[1] Definición expresada por el propio
poeta en una clase universitaria a la cual fue invitado por el autor de este
ensayo.